Ilustración: J.A Arango (Discreto dominador del portaminas)
Si no tiene ni tiempo ni paciencia para leer esto tan largo, no lo lea, de nada se pierde.
Siempre que uno retorna a labores después de un tiempo de vacaciones, nunca falta el compañero(a) que habla de sus viajes, el grupo de amigos con que se encontró por allá, las rumbas, los lugares que visitó, actividades de tipo extremo, etc. Mientras que yo sólo puedo reprimir mi envidia.
Yo me acostumbré a las vacaciones aburridas, esas en donde el ocio se convierte en una especie de fantasma caníbal, y en donde mi mayor satisfacción es que me llamen en un fin de semana a cubrir un turno de trabajo. Así me olvido de todo y de todos. Y si no es por eso, sería un joven ermitaño que ni saldría a la puerta de la casa.
Era el último fin de semana de aquellas vacaciones, era sábado, la universidad estaba a punto de iniciar semestre el día martes de la siguiente semana. Estaba esperando una llamada para ver si terminaba el día trabajando, pero el teléfono estuvo silente todo el día que hasta llegué a agarrarlo para saber si estaba dando tono. “¡Carajo, yo que contaba con ganarme una platica adicional para comprar material académico!”. Me lamentaba.
Sentí que mi austeridad en vez de ser recompensada con un mejor empleo, un salario que representara un estilo de vida digno, sólo me llevaba a un foso cada vez más profundo y cercano al infierno de la miseria.
Me asomé a mi armario para ver los vestigios de mi último salario (Si es que a esa limosna se le podía llamar así) y encuentro sólo 12000 pesos celosamente guardados para cualquier necesidad de estudiante que apremiara en los primeros días.
Durante todas esas vacaciones, trabajé de mesero los fines de semana, el 80% de mi salario lo daba a mis papás para ayudar con las facturas, y aún así “El Dios del cielo” parecía considerar injusto todo lo que tuviese que ver con mi merecido bienestar. “Las dádivas serán para todos mis hijos calavera, así me adorarán, y los santos sufrirán para que lleguen más puros y limpios donde mí”.
Entonces, ¿Si ese era el designio divino que la vida me había otorgado como peregrino, también tenía que estar negado a una salidita a distraerme?
¡NI POR EL PUTAS!, ni que fuera un monje descalzo para aceptar y sentirme obligado a vivir semejante enclaustramiento.
¿Acaso no tenía derecho siquiera a una cervecita pagada con el fruto de mi mal-paga labor?.. ¡POR SUPUESTO!
Curiosamente cuando estoy de vacaciones, mis amigos(as) siempre andan ocupados en algo, entonces imaginen como he de sentirme cuando ellos, por razones de trabajo o de estudio, terminan declinando algún ofrecimiento mío que tenga que ver con tertulias, mecateadas, bebetas o cualquier otro tipo de salidas, que asimismo evité molestarlos.
La tarde de sábado estaba cayendo y no había transmisión de la futbolmanía de RCN que tuviera que ver con mi equipo, así que me dí una ducha, traté de arreglarme para luego irme a gastar los susodichos 12000 que quedaban de mi último sueldo.
Yendo ya camino a la puerta, una aburricioncita se apoderó de mí, al imaginarme en una barra sólo como un pendejo, tomando cerveza y mirando a la gente. Así que decliné.
Aun me quedaban bastantes minutos de Internet, me pareció buena idea sentarme en el computador a gastarlos.
Sentado frente al computador, revisando los e-mails, me encuentro con un mensaje inesperado. Era de una compañera de la Universidad que envió varias copias del mismo mensaje, saludando a todos aquellos compañeros(as) que ella consideraba “sus amigos.” Y digo inesperado, porque a pesar de que era una persona agradable, con la cual aun me podía saludar cordialmente en los pasillos, más allá de lo poco que hablábamos y nos mirábamos en clase, no creía haber hecho lo meramente necesario para ser digno de llamar “amigo.”
A L… , la veía como una muchacha dedicada, aparentemente inteligente, buena estudiante además de linda (de esas que no necesitan ni tintes de cabello, ni siliconas, ni maquillaje para verse lindas) que yo solía contemplar su delicadeza y belleza pueril, esa misma que le hacía aparentar ser una niña linda tierna, más bien de un punto de vista distante y casi indiferente, pues en la época en que ambos coincidimos en un par de cursos del 2do semestre, yo andaba empendejado con otra vieja, así que no la veía con interés.
Sin embargo L… y yo, ya habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos en proyectos y exposiciones en donde empezamos a llevarnos bien. Después de eso pasó un año entero sin que coincidiéramos en algún curso, pero aún así, nos saludábamos igual en los pasillos, conversábamos a ratos y eso era todo. No éramos íntimos ni nada de eso.
