sábado, 24 de noviembre de 2012

LA MERY JAIMES (12mo Acto: "El Toque")


Ya entrado Febrero comencé a creer que a Mery se le había olvidado nuestra presentación en el célebre Comics´Bar. Nuestro último ensayo había tenido lugar el segundo fin de semana del mes de Enero del 2003, y los ensayos restantes, al menos en mi caso, fueron con la ayuda de un cassette que entre ambos grabamos con el fin de seguir repasando las partes rítmicas, armónicas y melódicas de cada pieza que íbamos a interpretar. Sin embargo, considerando lo atareada que anduvo por aquellos días, dudaba que ella le dedicase algo de tiempo a ponerle atención a esos cassettes con la misma disciplina que yo lo hacía, yo disponía de más tiempo libre que ella, además su guitarra española, me la había prestado para que yo estuviera practicando por todos esos días, yo no tenía idea si ella tenía en casa otra guitarra, tal vez ella era tan buena que no necesitaba ensayar tanto.
El Domingo con que iniciaba esa última semana previa a la presentación, revisaba mi correo electrónico y encontré en la bandeja de entrada un mensaje de “Chucky” que decía lo siguiente: “No olvide que este Sábado a las 7 p.m es la presentación suya, necesito saber cómo se llama su dúo, qué tipo cosas nos van a presentar, pues mañana (Lunes) necesito mandar a imprimir los volantes promocionales”.
Le respondí el mensaje olvidando mencionar el nombre del dúo, de hecho nunca pensé en un nombre para tal. Lo más divertido fue que durante esa misma semana, mientras llevaba uno de los encargos del negocio de Mery, cuando pasaba por uno de esos restaurantes “Elegantes y play” del Poblado que tenían su cartelera cultural, logré ver el hermoso aviso del Comics´ Bar anunciando los eventos de la semana comprendida entre el Jueves y el Sábado. “Mr. Parsons´ Dúo” era lo que anunciaban para el sábado a las 7p.m, seguro fue el nombre que tuvo que inventarse ya que en la respuesta que hice a su correo olvidé escribírle el nombre de mi Project. Me sentí un poco ridículo al imaginarme lo que pensaría cualquier transeúnte conocedor de música al leer de un tal Parsons que va interpretar versiones acústicas de los Beatles, Astrud Gilberto y clásicos del pop-rock latino. Quizás la única relación coherente que encontraría sería Abbey Road, donde Alan Parsons trabajó con los "cuatro de Liverpool", pero lo otro si sonaba extrañamente exótico. Me sentí terriblemente nervioso, ni siquiera tocando en los buses llegué a sentirme así.
Mery anduvo muy neurótica durante aquellos días de Enero y Febrero. En el negocio no todos los meses eran tan prósperos, y plataformas como los eventos de moda, encuentros de diseñadores y desfiles le permitían a Mery impulsar su marca, encontrar nuevos clientes y alianzas, hacer negocios y vender más franquicias, lo que hacían de su labor un agobiante ejercicio mental y físico de lucha contra el reloj, donde a ella misma se le veía a gatas cuando algún pedido o encargo y su fecha de entrega pactado con alguno de sus socios se veían en entredicho.
Al verla tan embalada, encontraba un poco imprudente hablarle de nuestra presentación en el Comics´ Bar, no obstante llegué a intentarlo un par de veces, pero por lo general la encontraba con el teléfono inalámbrico entre su oreja y su hombro, y simultáneamente tomando alguna medida o sentada zapateándole a su máquina de coser, o simplemente sentada y cabizbaja con la cabeza apoyada sobre su mano y sollozando, seguramente por alguna de sus habituales migrañas, donde con voz llorosa me decía: “Mira. ´snif´ ¿podrías hacerme el favor de llevarme esa caja que esta allá lista a la señora de Oviedo y me traes el recibito?, ´snif´”. En efecto sólo se hablaba de trabajo. Aquel mismo día terminé mi jornada laboral sin recordarle la presentación, aunque sabía que iba permanecer trabajando en el taller con Ruby y las otras asistentes temporales hasta altas horas de la madrugada, me habría gustado quedarme allí a ayudarle de alguna manera, pero me resultó un compromiso esa misma semana. Mery tenía un encuentro de negocios en Bogotá, debido a sus diversas ocupaciones, decidió mandarme a mí, donde ya me tenía un libreto para aprender y plantearle a los impecables hombres de negocios con los cuales me reuniría allí. Aunque quisiera contarlos, omitiré los detalles de tan fascinante visita, simplemente lo he citado porque ese contratiempo ayudó a acelerar más la llegada de la hora cero del evento.
