tag:blogger.com,1999:blog-64604868704625133052024-03-14T01:34:17.860-07:00"LA CORAZA REVISTA""Pídala también como LCR."Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.comBlogger66125tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-66514089520706286712015-04-11T20:40:00.001-07:002015-08-22T18:55:00.012-07:00TARDE DE CUMPLEAÑOS<div style="text-align: center;">
<img src="http://www.starmedia.com/imagenes/2013/07/Frases-de-feliz-cumplea%C3%B1os-atrasado.jpg" /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Recién estaba culminando el primer mes del año y Carolina Cuadros recordó que su reciente amigo, Iván Klinkert alguna vez le comentó de manera poco enfática que su cumpleaños estaba cerca, sin la precisa intención de que ella lo recordase y le diera algún detalle para ese día. No era su estilo, simplemente era una de esas conversaciones en que dos amigos que recientemente se han conocido, donde ambos, posiblemente por algún agotamiento temático de una conversación, llegaron a preguntarse las fechas de sus cumpleaños, quizás para tenerlo en cuenta o para verificar qué signo zodiacal era el uno o el otro, y así enriquecer la temática agregando que los Acuario son tímidos y sensibles o que los Leo son orgullosos y determinados, de modo que durante esos días de regular charla telefónica nocturna, ella le preguntó a él que si pensaba hacer algo para ese día de cumpleaños, a lo que Klinkert respondió que todavía no había llegado a pensar en ello. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Carolina Cuadros e Iván Klinkert a duras penas llevaban dos meses de haberse conocido, fue en uno de esos portales web donde el usuario elabora un perfil para confrontar con otros prospectos inscritos en el mismo portal y así lograr que entre dos prospectos, según sus características y afinidades, consigan una cita de interés amoroso, o en su defecto un interés amistoso. Klinkert, sólo logró conseguir una amistad con ella, aunque originalmente él preferiría algo diferente a lo que él ya estaba acostumbrado, ya que Klinkert no era el tipo de hombre del cual la mayoría de las mujeres suelen enamorarse, no necesariamente por falta de atractivo físico, pues se han visto múltiples casos en donde mujeres muy hermosas caen rendidas y perdidamente enamoradas de tipos verdaderamente feos, sino que posiblemente Klinkert era de esos tipos relativamente agradables pero que no tenían esa “chispa” que genera la tensión necesaria para que una mujer quede cautiva, por lo que todas las mujeres a las que alguna vez él llego a acercarse (con alguna escasa excepción) no lograba proyectar esa seguridad en sí mismo que tantas mujeres reclaman para sentirse protegidas al lado de un potencial amado, aun así, su bondad y transparencia lo hacían parcialmente valorable, por eso dichas mujeres, por las que tuvo algún interés, sólo lo quisieron como "amigo". El caso con Carolina Cuadros no era la excepción, si bien cuando él conoció el portal web de citas, tampoco andaba urgido de conseguir a alguien que lo quisiera, ya hacía mucho tiempo que él se había adaptado a vivir concentrado en sus propios sueños, ambiciones y uno que otro placer hedonístico, simplemente aceptó su amistad porque sabía que no había nada que perder ahí, ya era un hombre que se sentía quemando los últimos cartuchos de juventud y que no habría que esperar demasiados años para ya verse convertido en un hombre físicamente ajado, y aunque más sabio, visualmente menos interesante, y no quería llegar a ésta etapa sin sentir no haber aprovechado lo suficiente la lozanía de sus años mozos, por lo que para él, cualquier cosa, a esa altura de la vida, era más ganancia que pérdida.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Carolina Cuadros, maestra de escuela de profesión, 33 años, ostentaba también una maestría que le brindaba la posibilidad de dictar algunas horas cátedra en la universidad, venía de vivir un momento de su vida donde la seguridad en sí misma quedó en entredicho. Su fracaso matrimonial había sido un evento que la había golpeado ferozmente, no duró medio año casada y el hombre que tomó como esposo resultó siendo un hombre depresivo que en vez de expresarle afecto, más fácil desencadenaba ira, además de que, según ella, como mujer sólo lograba atraer donjuanes y aventureros que la dejaban de lado al poco tiempo, ella misma se adjudicaba la culpa, por lo que a veces le preguntaba a Iván Klinkert en sus amenas charlas telefónicas de amigos cosas tales como: ¿Te parece que soy muy intensa? a lo que él respondía con graciosa ironía: “Entre más vengas a hablarme, mejor para mí, me evitas tener que hacerlo yo mismo y convertirme yo en el intenso”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aunque la comunicación desde un principio con Carolina Cuadros fue fluida y amena, ya que tanto ella como él valoraban y disfrutaban de su gusto por el cine, pese a que nunca salían a cine, de todos modos disfrutaban hablando de las películas de diferentes épocas, se recomendaban títulos, las conversaciones telefónicas se convertían en nutritivas tertulias.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Sin embargo, Cuadros difícilmente lograba ser una buena anfitriona a la hora de salir con alguien, o al menos con Klinkert, podría ser por ingenuidad suya, falta de sentido común o a veces adrede cuando la persona no le transmitía del todo confianza.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cuando ella e Iván Klinkert salieron por primera vez, el encuentro fue en un centro comercial, ella fue acompañada de su hermano, y Klinkert resultó siendo un acompañante en unas compras navideñas de la familia Cuadros que a él no le incumbían, se incomodaba ante las inquietas miradas del hermano adolescente de Carolina Cuadros, como si en su gesto se pudiese leer la pregunta: “¿Y éste huevón quién putas es y por qué está acá?” y aunque a Klinkert le sorprendió notar que Carolina Cuadros era más bella en persona que en las únicas dos fotos que había visto de ella en la página web de citas donde se conocieron, dicho encuentro le generó un sinsabor que prefirió más bien olvidar en vez de lamentar. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">El cumpleaños de Iván Klinkert sería en su orden el cuarto encuentro. Klinkert por lo regular no acostumbraba hacer celebraciones para dicha fecha, casi siempre la pasaba trabajando, recibiendo alguna que otra chuchería de parte de algún compañero de trabajo o amigo que lo apreciara, y al final ir a la casa de sus padres donde nunca dejaron de esperarlo para la reunioncita que acostumbraban organizarle con una pequeña torta, las velitas y todo eso. En una edad más joven, cuando él era más inocente y enamoradizo, fantaseaba con llegar algún día de su cumpleaños acompañado de una bella joven, una auténtica princesa, que brillara como un ser de luz en el momento de él presentarla orgulloso ante sus padres, que luego le diera un abrazo después de soplar las velas y que ella misma exaltara ante la familia Klinkert la grandiosa persona que el joven Iván era, y finalmente terminar la noche, con los dos bajo las estrellas, con dos copas de champagne en la mano, en una idílica conversación, pero aunque Klinkert, a su edad actual ya no contemplaba esa fantasía, aún añoraba pasar dicha fecha acompañado al lado de alguien que hiciera de la velada diferente o al menos más divertida o amena. En ésta ocasión la elegida fue su nueva amiga: Carolina Cuadros. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Si bien Iván Klinkert notaba desde hacía rato que Cuadros no mostraba tener un interés romántico hacia él, ni siquiera de manera implícita, especialmente a raíz de sus únicos tres encuentros debido a los detalles desconcertantes con los que ella salía en los momentos en que éstos encuentros se dieron, y que en su momento cohibieron todo intento espontáneo de galantería por parte de Klinkert, él seguía adelante con la amistad porque tampoco sentía que se estaba jugando la vida, ni tampoco se sentiría tonto ni humillado al ser enviado de una vez a la zona del amigo, él opinaba que desde que se aprendiese algo edificante al lado de esa persona, todo sería ganancia, y que el tiempo lo iría apartando en caso de que la persona o él mismo resultara siendo inaportante e irrelevante. </span><br />
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Cierta noche, Iván Klinkert se animó a llamarla, no le gustaba hacerlo siempre, ni muy seguido, no quería convertirse en intenso, ni ser el único de los dos que le interesase rebuscar conversaciones, pero ya llevaba dos días sin hablarse con ella, y no consideró de más saludarla. En aquella ocasión no le pidieron que llamara más tarde o al día siguiente por el motivo de ella encontrarse comiendo, durmiendo, en el baño, etc, tal como solía ocurrir en la mayoría ocasiones. Carolina Cuadros se escuchaba baja de nota aquella noche, por lo que Klinkert le preguntó si estaba enferma o algo.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“No Ivancho” Respondía ella “De hecho necesito que me respondas una pregunta desde tu punto de vista como hombre”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Qué sería?” Preguntó él.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Cuando vos salís con una chica y de pronto la dejas de llamar y ya no le contestas el teléfono por qué razones lo harías?”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¡Pero qué pregunta extraña!” Exclamó Klinkert, “Eso depende de la situación o de la persona”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Es que mire”, Contaba Carolina Cuadros, “Hace poco conocí a un tipo, y venía saliendo con él, mayor de 40 , dos hijos, intelectual, profesional exitoso, divorciado, no muy lindo, un poco escuálido, pero aún así muy interesante, lo conocí en el mismo portal de citas donde tú y yo nos conocimos. Hace poco salimos a cine, pero ya han pasado dos semanas y no me ha vuelto a llamar, ni tampoco me contesta, creo que me bloqueó, no entiendo qué le pudo haber chocado de mí, ni tampoco creo haber tenido un comportamiento inadecuado con él, por eso te hago esa pregunta, para saber si tú como hombre puedes darme una respuesta comprensible".</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Bueno, si el tipo quería ir al grano y tú te mostraste esquiva y sin deseos de ir demasiado pronto sino que en vez de ello le mostraste que querías conocerle cada vez mejor, posiblemente se haya desmotivado”. Opinó Iván Klinkert.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¡Pero yo no me acosté con él!” Enfatizó ella un poco prevenida.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“No es lo que te estoy queriendo decir”, aclaró Klinkert, "es lo contrario, seguramente al ver que sólo ibas con intenciones de amiga y que querías darte un tiempo antes de llegar más allá, posiblemente el tipo consideró que no eras la persona adecuada para lo que él quería”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Carolina Cuadros calló por unos segundos y prosiguió con un nuevo tema.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Ve, ¿Ya pensaste qué quieres hacer para tu cumple?”</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Sí, algo simple” Respondió Iván Klinkert “La idea es que nos veamos por la tarde, este año mi cumpleaños es un sábado, tengo el día libre, lo cual nos da como ventaja encontrarnos temprano, tipo 2 pm, así no nos agarra la noche demasiado pronto, podemos ir al cine cercano a donde vivo y luego de que terminemos, te invitaré a cenar con mi familia, ellos tienen algo preparado para mí, de paso te presento ante ellos ¿Qué te parece?”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Super chévere” Respondió ella, y luego volvió a cambiar de tema: “Vení, ¿vos qué días en la semana pasás por la universidad?</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Hace bastante que no voy”, Respondió Klinkert “Desde que me gradué no es mucho lo que acostumbro ir por allá”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Es que yo estaba pensando si nos podríamos ver allá esta semana, tipo 6 de la tarde, cuando recién salgamos del trabajo, para que nos sentemos un rato a charlar, tomar algo, ir a un lugar abierto dentro del campus para escuchar música, mi teléfono celular tiene altavoces que suenan más o menos duro, yo le meto canciones bacanas, y si quieres también puedes hacer lo mismo con tu celular” Proponía ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Me parece una idea extraordinaria”. Opinó Iván Klinkert.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Después de los tres decepcionantes encuentros anteriores, Ivan Klinkert se animó una vez más, no tanto porque tuviese la ilusión de que algo entre sus términos de relación cambiaría a algo más allá de la camaradería, sino porque también se estaba dando él mismo una oportunidad de comprenderla y conocerla a ella mejor y al mismo tiempo hacerse conocer mejor de ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Un par de días más tarde, Klinkert se desvió de su ruta habitual a casa en dirección universidad para encontrarse con su amiga, siendo puntual como de costumbre, así le haya tocado esperar un cuarto de hora, esperando a que ella apareciera. Mientras esperaba, él preparaba desde su dispositivo móvil la lista de canciones que iba a compartir en su tertulia con la amiga Cuadros, pero cuando él ya se disponía a poner en marcha “la ley del cuarto”, ella apareció, a duras penas se saludaron, ya que ella parecía andar con prisa.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Vení, acompañame alli a la biblioteca que es para entregar estos libros” Decía ella aludiendo al material bibliográfico que en ese momento ella llevaba entre sus brazos.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert la acompañó, y al llegar al lugar, fue tan rápido el proceso de entrega del material bibliográfico, que ella no se conformó con abandonar el recinto de inmediato.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Vení, acompañame arriba al segundo piso de la biblioteca para ver qué libros hay allí para llevar”. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Durante aquella estadía dentro de la biblioteca, el diálogo entre ellos fue muy limitado, lo más largo y relevante que ambos pudieron compartir fue cuando ella le propuso una novedad para la tarde de cumpleaños sabatino que Klinkert quería pasar con ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿A qué horas es que nos vamos a ver el sábado por la tarde?” Preguntó ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“A las dos 2 pm, en el centro comercial que le dije para que vayamos a ver la película y de paso nos quede cerca ir a casa para lo de la cena”. La recordaba Klinkert.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Tengo una contraoferta" Dijo Cuadros "es que me da pereza ir, ¿por qué mejor no nos vemos en el centro comercial que queda por la Estación Niquía? así me quedaría más fácil a mí para llegar a mi casa a preparar mis clases e ir a la misa de la tarde, es que a mí me da mucha pereza dejar esas dos cosas para los domingos.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Pereza?, yo en tu lugar no tendría pereza”, Opinó Klinkert simulando al máximo su desconcierto.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Es que mire, usted sabe que yo los sábados voy a la Universidad de la Aguacatala, donde estudié mi especialización, a nadar por la mañana hasta el Mediodía, luego me quedo allá un rato con mis amigos y a eso de la 1 pm estoy tomando el metro para irme a la casa, en Bello, y así no tendré que desviarme de mi ruta teniéndome que bajar en el centro de Medellín sino que a tí te doy la oportunidad de que también cambies de ambiente, nos reunimos allá, en Bello, una horita, te doy tu regalo y luego te vas feliz, más temprano y con tiempo a tu favor para que te encuentres anticipadamente con tu familia a celebrar”. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert sólo guardó silencio y siguió esperando que ella terminara de elegir los libros que ella deseaba para llevar a préstamo.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Después de una larga y agobiante hora de acompañamiento a su amiga en la biblioteca, estando ya afuera del recinto, ella le preguntó:</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Por cuál salida te resulta fácil llegar a tu paradero de bus?</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Ya nos vamos?” Preguntaba Klinkert extrañado, y luego trató de disuadirle afirmando: “Le metí a ´éste coco´ (Refiriéndose a su dispositivo móvil) varias canciones para que las escucháramos mientras hablábamos”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Pero es que tengo mucho trabajo por hacer en casa, además mira la hora que es”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert sólo pudo acompañarla hasta la estación del metro sin hablar mucho, recordó interiormente los encuentros anteriores con ella donde aún no sabía si era él quien tenía la culpa de la actitud evasiva de Carolina Cuadros. En su mente pasaban a manera de </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">flashback</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> los encuentros anteriores, tales como la caminata ecológica a la que ella lo invitó durante la temporada navideña, donde ella lo determinó muy poco, bajo la excusa de estar también pendiente de sus otros colegas y amigos y que si no hubiese sido por un ex colega que Klinkert de casualidad encontró allí y que también fue partícipe de su caminata, no le habría sacado gusto a semejante desplante.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Ya habiendo ambos llegado al torniquete de la Estación Universidad del Metro, Klinkert permitió que ella pasara primero, y ella pensando en que también él pasaría para tomar el tren hacia el centro (Parque Berrío), se sorprendería al ver que no lo hizo.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Por qué no pasas?” Preguntó ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Es que voy a ir un momentico allí, al Parque de los Deseos a tomar algo que pensaba tomar con usted, pero en vista de que tiene tanto afán, pues ni modo”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Carolina Cuadros se sintió desconcertada y por un momento quiso devolverse, pero prefirió no perder el gasto por haber pasado ya el torniquete.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Usted si es bien charro”, Dijo ella en tono irónico al despedirse de él.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert creía comprender la actitud de Carolina Cuadros, suponía que él aún no era lo suficientemente relevante para ella, o que al menos no se sentía segura de ello, él sabía perfectamente lo que significaba no sentir algo similar por una persona que aunque fuera 10 en personalidad y buen trato, no tener esa “chispa” que genera ese interés y ese deseo de querer estar y disfrutar con esa persona cada vez que se comparte con ella, a él ya le había pasado antes, ya se había comportado igual con alguien que alguna vez manifestó interés hacia él, pero por más que él trató corresponder no logró encontrar ese “algo” que despertara un deseo en él de estar con aquella persona del pasado. Aceptó su momento con Carolina Cuadros como karma, como la cuenta que el destino le tenía que cobrar, por lo que no él no se sentía “pera en dulce” y lo estaba aceptando con nobleza y resignación, así como pagó parte de dicho karma en el tercer encuentro programado con Carolina Cuadros un par de semanas antes, cuando él le propuso a ella una salida sabatina a una pizzería gourmet al occidente de la ciudad, en el barrio Carlos E, a lo que Cuadros le solicitó a él poder ir nuevamente acompañada ésta vez de una buena pero triste amiga, que también pasaba por una situación emocional difícil y que ella quería que él conociera. Cuando llegó el día del encuentro, Cuadros canceló su presencia a última hora, (En aquel entonces ella ya estaba saliendo con el sujeto cuarentón mencionado líneas antes) pero le rogó a Klinkert que atendiera con el mejor talante posible a su amiga ya que ella le había hablado maravillas de él y que su amiga, llamada Flor, estaba ya bastante interesada en conocerlo. Sin embargo, aunque Klinkert fue amable y respetuoso con Flor, como era costumbre en él, hizo lo mejor que pudo en la inesperada cita con aquella desconocida, no obstante Flor no logró sentirse interesada por él, la cual, dias después dijo a su amiga Carolina Cuadros, acerca de su cita arreglada, que aquel muchacho se veía chévere pero era algo simplón, por lo que ella no lo llamaría para un segundo encuentro, y Klinkert, que sí la encontró a ella interesante, tampoco se esmeró en lo absoluto en buscarla para un segundo encuentro, pues como ya se había mencionado antes, él ya no sentía que se jugaba la vida en ese tipo de situaciones.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Al concluir que sus encuentros con Carolina Cuadros siempre fueron un fiasco, volvió a pensar en la celebración de su cumpleaños planeada para la tarde del sábado, pero de repente, mientras reflexionaba todo esto tomando cerveza en un bar del Parque de los Deseos, sintió su teléfono móvil zumbar dentro de su bolsillo, contesto de inmediato pensando que podría ser Cuadros, quien necesitaba decirle alguna cosa que no alcanzó a decirle durante su reciente y corto encuentro.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Qué pena llamarte a esta hora” decía la voz del teléfono “Pero durante todo el día he estado marcando al teléfono de su casa y no ha habido respuesta, y necesito confirmar una cosa hoy mismo con usted señor Klinkert, para que así disponga del tiempo suficiente para preparar lo que le quiero proponer”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¿Quién es usted?” Preguntó Iván Klinkert.