Una idea tonta se me pasó por la mente. Hacía un buen tiempo no iba a ver una función en aquel teatro cercano al lugar donde vivo, así que me empezó a gustar la idea de salir con alguien diferente, una persona dentro de la cual haya más cosas buenas (O malas) por conocer. Y fue así como contesté el e-mail de L… proponiéndole ese programa del teatro, para el día lunes, ya que éste era el último día de vacaciones.
No es por exagerar pero yo estaba en un 95% seguro de que ella no iba a responder y si lo hacía era para agradecer y a la vez rechazar el ofrecimiento. Pero al día siguiente volví a revisar mi e-mail y encuentro en bandeja un mensaje nuevo de ella, en el cual no sólo aceptaba encantada, sino que también me daba su número telefónico para que la llamara a fijar el sitio de encuentro.
Recuerdo que cuando le hice la invitación, yo no tenía idea sobre la programación de aquella sala de teatro, de modo que al día siguiente, a primera hora, fui a averiguar y vaya sorpresa: Para esa fecha no habían funciones programadas.
No quería, y sentía que no podía salir con un chorro de babas, ni mucho menos llegué a contemplar cancelar la cita ¿Se imaginan lo pendejo que me vería a ojos de ella en caso tal?, así que en el acto tuve que pensar en un “plan B”.
Al mediodía regresé a casa, después de bien almorzar agarré el teléfono para llamarla, llamada que ella misma me contestó. Le dije cuál iba a ser la hora y el punto de encuentro: (Centro Colombo-Americano –sede centro- a las 5 p.m.)
“Me parece excelente, mejor que sea así de temprano.” Decía ella.
A pesar de ser, como ya había dicho, una chica tan bella como agradable, mi expectativa era algo casi que totalmente eunuco. Ya no me sentía ese adolescente inocentón (De hecho ya no lo era) ansioso de su primera cita, pues de hecho tampoco iba a ser mi primera cita.
Puedo decir sin jactarme que han sido bastantes las chicas con quienes he llegado a salir, aunque no quiera ponerme a relatar los pormenores de las relaciones que a raíz de estas salidas llegué a entablar, así como las que no llegaron a nada, además de las respectivas rupturas, puedo asegurar que después de todo ello, encuentros como el que iba a tener, no representaban nada emocionante para mí. Tanto así que ni tenía pretensiones de conquista con respecto a ella. Simplemente quería una nueva persona que me acompañara, eso y ya.
Dicha expectativa pues, me daba la ventaja de que mi impaciencia no dilatase la velocidad (aparentemente normal) del tiempo. Así que tomé el libro que me pasé leyendo en vacaciones, me tiré a la cama, prendí la radio y traté de leer hasta que mis párpados comenzaron a ceder ante la modorra “post-pranzo” que suele dar después del mediodía.
Permanecí dormido un par de horas. Luego, abriendo mis aun adormilados ojos, en un estado casi que de semi-inconsciencia miro el reloj de pared que estaba marcando las 4:15 p.m. Permanecí en cama pensativo con la vista directa hacia el techo. Hasta que una ruidosa voz de consciencia empezó a recordarme que tenía una cita en menos de una hora. Era como si alguien me dijera: “¡Oiga!, póngase pues pilas, una chica realmente hermosa ha decidido pasar una tarde-noche a tu lado, un lujo que no todos se pueden dar, algo que ni el dinero (Al menos la cantidad que yo poseía) puede comprar ¿Y aun tienes el mismo ánimo de quien va a misa acompañando a la abuelita?, no jodás pues, son más las cosas buenas que puedes sacar de esto que las malas.
Así que me paré, me di un rápido duchazo, me puse una de las mejores mudas, traté de arreglarme lo mejor posible: gomina, loción, suéter sobre los hombros, en realidad era un pequeño tributo a la amabilidad (exagerada) de quien se tomó la molestia de querer salir conmigo un lunes, no porque ya empezara a sentir la emoción de quien se prepara para su primera cita (más bien comenzaba a vivirla como la última).
El Centro Colombo-Americano, el sitio de encuentro, estaba a 5 minutos de mi residencia, ésta es una institución educativa orientada hacia la enseñanza de la lengua extranjera además de la divulgación cultural, gracias a ésta última premisa, “El Colombo” tiene unas salas de cine muy bien dotadas donde son proyectadas las mejores producciones del cine independiente de todos los continentes, un lugar que se ha ido convirtiendo en el favorito de los intelectuales y aquellos que siempre buscan tendencias artísticas diferentes.