Regresé a Medellín en la madrugada del Sábado, Mery me había dado el día libre para que lograra descansar del viaje. Ya no había tiempo para cancelar, Chucky no me lo perdonaría, fui a la calle en procura del teléfono público para llamar a Mery, pero el teléfono sonaba y nadie contestaba. Pensé llamar a Holanda, pero no sabía si su línea telefónica ya había sido restablecida, además supuse que ella tampoco tendría tiempo suficiente para aprenderse las canciones que entre Mery y yo habíamos preparado producto de prolongadas e intensas jornadas de cuatro horas cada una, dos veces a la semana entre Diciembre y Enero, así como también supuse que a Mery no podría habérsele olvidado tan fácilmente, y que probablemente estuviese esperando a que se lo recordara. Tuve una corta siesta hasta la hora del almuerzo, tras la cual comenzaría un último ensayo que se extendería hasta pasadas las 5p.m, hora en la que Chucky estaría abriendo su bar.
Dejé de pensar en Mery, estaba dispuesto a jugármela solo y a mi manera, la única farsa con la que habría que lidiar era con la de Mr. Parsons´dúo, que en realidad no sería un dúo, sino simplemente un tipejo que se hace llamar ´Parsons´ tocando una guitarra.
Llegué al Comics´ Bar a las 5:45p.m, llevaba conmigo la guitarra Flamenca de Mery, contemplando la posibilidad de que ella apareciera y así ella tuviese algo con qué tocar, sabía que a ´Chucky´ no se le olvidaría la guitarra electro-acústica que le había encargado para mí. Al entrar yo al bar, Chucky me saludó expresándome sus buenas expectativas, y me puse más nervioso, él se encontraba organizando el escenario, los micrófonos, la planta de sonido, los amplificadores y las luces, lo cual me pareció un asunto demasiado serio. Revisé la guitarra que le había solicitado y afortunadamente tenía cuerdas de nylon, pues no estaba acostumbrado a tocar cuerdas metálicas con pajuela, siempre toqué usando los dedos sobre las cuerdas. Chucky me pidió que ensayara un poco para probar el sonido, pero no alcancé a hacerlo, ya que en ese instante una mujer ingresó y se dirigiró directamente a mí, y cuando logró estar a mi lado dijo: “Me la pasé todo el día averiguando cuál era la dirección de este lugar, ni siquiera está en las Páginas Amarillas, Yuri fue la que me ayudó a averiguar, muy mal hecho que me hayas puesto a adivinar, hasta ya estoy creyendo que en realidad no quieres tocar conmigo”.
“Mery, traté de decírtelo durante la semana, pero estuviste demasiado atareada, hoy te iba a llamar por la mañana, pero nadie contestaba ese teléfono”.
“Yo sé que eres tímido y todo eso”. decía ella. “pero creo que he sido muy cordial y amigable contigo como para que sigas siendo tan disperso conmigo, pero bueno, eso eres tú, qué le vamos a hacer… Te pregunto y espero no te molestes, ¿Aún quieres tocar conmigo?”
“¡Claro que sí Mery!, yo no sería capaz de hacerlo solo y le ruego que me perdone por no habérselo recordado”.
Luego, se dirigió a Chucky y le preguntó si tenía vestuario o algún lugar donde ella pudiera cambiarse de ropa”.
