sábado, 1 de diciembre de 2007

LA MONJA DEL JARDÍN

Aún recuerdo el día anterior a mi primer día de escuela.
Tenía una especial y alegre expectativa. Mis papas me habían llevado al supermercado para escojer todas las cosas que quería llevar en mi recién comprada lonchera de los Superamigos. Además recuerdo la caja 24 lápices de Magicolor, un par de cuadernos, un bloc que serviría para cuaderno de dibujo, y también me habían conseguido una tabla para moldear plastilina, los uniformes con todo y delantal incluido, entre otros utensilios personales que iban a estar almacenados en la bodega del salón de Kinder durante esa temporada.

Mi primer día de escuela no fue tan glorioso como suele ser para otros chicos que van allá por primera vez. A diferencia de algunos niños tuve que esperar un año más (Ingresé de 5 años y no de 4) es decir, mi mama no me quiso ingresar al nivel Jardín (Pre-Kinder) debido a mis problemas de asma que me agobiaban desde los 9 meses de nacido, y aunque aún no estaba 100% saludable, mamá ya sentía que ya era hora e ingresome de una vez al nivel Kinder debido a un exámen de admisión en el que mostré un gran adelanto, pues aprendí a leer antes de cumplir 4 años.

Ese mismo día mi madre preparó mi primera lonchera, aún recuerdo el contenido de aquella lonchera amarilla de los Superamigos: Yogurt, un Sandwich de jamón y queso, un paquete de Snakies de tamaño mediano y una roja manzana. No me gustaba sentirme el centro de atención, mientras ella me ayudaba a poner el uniforme y me peinaba cuidadosamente diciendo: “Serás el niño más lindo del salón de clase.” No le creía, siempre fui conciente de ser feo.

Creía que ella me iba a llevar de la mano hasta allá, tal como hizo con mi hermano hace un par de años, y luego permanecer esperando hasta que yo saliera. Pero más tarde me daría cuenta que las cosas no irían a ser tal cual.

Cuando salimos de casa nos paramos en la esquina esperando el carro de servicio escolar que mi papá había contratado a última hora. Cuando finalmente aquel RENAULT 12 Station Wagon (Modelo camioneta), que ya se veía repleto, más bien sobrecopado, con niños que gritaban y que se veían felices viajando en semejante incomodidad. En ese entonces no tenía idea sobre lo que era compartir con otros chicos de mi edad, solo tenía a mi hermano que era año y medio mayor que yo.
También encontré allí una niña de 9 años que cursaba 4to grado, la cual le ofreció a mi madre llevarme sentado sobre sus piernas. En verdad me sentía horrorizado viendo todos esos chinches metidos en ese carro y mezclarme con todos ellos. No quería entrar ahí. Sin embargo mi madre le agradeció a aquella niña y trató de arrumazarme entre todo ese gentío para poder llegar a las tiernas piernas de aquella niña, fue algo bochornoso.

Mientras el carro se dirigía hacia el colegio, mi expectativa comenzaba a tornarse pánico, como una sensación de abandono, en realidad aun no me daba cuenta de lo mimado que estaba. Recuerdo lo intimidante que era para mí ver a todos esos pelaos riéndose ruidosamente de todo aquello que en el camino iban viendo, haciendo del vehículo todo un pandemonium rodante.

“Me imagino que es tu primer día ¿No?”, preguntó la niña de 4to grado que aun me llevaba sentado sobre sus piernas, cruzando sus brazos sobre mi cintura cual osito de peluche.
“Te ves muy nervioso”, Continuaba ella hablando, “No te preocupes, te vas a acostumbrar”.
“¿Por qué ella no vino con nosotros?” Pregunté con voz llorosa.
“Ah! Que lindo niño ... “, exclamó ruidosamente , “No te preocupes amigo la verás nuevamente por la tarde”.
No fue nada animador.

Más tarde, ya en el colegio, mis temores incrementaron , miraba cientos de chicos agrupados y filados tan ordenadamente en el patio del recinto. Como todo colegio católico, los chicos de grado más avanzado rezaban toda suerte de oraciones a Cristo, y a uno que otro santo patrón que tuviera que ver con la comunidad, cantaron el himno de la institución para luego escuchar las palabras de la Hermana Rectora y finalmente ir a sus aulas.
Mientras tanto, nosotros, "los más pequeños", permanecimos en el patio esperando a dicha monja para que nos diera la bienvenida, nos diera la trillada carreta de “este es su nuevo hogar” y de paso presentarnos a nuestra joven maestra.
Creía que todos mis compañeros eran tan nuevos como yo (Más tarde me daría cuenta que la mayoría estaban allí desde el nivel Jardín, un año antes) y me preguntaba por qué se veían tan contentos y no estaban tan desubicados como yo.
La profesora no nos llevó directamente al aula, ella nos pidió que nos formáramos en círculo con el fin de hacer una dinámica de interacción. De este modo, aprovechando un descuido, huí del lugar y fui a buscar la salida del colegio.
La encontré con la misma facilidad con que había escapado del grupo. Sin embargo escapar del colegio no era tan fácil, había que sortear una reja alta, la cual no era (todavía) capaz de trepar. Así pues que no me quedaba otra cosa más que echarme al piso y dejar fluir mis lágrimas.