Llegué allá con 5 minutos de anticipación, tiempo suficiente para mirar la cartelera y los horarios de las funciones, leí la sinopsis de una cinta cuya trama me pareció interesante para ver con ella, ya que hablaba de valores como la amistad y todo eso... (“Mon Meilleur ami” de Patrice Leconte) además de que era en francés, un idioma que ambos estudiamos.
Pero me encontraba con una nueva preocupación: Yo no sé qué fue lo que me hizo creer que la función iba a ser a las 5:30. En realidad iba a ser a las 6:30. “¡Carajo! ¿Qué voy a hacer con ella durante esa hora?, ¿Cómo y con qué la voy a entretener, y con lo aburrido que soy? “Me cuestionaba yo.
“¡Hola!” Saludaba una voz a mis espaldas ”¿Hace mucho que estás esperando?”
Era L… quien al verla por primera vez sin la compañía de esas cotorras de la universidad, parecía verse mucho más bella al comenzar a sentir que era por mí y para mí que ella estaba allí.
“Siempre quise ver una obra de teatro, quisiera saber de que va tratar la que vamos a ver” Decía ella entusiasmada, mientras que yo buscaba las palabras más adecuadas para mitigar en lo posible la decepción que a ella le produciría saber que ya no íbamos a ir a teatro.
“Ay querida L.., temo que no te va a gustar lo que te voy a decir…” Y muerto de pena le comenté las razones por las cuales ya no íbamos a ir a teatro.
Su mirada reflejaba cierta confusión, así que traté de ser lo más persuasivo posible diciendo: “Y fue por eso que te cité acá a el Colombo, acabo de mirar la cartelera y elegí una cinta francesa para que veamos ¿Qué te parece?”
Y encogiéndose de hombros, después de un sonoro suspiro, sin hacer la mejor cara dijo: “De acuerdo, está bien.”
Cuando íbamos camino a la taquilla, no recordaba si en la llamada del mediodía le había pedido que llevara su carnet estudiantil, era importante para así lograr el descuento y de este modo tener algo con qué entretenerla en el intervalo de 5:30 a 6:30.
Estando ya en la taquilla, ella saca su cartera y me pregunta que cuánto había que poner para la boleta. Y yo le dije, aprovechando su sacada de cartera, que por favor me facilitara su carnet universitario, el cual, por fortuna mía llevaba ahí.
Gracias al descuento ambas boletas costaron 8000, lo que hacía quedar mi presupuesto en 4000, que alcanzaban para dos capuccinos. Y dije: “¿Sabes? , la película comienza a las 6:30, no son ni las 5:30.”
“No importa, yo puedo esperar, sentémonos por ahí a conversar mientras que va siendo hora ¿Te parece?”. Yo no esperaba que me contestara con semejante sencillez, pues con tanta mujer rayada y vacía que hay por ahí, es lo último que se puede esperar.
“¡Buena idea!” respondí, “Pero me gustaría con un Capuccino de por medio ¿A ti también?, conozco una barra de café cercana donde preparan uno exquisito, ¿Me acompañas?”
“Seguro, claro” Respondió ella.
Mientras nos dirigíamos al lugar, ella me decía que no conocía muy bien el centro, que los lugares donde estábamos pasando eran nuevos para ella cosa que me pareció bastante peculiar. Luego, estando en la barra de café con los dos capuccinos (de 2000 c/u) servidos en la mesa, comenzamos a conversar, de todo; música, familia, los barrios donde vivíamos, la universidad, anécdotas, de todo lo que fuera posible para hacer lo más corta posible esa hora.
Mirarla directamente a los ojos, sentir su suave aroma y contemplar su sonrisa, tener ese rostro de ángel en frente, me hacían sentir ante alguien que jamás me cansaría de observar, se veía mucho más linda de cómo normalmente se veía en clase.
La hora de la función llegó más pronto de lo esperado, regresamos al Colombo, la sala estaba casi vacía, sólo había unas 5 personas mas.
Mientras la película rodaba, al principio me costó centrar mi atención, en mi mente pasaban una suerte de pensamientos estúpidos como por ejemplo: cómo reaccionaría si agarro su mano, y me divertía al imaginarmela reaccionar después de intentar acariciar sus piernas. "Ay si la vida fuese como las películas porno.." Pero a la vez me agradaba la traquilidad del momento, así que mejor preferí conectarme a la película, de modo que reíamos ante las situaciones divertidas, y comentábamos las impactantes. Fue un rato simplón pero tampoco fue aburrido, todo parecía ser agradable estando al lado de L...
Una vez, terminada la función, no nos dirigimos palabra alguna mientras salíamos de la sala, sólo fue llegar hasta afuera para que ella sólo dijera: "Linda película ¿eh?."