“Sólo tengo dos estrechos cuartos de baño uno para damas y otro para caballeros, yo la veo bien así como está, señora. Aquí han tocado hasta mochileros que vienen desde La Patagonia, muy mugrientos y hasta oliendo feo, comparándolos con usted, usted es toda una reina”.
El comentario de Chucky pareció no gustarle mucho a Mery.
“Voy a tener que ir a arreglarme a la casa”. Dijo ella.
“La presentación será dentro una hora. Quédese, así no se ve tan mal”. Le pedía yo.
“Mira, ese amigo tuyo, me está comparando con un mochilero, y por algo será, tengo esta misma ropa puesta desde la madrugada de ayer, el trabajo que empecé ayer, lo terminé hoy a las 3:30 am, amanecí en el negocio y me levanté a las 8 a ensayar antes de abrir la tienda, no me he bañado y no te imaginas cuánto he sudado entre ayer y hoy, hasta siento pegada mi ropa interior”.
“Ustedes las mujeres tardan considerablemente a la hora de arreglarse” dije yo “si usted va a su casa en este momento se le tomará media hora yendo y otra media hora regresando, sin contar el tiempo en que usted se duche, se vista, se peine, se maquille…”
“¿Qué tan cerca vives de acá?” Interrumpió ella.
“Caminando a paso largo, por ahí unos 15 ó 20 minutos, depende si es subida o bajada” Respondí.
Mery en aquel momento llevaba su cabello recogido, lucía una chompa, un pantalón de dril corto, cuyo pliegue llegaba hasta la mitad de sus muslos, dejando sus piernas al descubierto, también llevaba unos zapatos pisa-huevos sin medias, un estuche de guitarra donde llevaba una guitarra eléctrica, que según ella, era de su hija y empuñaba una bolsa grande con el logo de su negocio, donde llevaba toda la indumentaria que ella quería usar para la ocasión. Conduje su moto hasta el lugar cercano a Prado Centro con ella de parrillera llevando el estuche de su vieja guitarra española, que ya no sería necesaria, y yo, llevando la bolsa con su indumentaria aferrándola entre mis piernas mientras maniobraba la máquina. Tardamos sólo cinco minutos en llegar al lugar. Al llegar a mí lugar, guardé la guitarra debajo de la cama, puse la bolsa encima de ésta y oculté todo detalle que pareciera desorden, y le pedí a Mery que entrara, después de lo cual ella entró con paso lento y tímido. Admiró la limpieza del lugar, le ofrecí algo de tomar, sólo tenía café y aromática para ofrecer, pero ella en vez de ello me solicitó una toalla, ya había sacado el vestido de la bolsa y lo extendió sobre toda la cama y comenzó a desvestirse. Yo sólamente tenía 2 toallas, le busqué la toalla más nueva, cuando la saqué del cajón y fui a ofrecérsela, ya se había quitado su sostén, quedando solamente con sus bragas puestas, sentada sobre un extremo de la cama dándome la espalda. Le extendí la toalla, girando mi rostro hacia otro lado, tratando de mostrarme discreto y respetuoso, ya que había empezado a despojarse de sus bragas, tanto así que le dije, que la iba a esperar afuera mientras ella terminaba de cambiarse.
“¿Y vas a tocar con esa ropa de combate que tienes puesta?”. Preguntó ella.
“Sí, creo que sí” Respondí.
“Pero ¿cómo así?” Preguntaba en tono regañón.
Traté de mostrarme serio e imperturbado, no por el regaño sino por su desnudez, mientras ella seguía hablando sin ningún pudor con su cuerpo completamente al descubierto, me trajo a la mente aquella célebre imagen de Simone de Beauvoir en el cuarto de baño, en ese mismo momento Mery se encontraba doblando las prendas que recién se había quitado para meterlas en la bolsa, mientras predicaba el anticuado discurso sobre la importancia de la buena presentación de un músico en el escenario.
