jueves, 7 de junio de 2012

LA MERY JAIMES (6to Acto: "Juglares del transporte urbano")




Rara vez tuve la iniciativa de comenzar una conversación con Mery en los tiempos menos ajetreados del trabajo, así que si a ella no la daba la gana de hablar, podíamos pasar un día entero sin cruzar palabra, excepto si ella tenía algún deber por asignarme. A veces parecía como si estuviéramos disgustados el uno con el otro, y creo que ella a veces sentía la misma sensación de querer romper el silencio preguntándome cosas sobre mí mismo, sobre mi fin de semana, algún programa de TV o el clima, aunque las conversaciones ya iniciadas no tendían a ser muy largas ya que mi pobre anecdotario de ese entonces y también los clientes y hasta el mismo teléfono no lo permitían.
No todas las veces tenía que estar en el lugar de trabajo desde la mañana, todo eso dependía de lo que hubiese que hacer o el día que fuese, a veces ella me citaba para después del mediodía. Una vez, un lunes donde decidí ir por la mañana, huyéndole a la sombra del ocio y a las ganas de hacer nada en casa, fui al lugar desde las 8 de la mañana a ver si ella me ocupaba en algo. El negocio en realidad abría a las 10 a.m, pero ella muchas veces acudía allí muy temprano; unas veces para trabajar en el taller, y otras veces para organizar y hacer el aseo del lugar, cuya peculiaridad era el aroma a ambientador de esencias frutales que le arrancaban un suspiro al que allí entrara, la decoración del lugar era algo en lo que ella se esmeraba mucho. Fue uno de los primeros lugares que tenían un concepto que algunos especialistas en decoración llamarían luego “Estética Lounge”. El colorido de las prendas y esa combinación entre lo retro y lo moderno, lo formal y lo informal, entre lo atrevido y lo sobrio, eran la particularidad de Mery Jaimes como diseñadora, fue unas de las primeras que propuso que las jovencitas lucieran prendas clásicas y muy femeninas como faldas largas o hasta las rodillas, vestidos de apariencia clásica complementadas con zapatos tenis en vez de tacones o sandalias, de hecho ella se ufanaba de ser la primera mujer en usar faldas con zapatos deportivos, inspirada por las tenistas de finales de los 80, aunque ella también tenía una línea formal para la mujer de oficina y otra exclusiva, que se hacía según el criterio del cliente y el criterio suyo ya que también era asesora. Los exhibidores eran también un diseño exclusivo, que permitía hacer una mejor y estética exhibición de los productos. A Mery le gustaba decorar con flores artificiales, y grabados de pared que ella misma diseñaba y que de vez en cuando modificaba. Aquel mismo lunes encontré el almacén cerrado pero a través de la vitrina se le podía ver a ella haciendo el aseo, toqué el cristal de dicha vitrina, y al verme hizo una expresión de asombro que de inmediato acudió a atenderme como si algo anómalo estuviera aconteciendo.
“¿Y Ud. qué está haciendo acá?, yo le dije que viniera hoy después de la 1pm” Preguntó ella asombrada.
“Pues, no tenía nada qué hacer y vine a ver en qué la podía ayudar” respondí.
Cruzo sus brazos mirándome directamente a los ojos como por 10 segundos, levantando la ceja como hacía Roger Moore, sugiriendo que le costaba creer lo que estaba oyendo.
“Pero entre por arriba, por el taller” dijo ella “es que acabé de encerar el piso y no me gusta que alguien me pise antes de abrir el local.”
Al abrir por la parte de arriba, su ceño ya no estaba fruncido y con una amable sonrisa me hizo seguir, llevaba una pañoleta en su cabeza, una vieja franela color beige y pantalón pescador que hacían entender que ella estaba en función doméstica, llevaba los pies descalzos seguramente para no estropear el piso que ella recién había encerado.
“Espéreme aquí mientras yo termino allá abajo” Me pidió ella.
“Vine a ayudarte” Le recordé.