Estando ya en la calle, caminando hacia la esquina próxima, yo trataba de pensar lo que le iba a decir para agradecerle su compañía, quizá con una caricia sobre su rostro o un beso en su pequeña mano, pero de repente fijó su mirada hacia la vía y dijo "Ese bus que viene allá me sirve, chao J..." y luego salió corriendo para montarse al bus.
Ya, camino a casa, sentí retornar a ese mundo desabrido, a ese al que tanto me había acostumbrado a vivir. Me sentía avergonzado, impotente, "¿Cómo es que hago venir a una muchacha sin siquiera tener plata para llevarla después a un buen lugar para rematar la función?" Me cuestionaba.
Y es que algunas mujeres de este tiempo, acostumbradas a excelentes novios que las llevan a la zona rosa, buenas discotecas, buenos planes de fines de semana como fincas y lanzadas en parapente, además de tener vehículo propio para llevarlas hasta su casa... "¿Qué pensaría de un tipo raro que te sale con un plan tan culo y un lunes?. ¿Se habrá dado cuenta que al pagar los capucinos me quedé sin nada?, Qué patético, definitivamente está será mi última salida con alguien" pensaba mientras iba camino a casa.
Al día siguiente, después de matricular las materias del semestre, revisé mi e-mail y encuentro un nuevo mensaje de L.. , el cual decía:
"Mil Gracias"
MENSAJE: Hola compañero bueno te mando esta pequeña tarjetica para agradecerte la invitacion de ayer, dejame decirte que me la pase muy bien y la pelicula quedará para el recuerdo for ever and ever porque desde ayer la considero como la mejor que he visto y que conjuga muchas cosas que me gustan, gracias por todo, eres muy especial y bueno también te la mando para despedirme porque ayer por las carreras con el bus no me despedi ni te di las gracias. Bueno de nuevo muchas gracias por todo, queda pendiente la ida a teatro que es algo que no he hecho aun. Chao A proposito...cuándo es tu cumpleaaños, dime porfis.??? Bye
Si no tiene ni tiempo ni paciencia para leer esto tan largo, no lo lea, de nada se pierde.
Siempre que uno retorna a labores después de un tiempo de vacaciones, nunca falta el compañero(a) que habla de sus viajes, el grupo de amigos con que se encontró por allá, las rumbas, los lugares que visitó, actividades de tipo extremo, etc. Mientras que yo sólo puedo reprimir mi envidia.
Yo me acostumbré a las vacaciones aburridas, esas en donde el ocio se convierte en una especie de fantasma caníbal, y en donde mi mayor satisfacción es que me llamen en un fin de semana a cubrir un turno de trabajo. Así me olvido de todo y de todos. Y si no es por eso, sería un joven ermitaño que ni saldría a la puerta de la casa.
Era el último fin de semana de aquellas vacaciones, era sábado, la universidad estaba a punto de iniciar semestre el día martes de la siguiente semana. Estaba esperando una llamada para ver si terminaba el día trabajando, pero el teléfono estuvo silente todo el día que hasta llegué a agarrarlo para saber si estaba dando tono. “¡Carajo, yo que contaba con ganarme una platica adicional para comprar material académico!”. Me lamentaba.
Sentí que mi austeridad en vez de ser recompensada con un mejor empleo, un salario que representara un estilo de vida digno, sólo me llevaba a un foso cada vez más profundo y cercano al infierno de la miseria.
Me asomé a mi armario para ver los vestigios de mi último salario (Si es que a esa limosna se le podía llamar así) y encuentro sólo 12000 pesos celosamente guardados para cualquier necesidad de estudiante que apremiara en los primeros días.
Durante todas esas vacaciones, trabajé de mesero los fines de semana, el 80% de mi salario lo daba a mis papás para ayudar con las facturas, y aún así “El Dios del cielo” parecía considerar injusto todo lo que tuviese que ver con mi merecido bienestar. “Las dádivas serán para todos mis hijos calavera, así me adorarán, y los santos sufrirán para que lleguen más puros y limpios donde mí”.
Entonces, ¿Si ese era el designio divino que la vida me había otorgado como peregrino, también tenía que estar negado a una salidita a distraerme?
¡NI POR EL PUTAS!, ni que fuera un monje descalzo para aceptar y sentirme obligado a vivir semejante enclaustramiento.
¿Acaso no tenía derecho siquiera a una cervecita pagada con el fruto de mi mal-paga labor?.. ¡POR SUPUESTO!
Curiosamente cuando estoy de vacaciones, mis amigos(as) siempre andan ocupados en algo, entonces imaginen como he de sentirme cuando ellos, por razones de trabajo o de estudio, terminan declinando algún ofrecimiento mío que tenga que ver con tertulias, mecateadas, bebetas o cualquier otro tipo de salidas, que asimismo evité molestarlos.