“Utiliza la camisa azul de manga larga, con el pantalón del traje que usaste para la reunión en Bogotá”. Añadía ella.
“Todo eso está arrugado y metido aun en mi equipaje”. Respondí.
“¡Pues sácalos y plánchalos!, tienes plancha, eso creo”. Decía ella haciendo alusión a la plancha que ella misma me había regalado, mientras entraba a la ducha con la toalla sobre sus hombros.
Armé la mesa de planchar, que hacía poco había comprado en un remate, fue necesario sólo una vez intentar planchar encima de la cama para percatarme de la necesidad de comprar una mesa. Mientras asentaba mi camisa, me encontraba ubicado de espaldas a la cama, en el otro extremo del cuarto para no mostrarle demasiado a Mery mi interés de verla vistiéndose. Me parecía confuso verla malhumorada, con una seriedad pétrea, y contemplar como, con la misma seriedad, se quitaba la ropa sin que le incomodase mi presencia, suponía yo que no era sensato mostrarme tenso o malicioso. Mientras seguía planchando sentí cuando salió de la ducha, así como también sentí los ruidos y movimientos que hacía mientras se vestía e incluso me pidió el favor que le dejase usar mi desodorante, que prefería oler a hombre que oler mal. Cuando por fín me pidió que la mirase, ella ya tenía su vestido puesto, era un vestido de seda de una sola pieza con grabados paisley de colores pastel, la parte superior de éste venía abrochada por botones en la parte delantera que ascendían desde la altura del ombligo hasta aproximadamente unos 5 centímetros más abajo de su cuello, rematando a manera de semi-escote en forma de V; las mangas del vestido eran anchas y largasm, y se abrochaban con botones en los puños, la parte inferior consistía en una falda que caía con notable rectitud, con finos pliegues que recordaban los de un abanico, extendiéndose asimismo unos pocos centímetros más abajo de sus rodillas, el vestido se ceñía sobre su cintura por un cinturón de cuero color marrón, las pantorrillas aparecían al descubierto, o más bien, forradas por unas medias-pantalón color oscuro, complementadas por unos botines de gamuza que hacían juego con el color del cinturón y cuyo nudo de los cordones aparecía sobre la altura de los tobillos.
“¿Cómo me veo?” Preguntó ella mientras se soltaba el cabello para pasarle cepillo.
“Te ves muy linda, ¡qué hermoso vestido!, con razón insistías tanto en cambiarte de ropa”, Dije yo sintiéndome contento al ver su rostro iluminado de alegría y sonrojándose ante mis cumplidos.
Mientras ella terminaba de peinarse y sacaba de su bolsa su estuche de belleza con cosméticos y se hacía sus retoques finales mirándose en el espejo de mi escritorio, yo aproveché para cambiarme de ropa rápidamente sin sentir el pudor de que ella me viera en ropa interior. Cuando terminé, ella sacó de su bolsa una corbata nueva que ella misma anudó sobre mi cuello. Se veía tan dulce con su vestido nuevo, ese aroma característico de ella que no se sabía si era su fragancia o su aroma natural, su cabello suelto fijado con una diadema similar a la de la foto escolar y que dejaba su frente descubierta, la cual no puede resistirme en besar mientras ajustaba mi nudo de corbata. Ella sonrío timidamente, y correspondió besándome en el mentón y luego abrazarme para susurrame al oído: “Estoy tan nerviosa… hace mucho no toco en público, ojalá nos vaya bién”.
Si no fuera por el poco tiempo que disponíamos, podría quedarme allí mimándola y abrazándola lo que fuese necesario, pero tuvimos que salir de inmediato a conseguir un taxi, ya que ella se puso engreída y no quería andar en moto para no estropearse su vestido. Me tocó ir al primer piso a pedirle permiso a la dueña que nos dejara guardar la moto en el hall del edificio.