"Yo no tengo para pagarte por oficios adicionales, además ya voy a terminar quédese aquí sentado, si quiere puede cambiar la música, que ya subo para que charlemos un poco antes de que lleguen las muchachas.”
En efecto me quedé escuchando su música sin atreverme a cambiar su selección musical, que era lo que normalmente sonaba como ambientación del almacén. Curiosamente eran artistas relacionados con el jazz fusion, me refiero a Spyro Gyra , Chuck Mangione, Incognito, Steely Dan, Michael Franks, Boz Scaggs, Matt Bianco, Sade, George Benson, etc y que no me atrevía a cambiar, porque a pesar de que yo era más rockero, mi época como aprendiz de guitarra me enseñó a ser tolerante con varios géneros, además esta música complementaba bien el lugar, dándole un ambiente más “lounge”, elegante.
Minutos más tarde, apareció ella con 2 tazas de café y unas 5 galletas de mantequilla, de las cuales ella sacó su taza de café y el resto me lo dejó a mí.
“Imagino que ya desayunaste, pero demalas, le tocó aceptar mi invitación”
No respondí nada, simplemente me quedé mirando el tinto y las galletas dentro del plato por unos segundos, mientras ella encendía un cigarrillo, al levantar mi mirada hacia ella, su rostro me miraba fijamente con una sonrisa cargada con cierta malicia, si bien fumar no es saludable, lo hacía con tanta clase y elegancia que parecía un íntertexto de Sharon Stone en aquela famosa escena, excepto por la falda y las piernas cruzadas, ya que como he dicho, Mery Jaimes llevaba aun puesto su pantalón pescador e indumentaria ya descrita, pero con sus piernas cruzadas haciendo que sus pies descalzos se vieran impecablemente hermosos cuando uno de ellos pendían graciosamente al tener su pierna derecha cruzada sobre su rodilla izquierda, dio otra sutil bocanada de cigarrillo y siguió mirándome como si esperase que dijera algo, pues nunca me creí lo suficiente hermoso para pensar que estaba contemplando y deleitándose con mi encanto juvenil.
“Bueno, dime qué tienes para contarme” Por fin ella rompía el leve silencio.
“No, pues, solo vine a ayudar un poco, no tengo nada interesante para contar” Decía yo intimidado.
“¿Ah no?, Cuéntame una de tus fascinantes aventuras. Cuando me encontré con tu mamá, que sigue viéndose idéntica después de todo ese tiempo que pasó, ella me habló cosas fascinantes de tí”
“¿Fascinantes?, ¿Cómo es eso?, No veo qué pueda decirle ella de fascinante acerca de mí”
“Sobre tu guitarra, y aquella chica con la que te tomaste la ciudad”
“!Argh, como siempre ella dejándome como un tonto, voy a tener que hablar seriamente con ella!” Reaccioné indignado por algo que tenía tan personal, y que ella lo supiera sin haber siquiera indagado.
“¿Eres así de mal agradecido?” Preguntaba ella con un tono más serio “Tu pobre mamá hablando orgullosamente de la tenacidad de su hijo y tu avergonzándote de ello, y fuera de eso quieres dejar a tu amiga Mery como una vieja chismosa, qué malo y egoísta eres.”
Avergonzado cambié inmediatamente de parecer y me disculpé con ella.
“Si no quieres hablar de ello, lo respetaré” Dijo ella “Simplemente quería escuchar de tu propia voz aquella historia con la que tan identificada me sentí, yo también fui música, tengo mi guitarra por ahí guardada, y me gané la vida cantando en mi juventud, además tampoco me pareció justa tu decisión final respecto a la música, los sentimientos hacia otras personas no deben interponerse en nuestros sueños, debes dejarlos de lado y pasar de largo si es necesario para lograr tus metas”
“¿Se refiere a Holanda?” Pregunté extrañado.
“¿Quién?, ¿Acaso viajaste a Europa?, o ¿acaso es así como se llama tu chica?.”