De repente comence a oir unos pasos sobre el césped. No quería ser descubierto por nadie, traté de esconderme en un pequeño callejoncito que finalizaba en un tranquilo y lúgubre jardín, cuyo césped estaba a punto de convertirse en un enorme y espeso rastrojo, y allí en la mitad de dicho jardín ví lo que en alguna época fue una fuente, ahora consumida en abandono y a punto de ser abrazada en su totalidad por toda suerte de plantas de maleza. Aquella era una mañana fresca y soleada, y a pesar de ello, aquel lugar producía escalofríos. Había también una variedad de enormes flores: Orquídeas, rosas amarillas, girasoles, que pese su belleza tenían el abandonado aspecto de una flor de muerto. Pero aún sentía esos pasos sobre el césped. Levanté mi mirada hacia el frente y note que algo(uien) se movía detrás de los arbustos que habían más allá de la fuente, así que quise ir a investigar qué era.
Mientras avanzaba, tuve la impression de ver a alguien que lucía una especie de hábito color blanco. Pasé con cierta dificultad aquel montón de hojas y ramas que se amontonaban entre los arbustos. Luego me ví parado en un pequeño patio, con piso de mosaicos y con dos viejas bancas similares a las de los parques públicos.

“Hola querido, ¿Qué te trae aquí?” Saludaba una extraña voz femenina detrás de mí que casi me hizo saltar de susto.
Me di vuelta y efectivamente había alguien allí, serenamente sentada en una de las bancas. Lucía un hábito increíblemente blanco (Blancox) bastante diferente a el que usaban las otras monjas del lugar. Luego se puso de pié y caminó hacia mí. Su apariencia me impresionó notablemente, parecía ser una mujer que oscilaba entre los 35 y los 40 años, alta, de buen porte y figura, además del aire majestuoso que le daba su blaquísima indumentaria.
Se paró en frente mío, lo suficiente para quedar cara a cara al inclinarse, dejándome ver los finos y bellos rasgos de su rostro.
“¿Que pasa contigo mi amor? Te escuchaba llorar hace un rato” Preguntaba ella con un encantador acento afrancezado.
“Tengo miedo, de la gente, el lugar, los niños… ” Respondí.
“Pero nada solucionas haciendo lo que acabas de hacer” Sonaba tan convincente, como ese tipo de personas que lo saben todo, y luego continuó diciendo: "Siempre estamos rodeados de algo o alguien, así que no hay nada que temer, Dime ¿Cuántos son los miembros de tu familia?"

Le dije todo sobre mis padres, mi hermano y otros familiares, las actividades, los paseos y los juegos que teníamos en familia.

"¿Y disfrutas estar con ellos?" Preguntó ella

"Si, si, por eso es que me siento extraño acá"

"Entonces deja ese temor , eres un chico afortunado si abres tu corazón hacia los demás, encontrarás el mismo amor que encuentras dentro de tu familia, y tú también los tendrás como parte importante de tu vida"

"Pero ¿cómo hago para eso?" Pregunté

"Regresa con tu grupo. Esto es una pequeña sociedad donde te preparan a vivir en el mundo exterior, donde descubrirás el camino más idóneo a tomar y si no te adaptas siempre vivirás solitario y aislado."
Se puso de pié, puso su mano sobre mi cabeza y remató: "Disfruta el colegio, estoy segura que serás un chico muy inteligente"
Luego, me dio la espalda y se perdió entre la espesura de aquel solitario y lúgubre jardín.

"¡Hey niño!, ¡Niiiñooo!! ¿Estás ahí?" Era la voz de una niña que llamaba desde la entrada del jardín. Fui corriendo a su encuentro, era una de mis compañeras, la cual al verme me regañaba diciendo: "Eres un niño muy desobediente, no puedo creer haberte encontrado acá".

"¿Quién carajos es usted?" pregunté en tono defensivo.