La tarde de sábado estaba cayendo y no había transmisión de la futbolmanía de RCN que tuviera que ver con mi equipo, así que me dí una ducha, traté de arreglarme para luego irme a gastar los susodichos 12000 que quedaban de mi último sueldo.
Yendo ya camino a la puerta, una aburricioncita se apoderó de mí, al imaginarme en una barra sólo como un pendejo, tomando cerveza y mirando a la gente. Así que decliné.
Aun me quedaban bastantes minutos de Internet, me pareció buena idea sentarme en el computador a gastarlos.
Sentado frente al computador, revisando los e-mails, me encuentro con un mensaje inesperado. Era de una compañera de la Universidad que envió varias copias del mismo mensaje, saludando a todos aquellos compañeros(as) que ella consideraba “sus amigos.” Y digo inesperado, porque a pesar de que era una persona agradable, con la cual aun me podía saludar cordialmente en los pasillos, más allá de lo poco que hablábamos y nos mirábamos en clase, no creía haber hecho lo meramente necesario para ser digno de llamar “amigo.”
A L… , la veía como una muchacha dedicada, aparentemente inteligente, buena estudiante además de linda (de esas que no necesitan ni tintes de cabello, ni siliconas, ni maquillaje para verse lindas) que yo solía contemplar su delicadeza y belleza pueril, esa misma que le hacía aparentar ser una niña linda tierna, más bien de un punto de vista distante y casi indiferente, pues en la época en que ambos coincidimos en un par de cursos del 2do semestre, yo andaba empendejado con otra vieja, así que no la veía con interés.
Sin embargo L… y yo, ya habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos en proyectos y exposiciones en donde empezamos a llevarnos bien. Después de eso pasó un año entero sin que coincidiéramos en algún curso, pero aún así, nos saludábamos igual en los pasillos, conversábamos a ratos y eso era todo. No éramos íntimos ni nada de eso.
Una idea tonta se me pasó por la mente. Hacía un buen tiempo no iba a ver una función en aquel teatro cercano al lugar donde vivo, así que me empezó a gustar la idea de salir con alguien diferente, una persona dentro de la cual haya más cosas buenas (O malas) por conocer. Y fue así como contesté el e-mail de L… proponiéndole ese programa del teatro, para el día lunes, ya que éste era el último día de vacaciones.
No es por exagerar pero yo estaba en un 95% seguro de que ella no iba a responder y si lo hacía era para agradecer y a la vez rechazar el ofrecimiento. Pero al día siguiente volví a revisar mi e-mail y encuentro en bandeja un mensaje nuevo de ella, en el cual no sólo aceptaba encantada, sino que también me daba su número telefónico para que la llamara a fijar el sitio de encuentro.
Recuerdo que cuando le hice la invitación, yo no tenía idea sobre la programación de aquella sala de teatro, de modo que al día siguiente, a primera hora, fui a averiguar y vaya sorpresa: Para esa fecha no habían funciones programadas.
No quería, y sentía que no podía salir con un chorro de babas, ni mucho menos llegué a contemplar cancelar la cita ¿Se imaginan lo pendejo que me vería a ojos de ella en caso tal?, así que en el acto tuve que pensar en un “plan B”.
Al mediodía regresé a casa, después de bien almorzar agarré el teléfono para llamarla, llamada que ella misma me contestó. Le dije cuál iba a ser la hora y el punto de encuentro: (Centro Colombo-Americano –sede centro- a las 5 p.m.)
“Me parece excelente, mejor que sea así de temprano.” Decía ella.
A pesar de ser, como ya había dicho, una chica tan bella como agradable, mi expectativa era algo casi que totalmente eunuco. Ya no me sentía ese adolescente inocentón (De hecho ya no lo era) ansioso de su primera cita, pues de hecho tampoco iba a ser mi primera cita.
Puedo decir sin jactarme que han sido bastantes las chicas con quienes he llegado a salir, aunque no quiera ponerme a relatar los pormenores de las relaciones que a raíz de estas salidas llegué a entablar, así como las que no llegaron a nada, además de las respectivas rupturas, puedo asegurar que después de todo ello, encuentros como el que iba a tener, no representaban nada emocionante para mí. Tanto así que ni tenía pretensiones de conquista con respecto a ella. Simplemente quería una nueva persona que me acompañara, eso y ya.
Dicha expectativa pues, me daba la ventaja de que mi impaciencia no dilatase la velocidad (aparentemente normal) del tiempo. Así que tomé el libro que me pasé leyendo en vacaciones, me tiré a la cama, prendí la radio y traté de leer hasta que mis párpados comenzaron a ceder ante la modorra “post-pranzo” que suele dar después del mediodía.