“Ella no es mi chica, nunca lo fue”
“¿Pero se gustaban? ¿Por qué la ruptura entre ambos hicieron que tu guitarra pagase el precio de tu dolor y por consiguiente acabar con tus deseos de seguir trabajando?”
Me seguía desconcertando como mamá le había contado tanto a ella, como casi 30 años sin verse y tenían que hablar precisamente de mi con lujo de detalles.
“Las cosas no fueron como mi mamá te dijo, es una historia larga” Aclaré yo.
“Te puedo escuchar por hora y media” Dijo ella, cambiando su postura apoyando su mentón sobre su rodilla, abrazando su pierna con ambos brazos, disponiéndose a escuchar. Y comencé mi historia:
“Hace algunos años, mi papá llegó a casa más tarde de lo habitual, estaba borracho, parece que le había ido muy bien en uno de sus trabajos. Mi madre, tuvo una airada discusión con él aquella noche, que ni siquiera prestó atención al objeto que él traía consigo, era una guitarra que no sé quién le había regalado, a veces pienso que él la había comprado pensando en mí cuando me sorprendía en mi cuarto haciendo ´air-guitar´ en mis momentos de catarsis rockera, seguramente le dijo a mi mamá que se la regalaron para que ella no le cuestionara acerca de las prioridades. Al otro día, al ver la guitarra, fui yo quien se apoderó de ella ya que a mis otros hermanos no les interesa tanto la música. La guitarra se veía nueva, traía consigo un pequeño manual donde enseñaban a afinarla y a conocer los acordes básicos. Nunca la utilicé para hacer ´air guitar´ (Tuve que explicarle a Mery que ´air-guitar´ era la acción de tocar una guitarra invisible, emulando alguna estrella de rock en cuestión), en vez de ello la utilizaba, para familiarizarme con la postura de los dedos en cada acorde, y tratar de hacerla sonar, sin embargo esa iniciativa autodidacta no me ayudó a aprender a tocar muchas canciones, así que asistía a las eucaristías para jóvenes los domingos, donde un muchacho llamado Aaron, animaba las liturgias con sus cantos de alabanza, dándoles poder con los riffs de su guitarra electroacústica, su agradable voz y sus dos coristas que a la vez también utilizaban instrumentos de percusión y de viento para que la música sonara más rica y lo menos minimalista posible. Me gustaba ubicarme tan cerca como pudiese para identificar los acordes que él utilizaba en sus diferentes canciones y tomaba nota de ellos, si bien cada día mejoraba en destreza para cambiar de un acorde a otro,  me era imposible tocar un riff o un arpegio, así que un día después de una eucaristía, me acerqué a Aaron para pedirle una leve asesoría, por lo que terminó invitándome a sus clases de guitarra los días sábados en el salón parroquial. Si bien la donación sugerida era irrisoria, yo no tenía con qué pagarle las lecciones, estaba desempleado y mi padre cada vez se resistía más a que yo fuera dependiente de él, no obstante durante la semana, después de ayudarle a mi madre con las labores domésticas por la mañana e irme por la tarde a buscar empleo o a leer en alguna biblioteca, ella me pedía que antes de emprender mis búsquedas diarias le llevara a mi padre el almuerzo al taller, y él me daba dinero para el pasaje de regreso a casa ya que la pendiente era muy dura para subir en una tarde soleada, aun así tenía que aceptar el reto pues los pasajes los ahorraba para pagarme las clases de guitarra de los sábados. Y así fue como inicié mis estudios con el maestro Aaron. Es extraño llamarle maestro a un chico de aproximadamente mi misma edad. En su curso casi todos eran principiantes desde cero, y debido a mis logros autodidácticos, notó que yo estaba un paso más allá de los demás. Quizás no era muy