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Soy del área de coordinación acádémica del INCOLFINCO (Instituto Colombiano de Finanzas y Comercio), he estado viendo su hoja de vida y el reporte de su entrevista, y ya que usted manifestó interés en dictar unas cátedras los fines de semana, llamaba a preguntarle si le interesaba comenzar el sábado de la próxima semana con dos grupos en la jornada de la mañana y también hay otro en la jornada de la tarde, aunque éste último empezó hace un par de semanas y se quedó sin profe recientemente, pero si usted desea tomarlo, debe pasar por la oficina con los documentos que le mencionamos en un email que le enviamos hoy, para hacerle su contrato por prestación de servicios y de paso, si usted sí desea tomar éste grupo del sábado por la tarde que se quedó sin profe, hagamos con usted el empalme para que no tome dicho grupo tan desubicado ¿Le interesa?”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert recordó que ya tenía un compromiso para el sábado por la tarde. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Esa misma noche, ya en casa, sentado en su computadora, preparando asuntos para su trabajo de semana, Carolina Cuadros desde el chat le escribió.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Te ví muy serio cuando ahorita te hablé de lo del sábado, pero porfa, debes ser comprensivo y ponerte en mi lugar”</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Tranquila” Respondió él.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Hmm, respuesta breve y cortante, te sigo notando serio” Digitó ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“Es que cuando mencionaste la palabra ´pereza´ me dí cuenta que te estoy pidiendo demasiado, no tuve en cuenta que eres una mujer ocupada, profesional y con prioridades”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“No, no me entendiste, no es pereza de ir a tu cumpleaños, es pereza de tener que desviarme en mi ruta desde la Aguacatala hasta Bello haciendo una parada intermedia en el centro, además vas a cambiar de hábitat y te invito a Crepes”. Justificó ella.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“No tendrás necesidad de eso, hay una novedad, el sábado en la tarde de mi cumpleaños, iré a esa hora a dictar un curso que me han ofrecido, así no tendrás afán a la hora que me estés atendiendo a mí, y llegarás a tiempo a tu misa vespertina, y a preparar trabajos, y que el encuentro de hoy represente símbólicamente la conmemoración que íbamos a tener la tarde del próximo sábado día de mi cumpleaños”.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">“¡Ah, estás enojado!, mejor no insisto más, odio los hombres raros e inseguros como vos”. </span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Iván Klinkert decidió no continuar con dicha discusión de chat, sentía que era inútil tratar de justificar con ella lo de la inseguridad que ella acababa de acusarle.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span id="docs-internal-guid-d8a6a966-abb6-63b2-4a85-861c8d5c8844"></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Arial; font-size: 15px; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Finalmente llegó el sábado día de cumpleaños, y aunque no hubo fiesta ni jolgorio, Iván Klinkert celebró su cumpleaños de manera tranquila y simple después de una nueva jornada laboral sabatina en pro de ingresos adicionales. Igual que todos los años estuvo al lado de su familia. Pasaron los días y ni él ni Carolina Cuadros se escribieron un mensaje de reivindicación, ninguno de los dos se sintió con la obligación de ser el primero en ceder, de romper el silencio, silencio que el egoista orgullo de ambos jamás quebrantó por los siglos de los siglos.</span></div>
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-4721651646669928142015-04-04T13:53:00.000-07:002015-04-06T19:40:40.320-07:00TARDES DE GIMNASIO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVnwBUjbmanNoG53zJKj3oHBLHf78paE2JloEt1EHGblO9bprosObMyFWMEs2buy6x3W0m4cAC8L7_AKYHZUDskMysHrOx9zKNXIzoLqzCvMiZU4pxueKm8oYNXuWhFDb7HFguFW3xEg/s1600/gimnasio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVnwBUjbmanNoG53zJKj3oHBLHf78paE2JloEt1EHGblO9bprosObMyFWMEs2buy6x3W0m4cAC8L7_AKYHZUDskMysHrOx9zKNXIzoLqzCvMiZU4pxueKm8oYNXuWhFDb7HFguFW3xEg/s1600/gimnasio.jpg" height="267" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Hubo un tiempo en que Iván Klinkert, a una edad más adulta, se preocupó mucho de su exageradamente escuálida figura, le parecía idignantemente irónico que casi todas las personas del mundo moderno viviesen preocupadas por adelgazar, cuando él alimentándose relativamente bien, no lograba superar siquiera los 55 kilos, siendo mayor de 1,80 en estatura, y a veces, hasta tendía a rebajar más con demasiada facilidad. En esas épocas lo que más se destacaba de su anatomía era su cabeza, se veía enorme sobre su ectomorfo conjunto. Cansado de tener que abrirle un agujero adicional a sus cinturones para que sus pantalones talla 28 (Los cuales también le quedaban grandes) pudieran ajustarse, y de los no muy halagadores apodos relacionados con su patética delgadez, decidió aprovechar su poder adquisitivo para pagar un gimnasio, uno muy bonito, nuevo y moderno, ubicado en el último piso de un famoso centro comercial de la Avenida Oriental entre las avenidas la Playa y Maracaibo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Con una estricta disciplina y con un gran entusiasmo, el señor Klinkert seguía entusiasta las indicaciones de su instructor sin importar lo exigentes que eran sus rutinas basadas en trabajo muscular, levantamiento progresivo de peso, muy poco cardio y muy poca actividad que implicara demasiada quema de calorías, por lo que tuvo que dejar sus largas rutas de trote y sus empinadas escaladas en bicicleta, y también acostumbrándose a los empalagosos batidos de proteína, los cuales también resultaron siendo un ritual que religiosamente cumplía complementariamente con su rutina.</div>
<div style="text-align: justify;">
Un año más tarde, Iván Klinkert parecía otra persona, su figura cambió casi que de manera dramática, había ganado más de 20 kilos de masa muscular y aquellos compañeros de oficina que disfrutaban poniéndole apodos alusivos a su otrora desgarbada delgadez, ya lo determinaban con algo de recelo y envidia (de la mala) debido a que el personal femenino de la empresa ya le miraba de pies a cabeza con cierto brillo lascivo en sus miradas. Aunque todo sacrificio conlleva su precio, principalmente por tener que comprar en ese lapso de tiempo nuevas mudas de ropa, no necesariamente por frivolidad sino porque su nueva fisonomía lo requería, así que que su apariencia se tornó al mismo tiempo más moderna y elegante. Sin embargo, contrario a lo que Klinkert creía, la autoridad y el respeto no vienen con una figura fornida, pues a pesar de su figura ya más atlética, su patológica y legendaria timidez, y su carita de seminarista a punto de ser ordenado, hacían que muchas personas se llevaran desconcertantes sorpresas al pensar que su apariencia bonachona nunca traspasaría los límites de su aparente ingenuidad. En el gimnasio esto lo hacía notar y los fisiculturistas que coincidían con él en el entrenamiento lograron entenderlo a pesar de alguno que otro incidente que al principio tendrían con Iván Klinkert cuando alguna vez se acercaron a él para pedirle turnarse algún equipo que en el momento Klinkert estaba utilizando, sin embargo tampoco consideraron molerlo a golpes por su inesperada prepotencia ya que no valía la pena hacerse expulsar del gimnasio ante semejante niñería. </div>
<div style="text-align: justify;">
Don Libardo, un señor que desde hacía algunos años había atravesado el umbral de la tercera edad (60 años), también solía asistir a sesiones de entrenamiento en el mismo gimnasio. Si bien le angustiaba asumir que su juventud ya se había marchitado y que su sex appeal, a medida que pasaban los días se haría cada vez más invisible, no sólo buscaría con su rutina de gimnasio reivindicar ese <i>sex appeal</i>, sino también prorrogar su probabilidad de mantener óptima salud, no obstante aunque él quisiera, ya no podía emprender rutinas de tanto impacto como las de los fisiculturistas, pero independientemente de su edad, siempre se sentía con la energía y capacidad suficientes de hacer lo mismo que éstos, quizás para impresionar a las hermosas y buenonas damas que allí también hacían rutina, o simplemente para desmitificar algunos prejuicios que se tienen con las personas más mayores.</div>
<div style="text-align: justify;">
En una tarde de gimnasio cualquiera, Don Libardo enfrentaba los comunes pormenores de la hora pico cuando el gimnasio comenzaba a poblarse masivamente, teniendo aún a disposición los equipos que su instructor le sugería para su rutina, él los contemplaba como segunda opción, ya que él siempre deseaba utilizar los aparatos que los atletas de nivel más avanzado solían utilizar. A él le gustaba impresionar, le gustaba que las personas, especialmente las damas dijeran cosas como "Me encantaría tener esa condición cuando tenga esa edad", sin embargo, a esa hora, la mayoría de las máquinas "bacanas" estaban casi todas ocupadas, por lo que él no tenía timidez alguna a la hora de parársele a alguien al lado para acosarlo y hacerlo ceder la máquina, pidiéndole que la rotara, aún así, él no se animaba a hacer lo mismo con los negros y los <i>macancanes</i> que regularmente las utilizaban, pues los veía un poco intimidantes aunque conscientemente no lo aceptase, así que buscaba a alguna chica con aspecto de primípara o alguien con cara de pelotudo a quién pudiera hacer ceder a base de presión. Don Libardo, en esa misma tarde, miró a su alrededor y se sintió feliz porque la cabina para pectorales estaba siendo ocupada por un personaje de apariencia bonachona; nada más y nada menos que Iván Klinkert. </div>
<div style="text-align: justify;">
Don Libardo convencido de que le sería muy sencillo hacer ceder a aquel individuo de aspecto virginal y tontarrón, fue con toda prepotencia a parársele al lado para hacerle entender que necesitaba del equipo. Cuando Klinkert terminó su serie y al hacer caso omiso de la presencia de Don Libardo, prosiguió con la siguiente serie. A Don Libardo quien muy seguro de sí mismo, no le importó hacer interrumpir a su joven vecino tocándole el hombro con su dedo pidiéndole que le prestase atención. Iván Klinkert, que en ese momento se encontraba con unos auriculares puestos en el oído, ya que no gustaba de la música de fondo que ponían en el gimnasio, prestó atención quitándose uno de estos auriculares del oído.</div>
<div style="text-align: justify;">
"¿Será que se demora mucho usted ahí?" Preguntó Don Libardo.</div>
<div style="text-align: justify;">
"Me faltan un par de series" Respondió Klinkert de manera relajada e indiferente, procediendo asimismo a reanudar su serie, enchufándose nuevamente el auricular en su oído.</div>
<div style="text-align: justify;">
"¿Será que nos la podemos rotar un rato?" Preguntó el viejo Libardo, a lo que Klinkert no prestó atención, aparentando no haberle escuchado por tener puestos los auriculares.</div>
<div style="text-align: justify;">
Habiendo terminado Iván Klinkert su penúltima serie, durante el descanso de menos de diez segundos que éste solía tomarse entre serie y serie, Don Libardo se acercó más, tocándole a Klinkert uno de sus hombros y haciéndole con su otra mano un gesto que le indicaba ponerse de pie. </div>
<div style="text-align: justify;">
Iván Klinkert se quitó de encima la mano de Don Libardo, con su otra mano le hizo un gesto de "alto ahí mantenga su distancia".</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando Klinkert iba a comenzar su última serie en la cabina de pectorales, miraba el rostro enfadado y los manoteos de don Libardo, y extrañado por ésto se quitó de nuevo sus auriculares para escuchar qué era lo que tanto renegaba aquel insolente e inoportuno hombre mayor.</div>
<div style="text-align: justify;">
"¿Perdón?" Preguntó Iván Klinkert aparentando mantener su tranquilidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
"Hermano, suelte esa hijueputa máquina que eso no es suyo papá, es para todos". Braveaba Don Libardo para hacerle notar al joven (aparentemente bonachón) su autoridad. </div>
<div style="text-align: justify;">
Klinkert, en una actitud muy meimportaunculista, sin aún dirigirle la mirada dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
"Cuando vengo al gimnasio y encuentro a alguien ocupando uno de los equipos que yo quiero utilizar, ni me le arrimo, ni le pregunto, ni le digo absolutamente nada, simplemente, respeto su turno, espero que termine y mientras tanto voy haciendo otro ejercicio ¿Por qué no hace usted lo mismo, señor?".</div>
<div style="text-align: justify;">
"¿Y quién es usted para decirme lo que tengo que hacer?" Preguntó don Libardo de manera desafiante.</div>
<div style="text-align: justify;">
Klinkert, quien ya estaba a punto de comenzar su última serie en la máquina, soltó sus manos de las dos maniguetas abrió inmensamente sus ojos oscuros de color aguapaneloso y lanzó una mirada de desconcierto a su vecino mayor, y así, poniéndose pie, dirigiéndose prepotente, altivo y desafiante al indefenso anciano fitness, lanzó una mirada mucho más agresiva como si esa oscura mirada fuese un vórtice de ira acumulada que se acrecentaba para arrasar todo lo que estuviera a su paso.</div>
<div style="text-align: justify;">
"¿Entonces veo que usted es de las personas mayores que les gusta arreglarlo todo a la manera antigua?" Preguntó acertivamente Klinkert enseñándole los nudillos de su mano izquierda.</div>
<div style="text-align: justify;">
Iván Klinkert veía como el rostro de su veterano interlocutor palidecía, que por un momento creyó que su conato de agresión provocaría un infarto mortal al señor.</div>
<div style="text-align: justify;">
Luego, Don Libardo, ya en un tono más tranquilo dijo: "No, tampoco para que se ponga así, yo simplemente quería ver si podía hacerle un ratico a la maquina mientras usted descansaba".</div>
<div style="text-align: justify;">
"Yo todavía no estoy descansando, señor, una cosa es descansar y otra cosa es ser interrumpido".</div>
<div style="text-align: justify;">
Don Libardo se retiro desconcertado, y Klinkert a duras penas logró terminar su última serie, pues su interacción con aquel desconocido coartó un poco su concentración.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-61642086312392883422013-02-18T18:56:00.000-08:002013-02-26T21:03:03.106-08:00LA MERY JAIMES. ("Epílogo")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqOGPLBtoJMxPpKgdjjSxEx0D7u8BdUTqkJoEOiB35lSP5BOZRABe809we8GEZ8k4vA-q8ERmjLXznHuhPblax76yIsX_qSD5h_R2gcA_94Ov9NlMY8hWyTB-vv8DGh351pvT9BNOmYg/s1600/369_38723715806_7266_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqOGPLBtoJMxPpKgdjjSxEx0D7u8BdUTqkJoEOiB35lSP5BOZRABe809we8GEZ8k4vA-q8ERmjLXznHuhPblax76yIsX_qSD5h_R2gcA_94Ov9NlMY8hWyTB-vv8DGh351pvT9BNOmYg/s320/369_38723715806_7266_n.jpg" width="320" /></a></div>
No guardé demasiadas expectativas respecto a mi salida con Holanda y los hechos que ocurrieron en ésta tampoco fueron más allá. Fue un momento tranquilo y si no fuera por lo novedoso que resultó ser el reencontrarnos ella y yo, hubiera sido algo monótono, y pese a que estuve a punto de echarlo a perder, tampoco eso cambió la dinámica.<br />
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Nos encontramos en la Estación Estadio del metro, para luego tomar un taxi en la carrera 70 que por la tarifa mínima nos llevaba hasta el centro comercial de marras ubicado al frente de la UPB. En el taxi sólo hablamos cosas referentes al trabajo y a sus horarios, me gustaba que fuera ella quien preguntara ya que yo no tenía ni idea de qué carajos podía yo hablarle.<br />
Estando ya en el centro comercial, entramos a un local famoso por sus Waffles y Crêpes y allí comimos. En el lugar, ella me había contado que su madre recién se había estrenado en su nuevo empleo, sin embargo andaba muy mal de ánimo porque era la misma Holanda la que andaba sin empleo en ese momento. Después de terminar con los Waffles con helado, tuve la idea de que fuéramos al último piso. La zona de juegos y cinemas y buscáramos algo en qué divertirnos. A primera instancia nos divertimos jugando Hockey de mesa, quedamos empatados porque sentía pena con ella si jugaba con todas mis fuerzas. Luego nos fuimos a los carritos chocones, donde nos reímos mucho, y terminamos sentados en una banca del tercer piso hablando.<br />
“Debes volver a casa y eso que ganas en tu trabajo deberías ahorrarlo para estudiar”<br />
Insistía ella.<br />
“Mis papás no tolerarían si viviera con ellos trabajando y sin aportar nada para la casa, no habría mucha diferencia”.<br />
“Antes no mirabas a los ojos cuando me hablabas”. Dijo ella aludiendo a mi timidez.<br />
No supe qué responder, sólo permanecí varios segundos contemplando su rostro, en donde podía percibir su peculiar belleza. Sentí deseos de acariciarla, de besarla, pero la sensatez hizo presencia en el instante y lugar.<br />
“¿Tiene usted novio, Holanda?”. Pregunté para curarme en salud.<br />
“Sí, pero desde hace muy poco ¿Y tú tienes novia?”<br />
“No, aun no”. Respondí sin querer avanzar más en el tema.<br />
“Cualquier chica estaría feliz de estar al lado tuyo”. Decía ella como si tratara de consolarme, cual si hubiese adivinado cuál era mi verdadera intención al haberle preguntado por su novio.<br />
“¿Vamos arriba y vemos qué película hay en cartelera?, sería chévere si entráramos a cine”. Sugerí yo, buscando desviar el tema.<br />
“Gracias, pero debo encontrarme con Daniel. (Así se llamaba el chico de la Universidad que ahora era su novio) a las 6 de la tarde, de verdad este encuentro tal cual como fue, ha sido espectacular, gracias, eres muy especial”. Dijo ella, besándome después en la mejilla.<br />
Tomamos un taxi hacia el centro, donde no compartimos palabra alguna, sospecho que ella sabía que me sentía mal por lo de su novio, no obstante respetó mi silencio”. Después de despedirme de ella, en la calle Ayacucho, sector de San Ignacio, me acerqué a una confitería cercana donde adquirí una caja Tetrapack litro de vino tinto argentino importado y barato para tomármela yo solo en mi pequeña guarida de Prado Centro.<br />
Esa misma noche mientras bebía y escuchaba mis cassettes, tumbado horizontalmente sobre mi cama, en el estado más etílicamente somnoliento, sentí como una desnuda figura femenina emergía desde la cabecera de mi cama y se deslizaba cual víbora sobre mi humanidad, acariciando con sus labios mi cuello orejas, mejilla y boca, deleitándome con el singular aroma de su piel y cabello.<br />
“Mery, sé que no deberías estar acá, pero por favor quédate conmigo el tiempo que sea necesario”.<br />
No respondió nada, sólo se aferró más a mi cuerpo, colocando su cabeza sobre mi pecho, bajo mi mentón, como si también estuviese ávida de sentirme a su lado.<br />
Al día siguiente no encontré sobre mi cama rastro alguno de haber estado con alguien más, seguramente sólo se trató de un sueño. Amanecí con mucho dolor de cabeza y otros pequeños malestares relacionados con lo que estuve bebiendo solitariamente en la noche anterior, noche en donde sólo escuché buena música y caí dormido fácilmente ante el abrumamiento producido por la dosis de alcohol. Los domingos siempre acostumbraba salir por la mañanas, trotar hasta el estadio, hacer algo de flexiones y abdominales y regresar a descansar después de un pequeño almuerzo. Aquel Domingo no me sentí con muchos deseos de aguantar un trote hasta el estadio, no obstante sí logré llegar hasta allá pero caminando, no soportaba la idea de permanecer solo todo un día encerrado en un cuarto sin al menos un televisor que me distrajera. Es cierto que tenía radio, pero a esa hora la programación no era tan atractiva como para permanecer en casa escuchándola. Por la tarde regresé a casa donde permanecí escuchando fútbol por la radio y por la noche traté de leer para caer dormido tempranamente. Me asombré de mi mismo en aquella ocasión al haber pasado un día en completa soledad, donde solamente pronuncié 4 palabras (Las necesarias para comprar el almuerzo) y donde traté de no añorar ni a Mery, ni a Holanda, ni a mi familia.<br />
Fui al trabajo el día después, y me encontré en un desconcertante escenario. El negocio de Mery estaba siendo desmantelado. Allí pude ver a Don Francisco, quien dirigía la operación y daba instrucciones a los trabajadores que metían toda la mercancía y muebles en dos diferentes camiones estacionados a la salida del lugar. Allí también estaba Isabel, al mando de su Twingo rojo, luciendo lentes oscuros. Cuando traté de ingresar al local, ella me llamó y fui hacia ella.<br />
“No debiste dejar a mi mamá sola el otro día”. Me decía en un tono oscuro poco habitual en ella.<br />
“¿Qué pasó?”. Pregunté yo.<br />
De repente una voz se escuchó a lo lejos, era Don Francisco llamándome, al que acudí de inmediato.<br />
Entramos él y yo al lugar y subimos al segundo piso donde estaba el taller de Mery completamente desmantelado, sólo había algunas sillas, de las cuales tomó una para sentarse y preguntarme:<br />
“De acuerdo al tiempo que usted trabajó acá, ¿por cuánto cree usted que se le debería liquidar?”.<br />
“No lo sé, deberíamos preguntarle a doña Mery”. Respondí.<br />
“Mire muchacho, doña Mery no va a estar presente el día de hoy, con quien usted debe arreglar ahora es conmigo, y como usted ve estamos clausurando el local porque éste ya cumplió su ciclo…”. Hizo una pausa y me mandó una mirada inquisidora, y luego continuó a manera de ultimátum: “Porque lo que es a usted lo necesito liquidado de una vez por todas. No quiero volverlo a ver, lo quiero lejos de acá y de mi familia, así que dígame cuánto necesita, y piérdase para siempre”. Decía él, sacando de su portafolio una chequera y un lapicero.<br />
“Para fortuna suya señor, no necesito dinero, además no creo que nos volvamos a ver, gracias”. Respondí, y de inmediato abandoné el lugar sin darme el lujo de mirarle la cara que hizo al dejarlo con su lapicero y chequera listos para firmar.<br />