Permanecí dormido un par de horas. Luego, abriendo mis aun adormilados ojos, en un estado casi que de semi-inconsciencia miro el reloj de pared que estaba marcando las 4:15 p.m. Permanecí en cama pensativo con la vista directa hacia el techo. Hasta que una ruidosa voz de consciencia empezó a recordarme que tenía una cita en menos de una hora. Era como si alguien me dijera: “¡Oiga!, póngase pues pilas, una chica realmente hermosa ha decidido pasar una tarde-noche a tu lado, un lujo que no todos se pueden dar, algo que ni el dinero (Al menos la cantidad que yo poseía) puede comprar ¿Y aun tienes el mismo ánimo de quien va a misa acompañando a la abuelita?, no jodás pues, son más las cosas buenas que puedes sacar de esto que las malas.
Así que me paré, me di un rápido duchazo, me puse una de las mejores mudas, traté de arreglarme lo mejor posible: gomina, loción, suéter sobre los hombros, en realidad era un pequeño tributo a la amabilidad (exagerada) de quien se tomó la molestia de querer salir conmigo un lunes, no porque ya empezara a sentir la emoción de quien se prepara para su primera cita (más bien comenzaba a vivirla como la última).
El Centro Colombo-Americano, el sitio de encuentro, estaba a 5 minutos de mi residencia, ésta es una institución educativa orientada hacia la enseñanza de la lengua extranjera además de la divulgación cultural, gracias a ésta última premisa, “El Colombo” tiene unas salas de cine muy bien dotadas donde son proyectadas las mejores producciones del cine independiente de todos los continentes, un lugar que se ha ido convirtiendo en el favorito de los intelectuales y aquellos que siempre buscan tendencias artísticas diferentes.
Llegué allá con 5 minutos de anticipación, tiempo suficiente para mirar la cartelera y los horarios de las funciones, leí la sinopsis de una cinta cuya trama me pareció interesante para ver con ella, ya que hablaba de valores como la amistad y todo eso... (“Mon Meilleur ami” de Patrice Leconte) además de que era en francés, un idioma que ambos estudiamos.
Pero me encontraba con una nueva preocupación: Yo no sé qué fue lo que me hizo creer que la función iba a ser a las 5:30. En realidad iba a ser a las 6:30. “¡Carajo! ¿Qué voy a hacer con ella durante esa hora?, ¿Cómo y con qué la voy a entretener, y con lo aburrido que soy? “Me cuestionaba yo.
“¡Hola!” Saludaba una voz a mis espaldas ”¿Hace mucho que estás esperando?”
Era L… quien al verla por primera vez sin la compañía de esas cotorras de la universidad, parecía verse mucho más bella al comenzar a sentir que era por mí y para mí que ella estaba allí.
“Siempre quise ver una obra de teatro, quisiera saber de que va tratar la que vamos a ver” Decía ella entusiasmada, mientras que yo buscaba las palabras más adecuadas para mitigar en lo posible la decepción que a ella le produciría saber que ya no íbamos a ir a teatro.
“Ay querida L.., temo que no te va a gustar lo que te voy a decir…” Y muerto de pena le comenté las razones por las cuales ya no íbamos a ir a teatro.
Su mirada reflejaba cierta confusión, así que traté de ser lo más persuasivo posible diciendo: “Y fue por eso que te cité acá a el Colombo, acabo de mirar la cartelera y elegí una cinta francesa para que veamos ¿Qué te parece?”
Y encogiéndose de hombros, después de un sonoro suspiro, sin hacer la mejor cara dijo: “De acuerdo, está bien.”
Cuando íbamos camino a la taquilla, no recordaba si en la llamada del mediodía le había pedido que llevara su carnet estudiantil, era importante para así lograr el descuento y de este modo tener algo con qué entretenerla en el intervalo de 5:30 a 6:30.
Estando ya en la taquilla, ella saca su cartera y me pregunta que cuánto había que poner para la boleta. Y yo le dije, aprovechando su sacada de cartera, que por favor me facilitara su carnet universitario, el cual, por fortuna mía llevaba ahí.
Gracias al descuento ambas boletas costaron 8000, lo que hacía quedar mi presupuesto en 4000, que alcanzaban para dos capuccinos. Y dije: “¿Sabes? , la película comienza a las 6:30, no son ni las 5:30.”
“No importa, yo puedo esperar, sentémonos por ahí a conversar mientras que va siendo hora ¿Te parece?”. Yo no esperaba que me contestara con semejante sencillez, pues con tanta mujer rayada y vacía que hay por ahí, es lo último que se puede esperar.