buen instructor, pues se notaba su desazón e impaciencia al ver que nadie estaba logrando tocar al menos una canción, por lo que él me apartaba de los demás estudiantes y me pedía que tocara algún riff o algún arpegio con secuencias de acordes que él mismo me proponía y era supremamente satisfactorio cuando él terminaba tocando encima de mis acordes o cantaba. Después de cada clase de guitarra seguía la sesión del grupo juvenil, donde traté de hacer amigos, pero todo era tan banal allí, que yo solamente me apartaba con mi guitarra a practicar la lección del día y estar presto cuando alguien solicitase mi ayuda para algo. Hasta que un día se acercó Holanda, una de las 2 coristas de Aaron, quien tenía una linda voz y era su cantante de respaldo además de ejecutar aceptablemente la flauta dulce y la quena, la otra corista era Lina, una niña de familia más pudiente, físicamente más bonita, y más dotada musicalmente que Holanda, si bien ambas eran coristas y la voz principal era la de Aaron, Lina también tenía un arsenal de percusiones, panderetas, maracas, congas y en las ceremonias importantes como el Pentecostés o Semana Santa, se le veía ejecutando la batería generando admiración en los feligreses, ella era la única de las dos que podía cantar una canción como voz principal en cada liturgia, pues Aaron tenía más preferencia hacia Lina, cosa que atormentaba a Holanda, ya que ésta vivía enamorada del buen Aaron, y si bien ambas chicas trataban de llevarse bien, podía percibirse algo de rivalidad entre ellas. Si bien Holanda era una de las chicas más entusiastas del grupo juvenil, la que colaboraba en casi todo y que no le importaba quedarse una hora más ensayando los cantos para el día siguiente, empezó a aislarse del meollo temático del grupo juvenil después de que Aaron oficializó en público su noviazgo con Lina, por lo que Holanda, decepcionada, fue acercándose cada vez más al mudo de la guitarra, así me apodaban los otros chicos, y al poco tiempo tanto el mudo de la guitarra como la segunda corísta terminaron separándose de coro, clases de guitarra y grupo juvenil. Recuerdo que cada vez que ella se me acercaba veía cuáles canciones estaba ensayando yo, casi todas las conocía, y cuando veía que podía interpretar un círculo de acordes ella me acompañaba con su flauta y otras veces cantaba. Así fue como inició nuestra amistad. Nos engomamos tanto con el asunto que hasta pactábamos citas a mitad semana, aprendí muchas cosas de ella, fue quien me enseñó a cantar y a tomarme confianza así no fuera un músico tan virtuoso, ella me decía que lo que hace único a un artista no es su talento sino su actitud. Ella era una chica soñadora, a pesar de que sus condiciones de vida lindaban en lo precario, vivía con su mamá en una pequeña casa prefabricada cercana a la quebrada Santa Elena, y aunque el lugar no era el más presentable, la casa era decente después de todo, como si eso representase lo que era Holanda, una chica de barrio que quería ser diferente. Ella frecuentemente me expresaba sus deseos de querer estudiar Lenguas Extranjeras en la universidad, y así tener la oportunidad de aspirar a un intercambio en el exterior, yo simplemente la escuchaba, pues no recuerdo haberle compartido mis sueños, en ese entonces no estaba seguro de lo que quería para mi vida, solamente quería aprender cosas que me gustaran, pero verdaderamente no quería ser nada en particular. Y asi fue como como gracias a sus sueños a los cuales ella por su condición no podía acceder, y ante mi inminente necesidad de trabajar, fuimos cultivando nuestra idea alocada”

“¿Rockear por toda la ciudad?” Preguntó Mery.