En realidad no sé cuan pendejo o pusilánime pude haber sido yo al obrar de esa manera, por muy poco que me importara ese dinero, tenía derecho a recibirlo, pero tampoco quería sentirme como alguien que le arrojan monedas al piso, se agacha recogerlas mientras le pisotean, así como también estoy seguro de que al señor ese le valió huevo todo ese falso orgullo que traté de mostrar.<br />
Al salir del lugar quise dirigirme hacia el carro de Isa, pero ella ya no estaba más allí.<br />
Don Francisco custodiaba desde la puerta de lo que alguna vez fue el negocio de Mery, parecía como si no supiera a quien mirar, si a los trabajadores del camión o a mí. Sentí cierto temor, pensaba que en cualquier momento aparecerían unos motonetos y me dispararían, pero pude terminar de andar la cuadra tranquilamente.<br />
Antes de doblar la esquina de esa cuadra había una pequeña cafetería, desde la cual me llamaba una voz familiar.<br />
“¿Si supo lo que pasó?”. Preguntaba Ruby, quien se encontraba allí tomando una bebida caliente, tinto o aromática, algo así, y luciendo un semblante bastante preocupado con ojos llorosos sin saberse si era por Mery o porque sencillamente también se había quedado sin empleo.<br />
“No tengo ni idea, fui a averiguarlo, y el señor ese casi me saca a patadas”. Respondí.<br />
“Mucho hijueputa, él desde hace años venía cayéndole al negocio”. Se quejó ella.<br />
“¿Pero por qué están clausurando el negocio?, no entiendo ¿Mery te dijo algo?”. Preguntaba yo.<br />
“Mire, el sábado pasado, a eso de las 2 de la tarde, una clienta entró a la tienda, al ver que no había quien le despachara, ni le contestara los saludos, miró a su alrededor, y se encontró a Doña Mery inconciente, tirada detrás del escritorio. Inmediatamente llamó a emergencias y una ambulancia se la llevó. Eso es lo que me han dicho los vecinos del sector, ni Don Francisco ni Isabelita han querido decir qué pasó con ella después, hasta ese pendejo me habló de la manera más grosera, lo que medio alcancé a escuchar fue que le dio un derrame o algo así, y tiene mucho sentido porque ella se quejaba mucho que le dolía la cabeza”.<br />
La señora empezó a sollozar y empecé a sentirme mal yo también.<br />
“Cuídese muchacho, y que la virgen me lo acompañe de aquí en adelante”. Entendí que con esa frase ella quería decir que me tenía que ir. La besé en la mejilla y abandoné el lugar sin dejar de mirar atrás a la expectativa de algún sicario motorizado que pasara, pero que nunca apareció.<br />
Me sorprendió la tranquilidad con que estaba enfrentando yo aquellos eventos, sin embargo a medida que el bus del Poblado con dirección al centro avanzaba (Tenía miedo de andar a pie), mi interés acerca de lo de Mery mudó de indiferencia a consternación.<br />
Media hora más tarde me encontraba en la casa de mis padres conversando con mamá, quien al verse contenta de verme hacer visita, no tardó en servirme un montón de comida y mostrándose sorprendida ante la noticia de Mery, a quien empezó a llamar por teléfono repetidas veces sin que le llegasen a contestar.<br />
“¿Ahora qué vas a hacer sin trabajo?”. Preguntaba ella.<br />
“Quizás pedirle trabajo a un amigo que tiene un bar en el centro”.<br />
“¿Y sí crees que te lo dé?<br />
“¡Seguro!”. Respondí.<br />
“Ojalá, con tal de que no se vuelva a montar a cantar en los buses”<br />
“Tranquila, ya no tengo guitarra”.<br />
Mientras trataba de comer sin mucho apetito lo que ella me había servido, sólo para no desagradecerle, ella seguía insistiendo en el teléfono, en procura de noticias acerca de Mery, así como lo estuvo haciendo por algunos días más, hasta que el teléfono empezó a sonar como si estuviese ocupado o cortado.<br />
“¿Qué le habrá pasado a la pobre Mery?, esto si que está bien extraño”. Reflexionaba ella y remató con su recurrente recuerdo de infancia donde evocaba sus años de juventud al lado de la joven Mery Jaimes. "Y es que la Mery Jaimes fue muy bonita, odiada por unas, admirada por otras, sin embargo todas queríamos ser de algún modo como ella".<br />
También evocaba la manera impecable como su madre (La tía Piedad) la enviaba al colegio, con un delantal bellamente confeccionado que a la hora de hacer trabajos artísticos le mantenían impecable su uniforme, cuidaba de su cabello para que se viera más largo e imponente que el de las otras compañeras, en los festivales de talento, en las izadas de bandera , y hasta en el concursos de la niña más linda del colegio, ella siempre se destacaba, uno de sus padres era intérprete de música tradicional y andina, y ella cantaba con él y participaban en festivales de la canción, hasta incluso llegaron a salir en la televisión.<br />
Y remataba diciendo: “Aahh que linda era la Mery Jaimes, si hubiese tenido una hijita, la educaría para que fuera una niña tan linda y buena como lo fue ella."<br />
Al terminar la visita a mi madre, y al verme sin nada qué hacer me fui a descansar a mi lugar de refugio, donde mi estupor por lo ocurrido se transformó en una profunda nostalgia, recordando los mejores instantes que compartía al lado de Mery y tratando de entender lo que sentía por ella.<br />
No logré enterarme de noticia alguna relacionada con Mery Jaimes, por lo mucho o poco que haya tratado de indagarlo después, pero tampoco averigüé demasiado.<br />
El mes ya estaba en su tercera semana y aun no había reunido el dinero faltante para pagar un mes más de arriendo, incluso había gastado parte de este ahorro en mi salida con Holanda, y ahora estando sin trabajo, veía como finalmente los problemas arribaban a mi estancia. No quería regresar de vuelta a casa de mis padres habiendo fracasado.<br />
Pensé en el Cómics Bar, y proponerle a Chucky mi “proyecto” como solitario, aunque sabía que sin Mery me costaría mucho lograr un show de calidad, además me sería un poco incómodo tener que estarle pidiendo prestada una guitarra cada vez que quisiera tocar en su bar, “ojalá me permitiera trabajar asi fuera de mesero”, pensaba yo. De repente recordé la guitarra eléctrica que Mery utilizó para nuestra presentación y que se llevó consigo aquella madrugada después de esa larga noche que pasamos juntos, de repente también recordé la otra guitarra que ella me prestó, aquella vieja y fina guitarra española que la acompañó desde su juventud, y que tuvimos que descartar para dicha presentación, y que finalmente tuve que guardar debajo de la cama. Inmediatamente me asomé debajo de la cama y allí aun estaba ese estuche, el cual sin dejar yo de estar sorprendido al verlo aun allí, procedí en abrir. Mientras sacaba de allí el instrumento y luego lo afinaba, el aroma de madera fina de la guitarra, parecía ser la impronta de los mejores momentos de mi hermosa amistad con Mery, me llené de nostalgia, que decidí tocar una canción para revivir esos momentos. Al día siguiente madrugué con la intención de ir a San Joaquín a devolver el instrumento y averiguar noticias recientes acerca de ella, sin embargo por mucho que haya intentado romper la promesa que le hice a Don Francisco llamando desde el teléfono público de la calle, y al no hallar respuesta alguna a mis llamadas telefónicas, decidí quedarme con la guitarra, hasta que algún día o alguien (Ojalá la misma Mery Jaimes), fuera en mi búsqueda para reclamarla. Aun la estoy esperando.<br />
Al no tener nada más que hacer esa mañana, me aventuré a buscar una forma de ganar dinero y conseguir lo que me faltaba para el arriendo. Me sentía avergonzado de tener que volverme a montar en los buses a cantar viejas canciones, que permanecí media hora sentado en una banca del Parque del Periodista, dejando pasar más de 3 buses de Circular Coonatra, ya que aun no había reunido el valor suficiente para aceptarlo y asumirlo nuevamente. Mientras permanecía allí sentado, tratándome de animar por medio de los arpegios que le sacaba a la hermosa guitarra, una flauta cercana se dejó oír tratando de de homogeneizar su dulce sonido con las notas de la guitarra.<br />
“¡Holanda!, ¿Va para la U?”. Le pregunté yo, tratando de ocultar mi asombro.<br />
“Si estuviera yendo hacia la U, el bus lo tomaría en la otra cuadra, en el Palo”.<br />
“¿Qué cuenta de nuevo?, ¿a qué debo el gusto?”. Pregunté.<br />
“Bueno, no tengo trabajo, y debo buscar una forma de ganar algo para ayudar a mi mamá, por ahora, toca subirme a los buses a tocar una melodía con la flauta y cantarles a capella otra canción”.<br />
“Entonces usted es mi competencia porque también me quedé sin trabajo, clausuraron el negocio donde trabajaba”. Dije aguantándome la vergüenza de hacerle saber que mis cosas no andaban bien.<br />
“Oh, qué lástima, pero en realidad no me interesa ser tu competencia, porque aprovechando que por alguna razón estamos nuevamente acá reunidos, te quiero preguntar si me puedes dar trabajo, creo que quizás necesites una buena vocalista”. Sugirió ella.<br />
No lo pensé demasiado, sólo respondí: “No hay tiempo para ensayar, allí viene otro Circular”.<br />
<br />
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::<b>FIN</b>:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::</div>
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</div>
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-91123536174458862752013-01-29T21:50:00.002-08:002013-02-26T15:55:30.899-08:00LA MERY JAIMES (14to Acto: "Desde hace bastante padezco migrañas")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-xjDmqRV5dslnxmykQ2pmENsaosxt-JQ7JNEE7mWUiL6ykK_o08p_3KQg1sANabwPOBkZnYrtbkeU-y5kpSwzaOUiq_ul8dTi6BMeqBYaxyUEMqk7KZKsREVOU4YGfyQN1nixkl7XOw/s1600/cabinas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-xjDmqRV5dslnxmykQ2pmENsaosxt-JQ7JNEE7mWUiL6ykK_o08p_3KQg1sANabwPOBkZnYrtbkeU-y5kpSwzaOUiq_ul8dTi6BMeqBYaxyUEMqk7KZKsREVOU4YGfyQN1nixkl7XOw/s320/cabinas.jpg" width="320" /></a></div>
“No fui muy querida por la familia de mi esposo, ya te había dicho que la familia de Francisco a pesar de ser una familia ´de modo´, no eran como los aristócratas sofisticados que muestran en el cine o en las telenovelas mexicanas, simplemente eran una familia de origen campesino que supo sacar buen provecho de sus negocios. Con su padre no tuve mucho problema, aunque tampoco creo que le importase mucho, a su madre nunca le agradé, ella nunca vio con buenos ojos lo que yo hacía, ni mi forma de ser. Si yo era callada y tímida, ella lo interpretaba como antipática y arrogante, si tocaba en una banda rock, era peor que ser una cabaretera nudista. Fueron muchas las veces en que ella intentó hacerme entrar en conflicto con Francisco, pero por fortuna mía, Francisco creía más en mí que en su propia madre, la cual siempre deseó para su hijo una mujer más ´tradicional´, de familia, preferiblemente como ella misma. Recuerdo que ella estimaba mucho a su otra nuera, una chica buena pero medio-tonta, extremadamente sumisa, que en ocasiones era molida a golpes por su marido, el hermano mayor de Francisco. Tenían un hijo, un pequeño rufián, al que la abuela le celebraba todas sus travesuras, el niño casi siempre estaba con la abuela, ni siquiera con su madre la que casi siempre por lo general era manipulada por la señora suegra, si la madre cohibía al muchacho por algo, la suegra intervenía diciendo ´déjelo, los niños deben ser avispados, ¿o es que acaso quiere que sea un bobito o un mariconcito?´.<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando tuve a mi hijo Marcos, ella también quiso ser quien lo criara a su modo, pero yo no quise que fuera así, no quería que mi hijo fuese un muchacho malcriado sin ninguna noción del respeto, para eso elegí a mi tía Piedad, quien me ayudaría a cuidarlo cuando yo estuviera trabajando o en la universidad. La mamá de Francisco tampoco miraba con buenos ojos, que yo estudiara y trabajara, ya que con un esposo como el que yo tenía no había necesidad de ello. Las veces que Francisco y yo íbamos a la finca de sus padres a hacer visita, el otro niño, el sobrinito de mi esposo disfrutaba haciéndole maldades, cuando yo lo apartaba de él, esa señora se me enfrentaba, diciendo: “Son niños, déjelos que así es como juegan”. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hubo un tiempo en que Francisco me pidió que debía dejar de vez en cuando que su madre cuidara al niño ya que él no confiaba de mi tía Piedad y sus tendencias lésbicas, razón que me parecía absurda ya que siendo ella la que me crió a mí, no había en ello absolutamente nada de ello que me hubiese afectado. Mi tía era una de esas mujeres creyentes y rezanderas, ella solía prenderle velas a la virgen y algunos santos. Marcos quería mucho a la tía, ella lo sacaba a pasear al parque, jugaba con él todo el tiempo, le leía cuentos, le enseñaba a ser cooperativo y útil y gracias a ella, el niño creció siendo muy inteligente, activo y comunicativo, era un niño brillante. Yo había renunciado a mi trabajo para tener más espacio para mi hijo por las tardes, sin renunciar aun a mis estudios en <st1:personname productid="la Universidad" w:st="on">la Universidad.</st1:personname><br />
<st1:personname productid="la Universidad" w:st="on">Una noche</st1:personname> ambas salimos con el niño para ver el alumbrado navideño, y le compramos un globito de esos que se llenan con helio y flotan en el aire, porque la cometa que yo le había hecho días antes no le elevaba y su idea era hacer que el globito se elevase lo más alto posible atándolo de un largo hilo y traerlo de regreso. Al día siguiente, después de haber regresado a la universidad, fui a recoger al niño, pero me encontré con un panorama dantezco; la gente, alguna con indumentaria de los bomberos sacaba muebles camas y utensilios, algunos consumidos por las llamas. La teoría fue que el globo de helio fue arrastrado por alguna corriente de aire hacia alguna de las veladoras que en ese momento tenía encendida la tía Piedad, el contacto entre ambos objetos provocó una inmediata combustión que lo consumió casi todo en segundos. Mi tía Piedad murió consumida por las llamas, mi hijo que iba a cumplir 5 añitos logró escapar de las llamas pero murió asfixiado tratando de abrir la puerta.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Quise morir también en ese momento, pero ya tenía 6 meses de embarazo, Isabel ya venía en camino, pero después de aquella tragedia renuncié a todo a mis estudios, a mi futuro, sería madre por tiempo completo”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Esta triste y trágica historia de Mery fue una de las varias vivencias que compartimos aquella larga noche después de haber terminado el extenso idílio de una noche entre ella y yo. En aquella ocasión pasamos la noche de largo, yo no logré conciliar el sueño, la acaricié en su espalda y nalgas mientras reposábamos desnudos sobre el mismo lecho hasta el amanecer. Se marchó en la madrugada, con la bolsa y casi todas sus cosas, yo le ayudé a conseguir un taxi, nos dio pena despertar a esa hora a la dueña del edificio, de manera que tendría que llevarle su moto al trabajo el día siguiente.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No fue difícil mirarla con objetividad los días siguientes donde eventos complejos comenzaron a afectar la dinámica del negocio. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mery pasó ausente durante 3 días donde el negocio estuvo al mando de doña Ruby mientras que Yuri, permanecía muy a disgusto rindiendo cuentas, explicándole facturas, y las tablas de inventarios a Don Francisco, quien sorpresivamente anduvo merodeando durante toda aquella tensa semana, y me sorprendía como se dirigía a ella a los regaños y gritos, cual si fuese una niña tonta que estuviese acostumbrada a esta clase de vejámenes, pero en realidad no lo era tanto porque al día siguiente renunció. <br />
La labor de Yuri quedó repartida entre doña Ruby y yo. El señor Francisco no interactuó mucho conmigo, lo recuerdo como un señor de estatura media, no más alto que yo, su rostro tenía aspecto de hombre bonachón e inseguro o quizás era un aspecto normal comparado a la imagen sagaz y algo malévola según lo que Mery me había descrito de él, pero tenía un aspecto estresado y estresante, y así usara camisetas manga larga, pantalones de paño y corbata, no se le veía elegante, tenía más aspecto de predicador puerta a puerta que de alto ejecutivo aunque su negra cabellera dejaba ver una que otra plateada hebra de cabello que no le hacían ver tan viejo de todos modos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Así que usted es ´el hombre´”. Fue lo único que me dijo en el primer encuentro ocasional frente a frente que tuvimos, ante ello sólo pude asentir y él también asintió, sin parecer muy encantado en conocerme, seguramente no le di muy buena impresión, quizás porque no lo saludé desde un principio, o porque no le estreché la mano, o porque ya sabía que me estaba acostando con su mujer, nunca lo supe.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al regreso de Mery, todo parecía que durante esos pocos días habían pasado no sólo años sino toda una era donde todos parecíamos haber envejecido con el lugar. En el sector ya habían comenzado a asentarse otras tiendas-talleres de otros diseñadores y de la noche a la mañana la cuadra se convirtió en una especie de centro comercial al aire libre donde abundaban boutiques, tiendas de accesorios, y almacenes exclusivos de diseñadores. Ya había demasiada competencia, y al otrora innovador negocio de Mery le costaba demasiado respirar, pero no creo que haya sido por aquella abundante competencia que el negocio flaqueaba, ya que Mery era lo suficientemente inteligente para encararlo, el problema ahora era su apatía, su ánimo parecía deteriorarse cada día más, al principio pensaba que se trataba de su salud, ya que por aquellos días, después de que Don Francisco desapareciera, permaneció guarnecida en el segundo piso, mandando órdenes desde Ruby y terminando algunos encargos pendientes. Mientras yo ya me encargaba de las ventas de mostrador, ya eran muy pocas las tareas de mensajero que me correspondían hacer. Mi relación con Mery diariamente se limitaba al saludo, y algunas de sus órdenes me aparecían por escrito, siendo Ruby quien me las explicaba. Eran días largos y aciagos, incluso trabajando doble jornada en el mostrador, pasando dos días sin hacer una sola venta. Cuando estaba Ruby presente, cada vez que yo intentaba subir al segundo piso a preguntarle algo a Mery, Ruby trataba de obstruir como si allá arriba hubiese algo que yo no podía ver. Una vez, durante la hora de almuerzo, Ruby se ausento algunos minutos, traté de aprovechar el momento y verificar si Mery estaba allá arriba ya que durante aquel día no la había visto llegar ni sentido. Subí por la pequeña escalera, y cuando mi cabeza comenzaba a emerger al segundo piso, podía verla a ella dando la espalda en su mesa de bordado, trabajando silenciosamente, donde el único ruido que podía percibirse era el de sus sollozos tan seguidos y tan intensos como un ataque de hipo, luego Doña Ruby me sorprendió en la escalera, y el regaño no se hizo esperar: “¡Qué estaba haciendo allá!, ¿no ve que a Doña Mery le ha estado doliendo mucho la cabeza?”, Exclamaba y preguntaba ella.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“¿Para qué no le dice que vaya donde el médico?”. Sugerí yo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Eso a usted no le incumbe, ella verá como le hace, pero de ahora en adelante usted no debe subir allá sin autorización”. Aun me extrañaba el ambiente tan enrarecido y por el por qué de todo aquello, no obstante el latigazo definitivo a mi motivación de trabajar fue cuando Mery por fin hizo presencia en el primer piso y viéndome allí dijo: “A final de la jornada suba al taller para que hablemos”. Si no es porque su presencia representaba para mí una figura de amistad, amor y ternura, trabajaría nervioso y paranoico hasta el fin de aquella jornada. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me presenté en su taller finalizando la jornada, allí se encontraba empacando, trabajos a los que durante toda esa semana ella estuvo dedicada. “Estoy muy apenada contigo”. Decía ella con sus lentes puestos sin lanzarme una sola mirada y seguía: “Usted ha visto todo el despelote con el que hemos estado lidiando todos estos días, nos va a costar mucho trabajo salir de esto”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“En realidad no me importa Mery, estaré contigo siempre, incluso en los momentos difíciles”. Respondí.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“¡Claro que debe importarte!”. Exclamó ella con un tono fuerte. “Te necesito más concentrado, no quiero hacerte daño, ni abusar de tu sumisa bondad, olvídate de todas las confianzas que te he dado, ahora los dos vamos a estar concentrados en parar este negocio, y ahora que conozco tus sentimientos hacia mí, te suplico que los dejes a un lado, de lo contrario, voy a tener que echarte”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Yo no podía creer lo que estaba escuchando, me pareció injusto y algo descarado. Si ella fuera un hombre y yo fuera una dulce e inocente joven sería algo por lo que podría chatajear, pero a la hora de pensar en ello, hacer público lo que pasó entre los dos con ese fin, era tan absurdo como ridículo, nadie me lo creería, no obstante fue más mi tristeza que mi rencor hacia ella.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Aquella vez, al salir del trabajo, sentí deseos de que me atropellara un carro o que una banda de asaltantes llegara al acecho para hacerme daño, de hecho, en mi habitual viaje a pie, antes de llegar a San Diego, me desvié por esas zonas desoladas cercanas a la estación exposiciones hasta llegar a <st1:personname productid="la Alpujarra" w:st="on">la Alpujarra</st1:personname>, pero ningún maleante me persiguió, ni un indigente tampoco me abordó para pedirme moneda alguna, fue como un viaje en piloto automático donde no sentí el rigor del trayecto. Me sentí bastante cansado hasta que habiendo ya llegando, a la carrera Junín, decidí darle uso a la moneda de 500 que llevaba en el bolsillo. En un principio quise gastármela en una bolsita de agua o algo refrescante, pero no tenía tanta sed como para morir de inanición antes de llegar a casa, así que la invertí en 20 minutos de Internet en una de las cabinas privadas del sótano del Centro Comercial **ión Plaza. Ya estando dentro del café internet, al frente del monitor de uno de los computadores, visualizando la bandeja de entrada de mi correo electrónico sin ninguna novedad más que el spam, algo me dio pie para recordar a alguien, por lo que de mi billetera saqué un pequeño papel donde estaba la dirección electrónica que Holanda me había anotado, aquella noche de la temporada decembrina donde ambos coincidimos trabajando en la casa de banquetes. Le escribí lo siguiente:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>“Querida amiga:<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Quiero disculparme por el distanciamiento y por no haberte entendido en su momento.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Me gustaría ir a ***centro, ese centro comercial que queda al frente de <st1:personname productid="la UPB" w:st="on">la UPB</st1:personname>, hace tiempos que quiero ir allá. ¿Podrías acompañarme este próximo sábado?.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Es todo.</i>”<i> <o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con esto buscaba una razón por la que valiera la pena terminar la semana. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Según el temporizador del computador, sólo habían transcurrido 6 minutos cuando terminé de digitar mi mensaje para Holanda, Ya en los otros 14 minutos restantes decidí permanecer viendo videos musicales en Youtube, y cuando sólo faltaban 2 minutos para que se cumpliera el tiempo y el programa me cerrara la sesión automáticamente, decidí darle un vistazo nuevamente a la bandeja de entrada de mi correo electrónico, a sabiendas que era demasiado optimista pensar que Holanda me contestaría inmediatamente, pero como si de una broma del destino se tratase, encontré 1 mensaje nuevo en bandeja remitido por una tal <i>“Holanda Mejía”. </i>Ni el más optimista esperaría semejante respuesta tan inmediata. Abrí el mensaje y éste decía:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>“Querido amigo:<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Yo también quiero disculparme por mi ingratitud.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>¿Para este sábado? Bueno, si podemos vernos temprano, es decir, después del mediodía, seguro que te puedo acompañar. <o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>A propósito, ya nos reconectaron la línea telefónica, el nuevo número es ### ####, llámame para que fijemos una hora y lugar de encuentro.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Nos vemos pronto, un abrazo.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Holanda.” <o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A la salida del lugar, al pagar por el servicio con la preciada moneda de 500, tuve otro encuentro inesperado.</div>