"¡Hágame el favor y no me hable así!, yo soy Cata, tu compañera. La profe está muy preocupada, ella vio que alguien dejó su maleta, y su lonchera en el patio y preguntó de quién eran. Yo te ví dejar el grupo y sólo pude preguntarme para dónde ibas sin decirle nada a ella, pero luego me di cuenta de que ella no se dio cuenta y ahi sí me tocó decirle, así que ella me mandó a buscarte".

Me soprendió la manera tan adulta en que se expresaba esa pequeña, era toda una señora en miniatura.

"¿Está enojada la profesora? Pregunté.

"No creo, es toda tierna..." Y luego guardó silencio por un rato mirando al rededor.

"Vámonos de acá, este sitio es muy miedoso" Decía halándome del brazo. Y luego salimos corriendo. Cuando terminamos nuestra carrera en los corredores ella me pidió con voz jadeante que por favor procurara no volver a ir a jugar a ese jardín.

Aquel año (1986), el colegio celebraba su 30 aniversario y varios meses después, hubo algunas ceremonias. Recuerdo un "acto cultural" (Acto cívico) en donde se abría con una misa conmemorativa a la Hermana Gabriela, fundadora del colegio . Durante la ceremonia, dos de las novicias llevaban un cuadro, el cual fue puesto en la cabecera de lo que hacía de púlpito, la imagen fue descubierta y en ella una fotografía a blanco y negro, ampliada y con un rostro tan familiar, que no parecía que hubiesen pasado más de 60 días desde la primera y última vez que la ví.
"Se vé tan joven y bella en esa foto..." Decía Álex, mi compañero de al lado.
"Sí, es una persona muy agradable, recuerdo que el primer día tuve una agradable conversación con ella." Respondí.
"¿Con quién?, ¿con ella?, imposible, ¿Acaso no ves la placa del marco? (Madre Sor Gabrielle B… Lens 1913- Medellín 1975, In memorian) Ella murió hace más de 10 años, ni siquiera habías nacido, debes estar confundiéndola con otra"
"No la he vuelto a ver"
"¿A quién?"

"¡Bah!, a nadie."

Historias de seres anónimos...
De mundos tan reales como paralelos
Cuya realidad o ficción es relativa
Cuya verdad es tan objetiva como subjetiva
Allá Ud. si come cuento.

4 comentarios:

Christophe dijo...

¡Excelente! Mis recuerdos siempre han sido limitados, pero en muchas cosas no distan el primer día de escuela de muchas personas, aunque yo era de esos alegres que me gustaba el colegio, y pues nunca tuve esa dependencia (mamitis). En mi caso siempre me sentí algo diferente, ya que yo ingresé directamente a la primaria con 5 años en 1989, pero bueno luego contaré mi vida académica que ya lo había pensado. Me sorprendió la conversación tan adulta de la última niña, y pues usted lo corroboró. Muy bonita la historia.

Anónimo dijo...

Yo nunca fuí feliz en el colegio. Cuando recuerdo mi pre escolar y la primaria (a partir de 3º porque 1º y 2º fueron en casa)y bachillerato me da escosor y malestar. Me hubiera gustado que llegara alguien como ella y me calmara. Alguien amigable y llena de paz. Yo siempre como cuento. Y me parece muy bonito tu relato.

Anónimo dijo...

Formidable relato, la exaltación de ternura infantil, tan bien demarcada en los personajes, así como la escena, tan susceptible de hacer identificar al lector con los miedos y la incertidumbre ante el primer contacto social.
Yo porto una edad relativamente avanzada, y me siento igual o peor que ese niño ante los enigmas prestos a descubrise ante el contacto con alguna comunidad.

"Entonces deja ese temor , eres un chico afortunado si abres tu corazón hacia los demás, encontrarás el mismo amor que encuentras dentro de tu familia, y tú también los tendrás como parte importante de tu vida"

Yo soy una persona bastante fría en muchos aspectos sentimentales, pero estas palabras casi logran vulnerar la contención más férrea de lágrimas que vienen reprimidas en lo más profundo de mis párpados(?).

Un post tan mágico como paranormal...muy teso, qué historias tan conmovedoras las que se faja sumercé.

Un gran saludo.

E.M. Acosta Bolívar dijo...

wow! no puedo creer tanta memoria! (mmm aunq dudo que ese fuera su forma de hablar por mas q t hayas criado entre adultos)

ah! y ud si era tragon cuando chico! jajajaja

yo tambien entre de 5 años directo a pre escolar y curse solo la mitad porq la otra mitad la curse en 1er grado jejej

con respecto a la historia mmm hay cosas raras q pasan... creame.

ah! y pues q maña esa de hacer participar socialmente como si fuese una obligacion! acaso no tenemos a ser asociales por eleccion??? jeje

saludos! hasta aca mi visita =D