“Así es” Respondí yo “Holanda y yo éramos bachilleres desempleados y padecíamos de exceso de tiempo libre, lo cual nos facilitaba reunirnos todos los días por la tarde, unas veces en su casa, otras veces en la mía, a pesar de que mi madre prefería que a esas horas estuviera buscando trabajo, a ella tampoco le disgustaba porque estaba haciendo algo sano con una ´niña juiciosa´. Si bien yo me inclinaba más al rock más underground, ella se inclinaba más hacia el rock en español, y a ´la música para aplanchar´ que escuchaba su mamá, aunque también tenía uno que otro gusto de rock anglo que coincidía con el mío. Hacíamos una selección de canciones favoritas nuestras que potencialmente fueran interpretables. A veces yo iba a la biblioteca a buscar los acordes y tablaturas por Internet y las ensayaba arduamente durante el dia a pesar de que algunas me parecían imposibles de tocar y cuando yo me quejaba de ello, ella trataba de motivarme diciendo ´tú puedes, yo sé que sí, has otro esfuerzo más, estoy convencida de que lo lograrás´. No sé qué tan sincera estaba siendo al decirme esto estando tan acostumbrada al virtuosismo de Aaron, y cuando de algún modo después de varias horas, a veces días de práctica conseguía lograrlo, y al enseñarle mi logro, me felicitaba gritando: ¡Genial! Y me llenaba el rostro de empalagosos besos. Cuando ya consolidamos un repertorio variado consistente en boleros viejos adaptados en Bosanova, canciones de Rock en Español, Música Romántica, podíamos elegir entre 2 ó 3 canciones diarias. Hasta que nos lanzamos al ruedo, al principio tuvimos mucho miedo enfrentarnos a la calle, y lo duro y humillante que podía ser el imaginario de subir a un autobús a cantar. Una de nuestras rutas más frecuentes era la Circular Coonatra, la abordábamos desde el Parque del Periodista, cuando, nuestra canción debut fue “La Chica de Ipanema,” que era una versión instrumental-minimalista de guitarra y flauta, de la que recuerdo equivocarme en un par de acordes, pero que aun así no interrumpí, era importante empezar con una instrumental porque Holanda no se sentía segura para cantar, pero una vez terminamos la canción instrumental, continuamos con otra de Jeannette ´Frente a Frente´ donde me sentí muy decepcionado porque la toqué en arpegio y el ruido del bus no dejaba escuchar bien las cuerdas, pero salimos bien librados al final, y recibimos buenos aportes voluntarios, de los pasajeros, que al bajarnos del bus Holanda me abrazó fuertemente y me llenó nuevamente de besos diciendo emocionada ´¡Grandioso!, lo logramos, estuvimos muy bien.´ A medida que fue pasando el tiempo más que nuestro trabajo ya era nuestra diversión, cada día nos tomábamos más confianza y mejorábamos más, la motivación y la química entre nosotros era enorme, aunque después tuve que enfrentar a mis padres cuando les llegó el chisme de que yo estaba trabajando en la calle cantando en los buses, que fue muy duro de asumir para mi orgullosa madre, pero que no disgustaba del todo a mi padre porque ya había encontrado una forma de ganarme la vida, aunque mi mamá siguiese relacionando la calle con indigencia, inseguridad y pobreza. Trabajábamos de lunes a viernes, de 7:00 am hasta las 6:00 pm, descansábamos al mediodía y llevábamos nuestros utensilios para llevar algo de almuerzo así fuera un sándwich o un arroz con huevo y mortadela y botellitas plásticas de agua, aguapanela o Frutiño para el medio día. No nos iba tan mal, podíamos montar en 15 buses por día y recibíamos de 3000 a 6000 pesos promedio por cada bus, habían temporadas en que ganábamos muy buenas cantidades, creo que era el carisma y la dulce voz de Holanda lo que le daban ese valor agregado al producto.”

“Ah, me encanta la forma en que relatas tu historia me haces sentir como si pudiera ver los hechos” Opinó Mery “Pero, si todo anduvo tan bien, si fueron tan buenos amigos, y se compenetraron en su objetivo, ¿por qué terminó?”