Llegamos al Comics´Bar con 5 minutos de retraso, hicimos unas pequeñas pruebas de sonido, y cuando pensábamos que la concurrencia iba a ser pasiva y lo nuestro iba a ser solamente música de fondo, nos sorprendimos al ver que los clientes voltearon sus sillas, como si fuera importante lo que iban a presenciar. Me llené de muchos nervios, los concurrentes allí presentes, juzgando por su aspecto, parecían ser jóvenes intelectuales universitarios, ejecutivos que tenían aspecto de salir de sus empresas, y hombres maduros que aun seguían comulgando con el culto del rock. Miré a Mery, y ella no me miró, tenía sus ojos cerrados, como invocando su máxima concetración, quizás para no transmitirme sus nervios, simplemente empuñó su guitarra y cruzando sus piernas como era característico en ella cuando tocaba guitarra esperó a que yo diera la orden de iniciar, la cual efectué con un acorde de Mi menor, al que ella respondió con las líricas: “You'll never know how much I really love you, You'll never know how much I really care… Listen…” El cambio de ritmo y la armonía de la canción capturaron inmediatamente la atención de los asistentes, y la voz de Mery sonó limpia y natural, dándole una peculiar belleza al ejercicio minimalista que era nuestro acto. “Chucky” había ajustado muy bien el sonido, ya que uno de los temores de Mery era que su voz sonara ahogada por el ruido de los instrumentos, logrando que el sonido de las guitarras fuera sutil pero muy claro, donde yo me encargué de los acordes, el tempo y casi todo lo rítmico y ella acompañó con arpegios, leves escalas melódicas y solos, aunque en algunas canciones intercambiábamos roles. Nuestro número constó de 14 canciones; en la primera tanda, tocamos una pequeña selección de los Beatles que incluyó canciones como “Do you want to know my secret” (Cantada por Mery), “Don´t Bother Me” (Cantada por mí), “And I love her” (Cantada por Mery), “Michelle” (Cantada por Mí), y “Paperback writter” (Cantada por los dos, rotándonos las estrofas). En la segunda tanda tocamos unas canciones con ritmo de Bosanova sacadas de la discografía de la cantante Astrud Gilberto, tales como “Garota de Ipanema” (Cantada por mí), “Samba de Uma Nota” (Cantada por Mery) “Áqua de Berber” (Cantada por mí), “Bim Bon” (Cantada Por Mery) y la canción más hermosa de la noche llamada "En tu piel" (Cantada por Mery). Y la tanda final, que fue el relleno, fueron 4 canciones 2 de las que tocaba con Holanda y otras 2 de las que Mery tocaba con su padre.
La reacción del público fue más positiva de lo que se esperaba, hasta nos pidieron otra, pero no habíamos preparado más. Tampoco faltó el que nos pidió “Yesterday” o nos preguntó por “Hey Jude” o “Let it be”, pero nos abstuvimos de prepararlas por considerarlas muy obvias.
“Uy Parsons, si algún día me vuelven a dar ganas de hacer una banda, acudiré a vos como mi primera opción vocal”. Decía “Chucky”, quien se dirigió directamente a nosotros a ovacionarnos y felicitarnos por la buena presentación, luego tomó la mano de Mery y dándole un beso sobre ésta dijo: “Y a usted hermosa reina, jamás me cansaría de escucharla, ambos pueden volver cuando deseen, miren que el público quedó iniciado, hasta dieron buen aporte voluntario cuando pasé con el sombrero mesa por mesa”. A lo que ella respondió agradeciéndole por facilitarnos el espacio y los equipos. Luego, Chucky nos llevó a una mesa, nos pasó la carta y dijo que podíamos elegir el coctel que quisiéramos, que era cortesía de la casa.
Solicitamos dos Tom Collins, Mery permaneció en silencio mirándome fijamente, esbozando una dulce sonrisa, que se veía mucho más alegre con el fulgor que sus ojos irradiaban. Yo trataba de mirar al rededor, para no sentirme achantado, pero cada vez que mi vista regresaba hacia ella, volvía a encontrarme con su lindo rostro y coqueta mirada.