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“¡Hola!, ¿qué haces aquí?”. Preguntaba Yuri.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Bueno pues pasaba por aquí para revisar mi correo”, Respondí mientras ella hacía una sonrisa maliciosa como de <em>´sí, cómo no´,</em> a sabiendas de que las cabinas privadas de Internet tenían la reputación de ser lugares muy comunes entre los solitarios pervertidos, que aprovchan la privacidad de los cubículos para disfrutar de la pornografía e incluso estimularse manualmente allí mismo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“¿Y a qué debo la sorpresa?”. Pregunté yo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Bueno, estoy trabajando acá mientras me resulta otra cosita, trabajo en el otro ciber café que está a dos locales más por este mismo corredor, es de los mismos dueños, vine aquí a decirle a Vane que me espere para irnos juntas”. Me presentó a Vane a quien yo había pagado los 500 pesos, y luego nos fuimos al otro local a charlar un rato.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“¿Por qué renunciaste al otro trabajo?”. Pregunté yo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“No me diga que no sabe, usted que es tan íntimo de Doña Mery”. Respondió</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Pues tan íntimo seré que ni tengo idea, pero si es algo muy personal, haré de cuenta que no me incumbe”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Mira, Doña Mery desde hace mucho le debe unos buenos millones a ese señor Don Francisco, lo que hace él es ir a cobrar un porcentaje a manera de vacuna, el señor ese se la pasa atormentándola y amenazándola, por eso es que Mery trata de buscar la forma de impulsar su marca y recibir buenas ventas para no quedar tan desangrada. Todos estos años, yo he estado ayudándole a ella a llevar la contabilidad y el inventario. Él no la molesta mucho a ella desde que ella le cumpla con el 30% de sus ganancias, si no lo hace, siempre le hace una maldad, tal como, ponerle petardos al negocio, robarle, y si ella lo denuncia él la amenaza. Ese señor es de lo peor. Ahora que está pidiendo 70% porque también él está metido en severo problema llegó arrasando con todo, entonces más bien me aburrí y me fui, usted también debería hacer lo mismo”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No fue la última vez que vi a Yuri, seguí en contacto con ella y su amiga Vane por más tiempo, frecuentándolas muy seguido, hasta podría escribir otra historia extensa sobre mi posterior “amistad” y relación con una de ellas, por no decir ambas, pero también me lo ahorraré para no descontextuar el relato que nos ocupa.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al día siguiente le pedí a Mery que me dejara trabajar el sábado hasta la 1pm, y que las otras 5 horas me las compensaría durante la siguiente semana, ya que había arreglado encontrarme con Holanda a las 2 pm, sin embargo Mery me recordó que ese sábado había que hacer inventario, pero ese mismo viernes, al terminar la jornada, Mery cambió de opinión al preguntarme que para qué necesitaba que me diera la tarde del sábado libre, a lo que respondí diciéndole la verdad, nuevamente volví a sentir ese talante amigable y bondadoso de la bella Mery quien se mostró comprensiva. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“¿Sabes qué?, deberías ir, te mereces esa cita es lindo retomar una amistad que nunca debió terminar”. Decía Mery con tono melancólico.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“En realidad quiero ayudarte con el inventario, Mery”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“En otra ocasión lo haremos, esta vez lo haré con Ruby”.</div>
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Traté de no pensar si ella estaba siendo sarcástica o hipócrita y creer en su sinceridad, inconcientemente me frustraba y me llenaba de celos entender que ella no quería estar más conmigo, pero asimismo aceptaba y comprendía que era muy dependiente, que no era lo suficientemente hombre para hacerla feliz a ella, y que lo de aquella noche, bueno, fue una pequeña cana al aire. </div>
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Aunque la misma Mery me había dado el sábado libre, fui a trabajar esa misma mañana de sábado sin que ella se opusiera ya que Ruby, por alguna razón que no me incumbía no pudo ir a trabajar aquel día, sin embargo no estuvo nada mal, hubo dos buenas ventas, fue un día hermoso donde Mery permaneció silenciosa y seria aunque no de mal humor, casi todo el tiempo ocupada elaborando nuevos ítems de bisutería para su línea de accesorios. Al mediodía se quejó de que le dolía la cabeza, un gag al que estaba tan acostumbrado y del cual ella lograba reponerse después de meterse un par de pastillas. Estuve a punto de llamar a Holanda para cancelar nuestro encuentro ya que Mery se encontraba sola y no disponía de nadie quien le ayudase a hacer el inventario, pero fue ella misma quien me lo recordó.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Pero Mery, hoy hay que hacer inventario y Ruby no vino hoy.”</div>
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“Tranquilo, podemos hacerlo durante la semana por partecitas, no hay afán” Respondió ella desde un rincón donde con su mano en la frente y con el codo sobre el escritorio esperaba que los analgésicos surtieran efecto.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Pero vea que le está doliendo la cabeza, ¿Sí cree usted que pueda aguantar la jornada de hoy hasta las 6pm?”. Le pregunté.</div>
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“Desde hace bastante padezco migrañas, todos los días lidio con ellas y tomo los medicamentos, tal como dice el doctor, y siempre he logrado terminar la jornada”. <br />
Esa respuesta me dio cierta tranquilidad, dudosa, pero tranquilidad después de todo.</div>
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Aquel día, yo llevaba puesta la muda de ropa más nueva, cuando me alistaba para salir del lugar a mi encuentro con Holanda, me puse un suéter de lana sobre los hombros y Mery, comenzó a sonreir.</div>
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“Te ves muy lindo, esa chica se sentirá muy afortunada hoy”. Decía.</div>
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Sólo pude responder haciendo una mueca, luego cuando ya me disponía a abandonar el lugar, Mery me llama y me dice:</div>
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“Llévale un regalo de la tienda, una de esas carteritas, una pulserita, un collarcito, mira estos nuevos que he elaborado”</div>
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Pero aquella vez no me dejé atrapar de la solidaria dulzura de Mery, ya era un hombre orientado hacia la independencia (o al menos eso trataba yo) y quería mostrarle a ella, sólo por aquella ocasión algo de carácter, y dejarle claro que yo ya no era digno de tanta compasión, ni que tenía por qué estarle recibiendo todo, que yo sólo me podía ocupar de mis asuntos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
“Tranquila Mery, no será necesario, ya le he comprado un regalo a ella”.</div>
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Ya, habiendo abandonado el lugar, antes de cruzar la calle, vuelvo mi vista hacia el lugar, y pude contemplar a través del cristal de la entrada la imagen de Mery, contemplándome desde el interior de la tienda siguiéndome con su triste mirada, cuando logré cruzar la calle, mire nuevamente hacia atrás y aun podía ver su imagen, poniéndose de pie, con la bisutería que ella recién había elaborado en sus manos, esa imagen me emocionó tanto que casi lloro del pesar que me dio haberle despreciado su cortesía, levanté mi mano despidiéndome, a lo que ella respondió agitando la suya.</div>
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-89189155550409837872012-12-30T22:01:00.001-08:002015-09-01T20:49:08.105-07:00LA MERY JAIMES (13er Acto: "Atrapados")<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0yPN3bPat5tFK1ACiLk5QroGSdCQEIQ3y8k8Dpe9XRGUivWe2Rv95UwgcKSHSoKp778X1HnTi2EC6YCGKLnF4LItlYRgxDDX9ryxQDKP9jy028J3pTyd7uu1lse_D9mnM02C602LN5Q/s1600/ac22.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0yPN3bPat5tFK1ACiLk5QroGSdCQEIQ3y8k8Dpe9XRGUivWe2Rv95UwgcKSHSoKp778X1HnTi2EC6YCGKLnF4LItlYRgxDDX9ryxQDKP9jy028J3pTyd7uu1lse_D9mnM02C602LN5Q/s320/ac22.jpg" width="320" /></a></div>
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</div>
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</div>
<div align="justify" lang="es-ES">
<br />
<span style="line-height: 17px;">Después de haber realizado la tan esperada presentación en el Comics´ Bar, nos encontrábamos Mery y yo en la salida del lugar esperando un taxi, sin dirigirnos la palabra y sin saber si ella estaba realmente enfadada después del beso que le dí en el bar ante la potencial mirada de los allí presentes.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Recuerdo que a la salida le puse la mano a un par de taxis que en el momento pasaron por allí ocupados, hasta que al fin, un minuto después, apareció uno disponible. Al detenerse solicité al conductor que fuera al barrio San Joaquín, a unas cuadras de la calle San Juan, pero después de que abriera la puerta y Mery entrara al vehículo ella me preguntó: “¿Por qué no subes y vas a tu casa primero?, tú vives más cerca, y luego sigo yo derecho a mi casa en este mismo viaje”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Le obedecí de inmediato más por el deseo de no estar allí solo, que por ser yo quien llevaba el estuche de guitarra eléctrica que ella llevó exclusivamente para la presentación.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Estando a bordo del taxi, al ver lo estorboso que estaba siendo el aparato compartiendo con nosotros el asiento de atrás, Mery dijo:</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Menos mal ese amigo tuyo tenía un buen equipo porque sino esa guitarra que tienes ahí hubiera sido inútil”. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">A lo que respondí:</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Todas esas cosas se las encargué durante la semana. Ricardo es un hombre emprendedor, ha tocado en varias bandas, ha trabajado en tiendas de música y en su apartamento tiene un cuarto donde almacena instrumentos y varios equipos que alquila, y a veces los presta a algún amigo que él considere confiable”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Mery solamente asintió al escuchar mi respuesta acerca de “Chucky”, fue la única conversación que tuvimos a bordo del taxi. Cuando llegamos a mi aposento, le dejé su estuche con la guitarra eléctrica y al recibirlo ella me pidió el favor que le llevara el lunes siguiente las cosas que ella había dejado en mi cuarto además de la moto que dejó estacionada en el lobby del piso de la dueña del edificio para luego seguir su camino en el mismo taxi.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Cuando por fin entré a mi refugio, no sabía exactamente qué quería hacer primero. Si ir a la cama de inmediato, escuchar algo de música, ponerme a lavar ropa, fantasear con la visión aun intacta del cuerpo de Mery o simplemente darme una ducha. Opté por lo último, ya que eso de lavar por la noche no era buena idea al no tener el tendedero del solar disponible a esa hora. Lavar ropa en el pequeño cuarto era de cierto modo dramático, había que remojar la ropa en un balde usando suavizante, estregar y enjuagarla en la misma ducha, ya que no disponía de lavadero. La dueña también se ofrecía a lavar y a planchar mi ropa por cierta tarifa adicional, pero la idea mía de optimizar presupuesto, hacía que descartara gastos como por ejemplo el de servicio de tintorería. Así que m</span><span style="line-height: 17px;">e duché, luego me puse ropa cómoda para dormir; una pantaloneta y una vieja franela. Cuando trataba de sintonizar alguna buena estación de radio, sonó de repente el timbre del citófono.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Contesté y escuché su voz: </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Estabas durmiendo?” Preguntaba Mery, de la cual supuse que se había devuelto por alguna de sus pertenencias que ella había dejado y que consideraba importante, como los cosméticos o la ropa íntima que se había cambiado y con los cuales no tuve valor en utilizarlos como ítem de fetichismo aprovechando mi soledad. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Atravesé el pasillo de la edificación, abrí la puerta y allí estaba ella, aun con su estuche de guitarra y sosteniendo una bolsa que de acuerdo a su apariencia y aroma llevaba algo de comida. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Abrí la puerta del cuarto, dejé que ella entrara. Me enternecía la manera tímida como ella se movía estando ya dentro del cuarto, dando pasos cortos sin dejar escuchar el sonido de sus zapatos, miraba para todos lados sin sentarse, como si esperara que yo le autorizara.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Te recibo lo que traes?” Pregunté.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Oh, sí, traje algo de comida para que cenemos los dos” Decía ella sin mirarme a los ojos, desviando su mirada a todos lados como si se sintiera nerviosa o apenada conmigo y continuaba diciendo: “Pensé que quizás no habías cenado y me preocupaba que te fueras a la cama sin haber comido, y al ver la mejoría de semblante que has venido teniendo, no quisiera que vuelvas a desmejorar”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">No me extrañó semejante justificación de su inesperado regreso a mi aposento, considerando la fijación maternal de la que me habló en el Comics´ Bar. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Mientras yo desempacaba la comida que ella había llevado y que consistía en un perro caliente y una hamburguesa con dos latas de cerveza, compradas seguramente en algún carrito de la Avenida La Playa, ella hincó su cuerpo hacia la caja que yo tenía debajo del escritorio, que hacía las veces de improvisada estantería, para ver los títulos de mi colección musical.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Con razón ese amigo tuyo, Ricardo, el del bar te dice Parsons, tienes varios CDs de The Alan Parsons Project”. Decía ella esbozando una sonrisa pícara.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Yo me como el perro y le dejo a usted la hamburguesa”. Propuse yo para no parecer ventajoso.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿No te gusta la hamburguesita que te compré?, el perro lo había comprado para mí”. Dijo ella con un tono maternal muy lastimero que resultó muy persuasivo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Despejé el escritorio para dejarle allí servido su perro y lata de cerveza, mientras que yo me senté en la cama a comenzar a engullir mi hamburguesa. Mery, al ver que ella estaba más cómoda que yo y que no había un segundo asiento para compartir con ella el escritorio, fue a la cama y se sentó al lado mío, al entender yo su noble gesto, tomé la misma toalla que horas atrás le había prestado para que se diese una ducha y se la tendí sobre sus piernas para que así no se manchara su hermoso vestido que aun llevaba puesto y que se estrenó sólo para el recital en el Cómics´, gesto que agradeció con un “Qué lindo eres, gracias”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Cenamos tranquilamente mientras escuchábamos como música de fondo “Latina Stereo”, ya que en el dial no logramos encontrar algo mejor, además de lo decepcionada que ella se sentía al no poder escuchar mi CD de “Fleetwood Mac, Greatest Hits” que ella había sacado de mi colección para escuchar durante nuestra velada, pero que tuvo que quedarse con las ganas ya que yo no tenía reproductor de CDs, pues el equipo en el que los escuchaba antes había quedado en casa de mis padres y era de mi papá.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Si quieres te lo llevas a tu casa para que lo escuches”. Decía yo refiriéndome al CD de Fleetwood Mac, pero ella tampoco quiso llevárselo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Cómo y dónde conseguiste todos esos CDs?” Preguntó.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">La colección la inicié hace 8 años, con el dinero que me daban para ir al colegio, no comía nada, ni tampoco me iba en bus, yo le decía a mi mamá que iba al centro, a la biblioteca a resolver alguna consulta, pero en realidad iba al centro a ver las tiendas de discos, en esa época aun existían muchas, en una de ellas conocí a ´Chucky´, Ricardo el del bar”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Mientras yo le decía esto, ella, aprovechando que en ese momento llevaba pantaloneta tocaba mis piernas, de la misma manera en que se toca la llanta de una bicicleta cuando recién se ha inflado.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Con razón tienes duras las piernas, las has ejercitado de tanto andar”. y luego preguntó: “¿Alguna vez guardaste dinero para salir con chicas, o tu grupo de amigos?”</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Tuve pocos amigos en el colegio, tampoco anduve pa´arriba y pa´abajo con ellos, y con chicas, pues... no, nada”. Respondí, e interrumpí mi historia para terminar lo que quedaba de la hamburguesa. Mery sólo logró comer un poco menos de dos tercios de su <i>hot dog</i>, y me pidió que le ayudase, pero sólo pude darle baja estando ya muy avanzada la conversación, la cual prosiguió cuando me siguió preguntando sobre mi-no-muy entonces lejana vida pasada, a lo que no pude responderle gran cosa, y hablamos unos minutos acerca de mi experiencia en Bogotá y le entregué las copias de la documentación que allí debía gestionar con sus respectivas firmas, lo cual mereció un brindis de latas de cerveza.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Entonces tu primer amor fue esta chica Holanda?” Prosiguió el tema de la vida pasada.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No lo sé, aun no tengo idea de lo que es estar enamorado o sentirse enamorado. Hay algo de ella que no me agrada, pero hay algo de mí que la extraña”. Respondí.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Es tu gran amiga, tu compañera de aventuras, estoy segura de que la quieres mucho”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Hablando de querer gente, quiero disculparme por lo del bar”. Dije yo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Se puso de pie y se dirigió a la bolsa donde tenía su “kit de maquillaje” para extraer de allí un pequeño sobre de pañitos húmedos, se ató el cabello y dirigiéndose a mi pequeño espejo del escritorio, para luego comenzar a desmaquillarse con uno de aquellos pañitos.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿A qué te refieres con eso?, ¿A que no me hayas recordado que hoy era la presentación?”. Preguntó ella sarcásticamente seguramente tratando de dar a entender que el otro incidente no tuvo demasiada importancia.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Me refiero al beso, Mery”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¡Ay, qué es esto tan bonito!”. Exclamo ella al ver el dibujo a lápiz de su propia figura, basado en la vieja foto escolar.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Me sentí terriblemente avergonzado, por no haber escondido el libro donde lo había guardado, seguramente quedó visible al correr algunos objetos cuando ella trataba de ver los títulos de mi colección de música, lo triste fue que cuando ella lo agarró dejó al descubierto la vieja foto donde ella aparecía con su otrora grupo de compañeras de clase.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¡Con razón tu mamá no la encontró la vez que fui a visitarlos!”. Seguía diciendo ella con asombro.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Me sentí atormentado al dejar en evidencia lo que significaba para mí esa imagen. Quise odiarla en ese momento, pero no hubo cabida para resentimiento alguno, lo tomé como si fuera un hecho tipo karma que por alguna razón tenía que ocurrir. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Sustraje la foto del álbum de mamá para mosrársela a usted, no sin antes hacer un dibujo a lápiz para regalárselo”. Respondí sintiéndome orgulloso de haber respondido con tan acertada excusa.</span><br />