“Ay, Mery, aun sigo sin entenderlo” Decía yo “Si, bien ganábamos una justa cantidad de dinero, más que los artistas de semáforo, más que los vendedores de dulces, o que los vendedores ambulantes que llegamos a conocer en esta aventura, decidimos que el dinero no lo podíamos ir gastando tan precipitadamente como en los primeros días, que debíamos proponernos metas y evolucionar, superar la etapa de dúo musical del transporte urbano y evolucionar a un grupo de bares, y después de ello, llegar al estudio de grabación, luego el éxito, las giras, sueños de adolescente para los que teníamos que ahorrar un porcentaje de las ganancias para comprar mejores instrumentos y equipamento, ya habíamos presentado audiciones para tocar en pubs nocturnos pero nunca nos llamaron. Ella pensaba que eso se debía a que todos los grupos que salían seleccionados tenían mejor infraestructura que la nuestra, pero yo pensaba que el problema eran mis limitaciones técnicas ya que como guitarrista no era muy versátil ni virtuoso, sólo era riffs y acordes, sin embargo nos pusimos a ahorrar y yo le confié a ella el dinero, pude haberlo guardado yo mismo, pero las necesidades sorpresivas de mi hogar me harían correr el riesgo de utilizar el dinero ahorrado para salvar a mi papá de una mala semana de trabajo. Las cosas transcurrieron con normalidad hasta que Holanda se presentó a la universidad, ese fue el principio del fin. Recuerdo que me pidió autorización para sacar dinero de nuestro fondo común, para ella poder comprar el formulario de admisión , y yo como buen amigo la apoyé. Luego aprobó el examen de admisión y a los pocos meses comenzó estudios en licenciatura, pero aun ella trataba de seguir fiel a la causa trabajando conmigo por las mañanas, y yendo a clases por las tarde, lo cual era muy duro para mí porque por la tarde era yo quien tenía que arreglárselas solo en los buses. Trato de no pensar cuán bien sonaba yo solo para no torturarme, pero sin el carisma de Holanda, mis tardes no eran tan buenas lucrativamente como estando con ella. Empecé a desmotivarme, a sentir celos de ella, y a considerar sacar dinero de nuestro ahorro para yo presentarme también a la universidad, pero me preguntaba qué tan conveniente podía ser estudiar si con las ganancias aportaba para los gastos del hogar. Días después ella se mostraba cada vez más distante de nuestro trabajo, y aunque aún acudía a éste durante las mañanas, cada semana lo hacía con menor frecuencia, hubo días en que me tocó hacer la doble jornada yo solo ya que ella tenía bastante que estudiar, pero aun así le seguía entregando la cuota del ahorro. Hasta que un día en que ella tampoco acudió por la mañana, sentí la necesidad de ir a su casa a hablar con ella, y pedirle el dinero si era necesario. Una vez estando allí me desarmó mostrando cordialidad y alegría al verme, me dijo que tenía algo muy importante para decirme, que se trataba del ´nuevo integrante´ de nuestro dúo que ahora sería trio, se trataba de Aaron, a quien ella se encontró de nuevo en la universidad, donde éste cursaba el programa de Educación Artística, y que cuando ésta le habló de lo que los dos estuvimos haciendo durante todos esos meses al margen del grupo juvenil parroquial, éste se mostró bastante interesado, y a lo que dijo querer aportar porque tenía unas ideas que ayudarían a nuestro grupo a dar un gran salto de progreso, ideas que le había propuesto a su ahora ex-novia Lina que no se atrevió a seguirlas y que consistían en hacer de ´nuestro proyecto´ una banda de covers de clásicos del rock, para tocar como banda de planta del ´Comics´ Bar´ propiedad de un amigo suyo, lo cual sería una evolución notable de juglares del servicio de transporte urbano a banda rock de bares. No sé si fui pesimista o conformista, pero la idea nunca me olió bien, pero aun así, asistí al lugar donde Holanda me dijo que nos viéramos el sábado siguiente, diciendo que ese sería nuestro ´primer ensayo´ con Aaron como ´nuevo integrante´. Era en uno