“¡Qué!” Pregunté.
Mery emitió una suave carcajada y dijo: “Estuviste sensacional, te felicito, hacía tiempo no disfrutaba tanto de esta manera”.
“Me encantaría formar un grupo contigo, aun tienes mucho talento para dar, no debo permitir que ocultes tan hermoso regalo de voz, al menos ya tenemos un lugar para tocar y administrado por un hombre que conoce del medio” Le decía yo a ella.
“Desde que me sea posible, estaré dispuesta, si bien como tu amigo dice, la gente quedó iniciada, yo también me quedé con ganas de cantar más cositas”.
Hubo otro silencio dentro del cual apareció la empleada del bar que nos llevó los cocteles y el valor recaudado por los aportes voluntarios, al cual Mery no le dio demasiada importancia, de hecho yo tampoco conté ese dinero. Dentro de este silencio, la mirada radiante de Mery mudó de alegre a nostálgica.
“Envidio a Martha por tener de hijo a un muchacho tan angelical como tú”. Sorbió un poco de su bebida y continuó: “Cuando me reencontré con tu madre, después de mucho tiempo, ella me habló cosas tan sorprendentes de tí, la manera como luchabas por aprender cosas tú solo y como te rebuscabas tus trabajos con tanta admiración, pero a la vez con tanta preocupación porque ella decía que a pesar de que eras joven, no conseguías ser feliz por no lograr metas que por ahí otros jóvenes si alcanzan en menos tiempo, porque ellos como padres no lograron dártelo todo, pero que aun así eras un cajón de monerías porque has buscado el mejor camino para llegar a lo que quieres. Cuando te vi por primera vez, incluso antes de que atravesaras la puerta del almacén sabía que eras tú, te ví tan hermoso, tan único, como si tuvieras tu propia aura, hacía tiempos no sentía esa misma vibración con alguien, por un momento pensé que se trataba de ese sueño recurrente que me ha mortificado durante todos estos años, donde mi pequeño hijo aparece hecho hombre, regresando a casa, pero esta vez nunca desperté. Lástima que no eres él, pero estás aquí conmigo”.  Dijo ella apretándome la mano y sus ojos comenzaban a rebozar.
Fue inevitable intentar consolarla, tomé su mano, la acaricié, no sólo con mis dedos, sino también con labios y mejillas. Seguí acariciándole sus antebrazos, pero la manga larga de su vestido, me hizo sentir deseos de saltarme hasta la piel de su cuello, ascendiendo hasta sus orejas y terminar rozando sus mejillas. Ella cerraba sus ojos y suspiraba como si le estremeciera. Luego, repetí ese mismo ejercicio, sin usar las yemas de mis dedos sino mis labios y mejillas. Ya cuando mis mejillas rozaban las suyas, la razón ya me había abandonado. Comencé a besar suavemente sus mejillas, fueron tres besos que descendíeron hasta la orilla de sus labios, coloqué mi mano detrás de su cuello, ocultándola entre la hebras de su cabello, haciendo que su rostro estuviera de frente al mío y mis labios se vieron unidos con los suyos, pero cuando mi lengua ya había ingresado a su boca, chocando con sus dientes, ella puso su mano sobre mi herviente pecho, tratando de apartarme.
“¡Qué haces!” Exclamó ella.
“Perdóname Mery, creo que me confundí, olvídalo por favor, ni siquiera yo lo entiendo”.
Decía yo terriblemente aturdido al ver su rostro horrorizado.
“Creo que debemos irnos ya” Finalizó ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

As the last 4 bytes contain the address of the system, simply by using customcar labels. However, once the fundamentals of labelsing have to be considered. With stickers CONFIGURATION highlighted, press the left arrow button YES to stickers the configuration report. 4 billion of labels revenue the company just added.
stickers Inspired by his study of the matter is that a Decals saying 'I've met the Met'.