<span style="line-height: 17px;"> “¿Se supone que esa soy yo?” Preguntaba ella tratándose de identificar en la foto y luego preguntó que por qué no le había dibujado rostro ni cabello. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Bueno, ese día estaba tan cansado que no podía concentrarme lo suficiente para lograr el rostro tan bonito que allí aparece”. Decía yo empleando otra falsa excusa ya que en realidad no lo había terminado debido a que estaba ligeramente ebrio la vez que comencé a pintarlo, creo que también por eso mismo había olvidado terminarlo. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Mery siguió contemplando la foto con una sonrisa tierna en su rostro, nombró cada una de las chicas que allí aparecían diciendo después de cada nombre una frase o adjetivo que describía la forma de ser que ella recordaba de cada una, se sorprendió de lo poco que había cambiado mi madre.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Usted tampoco ha cambiado mucho desde entonces”. Le dije.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¡Cómo que no! mira no más lo flaquita y bonita que era en ese entonces, y ese cabello tan largo y bonito. Una vez Diana Grajales, la cachetona que aparece en esta primera fila (La que le hacía Bullying) me pegó un chicle, y yo, al tratar de sacármelo, terminé embarrándolo más, y al otro día aparecí con un corte de cabello similar al ´honguito´, al principio me avergoncé pero mi papá me consolaba diciendo que me veía más linda, que parecía a Audrey Hepburn, no te imaginas lo mucho que lloré cuando mi tía Piedad me cortaba los largos trozos de cabello para emparejarlo”. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Luego, al terminar de limpiarse el rostro con los pañitos húmedos desechables de su “Kit de belleza”, se puso de pie para cederme el puesto sobre el escritorio, y me dijo que por favor terminara el dibujo, que quería ver cómo quedaba. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Tomé asiento, un lápiz, suspiré invocando mi inspiración y concentración, mientras que ella se dirigía a reposar sobre la cama, que estaba a mis espaldas. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Yo tampoco sé qué tan incorrecto fue aquello que hiciste en el bar...”. Decía ella mientras yo trataba de dibujar. “Quizás eso que me dijiste hace un momento sobre Holanda, me lo de a entender un poco más, no estás seguro de lo que es estar enamorado, o al menos no estás seguro de cuando lo sientes, quizás lo hayas sentido antes y no lo aceptes o al menos no te das cuenta cuando llega, y lo peor de todo no te das cuenta por qué llega, aún eres joven, lo entenderás algún día”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Traté de opinar algo mientras ella daba aquel pequeño discurso, pero más bien me ahorré la babosada que iba a decir y dejé que continuara para así yo dar término al dibujo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Quizás no hayas intentado acercarte a ella más porque no creíste que podías demostrarle que eras mejor que el otro muchacho, el tal Aaron”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Seguí sin mirar ni opinar nada, comenzaba a descifrar que Mery trataba de decirme implícitamente que me acercara más a Holanda, pues seguramente temía que me enamorara de ella.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No creas que me las estoy dando de psicóloga, son sólo conclusiones que he sacado, y perdóname, si crees que me estoy metiendo demasiado en tu vida”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Por qué parece que yo te importara tanto, Mery?, ¿Por qué dijiste que sientes algún tipo de conexión con tu hijo a través de mí?”</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“En realidad yo tampoco lo entiendo, y por eso creo entender lo que te pasa”. Respondió ella y continuó diciendo: “Pasó mucho tiempo en que tu mamá y yo nos volviéramos a ver, ella tuvo que dejar el Eucarístico, porque era demasiado costoso para que sus padres lo costearan, sin embargo ella siguió yendo a visitarme, luego fui yo quien por razones similares tuve que dejar el colegio y terminar el bachillerato en el Liceo Antioqueño, y no sé si fue la distancia o el desinterés generado por la ausencia que nos alejó definitivamente, pero ambas sentimos que todos estos años han pasado tan rápido, que pareciera como si hubiese tan poco para recordar, que a duras penas pudimos hablar de ello. No sé por qué terminamos hablando de nuestros hijos, sólo le hablé de Isabel, me cuesta demasiado hablar de Marcos, aun así ella si tuvo valor de hablarme de tí”. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Me imagino las pendejadas que habrá dicho”. Dije yo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Sé que no te gusta que Martha me hable de las cosas que pasan en tu familia ni mucho menos de ti, pero aunque no lo creas, me habló cosas maravillosas, y hasta ella misma se culpa de las cosas malas que te pasan, pero me contó una fascinante biografía, de cuando aprendiste a leer a los 4 años, viendo estudiar a tus tías más jóvenes, que eran las que te cuidaban de niño, de lo frágil que eras gracias a los diferentes problemas de salud que te afectaron de niño y lo del Síndrome de Asperger, de lo travieso y curioso que fuiste, de lo difícil que fue tu época escolar cuando los chicos te perseguían a la salida para golpearte e incluso apedrearte y de todo lo inteligente que mostrabas ser desde pequeño. Ella dice que nunca te entendieron, y se culpan de que no tengas la misma fortuna de otros muchachos de tu edad que en este momento realizan sus estudios y van enrutados hacia sus sueños”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Ellos mismos me lo han dejado claro, que si quiero llegar a ser algo depende de mí, y con base a esa premisa vivo ahora, no entiendo por qué tanto drama con eso”. Opiné.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No estamos hablando de tus premisas, estamos hablando de tu carácter, y eso lo he notado, eres cerrado, parco, demasiado introvertido, además parece como si vivieras sin ideales, nunca me hablas de tus sueños o hacia dónde quieres ir con lo que te gusta y eso puede ser fatal porque te volvería una persona débil, ya que si no tienes un ideal para vivir, tampoco tendrás fuerza para pelear por lo que quieres”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Cuando dijo eso, sentí una sensación de déjà vu, al tocar el tema de mis ideales, luego siguió hablando:</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Tu madre tuvo una infancia cruel, con un padre borracho que les pegaba a veces sin motivo alguno, y una mamá absurda que también le pegaba cuando llegaban quejas del colegio acerca de ella cuando se agarraba a pelear con las otras chicas para defender a sus hermanas, tus tías, por mucho tiempo ella creyó que ese fue el modo correcto de crianza, y que lastimosamente lo empleó también contigo, antes de darse cuenta de que estuvo equivocada”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Entonces por eso es que ella supone que soy tímido y raro, porque ella y mis tías me molieron a juete en cierta época de mi vida?” Pregunté yo, y continué: “No quiero justificar mi tara a través de eso que usted dice, simplemente soy así, no le hago hago daño a nadie, pese a que a veces soy medio tonto, cobarde y tengo otras debilidades, no soy el único, pese a ser un hombre de 22 años que se supone que debe comportarse como un señor y que aun no tiene la suficiente madurez, pero a pesar de todas esas debilidades, a muchas mamás, les gustaría tener un ´chico tan especial´ como yo”. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">Al escuchar esto, Mery tuvo una discreta risita que sonó a la vez dulce, pareció como si le causara gracia lo que dije.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“A mí me pareces un hijo perfecto: Hermoso, inteligente, sensible, tierno, valiente y talentoso, pero sobre todo bueno, como seguramente mi Marcos”. Mientras Mery decía estas palabras se le notaba cierto esfuerzo para que el llanto no le quebrara la voz y continuaba diciendo: “No quisiera verte o sentirte madurar demasiado, serías un chico muy aburrido y seguramente no me invitarías nunca a cantar contigo, quiero que aprendas a quererte más, así como yo... te quiero a tí”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Justo después de que ella dijo eso, yo le hacía el último retoque al dibujo, la carita estilo manga quedó muy graciosa aunque linda, tenía que estar soñando para que aquella chica de la foto, aquella que alguna vez idealicé como el paradigma de belleza perfecta, estuviera diciéndome en carne propia que me quería. Cuando me dí vuelta para enseñárselo, ella estaba tendida sobre la cama con sus piernas estiradas cual si fuese alguna pintura de Goya o Rose DeWitt, la del Titanic, en la escena donde posaba para que Jack Dawson la pintara. Aun tenía su vestido puesto, pero sus medias.pantalón y botines ya no estaban allí, sólo sus hermosas piernas y piés al descubierto. Mientras yo le mostraba desde el escritorio cómo había quedado el dibujo, me pidió que me acercara más, debido a que no llevaba sus lentes puestos. Me pidió que me sentara a su lado, como si la cama fuese su territorio, recibió el dibujo y no dejaba de sonreír mientras lo contemplaba.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¡Qué linda!, parece sacada de esa horrible caricatura que tanto le gusta a Isa, esa que se llama disque ´Evangelion´”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Es dibujada con esa técnica, se le dice ´Técnica manga´, si es animación se le llama ´Ánime´, hace un par de años asistí a un taller de dibujo manga que dictaron en una de esas bibliotecas donde iba a leer los clasificados”. Dije yo.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No conocía, tu talento como dibujante, cada día me sorprendes más, no quiero imaginar qué otras cosas más sabrás hacer”. Al decir eso, dobló el dibujo y lo depositó cuidadosamente en uno de los bolsillos con cremallera del estuche de guitarra, preguntando si había también una posibilidad de sacarle copia a la vieja foto escolar. Le prometí que iba a buscar la forma, luego me pidió que me relajara y que me acercara y recostara al lado suyo, abriéndome espacio y haciendo que mi rostro quedara frente a frente con el de ella.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Fuiste tú quien eligió un cuarto con cama doble o simplemente te tocó?”. Preguntaba ella trantando de ponerse mucho más cómoda sobre el amplio colchón.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Ahí estaba el día en que vine a ver este cuarto por primera vez”. Mentí, en aquella ocasión había también disponible otra habitación con cama individual.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Has traído a alguna chica a que te acompañe en tu soledad y en la amplitud de este lecho?”. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No la hay, usted es la primera mujer que he traído aquí”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No es necesario que la haya, ustedes, los jóvenes solteros son aventureros, algunos invitan alguna chica que recién conocen en un bar o simplemente alquilan una acompañante”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Por ahora no creo estar interesado en contratar esa clase de servicios, además desde que vivo acá todos mis gastos están fríamente calculados”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿No te ha dado curiosidad?”. Preguntaba ella haciendo que mi pulso comenzara a acelerarse.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“No, en realidad no, creo que el sexo sin idealización o tensión es una experiencia casi necrofílica”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Respondí esperando haberme hecho entender.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Explícame, ¿Cómo es eso?, no entiendo”. Dijo ella.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Hace seis años a mi padre le preocupaba mucho el tipo de hombre que estaba viendo crecer ante sus ojos, le preocupaba que a mi edad no fuera rebelde, que no saliera a fiestas, que no me fijara en chicas, que no saliera mucho, y que me esmerara más en ayudarle a mi mamá en los quehaceres hogareños. Seguramente pensó que su ´Junior´ había salido bien maricón, así que un día me invitó a que le acompañara a una de esas bebetas con sus amigos del trabajo, desde un principio no me interesó, pero hasta mi propia madre me pidió que fuese, dizque para que le pusiera cuidado a mi papá y no fuera a beber demasiado. Y así fue como resulté en uno de esos antros donde ponen música a todo taco y el aroma ambiente era una mezcla de cigarrillo, tufo aguardientoso con pasante de ácidas naranjas y la fetidez alcalina-urinaria proveniente de los baños”. A los amigos de mi papá les parecía gracioso que yo tardara más de media hora en terminar una cerveza, que no hablara nada, que me la pasara bostezando, ni que tampoco saliera a bailar, con las... señoritas que trabajaban en el lugar. Hasta que hubo un momento donde mi papá se puso de pie y estuvo ausente unos minutos, sus otros dos compañeros también se habían puesto de pie para salir a bailar con algunas de las chicas del lugar. Hasta que apareció la administradora del lugar, Doña Márgara, una vieja ex-prostituta quien, llegó y me tomó de la mano, sintiéndome aterrorizado, pero cuando me dijo que por favor la acompañara que tenía un regalo para mí en el segundo piso, despertó inmediatamente mi curiosidad. Aquel segundo piso era un lugar tétrico, iluminado por una luz color rojizo a lo largo de un pasillo, conducía hacia el único cuarto que tenía la puerta abierta, allí me esperaba una tal ´Mileidy´, una joven cuyo bonito rostro se veía un poco estropeado gracias a su maquillaje excesivo y el falso rubio de su cabello. Me pidió de una manera cruda que me desvistiera, parecía ir muy apurada, pese a que ella también se desnudó, esa desnudez no causó un gran impacto sobre mí, ya que mi erección llegó tardía y forzadamente, con demasiado esfuerzo que hasta parecía que el preservativo me quedaba grande. No hubo preámbulos, ni mucho menos intercambio de palabras, ni de caricias, fue casi imposible encontrar esa conexión entre amantes, que durante ese coito ella no dejaba de refunfuñar diciéndome: ´Concéntrese, véngase rápido que sólo es media hora´. Me fue imposible disfrutarlo, me sentí anormal aquella noche, hasta comencé a dudar de mi virilidad, de hecho, tiempo después, preocupado por ello, utilicé mis ahorros habituales para la colección de CDs, y encontrar una reivindicación en una de esas mal llamadas ´salas de masajes´ del centro, pero aquella vez fue peor, se podía percibir en esa otra pobre mujer la pobreza, el dolor y la humillación de tener que acostarse con cualquier cosa o engendro para sobrevivir, desde entonces nunca jamás volví a considerar pagar por una acompañante”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Mery comenzó a acariciar mi rostro y empezó a preguntar con una voz dulce y arrulladora: “¿Y pese a esas dos experiencias, eres insensible a este tipo de tratos?”. Dijo refiriéndose a lo que en ese momento estaba haciendo conmigo introduciendo su mano debajo de mi franela acariciando lenta y suavemente mi abdomen y mi pecho, luego levantó la prenda insinuando que me despojara de ella, siguió acariciando mi pecho y abdomen mientras me decía que respirara profundo, que cerrara mis ojos y me relajara, que podía escuchar los latidos de mi corazón. De repente mi cuerpo se estremecía cuando sentía sus besos sobre mi torso, ascendiendo desde mi ombligo, pasando sobre mi pecho, ungiendo de saliva mi cuello y mis orejas, mientras yo jadeaba, hasta que sus labios llegaron a los míos. Después de un prolongado y apasionado beso, me despojó de mi pantaloneta y arropó mi desnudo cuerpo con su hermoso vestido que aun llevaba sobre su cálido cuerpo, repitió el mismo ejercicio pero a la inversa hasta llegar a mi púbis y después de efectuar allí un trabajo oral, se arrodilló sobre el colchón, se desabrochó un par de botones delanteros y de las dos mangas de su vestido, y de repente levantándoselo desde la falda logró despojarse de él, no llevaba ropa interior puesta y nuevamente extendió su desnudo cuerpo a mi lado. </span><br />
<span style="line-height: 17px;">“¿Cómo te sientes?”. Preguntó ella.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Hermoso, como tú”. Respondí.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Nos quedamos mirándonos el uno al otro a los ojos, contemplando la belleza que cada uno de nosotros podía apreciar dentro de nosotros mismos recíprocamente.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Te amo tanto Mery, de eso sí que estoy seguro ¿Lo sabías?”. Exclamé lleno de euforia.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">“Estamos atrapados mi querido ángel”. Decía ella susurrante y estremecida, y continuaba diciendo: “Estamos en una extraña situación de amor imposible, de la cual no quisiera escapar, yo también te amo muchísimo angelito hermoso”.</span><br />
<span style="line-height: 17px;">Llené su cuerpo de caricias y ávidos besos, similar a como ella lo había hecho conmigo, la consentía con caricias y palabras cursis, como “Mi hermosa niña”, “Preciosa Reina”, “Mi único y verdadero amor” y todas esas tonterías. Fue una noche donde descargamos todo esa pasión y ternura represada que alguna vez quisimos dar cuando no hubo receptor, y que alguna vez quisimos recibir cuando nunca hubo emisor. </span><br />
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-32998391922703868142012-11-24T23:16:00.001-08:002013-03-07T11:42:33.365-08:00LA MERY JAIMES (12mo Acto: "El Toque")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzi784PjTGnpCFvxoByucIsCfYJ7dD1tQTECM6fuCSyIh5mqsslOYTHQK67XI1_1HCH-V8-s9gFL8ziC1J2RC7cg2f-d2Hw6wQ4Ju_ZJjaN2Taaa9I8m96ywOmAHU_8QvwfHYRHTef8w/s1600/concierto-en-el-bar-la-triangu-sopelana-8-4-20102-640x640x80.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzi784PjTGnpCFvxoByucIsCfYJ7dD1tQTECM6fuCSyIh5mqsslOYTHQK67XI1_1HCH-V8-s9gFL8ziC1J2RC7cg2f-d2Hw6wQ4Ju_ZJjaN2Taaa9I8m96ywOmAHU_8QvwfHYRHTef8w/s320/concierto-en-el-bar-la-triangu-sopelana-8-4-20102-640x640x80.jpg" width="320" /></a></div>
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Ya entrado Febrero comencé a creer que a Mery se le había olvidado nuestra presentación en el célebre Comics´Bar. Nuestro último ensayo había tenido lugar el segundo fin de semana del mes de Enero del 2003, y los ensayos restantes, al menos en mi caso, fueron con la ayuda de un cassette que entre ambos grabamos con el fin de seguir repasando las partes rítmicas, armónicas y melódicas de cada pieza que íbamos a interpretar. Sin embargo, considerando lo atareada que anduvo por aquellos días, dudaba que ella le dedicase algo de tiempo a ponerle atención a esos cassettes con la misma disciplina que yo lo hacía, yo disponía de más tiempo libre que ella, además su guitarra española, me la había prestado para que yo estuviera practicando por todos esos días, yo no tenía idea si ella tenía en casa otra guitarra, tal vez ella era tan buena que no necesitaba ensayar tanto.<br />
El Domingo con que iniciaba esa última semana previa a la presentación, revisaba mi correo electrónico y encontré en la bandeja de entrada un mensaje de “Chucky” que decía lo siguiente: “No olvide que este Sábado a las 7 p.m es la presentación suya, necesito saber cómo se llama su dúo, qué tipo cosas nos van a presentar, pues mañana (Lunes) necesito mandar a imprimir los volantes promocionales”.<br />
Le respondí el mensaje olvidando mencionar el nombre del dúo, de hecho nunca pensé en un nombre para tal. Lo más divertido fue que durante esa misma semana, mientras llevaba uno de los encargos del negocio de Mery, cuando pasaba por uno de esos restaurantes “Elegantes y play” del Poblado que tenían su cartelera cultural, logré ver el hermoso aviso del Comics´ Bar anunciando los eventos de la semana comprendida entre el Jueves y el Sábado. “Mr. Parsons´ Dúo” era lo que anunciaban para el sábado a las 7p.m, seguro fue el nombre que tuvo que inventarse ya que en la respuesta que hice a su correo olvidé escribírle el nombre de mi Project. Me sentí un poco ridículo al imaginarme lo que pensaría cualquier transeúnte conocedor de música al leer de un tal Parsons que va interpretar versiones acústicas de los Beatles, Astrud Gilberto y clásicos del pop-rock latino. Quizás la única relación coherente que encontraría sería Abbey Road, donde Alan Parsons trabajó con los "cuatro de Liverpool", pero lo otro si sonaba extrañamente exótico. Me sentí terriblemente nervioso, ni siquiera tocando en los buses llegué a sentirme así.<br />
Mery anduvo muy neurótica durante aquellos días de Enero y Febrero. En el negocio no todos los meses eran tan prósperos, y plataformas como los eventos de moda, encuentros de diseñadores y desfiles le permitían a Mery impulsar su marca, encontrar nuevos clientes y alianzas, hacer negocios y vender más franquicias, lo que hacían de su labor un agobiante ejercicio mental y físico de lucha contra el reloj, donde a ella misma se le veía a gatas cuando algún pedido o encargo y su fecha de entrega pactado con alguno de sus socios se veían en entredicho.<br />