de los salones de ensayos de la Facultad de Artes, llevé mi guitarra en su estuche en caso de que fuera necesaria, pero todo fue un fiasco. Al llegar yo al lugar encontré a Holanda con otros 5 mechudos entre ellos el buen Aaron acompañado de un baterista, bajista, guitarrista rítmico, tecladista y a la misma Holanda quien volvía a ser corista. Aaron al verme me saludó no sé si cordial o burlonamente diciendo: ´¡Eh, viejo!, que gustazo verlo por acá, que bueno que hayas venido a ver el ensayo´, con lo cual entendí que yo no pertenecía allí, e inmediatamente le pedí que me permitiera hablar un momento con Holanda, a la cual le pregunté que si era eso de lo que ella me había hablado, y a lo que ella me juró que los otros eran nuevos integrantes, que no estaban la vez pasada, que Aaron recién los había reclutado. Me esforcé demasiado ya que la voz se me entrecortaba para preguntarle que qué hacíamos con la guitarra que llevaba yo conmigo en ese momento, no refiriéndome a ésta como un simple instrumento sino como el símbolo que representaba nuestra unión artística, nuestra amistad y sueños mutuos, por lo que ella tomó mi mano y me dijo, que eso era lo que ella quería, que lo que hicimos ambos fue algo lindo e inolvidable pero que ya había cumplido su ciclo, que su esquema de vida ahora era diferente y que me deseaba miles de bendiciones para que yo también lograra cumplir mis sueños. Por lo que me fui del lugar aturdido y tratando de disimular el dolor que me dio escuchar eso, hice un esfuerzo titánico para no derramar una sola lágrima, y darme todos los ánimos posibles para empuñar mi guitarra con valor y trabajar para olvidar, así que trabajé ese resto de día con el amargo sabor de la nostalgia, creo que ese fue el día en que mejor canté y toqué en los buses, pero las ganancias fueron mediocres, quizás porque era sábado y nunca había trabajado un sábado. Al bajarme por los lados de la Avenida 33, después de haber dado un recital en un Circular Coonatra, dos tipos de muy mala facha me aprehendieron armados de un arma corto-punzante, pidiéndome que me bajara de toda ´la liga´ que me había hecho en el día, a lo que accedí sin darles resistencia alguna, pero uno de ellos me pateó en el muslo haciendo que se moviera mi estuche de guitarra, diciendo ´vos tenés más plata gonorrea, sacá la caleta, no te hagás matar acá´. El maleante me pedía que sacara lo que tenía dentro del estuche, y acto seguido saqué la guitarra, le lancé el estuche vacío al otro compañero para que lo atajara, y al otro, el del cuchillo, le estrellé con toda mi ira y fuerza la guitarra sobre su cabeza, y miles de astillas volaron por doquier, fue un momento catártico, el otro asaltante quien trató de acercarse lo amenacé con lo que quedó del diapasón, mientras que el agredido trataba de salir de la conmoción tambaleándose, me puse en guardia esperando su contraataque con navaja, pero los transeúntes empezaron a hacer ruido y uno de los ladrones dijo: ´abrámonos de acá´. Y salieron corriendo con lo que ya les había entregado. Ese día perdí mi amiga, mi guitarra, mis ganancias y mi trabajo. Al llegar a casa, no respondí a todas las preguntas de mi mamá, simplemente dije que se me estropeó la guitarra y me encerré en el cuarto a dormir un rato, hasta que por la noche llamaron a mi cuarto, era mamá diciendo que Holanda estaba allí, había ido a entregarme todo el dinero que habíamos recolectado para comprar mejores instrumentos y capacitarnos más, me dijo, que también me obsequiaba la parte que ella había recolectado como gesto de amistad y esperando que se diera lo mejor para mí, pero como yo estaba tan sentimentalmente herido, empuñé el pequeño tarro guarda-dinero que me había dado, abrí la puerta, y lo lancé lejos con toda mi fuerza, le dije a Holanda que se largara, que no quería verla más. A lo que Holanda reaccionó con estupor, sin decir nada, sólo salió de la casa corriendo y envuelta en llanto”.







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