“¡Buena idea!” respondí, “Pero me gustaría con un Capuccino de por medio ¿A ti también?, conozco una barra de café cercana donde preparan uno exquisito, ¿Me acompañas?”
“Seguro, claro” Respondió ella.
Mientras nos dirigíamos al lugar, ella me decía que no conocía muy bien el centro, que los lugares donde estábamos pasando eran nuevos para ella cosa que me pareció bastante peculiar. Luego, estando en la barra de café con los dos capuccinos (de 2000 c/u) servidos en la mesa, comenzamos a conversar, de todo; música, familia, los barrios donde vivíamos, la universidad, anécdotas, de todo lo que fuera posible para hacer lo más corta posible esa hora.
Mirarla directamente a los ojos, sentir su suave aroma y contemplar su sonrisa, tener ese rostro de ángel en frente, me hacían sentir ante alguien que jamás me cansaría de observar, se veía mucho más linda de cómo normalmente se veía en clase.
La hora de la función llegó más pronto de lo esperado, regresamos al Colombo, la sala estaba casi vacía, sólo había unas 5 personas mas.
Mientras la película rodaba, al principio me costó centrar mi atención, en mi mente pasaban una suerte de pensamientos estúpidos como por ejemplo: cómo reaccionaría si agarro su mano, y me divertía al imaginarmela reaccionar después de intentar acariciar sus piernas. "Ay si la vida fuese como las películas porno.." Pero a la vez me agradaba la traquilidad del momento, así que mejor preferí conectarme a la película, de modo que reíamos ante las situaciones divertidas, y comentábamos las impactantes. Fue un rato simplón pero tampoco fue aburrido, todo parecía ser agradable estando al lado de L...
Una vez, terminada la función, no nos dirigimos palabra alguna mientras salíamos de la sala, sólo fue llegar hasta afuera para que ella sólo dijera: "Linda película ¿eh?."
Estando ya en la calle, caminando hacia la esquina próxima, yo trataba de pensar lo que le iba a decir para agradecerle su compañía, quizá con una caricia sobre su rostro o un beso en su pequeña mano, pero de repente fijó su mirada hacia la vía y dijo "Ese bus que viene allá me sirve, chao J..." y luego salió corriendo para montarse al bus.
Ya, camino a casa, sentí retornar a ese mundo desabrido, a ese al que tanto me había acostumbrado a vivir. Me sentía avergonzado, impotente, "¿Cómo es que hago venir a una muchacha sin siquiera tener plata para llevarla después a un buen lugar para rematar la función?" Me cuestionaba.
Y es que algunas mujeres de este tiempo, acostumbradas a excelentes novios que las llevan a la zona rosa, buenas discotecas, buenos planes de fines de semana como fincas y lanzadas en parapente, además de tener vehículo propio para llevarlas hasta su casa... "¿Qué pensaría de un tipo raro que te sale con un plan tan culo y un lunes?. ¿Se habrá dado cuenta que al pagar los capucinos me quedé sin nada?, Qué patético, definitivamente está será mi última salida con alguien" pensaba mientras iba camino a casa.
Al día siguiente, después de matricular las materias del semestre, revisé mi e-mail y encuentro un nuevo mensaje de L.. , el cual decía:
"Mil Gracias"
MENSAJE: Hola compañero bueno te mando esta pequeña tarjetica para agradecerte la invitacion de ayer, dejame decirte que me la pase muy bien y la pelicula quedará para el recuerdo for ever and ever porque desde ayer la considero como la mejor que he visto y que conjuga muchas cosas que me gustan, gracias por todo, eres muy especial y bueno también te la mando para despedirme porque ayer por las carreras con el bus no me despedi ni te di las gracias. Bueno de nuevo muchas gracias por todo, queda pendiente la ida a teatro que es algo que no he hecho aun. Chao A proposito...cuándo es tu cumpleaaños, dime porfis.??? Bye
14 comentarios:
Bueno veo que se padecen muchos males comunes, la falta de dinero, el desocupe en vacaciones y algo de torpeza por estar pensando bobadas más de la cuenta a la hora de buscar relacionarse con el sexo opuesto. Pues al parecer las cosas resultaron bien, pues si su plan no era de conquista. Nada peor que intentar un plan de conquista y lo terminen viendo como un amigo. A veces se pueden lograr muchas cosas sin necesidad de mucho esfuerzo y dinero, pero hay que saber conseguirlas.
Don Disco Stu:
Gracias mil por alegrarme la mañana del domingo. Prosa sencilla, pero agradable, con una historia muy bonita.
Sumerce esta en mi mundo!!