Al verla tan embalada, encontraba un poco imprudente hablarle de nuestra presentación en el Comics´ Bar, no obstante llegué a intentarlo un par de veces, pero por lo general la encontraba con el teléfono inalámbrico entre su oreja y su hombro, y simultáneamente tomando alguna medida o sentada zapateándole a su máquina de coser, o simplemente sentada y cabizbaja con la cabeza apoyada sobre su mano y sollozando, seguramente por alguna de sus habituales migrañas, donde con voz llorosa me decía: “Mira. ´snif´ ¿podrías hacerme el favor de llevarme esa caja que esta allá lista a la señora de Oviedo y me traes el recibito?, ´snif´”. En efecto sólo se hablaba de trabajo. Aquel mismo día terminé mi jornada laboral sin recordarle la presentación, aunque sabía que iba permanecer trabajando en el taller con Ruby y las otras asistentes temporales hasta altas horas de la madrugada, me habría gustado quedarme allí a ayudarle de alguna manera, pero me resultó un compromiso esa misma semana. Mery tenía un encuentro de negocios en Bogotá, debido a sus diversas ocupaciones, decidió mandarme a mí, donde ya me tenía un libreto para aprender y plantearle a los impecables hombres de negocios con los cuales me reuniría allí. Aunque quisiera contarlos, omitiré los detalles de tan fascinante visita, simplemente lo he citado porque ese contratiempo ayudó a acelerar más la llegada de la hora cero del evento.<br />
Regresé a Medellín en la madrugada del Sábado, Mery me había dado el día libre para que lograra descansar del viaje. Ya no había tiempo para cancelar, Chucky no me lo perdonaría, fui a la calle en procura del teléfono público para llamar a Mery, pero el teléfono sonaba y nadie contestaba. Pensé llamar a Holanda, pero no sabía si su línea telefónica ya había sido restablecida, además supuse que ella tampoco tendría tiempo suficiente para aprenderse las canciones que entre Mery y yo habíamos preparado producto de prolongadas e intensas jornadas de cuatro horas cada una, dos veces a la semana entre Diciembre y Enero, así como también supuse que a Mery no podría habérsele olvidado tan fácilmente, y que probablemente estuviese esperando a que se lo recordara. Tuve una corta siesta hasta la hora del almuerzo, tras la cual comenzaría un último ensayo que se extendería hasta pasadas las 5p.m, hora en la que Chucky estaría abriendo su bar.<br />
Dejé de pensar en Mery, estaba dispuesto a jugármela solo y a mi manera, la única farsa con la que habría que lidiar era con la de Mr. Parsons´dúo, que en realidad no sería un dúo, sino simplemente un tipejo que se hace llamar ´Parsons´ tocando una guitarra.<br />
Llegué al Comics´ Bar a las 5:45p.m, llevaba conmigo la guitarra Flamenca de Mery, contemplando la posibilidad de que ella apareciera y así ella tuviese algo con qué tocar, sabía que a ´Chucky´ no se le olvidaría la guitarra electro-acústica que le había encargado para mí. Al entrar yo al bar, Chucky me saludó expresándome sus buenas expectativas, y me puse más nervioso, él se encontraba organizando el escenario, los micrófonos, la planta de sonido, los amplificadores y las luces, lo cual me pareció un asunto demasiado serio. Revisé la guitarra que le había solicitado y afortunadamente tenía cuerdas de nylon, pues no estaba acostumbrado a tocar cuerdas metálicas con pajuela, siempre toqué usando los dedos sobre las cuerdas. Chucky me pidió que ensayara un poco para probar el sonido, pero no alcancé a hacerlo, ya que en ese instante una mujer ingresó y se dirigiró directamente a mí, y cuando logró estar a mi lado dijo: “Me la pasé todo el día averiguando cuál era la dirección de este lugar, ni siquiera está en las Páginas Amarillas, Yuri fue la que me ayudó a averiguar, muy mal hecho que me hayas puesto a adivinar, hasta ya estoy creyendo que en realidad no quieres tocar conmigo”.<br />
“Mery, traté de decírtelo durante la semana, pero estuviste demasiado atareada, hoy te iba a llamar por la mañana, pero nadie contestaba ese teléfono”.<br />
“Yo sé que eres tímido y todo eso”. decía ella. “pero creo que he sido muy cordial y amigable contigo como para que sigas siendo tan disperso conmigo, pero bueno, eso eres tú, qué le vamos a hacer… Te pregunto y espero no te molestes, ¿Aún quieres tocar conmigo?”<br />
“¡Claro que sí Mery!, yo no sería capaz de hacerlo solo y le ruego que me perdone por no habérselo recordado”.<br />
Luego, se dirigió a Chucky y le preguntó si tenía vestuario o algún lugar donde ella pudiera cambiarse de ropa”.<br />
“Sólo tengo dos estrechos cuartos de baño uno para damas y otro para caballeros, yo la veo bien así como está, señora. Aquí han tocado hasta mochileros que vienen desde La Patagonia, muy mugrientos y hasta oliendo feo, comparándolos con usted, usted es toda una reina”.<br />
El comentario de Chucky pareció no gustarle mucho a Mery.<br />
“Voy a tener que ir a arreglarme a la casa”. Dijo ella.<br />
“La presentación será dentro una hora. Quédese, así no se ve tan mal”. Le pedía yo.<br />
“Mira, ese amigo tuyo, me está comparando con un mochilero, y por algo será, tengo esta misma ropa puesta desde la madrugada de ayer, el trabajo que empecé ayer, lo terminé hoy a las 3:30 am, amanecí en el negocio y me levanté a las 8 a ensayar antes de abrir la tienda, no me he bañado y no te imaginas cuánto he sudado entre ayer y hoy, hasta siento pegada mi ropa interior”.<br />
“Ustedes las mujeres tardan considerablemente a la hora de arreglarse” dije yo “si usted va a su casa en este momento se le tomará media hora yendo y otra media hora regresando, sin contar el tiempo en que usted se duche, se vista, se peine, se maquille…”<br />
“¿Qué tan cerca vives de acá?” Interrumpió ella.<br />
“Caminando a paso largo, por ahí unos 15 ó 20 minutos, depende si es subida o bajada” Respondí.<br />
Mery en aquel momento llevaba su cabello recogido, lucía una chompa, un pantalón de dril corto, cuyo pliegue llegaba hasta la mitad de sus muslos, dejando sus piernas al descubierto, también llevaba unos zapatos pisa-huevos sin medias, un estuche de guitarra donde llevaba una guitarra eléctrica, que según ella, era de su hija y empuñaba una bolsa grande con el logo de su negocio, donde llevaba toda la indumentaria que ella quería usar para la ocasión. Conduje su moto hasta el lugar cercano a Prado Centro con ella de parrillera llevando el estuche de su vieja guitarra española, que ya no sería necesaria, y yo, llevando la bolsa con su indumentaria aferrándola entre mis piernas mientras maniobraba la máquina. Tardamos sólo cinco minutos en llegar al lugar. Al llegar a mí lugar, guardé la guitarra debajo de la cama, puse la bolsa encima de ésta y oculté todo detalle que pareciera desorden, y le pedí a Mery que entrara, después de lo cual ella entró con paso lento y tímido. Admiró la limpieza del lugar, le ofrecí algo de tomar, sólo tenía café y aromática para ofrecer, pero ella en vez de ello me solicitó una toalla, ya había sacado el vestido de la bolsa y lo extendió sobre toda la cama y comenzó a desvestirse. Yo sólamente tenía 2 toallas, le busqué la toalla más nueva, cuando la saqué del cajón y fui a ofrecérsela, ya se había quitado su sostén, quedando solamente con sus bragas puestas, sentada sobre un extremo de la cama dándome la espalda. Le extendí la toalla, girando mi rostro hacia otro lado, tratando de mostrarme discreto y respetuoso, ya que había empezado a despojarse de sus bragas, tanto así que le dije, que la iba a esperar afuera mientras ella terminaba de cambiarse.<br />
“¿Y vas a tocar con esa ropa de combate que tienes puesta?”. Preguntó ella.<br />
“Sí, creo que sí” Respondí.<br />
“Pero ¿cómo así?” Preguntaba en tono regañón.<br />
Traté de mostrarme serio e imperturbado, no por el regaño sino por su desnudez, mientras ella seguía hablando sin ningún pudor con su cuerpo completamente al descubierto, me trajo a la mente aquella célebre imagen de Simone de Beauvoir en el cuarto de baño, en ese mismo momento Mery se encontraba doblando las prendas que recién se había quitado para meterlas en la bolsa, mientras predicaba el anticuado discurso sobre la importancia de la buena presentación de un músico en el escenario.<br />
“Utiliza la camisa azul de manga larga, con el pantalón del traje que usaste para la reunión en Bogotá”. Añadía ella.<br />
“Todo eso está arrugado y metido aun en mi equipaje”. Respondí.<br />
“¡Pues sácalos y plánchalos!, tienes plancha, eso creo”. Decía ella haciendo alusión a la plancha que ella misma me había regalado, mientras entraba a la ducha con la toalla sobre sus hombros.<br />
Armé la mesa de planchar, que hacía poco había comprado en un remate, fue necesario sólo una vez intentar planchar encima de la cama para percatarme de la necesidad de comprar una mesa. Mientras asentaba mi camisa, me encontraba ubicado de espaldas a la cama, en el otro extremo del cuarto para no mostrarle demasiado a Mery mi interés de verla vistiéndose. Me parecía confuso verla malhumorada, con una seriedad pétrea, y contemplar como, con la misma seriedad, se quitaba la ropa sin que le incomodase mi presencia, suponía yo que no era sensato mostrarme tenso o malicioso. Mientras seguía planchando sentí cuando salió de la ducha, así como también sentí los ruidos y movimientos que hacía mientras se vestía e incluso me pidió el favor que le dejase usar mi desodorante, que prefería oler a hombre que oler mal. Cuando por fín me pidió que la mirase, ella ya tenía su vestido puesto, era un vestido de seda de una sola pieza con grabados paisley de colores pastel, la parte superior de éste venía abrochada por botones en la parte delantera que ascendían desde la altura del ombligo hasta aproximadamente unos 5 centímetros más abajo de su cuello, rematando a manera de semi-escote en forma de V; las mangas del vestido eran anchas y largasm, y se abrochaban con botones en los puños, la parte inferior consistía en una falda que caía con notable rectitud, con finos pliegues que recordaban los de un abanico, extendiéndose asimismo unos pocos centímetros más abajo de sus rodillas, el vestido se ceñía sobre su cintura por un cinturón de cuero color marrón, las pantorrillas aparecían al descubierto, o más bien, forradas por unas medias-pantalón color oscuro, complementadas por unos botines de gamuza que hacían juego con el color del cinturón y cuyo nudo de los cordones aparecía sobre la altura de los tobillos.<br />
“¿Cómo me veo?” Preguntó ella mientras se soltaba el cabello para pasarle cepillo.<br />
“Te ves muy linda, ¡qué hermoso vestido!, con razón insistías tanto en cambiarte de ropa”, Dije yo sintiéndome contento al ver su rostro iluminado de alegría y sonrojándose ante mis cumplidos.<br />
Mientras ella terminaba de peinarse y sacaba de su bolsa su estuche de belleza con cosméticos y se hacía sus retoques finales mirándose en el espejo de mi escritorio, yo aproveché para cambiarme de ropa rápidamente sin sentir el pudor de que ella me viera en ropa interior. Cuando terminé, ella sacó de su bolsa una corbata nueva que ella misma anudó sobre mi cuello. Se veía tan dulce con su vestido nuevo, ese aroma característico de ella que no se sabía si era su fragancia o su aroma natural, su cabello suelto fijado con una diadema similar a la de la foto escolar y que dejaba su frente descubierta, la cual no puede resistirme en besar mientras ajustaba mi nudo de corbata. Ella sonrío timidamente, y correspondió besándome en el mentón y luego abrazarme para susurrame al oído: “Estoy tan nerviosa… hace mucho no toco en público, ojalá nos vaya bién”.<br />
Si no fuera por el poco tiempo que disponíamos, podría quedarme allí mimándola y abrazándola lo que fuese necesario, pero tuvimos que salir de inmediato a conseguir un taxi, ya que ella se puso engreída y no quería andar en moto para no estropearse su vestido. Me tocó ir al primer piso a pedirle permiso a la dueña que nos dejara guardar la moto en el hall del edificio.<br />
Llegamos al Comics´Bar con 5 minutos de retraso, hicimos unas pequeñas pruebas de sonido, y cuando pensábamos que la concurrencia iba a ser pasiva y lo nuestro iba a ser solamente música de fondo, nos sorprendimos al ver que los clientes voltearon sus sillas, como si fuera importante lo que iban a presenciar. Me llené de muchos nervios, los concurrentes allí presentes, juzgando por su aspecto, parecían ser jóvenes intelectuales universitarios, ejecutivos que tenían aspecto de salir de sus empresas, y hombres maduros que aun seguían comulgando con el culto del rock. Miré a Mery, y ella no me miró, tenía sus ojos cerrados, como invocando su máxima concetración, quizás para no transmitirme sus nervios, simplemente empuñó su guitarra y cruzando sus piernas como era característico en ella cuando tocaba guitarra esperó a que yo diera la orden de iniciar, la cual efectué con un acorde de Mi menor, al que ella respondió con las líricas: “You'll never know how much I really love you, You'll never know how much I really care… Listen…” El cambio de ritmo y la armonía de la canción capturaron inmediatamente la atención de los asistentes, y la voz de Mery sonó limpia y natural, dándole una peculiar belleza al ejercicio minimalista que era nuestro acto. “Chucky” había ajustado muy bien el sonido, ya que uno de los temores de Mery era que su voz sonara ahogada por el ruido de los instrumentos, logrando que el sonido de las guitarras fuera sutil pero muy claro, donde yo me encargué de los acordes, el tempo y casi todo lo rítmico y ella acompañó con arpegios, leves escalas melódicas y solos, aunque en algunas canciones intercambiábamos roles. Nuestro número constó de 14 canciones; en la primera tanda, tocamos una pequeña selección de los Beatles que incluyó canciones como “Do you want to know my secret” (Cantada por Mery), “Don´t Bother Me” (Cantada por mí), “And I love her” (Cantada por Mery), “Michelle” (Cantada por Mí), y “Paperback writter” (Cantada por los dos, rotándonos las estrofas). En la segunda tanda tocamos unas canciones con ritmo de Bosanova sacadas de la discografía de la cantante Astrud Gilberto, tales como “Garota de Ipanema” (Cantada por mí), “Samba de Uma Nota” (Cantada por Mery) “Áqua de Berber” (Cantada por mí), “Bim Bon” (Cantada Por Mery) y la canción más hermosa de la noche llamada "En tu piel" (Cantada por Mery). Y la tanda final, que fue el relleno, fueron 4 canciones 2 de las que tocaba con Holanda y otras 2 de las que Mery tocaba con su padre.<br />
La reacción del público fue más positiva de lo que se esperaba, hasta nos pidieron otra, pero no habíamos preparado más. Tampoco faltó el que nos pidió “Yesterday” o nos preguntó por “Hey Jude” o “Let it be”, pero nos abstuvimos de prepararlas por considerarlas muy obvias.<br />
“Uy Parsons, si algún día me vuelven a dar ganas de hacer una banda, acudiré a vos como mi primera opción vocal”. Decía “Chucky”, quien se dirigió directamente a nosotros a ovacionarnos y felicitarnos por la buena presentación, luego tomó la mano de Mery y dándole un beso sobre ésta dijo: “Y a usted hermosa reina, jamás me cansaría de escucharla, ambos pueden volver cuando deseen, miren que el público quedó iniciado, hasta dieron buen aporte voluntario cuando pasé con el sombrero mesa por mesa”. A lo que ella respondió agradeciéndole por facilitarnos el espacio y los equipos. Luego, Chucky nos llevó a una mesa, nos pasó la carta y dijo que podíamos elegir el coctel que quisiéramos, que era cortesía de la casa.<br />
Solicitamos dos Tom Collins, Mery permaneció en silencio mirándome fijamente, esbozando una dulce sonrisa, que se veía mucho más alegre con el fulgor que sus ojos irradiaban. Yo trataba de mirar al rededor, para no sentirme achantado, pero cada vez que mi vista regresaba hacia ella, volvía a encontrarme con su lindo rostro y coqueta mirada.<br />
“¡Qué!” Pregunté.<br />
Mery emitió una suave carcajada y dijo: “Estuviste sensacional, te felicito, hacía tiempo no disfrutaba tanto de esta manera”.<br />
“Me encantaría formar un grupo contigo, aun tienes mucho talento para dar, no debo permitir que ocultes tan hermoso regalo de voz, al menos ya tenemos un lugar para tocar y administrado por un hombre que conoce del medio” Le decía yo a ella.<br />
“Desde que me sea posible, estaré dispuesta, si bien como tu amigo dice, la gente quedó iniciada, yo también me quedé con ganas de cantar más cositas”.<br />
Hubo otro silencio dentro del cual apareció la empleada del bar que nos llevó los cocteles y el valor recaudado por los aportes voluntarios, al cual Mery no le dio demasiada importancia, de hecho yo tampoco conté ese dinero. Dentro de este silencio, la mirada radiante de Mery mudó de alegre a nostálgica.<br />
“Envidio a Martha por tener de hijo a un muchacho tan angelical como tú”. Sorbió un poco de su bebida y continuó: “Cuando me reencontré con tu madre, después de mucho tiempo, ella me habló cosas tan sorprendentes de tí, la manera como luchabas por aprender cosas tú solo y como te rebuscabas tus trabajos con tanta admiración, pero a la vez con tanta preocupación porque ella decía que a pesar de que eras joven, no conseguías ser feliz por no lograr metas que por ahí otros jóvenes si alcanzan en menos tiempo, porque ellos como padres no lograron dártelo todo, pero que aun así eras un cajón de monerías porque has buscado el mejor camino para llegar a lo que quieres. Cuando te vi por primera vez, incluso antes de que atravesaras la puerta del almacén sabía que eras tú, te ví tan hermoso, tan único, como si tuvieras tu propia aura, hacía tiempos no sentía esa misma vibración con alguien, por un momento pensé que se trataba de ese sueño recurrente que me ha mortificado durante todos estos años, donde mi pequeño hijo aparece hecho hombre, regresando a casa, pero esta vez nunca desperté. Lástima que no eres él, pero estás aquí conmigo”. Dijo ella apretándome la mano y sus ojos comenzaban a rebozar.<br />
Fue inevitable intentar consolarla, tomé su mano, la acaricié, no sólo con mis dedos, sino también con labios y mejillas. Seguí acariciándole sus antebrazos, pero la manga larga de su vestido, me hizo sentir deseos de saltarme hasta la piel de su cuello, ascendiendo hasta sus orejas y terminar rozando sus mejillas. Ella cerraba sus ojos y suspiraba como si le estremeciera. Luego, repetí ese mismo ejercicio, sin usar las yemas de mis dedos sino mis labios y mejillas. Ya cuando mis mejillas rozaban las suyas, la razón ya me había abandonado. Comencé a besar suavemente sus mejillas, fueron tres besos que descendíeron hasta la orilla de sus labios, coloqué mi mano detrás de su cuello, ocultándola entre la hebras de su cabello, haciendo que su rostro estuviera de frente al mío y mis labios se vieron unidos con los suyos, pero cuando mi lengua ya había ingresado a su boca, chocando con sus dientes, ella puso su mano sobre mi herviente pecho, tratando de apartarme.<br />
“¡Qué haces!” Exclamó ella.<br />
“Perdóname Mery, creo que me confundí, olvídalo por favor, ni siquiera yo lo entiendo”.<br />
Decía yo terriblemente aturdido al ver su rostro horrorizado.<br />
“Creo que debemos irnos ya” Finalizó ella.<br />
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-50557800851258294322012-10-06T10:58:00.000-07:002013-03-07T09:39:38.293-08:00LA MERY JAIMES (11mo Acto: "Navidad 2002")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgae_OHYAXyDMvASazTU9YxHzjGWVAf6-tnhcc-Jz4_rDXDhem5A2htyisaM9ukjU5qcUGBKnhCKAh8HHWOly-ibL46w8Q4I0W4SXY7nI6j4Ip-544DYxHFxsjyJbgyKKgdidv9ppjJYw/s1600/imagesCAOXWW94.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" mea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgae_OHYAXyDMvASazTU9YxHzjGWVAf6-tnhcc-Jz4_rDXDhem5A2htyisaM9ukjU5qcUGBKnhCKAh8HHWOly-ibL46w8Q4I0W4SXY7nI6j4Ip-544DYxHFxsjyJbgyKKgdidv9ppjJYw/s1600/imagesCAOXWW94.jpg" /></a></div>
El mes de Diciembre transcurrió de acuerdo al plan, pude pagar por otro mes de estadía, sin morirme de hambre ni rebajar más peso. Recuerdo mi tercera salida trabajando como camarero de casa de banquetes, donde operaba por lo general los sábados por la noche, y algunas veces los domingos por la tarde. Ya había logrado cubrir una primera comunión, una fiesta de quinces un sábado por la noche, donde pasé la noche en el lugar ya que me horrorizaba la idea de caminar desde Boston hasta Prado Centro a altas horas de la noche. También fui a cubrir un evento el domingo después del mediodía yendo con algunos compañeros de la misma casa de banquetes a una finca del corregimiento de San Cristóbal, donde habían contratado el servicio, y donde la estética del lugar se acercaba bastante al <em>Kistch</em> de los traquetos. La novia era una muchacha de 25 a 30 años rubia, de ojos claros y cachetes colorados que parecían de la estirpe del oriente antioqueño y su acento paisa demasiado melodioso parecía corroborarlo. El novio era un hombre moreno de baja estatura, de contextura gruesa, casi obeso, peluqueado a lo militar y de rostro intimidante, con pequeños cráteres vestigios de lo que otrora fue un problema de acné, su vestimenta recordaban a la de Al Pacino interpretando a Tony Montana, que le daba un aspecto muy camaján. La música de ambientación era por parte de un cantante cuarentón muy elegante y de grave voz que ambientaba con canciones de Sabú, Serrat, Elio Rocca, Gianfranco Pagliaro, y otros más de ese mismo género que no recuerdo. La recepción de aquel fue la más sencilla que atendí ya que después del plato fuerte casi nadie quiso beber, y tampoco casi nadie se animó a salir a bailar, parecía que la música de aquel simpático baladista desanimó a la concurrencia y hasta los meseros susurraban cosas como “Qué fiesta más chichi”. La fiesta terminó más temprano de lo pronosticado, sobró mucho trago. Los traquetos, digo, los organizadores del evento nos regalaron a los meseros algunas botellas de Champaña que sobraron, y rifaron algunas de Aguardiente, Ron y Ginebra. El resto se lo llevaron en una de las tantas Toyota Burbuja que habían allí estacionadas. Otra que recuerdo fue una fiesta en una de las sucursales que era una sede de 2 pisos. En el primer piso se celebraba un aniversario de una pareja de ancianos la cual rechacé porque preferí la tediosa ceremonia de quinceañera que celebraban en el salón del segundo piso. En aquella fiesta de ancianos rechacé la opción porque iban a tener de animador a Darío Gómez y su conjunto popular, del cuál decían era amigo cercano del organizador del evento, pero otra de las razones por las que quise trabajar en la fiesta del segundo piso era porque podría coincidir con Holanda y así tener una oportunidad de hablar con ella. Recuerdo que me tocó una mesa donde estaban los elementos menos mostrables de la familia, los que contrastan con la clase fingida por el resto de los invitados, los que no les avergüenza demostrar su ordinariez tanto en su forma de vestir como en sus modales y en su forma de hablar y actuar. Se la pasaron jodiéndome una buena parte de la noche. Cuando yo pasaba a servirles algo, a preguntarles qué se les ofrecía, risitas burlonas se escuchaban de ellos a mis espaldas. A veces los miraba de reojo, y de inmediato me desviaban la mirada sin borrar sus sonrisas socarronas tratando de disimular que eran de mí de quien se estaban riendo. Fui al baño a verificar si había algo mal en mi atuendo, o peinado, pero no detecté anomalía alguna, a menos que les pareciera divertido ver a un tipo tan escuálido y desabrido como yo luciendo un traje de mesero con corbatín.<br />