PD: llego a primera base con la Niña?
ash! sr disco stu! no todas las chicas somos de desangrar los ahorros de un chico!... lo q se necesita mas q nada es creatividad y eso se puede lograr sin tener q nadar en plata.
saludos! y mucha suerte ;)
estuvo muy lindo el relato jeje
Bienvenida Sara a este cofre de monerías llamado La Coraza, así como también agradezco a Kozure y Khrist, por los buenos comentarios, pensé que los iba a aburrir de lo lindo. Sus comentarios son como las bananas que a veces desea recibir este mico bloguero.
jajajaja... si es dramatico sr disco!
pero se acepta el halago porq no todo mundo lee algo tan largo...sin embargo lo felicito porq no fue un relato para nada canson... si hasta lindo y medio tierno (inocente) fue.
¿Me esta diciendo mono?
tiene razón que relato tan largo pero no estuvo jarto ni nada por el estilo lo más probable es que no me aburrió puesto que he pasado por situaciones similares a las que describe.
Hay mujeres que aún valen la pena pero son jodidisimas de conocer y aún más que le paren bolas a uno.
La mayoría de las veces no progresamos es por la pensadera que nos da ante situaciones tan novedosas o que no se esperaban.
PD: Comparto la duda que tiene Kozure
A ver don Ramón, si he de decirle a alguien mono será de pronto imaginando un posible color rubio en su cabellera...
a ver, no sé si te preguntas por la duda beisbolística de Kozure. Pues bien, de esa anécdota ya pasaron varios meses. Se pudo batear un segundo hit que me hizo avanzar a una 2da base... Hay veces que con un cuadrangular tienes la posibilidad de robar 2 bases más arriesgando a que te ponchen.
Quizá si algún día vuelvo a escribir sobre la misma persona es para hablar de ruptura o matrimonio.
mmm... capte bien?
demonios! y tanto de beisbol q hablan aca en mi tierra!!!
bueh... me quedare con las ultimas dos lineas... tanto q se queja y hasta novia tiene! XD
saludos!!!
mmm ya m estoy pasando mucho por aca... jeje
...Q RAPIDO! SI RECIEN CERRABA LA PAGINA!
Compa por momentos, me asuste al recordar similares situaciones.... pero al final ¿coronaste o no?
Gran relato con la precisión y lenguaje directo que lo caracterizan amigo Disco Stu. Me gusta que las cosas hayan salido de buena manera, máxime si usted propuso ese plan de manera despreocupada y desinteresada. Pase lo que pase usted ya hizo un Homero. De ahí pa'lante lo que depare la vida.
La verdad es que le admiro de todo corazón ese temple mental tan teso que tuvo usted para manejar lo posterior a esa incómoda despedida -ah, si usted lo considera así-. Así como categorizar las prioridades con semejante acompañante.
La verdad es que yo me identifico con su situación al máximo, lástima que yo no tenga esa cualidad de hacer que una persona quiera estar con uno o de hacer entrar al interlocutor en confianza para entablar una conversación, si le pasa otra vez, valore más esos momentos que muchos -entre los que me cuento- no tienen la oportunidad de vivir, no sea tan injusto con usted mismo!!
Me gustó mucho su relato, entre más largos, mucho mejor.
Bueno, agradézcole a todos quienes se tomaron una buena porción de su su tiempo y leyeron esta historia tan cotidiana e identificarse con lo que sentí aquel día, esto ha sido lo más exitoso que he posteado. Hace rato que la tenía por ahí escrita y estaba de candidata para ir al bote de basura. Yo no había considerado incluir narraciones en este blog, aunque la narrativa es mi modalidad de escritura favorita, además de que la historia, pese a la forma de ser narrada, es una simple anécdota que a pocos le puede interesar, pues cada fín de semana miles de parejas salen por ahi sin que esto sea relevante ni siquiera para ellos mismos.
Por ahí tengo una que otra narración para postear, pero por cuestión de tiempo no he terminado de transcribir, no creo que vaya ser tan exitosa como esta ya que combina realidad y algo de ficción.
Bueno, agradézcole a todos quienes se tomaron una buena porción de su su tiempo y leyeron esta historia tan cotidiana e identificarse con lo que sentí aquel día, esto ha sido lo más exitoso que he posteado. Hace rato que la tenía por ahí escrita y estaba de candidata para ir al bote de basura. Yo no había considerado incluir narraciones en este blog, aunque la narrativa es mi modalidad de escritura favorita, además de que la historia, pese a la forma de ser narrada, es una simple anécdota que a pocos le puede interesar, pues cada fín de semana miles de parejas salen por ahi sin que esto sea relevante ni siquiera para ellos mismos.
Por ahí tengo una que otra narración para postear, pero por cuestión de tiempo no he terminado de transcribir, no creo que vaya ser tan exitosa como esta ya que combina realidad y algo de ficción.
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