“Hey, ´Mono´, ¿qué pasa pues mijo?” Me gritaban a mí desde la mesa. “Mire hermano, nos hace falta el traguito huevón, traenos mediecita de guaro que aquí nos vamos a morir de la aburrición”. Decía el señor que parecía ser el padre de familia o el hijo mayor de tan pintorezca familia conformada de 2 mujeres jóvenes, una vieja, un hombre anciano, el tipejo de marras y dos niños que correteaban desenfrenadamente por todo el lugar. Al ver que ya se habían mandado todo el coctel de bienvenida les dije:<br />
“La siguiente parte del protocolo será el brindis, después de que aparezca la quinceañera, baile el vals y se haga el brindis, dentro de un momento les estaré sirviendo la Champaña”.<br />
“No entiendo ni chimba de lo que me estás diciendo”. Decía el tipejo mientras los otros integrantes de la mesa se reían. “Sabrá el putas qué es ese tal proto-culo ese que usté dice, tráigase el guaro y el ron de una vez, relajao”.<br />
No les hice caso, y seguí el protocolo llevándoles las copas de champaña y a pesar de que protestaron, tampoco vacilaron en mandársela toda incluso antes de que apareciera la quinceañera. Dejaron de molestar un buen rato hasta después de haber terminado la cena, donde volvieron a llamar: “Ey, Mono, parcero, qué pasa pues, no tenemos nada pa´ tomar, no, qué mesero más culo éste”. Decía el mismo atarbán mientras los otros miembros de la familia le celebraban con risitas. Yo sin perder el control, hice caso a su pedido que originalmente era una botella de ron completa, lo cual no se podía ya que las botellas se manejaban solamente en la barra, así que les propuse llevarles el ron servido hasta la mesa con todo y hielo; tratando de desagraviar; a lo que el tipo dijo: "Listo mijo, tráigamelo con Coca-Cola".<br />
“Ay, qué rico, a mí también con Coca-Cola, a mí también, a mí también…” Decía la señora y el resto de las integrantes de esa mesa, excepto por el señor más anciano, quien fue el único que ordenó aguardiente.<br />
Cuando fui a la barra a servir, una voz a mis espaldas se escuchó: “Cómo que te están molestando mucho los de esa mesa”. Era Holanda quien también se hallaba en el mismo trajín. “Deberías intentar lo de ´la bomba´” Decía ella bromeando recordando la anécdota que nos había dicho el camarero principal el día de la inducción. “La bomba” consistía en servir en cada vaso de ron con Coca-Cola una medida de ron que sobrepasara un poco más del 50% del vaso y agregarle la Coca –Cola sólo para cambiarle la coloración. Debió ser una de esas familias pobres que no estaban acostumbradas a que las invitaran a eventos sociales, de esos que pese a su incultura, ordinariez y pobreza, los invitan por pesar, simplemente por ser de la familia. Recuerdo como se mandaban al buche los vasos de ron con Coca-Cola como si estuvieran en un paseo de olla en una soleada tarde de domingo, donde destapan el litro de gaseosa, cuyos vasos desechables sorben con avidez. Cada vez que veía que alguno llevaba su vaso más o menos por la mitad, les preguntaba malévolamente: “¿Les traigo más roncito?, a lo cual ellos no dejaban de aceptar, pues si el trago es gratis hay que aprovechar en la mayor medida posible. Recuerdo que cuando hice mi cuarto viaje a esa mesa, la señora ya había vomitado, lo que causó gran furor en las mesas vecinas. Las dos jóvenes de la familia (La mujer y la hermana del tipejo que me estaba diciendo “Mono”) ya se habían parado al baño donde permanecieron un largo tiempo, el anciano estaba intacto, fue el único que había pedido aguardiente y desde el principio le había llevado el aguardiente en una jarrita pequeña para que se estuviera sirviendo, mientras que a los otros les serví “La bomba” cantidades desbordantes de ron, a veces hasta mezclado con aguardiente que les aceleró el malestar. El hombre que me gritaba y se divirtió un rato conmigo poniéndome a voltear de un lado al otro, permaneció despierto un buen rato, pero en silencio, después de mandarse el último vaso de ron con Coca-Cola (Otra bomba mezclada con aguardiente) se quedó dormido recostando su cabeza sobre la mesa, cuyo mantel más tarde llegó a vomitar. Me aterroriza lo mucho que disfruté siendo tan malvado aquella noche.<br />
Era la hora loca donde la mayoría de los concurrentes disfrutaban de la papayera, el mariachi y la miniteca, ya los meseros habíamos pasado el tramo difícil de la noche, el protocolar. Después de haber preguntado a las otras mesas que me habían asignado sobre algo más que necesitaran, permanecí un rato recostado cerca de la barra, tratando de tomar un segundo aire, viendo la gente bailar lo más selecto del crossover, hasta que ví emerger de las coloridas luces intermitentes del estróver que destellaba sobre la pista una esbelta figura femenina que se dirigía hacia mí, llevaba el charol con cristalería vacía recién recogidas de las mesas, la puso encima de la barra para que la señora empezara a lavarlas, sí, era Holanda, quien se dio vuelta y se recostó su espalda sobre el mismo muro donde yo estaba recostado. <br />
“¿Se te puede hablar?”. Preguntó ella dirigiéndose a mí.<br />
“Desde que todo este ruido lo permita…”. Respondí.<br />
“Muchachos, ya que están ahí, pasen aquí atrás, que cuando termine de lavar aquí les sirvo algo de comer, ustedes han voleado mucho y aun no han comido nada”. Decía la señora detrás de la barra quien se encontraba lavando.<br />
Estando ya en la cocina del salón, cenando lo que quedó del buffet, nos encontrábamos Holanda y yo con otros meseros que recién habían terminado la recepción del evento conmemorado en el salón del primer piso, y que hablaban maravillas de Darío Gómez, quien como había dicho líneas antes, era invitado y animador musical del otro evento. Decían que todo aquel que arrimó a la mesa de Darío Gómez, el cantante le soltaba 50 lucas de propina. Por un momento sentí envidia y me arrepentí de haber rechazado aquel evento, pues por 50 lucas me aguanto una hora de música de ese señor sin problema.<br />
“Escuché que estás viviendo solo”. Preguntó Holanda.<br />
“¿Cómo lo sabes?”<br />
“Tu mamá, me la encuentro mucho en misa”.<br />
“¿Cómo te está yendo en la U?” Le pregunté yo.<br />
“Bien, chévere” Respondió ella “Lo difícil ha sido mantener la energía”.<br />
“¿A qué te refieres?”<br />
“He venido desmotivándome”. Dijo ella. “Siento como si estuviera yendo a perder el tiempo allá, siento que puedo hacer algo por mi madre y que estoy perdiendo mi tiempo, pero el asunto es que no quiero salirme de la universidad”.<br />
“¿Qué pasa con tu mamá?”<br />
“Está sin trabajo, y aun no le resulta. Con este trabajo, puedo llevar algo a la casa, pero eso de ir hasta la universidad, caminando sin dinero me tiene muy agotada, no sé qué voy a hacer después de que termine esta temporada alta de fin de año y no nos vuelvan a llamar para cubrir eventos”.<br />
“¿Y la banda?” Pregunté yo pensando en lo que me había contado "Chucky".<br />
“Me cansé de no tener voz ni voto allí, ninguno tenía idea de lo que querían hacer, todos querían ser líderes, uno quería hacer punk, el otro quería hacer Metal, el otro Hardcore, el otro una banda de clásicos, así que no salieron con nada”.<br />
Luego hubo un corto silencio entre ambos.<br />
“¿Por qué estás trabajando acá?” Me preguntó ella.<br />
“Para mantenerme a mí mismo, de ahora en adelante me será muy costoso, si bien lo que gano con mi otro empleo me alcanza para pagar arriendo, el resto no me alcanzará para aguantar todo un mes.”<br />
“Deberías volver a casa”. Dijo ella. “Mira, es bueno lo que haces, pero te estás condenando a ti mismo a vivir detrás del centavo por el resto de la vida viviendo apretado”.<br />
“¿Son palabras de mi mamá o tuyas? Pregunté.<br />
“¡Pues claro que son mías!. Mira, yo nunca te he escuchado hablándome de tus sueños, apuesto que no tienes sueños, ¿Cierto? Es cierto que estudiar no te garantiza una vida próspera inmediata, pero es una de tantas opciones para aspirar a algo más decente que estar haciendo mandados para esa tal… Señora, y estar en un lugar como este sirviendo mesas por una chichigua. Debes ahorrar ese dinero que pagas en arriendo para tu futuro”.<br />
Me pareció increíble lo mucho que ella sabía de mí durante los meses que no nos vimos, seguramente fue mi mamá, pero aun así no quise discutir con ella.<br />
“Si yo quisiera salir contigo a algo sencillo, por ejemplo; un helado, cine, un centro comercial o al Comics´ bar a escuchar música. ¿Sería posible?”. Le pregunté yo.<br />
Ella no respondió de inmediato, fue a la recepción a buscar un lapicero y anotó en un papel su correo electrónico.<br />
“Por el momento no sé”. Respondió ella entregándome el papel sobre el cual ella anot.ó “Pero escríbeme un correo durante la semana, te lo contesto desde la universidad, no me llames, tenemos el teléfono cortado”. (En 2002 ya existían los celulares, y aunque ya se encontraban en el comercio, aun no era muy común encontrar a cualquier pobre con uno)<br />
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Durante ese mes tuve varios encuentros extralaborales con Mery Jaimes, Salimos cada uno de los domingos de ese mes de Diciembre y los dos primeros domingos de Enero del 2003, donde aprovechábamos la soledad vespertina de la unidad deportiva de una tarde sin fútbol, donde practicábamos canciones de Astrud Gilberto y de los Beatles, ya que nuestra idea era organizar un número que fuera llamativo para los amantes de la buena música, aunque ella también me dijo que no tenía por qué someterme a su gusto, que yo también debería proponer canciones, que yo era más joven y que quizás la música que ella proponía no pegara mucho en el gusto de los clientes del Comics´ Bar, del cual al principio pareció no sonarle bien mi idea, ya que como había dicho antes, ella quería una reunión entre amigos, pero ella tampoco se esmeraba en llamar a nadie y además lo contemplaba como largo plazo.<br />
Durante el resto de Enero y principio de Febrero, a medida que se acercaba la fecha de la presentación en el Comics´ Bar, Mery empezó a llenarse de ocupaciones, además de sus compromisos con el evento de Moda de principio de año, y una nueva jornada intensa de trabajo en el taller que nos mantuvo alejados de los ensayos y de las salidas dominicales que tanto disfrutábamos, donde podíamos recorrer los prados cercanos al estadio, tomados de gancho mientras yo le escuchaba sus anécdotas de la época de estudiante de artes y cantante de dúo con su padre, también hablábamos de trivialidades del trabajo, terminando esos amenos ensayos y recostarnos sobre el césped, donde podía con toda libertad consentirla acariciándole su mano y besarle en ésta una que otra vez, mientras hablábamos de canciones, bandas y álbumes. Aun así, nos grabamos un cassete con las canciones que iban a estar en lista para el día de la presentación, para que fuéramos practicando, aprendernos las letras y las notas, mientras ella terminaba de atender sus otros compromisos como diseñadora.<br />
También en ese Diciembre de 2002 tuvo espacio la familia. El 24 de Diciembre, mi madre me llamó al trabajo a preguntarme que si iba a asistir a la cena navideña. Al principio estuve indeciso, pero al pensar que nada perdería con ir, me decidí.<br />
“No me digas que te vas a quedar encerrado en tu aposento para este día”. Decía Mery después de haber colgado el teléfono. “Debes ir, pobrecita tu mamá que me dijo que iba a hacerte tu plato favorito, hasta a mí me invitó, lástima no poder ir”.<br />
Imaginé a Mery Jaimes en casa y mi mamá contándole toda suerte de tonterías que no le incumbían respecto a la familia, me dio cierta pereza imaginármelo.<br />
A eso de las 6 de la tarde estaba ya en la casa, se respiraba un buen ambiente, mi papá estaba en el patio armando la fogata para la natilla.<br />
“¡Junior!, ¡volviste!” Decía mi papá alegremente, se notaba que ya había empezado la botella de guaro.<br />
“Mire Junior lo que le conseguí, saque hielo y sírvase una”. Decía él señalando una caja de cervezas que había en un rincón.<br />
Permanecí ayudándole en lo de la natilla, hasta que cayó la noche. En donde mamá me llamó para pedirme un favor. “Mirá, qué bajés hasta la capilla que la visita acabó de llamar desde el teléfono público y necesita que vayas allá y la orientés ¿Sí podes?”<br />
Fui con cierta mala-gana porque en aquel barrio la casa estaba ubicada en la parte alta de un callejón de sendero empinado. Recuerdo lo duro que era salir a sacar la basura o subir en hombros la pipeta del gas, donde podía sentirme como un dios del olimpo al subir todo ese peso escaleras arriba, aun así, con o sin peso, subir y bajar ese sendero empinado era toda una exigencia física. Al llegar a la capilla, logré identificar desde la distancia un Renault Twingo rojo, y una espigada mujer al lado de éste. Pese a la sencillez de su atuendo de blusa, pantalón, chaqueta, zapatos negros y cabello suelto se veía resplandeciente en medio de ese agreste ámbito barrial que le rodeaba, a leguas se veía que era una mujer de lejos. La conduje al parqueadero más cercano, que era tan sólo un lote valdío donde se le pagaba la hora al dueño.<br />
“Así que viniste a celebrar nochebuena con tu familia”. Decía Mery con tono jovial mientras subíamos el sendero empinado.<br />
“Sí, no tenía ninguna razón para preferir estar solo hoy”. Respondí y luego le pregunté. “¿No era pues que no podía venir?, ¿Qué fue lo que le hizo cambiar de opinión?”<br />
“Pensaba pasar nochebuena al lado de mi hija, íbamos a hacer hojuelas y a tomar vino, pero su novio llegó y la invitó a cine, entonces para no quedarme sola, aproveché la invitación de tu mami”.<br />
No entendía a qué se debía mi incomodidad de ver a Mery por esos lares. Al llegar a casa, el saludo entre mi madre y ella fue el típico: “¡Hola querida, cómo estás de bonita!”, a lo que Mery contestaba: “No te quedas atrás Martica, eres igual a como te recuerdo”, se dieron un beso español de doble mejilla, y cuando la presentó a mi padre, simplemente se dieron la mano al mejor estilo manual de urbanidad, pues mamá ya le había advertido a papá, que cuidadito hablaba de más, que cuando estaba prendidito se le soltaba la lengua para decir babosadas.<br />
Durante la charla en la sala, Mery le habló de particularidades de su negocio, y le preguntó sobre sus excompañeras, luego se rieron cuando empezaron a revivir viejas anécdotas, donde afortunadamente mi madre no se acordó de su viejo álbum de fotos, ya que la foto donde estaba ella, Mery y sus compañeras la tenía yo en mi poder. Estuve sentado en la sala atestiguando la conversación, pero al notar que Mery no tenía tiempo para determinarme, decidí dejarlas solas a ambas, fui donde mi padre a ayudarle afuera con los buñuelos, y después de terminar, decidí subir a la azotea a leer un poco. En los años anteriores solía hacer lo mismo, pero escuchando música y tomando cerveza, pero como ya se sabe que mi radio-grabadora era mi compañía en mi pequeño cuarto, tuve que conformarme con leer una arrugada revista de farándula que encontré en la sala. La revista me resultó demasiado aburrida que consideré mejor tomarme las cervezas y recostarme sobre la vieja mecedora que allí había. Mi familia se había acostumbrado a ese ritual mío de todas las navidades, el de aislarme un poco los 24 y 31 de diciembre y esperar a que fuera la medianoche para destapar los regalos o para brindar por el año nuevo respectivamente, no recuerdo si fue desde los 14 ó 15 años que me aislaba en la azotea con mi radio-grabadora, escuchando las radioestaciones Mundo Diners y Super Internacional cazando temazos, auténticos clásicos, recuerdo una vez que me las arreglé para visitar la sede donde emitía Super Internacional, tenían un DJ que se apellidaba Flórez, un tipo bigotón con asomos de calvicie muy querido él, no como Carlos Echavarría, director de la estación quien se veía serio y un poco gruñón a pesar de la cara de buen tipo. Recuerdo que le tarareaba canciones de mis cassettes que me gustaban mucho pero que no conocía sus nombres y sus intérpretes, y cuando el señor Flórez las identificaba, yo las anotaba en un papelito y de inmediato iba a Disctronics, aquella gran discotienda en Sandiego a averiguar CDs de esos nuevos artistas que recién acababa de descubrir. Pero regresando a la escena de la azotea, no recuerdo en qué momento me había quedado dormido hasta que el aroma de la fragancia que Mery usaba me despertó.<br />
“Uy, qué pena despertarte ¿Estás Borracho?” Preguntó Mery.<br />
“Nonono, sólo me tomé un par de cervezas”.<br />
“Tu mamá te sirvió la cena, y le tocó meterla en la nevera porque pensó que estabas caído de la rasca, pues por más que te llamaba, no respondías, de hecho vinieron algunos familiares de tu papá con tus primos, y dos hermanas de tu mamá, deberías bajar a saludarlos, de hecho yo le dije a Martha que me permitiera subir acá para despedirme, tu pobre mamá anda tan atiborrada, que me ofrecí a ayudarle y no me dejó, entonces le pedí permiso para que me dejara subir para preguntarte unas cositas”.<br />
“¡Uy, qué pena!” Respondí.<br />
“No te veo muy contento con mi visita”.<br />
“Te voy a decir algo” Dije poniédome de pie y dándole la espalda “Todos los 24 y 31 de diciembre me subo a esta azotea para embriagarme un poco, escuchar música, y soñar despierto”<br />
“¿Qué sueñas?”<br />
“Pues tonterías como estar con alguien, admirando la hermosura de la noche, compartiendo anécdotas, enseñarle la música que me gusta, cantarle con mi propia voz mis canciones favoritas y darle un beso mientras recuesta su cabeza sobre mi hombro”.<br />
“Pero veo que no tienes música aquí”. Dijo ella. “¿Alguna vez tuviste la chica?, ¿Holanda nunca te acompañó?”<br />
No sé por qué me sonaba sarcástica cuando evocaba a Holanda, seguramente no lo estaba siendo.<br />
“No mencioné a ninguna chica, simplemente dije alguien, un ser especial”.<br />
“¿Estás enamorado acaso?”<br />
“No, Mery, soy un tonto que sólo piensa en tonterías”.<br />
“Entonces todos somos tontos”. Dijo ella.<br />
“Sí, pero creo que por estar pensando ese tipo de bobadas he hecho más cosas de las que debería avergonzarme, no hay mucho por lo que deba enorgullecerme”.<br />
“En la vida no siempre se gana todo, y aunque no todos consigamos lo que queremos, hay veces que conseguimos mucho más de lo que no teníamos tan idealizado”. Respondió ella acercándose a mí hasta llegar a sentir sus pechos sobre mi espalda, su mentón sobre mi hombro, sus brazos alrededor de mi cintura y su aliento sobre mi cuello, luego continuó diciendo con tono suave y agradable: “Debo irme, mi hija debe estar esperándome en casa con mi yerno, espero que bajes a la sala, saludes a tu otros familiares, y come algo, la cena está deliciosa, y no olvides sonreír, nunca lo haces”. <br />
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<br />Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-91826907709155058062012-09-07T23:23:00.003-07:002013-03-04T15:05:40.316-08:00LA MERY JAIMES (10mo acto "El Comics´ Bar")<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBTuzj17Dg-blVMgsragAabBiSA0Z9xE1CAoMDVzBUYiY92rt3Ag_FZlon7PPtFRyVV4RytBN6zKCVFfdfSXf_Vgz_ORyMZHI1kNMAGehUTevAnUpccysqgu_ohturBwM4BHIXBbfFyA/s1600/drunkenDCcomics-799392.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBTuzj17Dg-blVMgsragAabBiSA0Z9xE1CAoMDVzBUYiY92rt3Ag_FZlon7PPtFRyVV4RytBN6zKCVFfdfSXf_Vgz_ORyMZHI1kNMAGehUTevAnUpccysqgu_ohturBwM4BHIXBbfFyA/s400/drunkenDCcomics-799392.jpg" width="400" /></a></div>
Quise tocarle algo que me resultase sencillo, no tan complejo porque estaba demasiado nervioso después de haber visto su demostración de talento intacto. Toqué una de esas canciones sacadas de la música para aplanchar que tanto le gustaban a Holanda, una vieja canción llamada <i>“Mi plegaria”,</i> en dónde Mery sólo pudo hacer un gesto de “nada mal”, sin mostrarse tampoco muy sorprendida. La única observación que me hizo fue que a pesar de que la voz estaba bien, la tonalidad que yo tocaba en la guitarra no era la correcta, por lo que ella volvió a tomar la guitarra y tocó la misma pieza que estaba tocando yo pero con un círculo armónico diferente. “Vamos, canta de nuevo”. Pedía ella.<br />
Y volví a repetir la misma canción donde ella me acompañaba con la guitarra y algo de coros.<br />
“¿Cómo la sentiste ahí?, ¿No te fue más fácil cantar en esa tonalidad?”.<br />
Asentí para responder y luego dije:<br />
“Qué guitarra más suave, las cuerdas parecen no requerir mucha presión”. <br />
“Es que es una guitarra flamenca, es importada de España.”<br />
“Tengo una confusión” Dije Yo. “Mi mamá alguna vez me dijo sobre el delantal que le elaboró su madre para el colegio, y hace un rato me dijo que fue su tía. ¿Cuándo los abandonó ella a usted y a su papá, siendo su madre quien le regaló la guitarra a los quince?”<br />
“El delantal lo elaboró mi tía, lo que ocurre es que tanto Martha como mis otras compañeras y los profesores del colegio pensaban que mi tía era mi mamá, de hecho a mi me gustaba ufanarme diciendo que ella era mi mamá, y a ella le gustaba ufanarse diciendo que yo era su hija. Mi tía Piedad nunca se casó ni tuvo hijos, algunos rumoraban que ella era lesbiana, y aunque ví muchas mujeres entrar y salir de la casa, yo en medio de mi inocencia suponía que era para tomarles las medidas para un vestido o algo así. Aun así, tampoco me interesó demasiado saberlo. Mi padre, como ya te había dicho, fue un intelectual, un músico empírico que se ganó casi toda la vida siendo maestro de escuela. Su sueño era convertirse en uno de esos grandes cantores como Bienvenido Granda, Celio González, o al menos pertenecer a uno de esos grandes conjuntos. Pero no tuvo mucha suerte pese a que talento sí tenía. Quizás carecía de carisma, no obstante llegó a ser músico de sesión en diferentes grabaciones y llegó a tocar para varios solistas famosos de música popular. También participó en varios festivales pero casi nunca ganaba. Ya cuando cumplió mas de 30, fue desanimándose y se dedicó de lleno a la docencia. Allí fue donde conoció a mi madre, una chica de 17 años, que en sus clases de coro se destacaba por su hermosa voz. Mi madre quedó fascinada por su profesor, su inteligencia y su gran caballerosidad, y mi papá se dejó cautivar de la belleza y su talento prometedor. A mi padre lo despidieron de su trabajo por dejar embarazada a una de sus estudiantes. Fue todo un escándalo, tanto así que cuando en otras instituciones educativas revisaban sus antecedentes, no le vinculaban porque su nombre trascendió de manera infame. Sin embargo buscó la forma de hacer frente a la responsabilidad, tocando en bares, eventos y serenatas acompañado de su joven estudiante embarazada, quien luego de dar a luz se convirtió en mi madre. En esa etapa del embarazo y los primeros años de vida no les fue tan mal, los contrataban con mayor frecuencia y los colegas del gremio de artistas y educadores cercanos a mi padre les colaboraron mucho. Pudieron haber sido un gran dúo como el de Celina y Reutilio o Ana y Jaime. Lucharon por conseguir un contrato musical, grabaron un demo que aun conservo aunque no tenga el equipo para reproducir esa clase de cintas. En aquella época Medellín era la ciudad donde estaban los sellos discográficos y estudios más prestigiosos, como: Fuentes, Victoria, etc. Hasta que en una fiesta en el Hotel Nutibara donde mis dos padres se presentaron, alguien se acercó a mi madre ofreciéndole un jugoso contrato, y la condición era que se separara de su compañero ya que con éste se estancaría. Mi madre siendo joven e ingenua aceptó irse con el empresario, con el cual más tarde se casó y dónde sólo consiguió con él ganarse la vida en una orquesta de planta que ambientaba fiestas en un club. Nada mal le iba, pero nunca fue más allá de sus aspiraciones originales como por ejemplo llegar a ser una Claudia de Colombia o más aun, una Rocío Dúrcal. Mi padre, siendo un hombre bueno y noble, recibió esa traición con resignación, pero por lo que sí peleó fue por quedarse con la potestad de la pequeña Mery, no tengo idea por qué me llamó así y nunca le pregunté, más allá de que me guste mi nombre o no, al menos es corto y fácil de escribir. Su hermana Piedad, mi tía, fue quien se solidarizó con él para la crianza. Yo la quise mucho, ella era la que me mimaba, me regañaba y fue quien desempeñó el verdadero rol de madre. Mi otra madre, seguramente tenía sus sueños, ella no quería ser la mamá de nadie, le pareció frustrante la idea de vivir solamente para criar un hijo, aunque tampoco quiso desprenderse de mí. Su esposo, el empresario, quiso darme su apellido y llevarme a vivir con ellos, pero mi padre luchó incansablemente en contra de ello y yo elegí quedarme con él. Ya estando más crecida, mi madre iba a visitarme o a llevarme con ella a pasar el fin de semana. En cada una de esas ocasiones me llevaba muchos regalos: Muñecas, peluches, juegos de mesa, libros de cuentos, lápices para colorear. Eran encuentros muy tristes, a mi mamá le entristecía que yo fuera fría con ella, pero yo lo era por timidez, ella creía que lo era por rencor, y cada vez que me entregaba uno de esos regalos y buscaba la forma de yo apegarme a ella, terminaba siempre llorando diciéndome: ´Hijita, perdóname´”.<br />
Las lágrimas comenzaban a asomarse en los ojos de Mery como si se resistieran su descenso, luego suspiró para tranquilizarse y continuó: “Con los años me fui aferrando más a mi papá y a mi tía, a pesar de que éramos una familia trabajadora humilde, me dieron una niñez muy feliz y llena de amor. Amaba tanto a mi viejito, cuando me enseñaba entonación sentía como si fuera un juego, componía canciones con letras de cuentos para que yo los cantara. No teníamos televisión, y yo no tenía hermanitos ni amigos, y mi papá, a quien le tocó lidiar varias veces con el desempleo, pasaba la gran parte del día jugando conmigo, también ayudándome a hacer tareas. Gracias a él aprendí a leer a los 4 años y me ponía muy triste cuando se iba por las noches con su guitarra como merendero, le rogaba que me llevara con él, por eso quise aprender a cantar y a tocar para acompañarlo, aunque a veces le resultaban contratos como profesor de música en escuelas y fundaciones que no pagaban muy bien, pero aun así, con o sin dinero yo lo quería mucho. Cuando mi madre se enteró que estaba aprendiendo guitarra y que ya cantaba en las presentaciones del colegio, me regaló esta guitarra, la compró con todos sus ahorros. Pudo haberme comprado una guitarra más sencilla y barata, pero compró la mejor guitarra que se pudiera conseguir en ese entonces. Recuerdo lo demacrada y achilada que estaba mi mamá en ese entonces, ella tenía sólo 33 años, muy joven, pero ya se notaba envejecida y descuidada. Hacía de todo para reconquistar mi amor de hija, pensó que con regalos de alguna manera lo iba a lograr. De alguna manera yo también la amé, pero sus ausencias no fortalecieron mi vínculo con ella”.<br />
“¿Dónde está ella ahora?” Pregunté yo.<br />
“El esposo de ella, el empresario quebró a finales de los 60, además sus vicios y excesos no lo hicieron un buen esposo ni buen padre, mi madre terminó siendo cantante de eventos sociales y de antros. Algunos dicen que se suicidó, otros dicen que murió por enfermedades relacionadas con el alcoholismo, el hecho es que ya no está. Poco tiempo después fue mi papá quien se fue a los 62 años a causa de un cáncer. Yo fui su enfermera en sus últimos días y después de que él se fue, mi amor por la música comenzó a decaer. Asi que me dediqué de lleno a ayudar a mi tía en su modistería. Después de ello me presenté a la universidad, donde formé con mis compañeras un grupo de rock, pero tampoco quise llegar muy lejos con éste, me marché de la banda y de la universidad, fascinada ante la proposición de matrimonio de mi señor ingeniero y bien, el resto es otra historia”.<br />
De repente irrumpió Isabel en el cuarto, quien durante toda nuestra agradable y emotiva tertulia musical con Mery se la pasó hablando por teléfono con su novio mientras preparaba algo en la cocina.<br />
“¡Cómo cantan de lindos los dos tortolitos!, pero bueno hagan el favor de pasar a la mesa que la comida ya está servida”. <br />
Isabel era quien se las arreglaba en la cocina. Tanto Mery como Francisco trataron de convencerle para que estudiara alguna ingeniería o alguna otra ciencia, pero lo que ella eligió fue estudiar en una escuela de Chefs, quería ser experta en comida internacional, de hecho con parte del dinero de la herencia que les dejó la tía Piedad, ella tomó la parte que su madre le guardó y empezó con su novio como socio, un pequeño negocio de Crepes cercano a una unidad residencial del centro de la ciudad. <br />
“Mi mamá nunca aprendió a cocinar, tuve que meterme en esto porque ya estaba mamada de pedir todos los días pollo y pizza a domicilio”. Decía ella a lo que Mery le respondía: <br />
“¿Y no te acordás de las sopitas y los fideos que te hacía, malagradecida?”.<br />
Después de la cena, Mery me enseñó su colección musical, varios discos de acetato distribuidos en la repisa de un torna mesa en buen estado, en donde se encontraban títulos rock como The Beatles, casi toda la colección, Pink Floyd, Genesis, King Crimson, Supertramp, otros de Rythm and Blues y Soul con títulos como Rose Royce, Stevie Wonder, Earth Wind and Fire, y algunas músicas del mundo como Astrud y Joao Gilberto, Ella Fitzgerald, George Gershwin y Nat King Cole; algunos Cds de Jazz y Música clásica; y en su menos numerosa colección de Cds, algunas colecciones, donde había títulos recientes como Jamiroquai y Portishead. <br />
Permanecí allí hasta las 11 p.m. escuchando canciones y planeando qué tipo de número íbamos a tener para tocar juntos, aunque a ella no le interesaba tocar en bares ni en buses, ella quería una especie de tertulia entre amigos estilo celebración de nochebuena, entre colegas como diseñadores, modelos, periodistas, actrices que eran sus clientes habituales y que habían impulsado importantemente su marca. Pero de ese arreglo, en el cual nos dejamos algunas tareas puestas hablaré después.<br />
Isabel me acompañó voluntariamente hasta la salida del edificio para indicarme dónde podría conseguir un taxi. Yo no tenía dinero pero les dije a ellas que sí tenía, pero dudo que me hayan creído, tampoco podía estar dándomelas de pobretón todo el tiempo ante ellas, y más aun llevando entre mis brazos, una caja con productos para el hogar que la misma Mery me regaló. Mientras esperábamos el taxi, Isabel me agradeció por el rato que compartí con su mamá, al principio no entendí por qué lo hacía, hasta que me dijo: “Se la pasa deprimida y malhumorada casi todo el tiempo, a veces ni habla, se encierra en su cuarto y la he llegado a escucharla llorando, otras veces se emborracha escuchando música y me deprime verla ahí desparramada en el sofá durmiendo su rasca, que hasta a veces creo que algún día me va a amanecer muerta, es primera vez en mucho tiempo que la veo tan contenta en casa, sé que mi mamá a veces te trata como un hijo y no sé si sientes como si ella te estuviera cuidando, seguramente debe ser alguna transferencia que ella debe sentir con relación Marcos, mi hermano, no te pido que la mires como una madre, pero al menos como amiga quiérela y cuídala, tú coincides en muchas cosas que le gustan a ella, ojalá vuelvas más seguido, sinceramente me caíste bien”. Decía ella hasta que le gritó a un taxi que pasaba por la esquina cercana al edificio donde ellas vivían. El taxi retrocedió y se estacionó frente a nosotros. Ella se despidió de mí dándome un beso en la mejilla y las gracias. Cuando el taxi llegó al lugar de Prado Centro donde yo vivía, le pedí que me esperara un momento, que necesitaba ir al cuarto por dinero. El pago de la carrera dejó seriamente afectadas mis finanzas, pero afortunadamente ya había cenado y tomado merienda, por lo que pude dormir bien, escuchando mis programas culturales de radio durante toda la noche hasta el amanecer.<br />
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Llegó el jueves de esa misma semana, el día anterior, la casa de banquetes me llamó para que cubriera dos eventos para ese fin de semana, uno el sábado y otro el domingo, necesitaba un corbatín que más tarde fue la misma Mery quien ayudó a conseguir, ya tenía la camisa blanca de manga larga y pantalón de paño negro, bueno era azul muy oscuro que de lejos parecía negro, también se necesitaba un chaleco de paño que acompañara el uniforme y que la misma casa de banquetes me facilitó, cortesía de su departamento de objetos perdidos. Pero más tarde hablaré de mis casi irrelevantes aventuras como mesero de etiqueta.<br />
Era Jueves, 12 de diciembre y aun faltaba un día para la quincena, ya sólo me quedaban unos cuantos pesos de todo mi presupuesto con el cual decidí comenzar mi vida aparte. Decidí ir nuevamente a pie desde el trabajo hasta mi lugar. Los tenis ya se me estaban desgastando, y mi armario, aunque aun conservaba suficientes mudas para todo un año, lo comenzaba a ver limitado. Mientras andaba mi camino comencé a sentir una inusual fatiga, siempre había sentido tener una condición física privilegiada, pero en aquella ocasión sentí una necesidad inminente de sentarme a descansar. Aun seguía en el centro de la ciudad, ya había pasado por Sandiego, subí por El Palo, ya había pasado las Torres de Bomboná, lo cual lamenté ya que hubiera sido el lugar ideal para sentarme a descansar un poco y no en esos lugares expuestos del centro donde la inseguridad podía olfatearse. No obstante, logré sentarme en un pequeño andén ubicado en el perímetro de lo que más tarde se llamaría “Zona Fucsia”. Por un momento pensé cómo me vería a ojos de cualquier transeúnte estando allí sentado, seguramente me vería como un nuevo indigente, o por mi apariencia parecería más bien un drogo novato, lo que por un momento me hizo sentir un poco de vergüenza, así que me puse de pie del lugar, y un individuo que estaba al frente mío a la orilla del mismo andén y que se encontraba dándome la espalda mientras conversaba con alguien de una moto, por fin se dio vuelta después de que el motociclista se despidiera y arrancara en su vehículo. “¿Cómo?, ¡Parsons!, ¿Vos acá?”. Dijo él dirigiéndose a mí. Se trataba “Ricardo”, alias Chucky, le decían así por el famoso personaje de las películas de terror. En mis años de colegio, ´Chucky´ trabajaba en una compraventa de discos y CDs en el Paseo de la Playa. En aquella época yo me ahorraba el dinero que me daba mi padre para comprar CDs y hacer mi propia colección musical. Después de un especial de una emisora de la época llamada <i>“El Mundo Diners”</i>, quien en ese entonces pasó un ciclo de The Alan Parsons Project y haberlo capturado en mis cassettes, quedé fascinado con su música. Una vez fui a “Loliar” a la tienda de discos de Ricardo alias Chucky, y al preguntarle que si tenía música de The Alan Parsons Project, me sorprendió enseñándome como nueve de sus trabajos, con unas carátulas bastante atractivas. Empecé a visitarlo cada mes después de terminar el ahorro para comprarle un CD de The Alan Parsons Project. Le compré 11 trabajos de dicha banda durante el tiempo en que lo visitaba en su almacén. Hasta le llegué a encargar 2 álbums por catálogo, se podría decir que conseguí casi todos los álbums de The Alan Parsons Project gracias a él, excepto el <i>Ammonia Avenue</i> que hasta el sol de hoy sigue faltando en mi colección. Ahora ya sabrán por qué me llamaba “Parsons”. Pero regresando a la escena donde él me saluda en la calle junto al andén donde me senté a descansar le respondí: “¡Eh, Ricardo! (Nunca le llamaba Chucky), ¡qué más hermano!, te fuiste de La Playa y me quedé sin con quien tertuliar”.<br />
“Sí parce, me acuerdo que nos quedábamos horas en el local hablando de superbandas de rock y películas, escuchándonos los temazos, hasta usted terminaba ayudándome a cerrar el local”. Recordaba él.<br />
“Y qué, ¿Qué fue de tu vida, a qué te dedicás ahora? Pregunté.<br />
“Viejo, aquí administrando el chuzo que montamos un socio mío que vino de la USA, el mancito ese de la moto, con quien yo estaba conversando hace un ratico ese es. Vení entrate pa´ que conozcás el chuzo”. Me pidió él.<br />
El negocio era justamente el local en cuyo frente estaba el andén donde me había sentado. Miré el aviso en la entrada del bar y con sorpresa leí su nombre: “Comics´ Bar”. Sí, era el mismo lugar del cual me llegaron a hablar Holanda y Aaron y que también lo mencionaban en los <i>Morning Shows</i> de la radio juvenil de la época.<br />
“No hombre Ricardo, yo no traigo plata, de pronto paso mañana que es quincena”.<br />
“Dejate de huevonadas ome Parsons, ¿No ves que te estoy invitando?, entrate a ver”.<br />
Cuando escuchaba del Comics Bar, yo me imaginaba un lugar como esas discotecas de la 70, donde hay gorilas en la entrada requisando, o como uno de esos antros gigantezcos como Mangos o Templo Antonia. Pero no, era un lugar más bien pequeño, más o menos como el bar del Porfirio, pero con un ambiente más de culto. Sus paredes estaban forradas con afiches y páginas de cómics ampliadas y distribuídas desprolijamente, éstas mostraban superhéroes y personajes famosos de las tiras cómicas, donde se podían ver desde héroes de Marvel, DC y otros cómics como El Fantasma de Lee Falk, Tin Tin, Asterix, etc. además tenía una hemeroteca con una amplia colección de comics donde era difícil hacerse a un campito. Sus mesas que también estaban forradas y plastificadas con páginas de revistas de cómics y en el centro de ellas había había especie de cilindro de cartón que parecía florero, pero donde colocaban enrolladas la carta-menú del lugar y tres ejemplares de revistas de historietas para hojear. <span lang="en-US">La música de fondo era rock muy independiente: Tindersticks, Morphine, Björk, The Go-Betweens, The Smiths, Leonard Cohen, Tom Waits… </span>Que fue lo que sonó mientras estuve allí aquella noche. Al revisar la carta me divertí un poco leyendo los nombres de los cocteles: “Batman”, “Wolverine”, “Superman” (No tenía nada que ver con el Superman de ´Monsieur Le Coctail´ del Lleras), Wonder Woman (Que era el mismo “Mujer desnuda” con Vodka cerezas y limón que servían en Las Torres de Bomboná), y otros divertidos nombres más. Los clientes del lugar eran estudiantes con apariencia nerd, teatreros, profesores universitarios y algunos locutores de radio. <br />
Chucky me invitó a un Coctel cortesía de la casa y nos quedamos hablando en la barra por más de una hora. Me habló de lo diferente que era su propuesta de bar, quien según él, no sólo era bar sino también centro cultural. Me invitó para la noche siguiente que tenían programado un conversatorio sobre la novela policiaca, la novela <i>noir</i>, el thriller, su evolución literaria y su llegada a la pantalla grande a cargo de un profesor de filosofía de la UdeA, y que el sábado iba a tocar un trio también de la UdeA, pero de la Facultad de Artes, un compilado de canciones de música protesta y trova cubana y me enseñó los volantes con que divulgaban dichos eventos.<br />
“¿Ustedes también tienen una banda de planta, no es así?”. Pregunté yo.<br />
“¿Banda de planta?, a duras penas puedo pagarle a los que me colaboran atendiendo la clientela y limpiando, ¿De dónde voy a sacar para pagarle a 5 mechudos, bien caro que cobran?”<br />
“No sé si vos lo conocés, creí que trabajaba acá, se llama Aaron, un guitarro más bien tesito”. Preguntaba yo.<br />
“Ah sí, ´Papo´” Recordó él su apodo que yo ni conocía. “No sabía que vos también eras parcero de él, el mundo es un pañuelo. A ver, lo que pasa es que ´Papo´ quería hacer un grupo de covers de clásicos de los ochenta, el man me garantizaba que eso iba a traer más clientela. Yo no tengo ningún problema en que algún artista toque aquí su música no importa cuál sea él género, o que algún intelectual venga a proponer aquí un conversatorio o conferencia, o que algún cuentero o teatrero nos haga aquí alguna presentación, este lugar es para eso, pero lo que el Papo quería era que cobráramos cóver y que les diéramos un salario a cada uno de sus músicos con prestaciones y todo eso. Aquí nuestra premisa es la donación voluntaria que se le sugiere a los clientes, ese es el pago que le podemos dar a nuestros colaboradores porque no nos da pa´más, esto no es el<em> Hard Rock Café</em>”.<br />
“¿Y qué se necesita para tocar acá?”. Pregunté yo.<br />
“Pues primero que todo se necesitan ganas”. Respondió él.<br />
“¿Y hay que pasar algún filtro?, ¿Hay que audicionar?”<br />
“Jajaja, ay Parsons, ¿Vos qué creés que es esto?, ¿Un estudio de televisión?. Parce, esto un lugar de amigos, aquí no hemos audicionado a nadie, y afortunadamente han resultado buenos artistas, es sino que venga, diga de qué se trata, qué va a presentar, y lo agendamos”.<br />
“Es que tengo un dúo, yo toco la guitarra y en la voz me acompaña una cantante de experiencia, muy buena”. <br />
“¡Wow, Mr. Parsons!, ¿Vas a venir aquí con tu <i>Project</i>?<i>, </i>Mire, si quiere, lo programo para dentro de quince días, acá tengo planta de sonido, amplificadores, guitarra, bajo, batería no tengo pero se la puedo conseguir, lo que usted necesite”.<br />
“No, más bien déjelo para... (Pausa para mirar el calendario) el 16 de Febrero, es que necesitamos ensayar, no quiero salir aquí con algo bien peye”. Dije yo.<br />
“Como diga usted, señor Parsons”.<br />
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<br />Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-26782413018204153032012-08-30T22:52:00.003-07:002013-03-04T06:43:22.534-08:00LA MERY JAIMES (9no Acto: "Canta algo para mí")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE7HS8q1v9IUE7v1TfhPKAH3s5r7eXZd8ZZ1Dv7JMkgEiatf2NM7vQoE-5cPgCptmU6qFEJM9QPccLU26_cmBq4ZBYUlLp3v4Qxw4VD1TJXp-Kvegr6T55WnfGaNNFSzBHEq0AEhqXzA/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE7HS8q1v9IUE7v1TfhPKAH3s5r7eXZd8ZZ1Dv7JMkgEiatf2NM7vQoE-5cPgCptmU6qFEJM9QPccLU26_cmBq4ZBYUlLp3v4Qxw4VD1TJXp-Kvegr6T55WnfGaNNFSzBHEq0AEhqXzA/s1600/images.jpg" /></a></div>
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Despertar un día en un lugar diferente al dormitorio que se ha tenido durante toda una vida deja una divertida sensación de ser el mismo lugar de siempre, y la mente se programa a encontrar todo aquello que se acostumbró a ver a su alrededor en cada nuevo despertar. Eso mismo ocurrió el primer día en que amanecí en mi nuevo dormitorio, al despertar por la mañana con la jaqueca y el pequeño mareo producido por lo que estuve tomando el día anterior, un olor diferente al habitual olor de la casa donde vivía con mi familia un día atrás, me hizo percatar que era mi primer día como hombre independiente en un lugar diferente.</div>
A pesar del malestar, no consideré buena idea quedarme allí haciendo nada mientras iba haciendo tiempo para reponerme un poco e ir a trabajar con Mery después del mediodía, contrario a eso me levanté a las 7am, a buscar el periódico, tratar de desayunar, mirar la páginas de empleo, ir a llevar una hoja de vida e ir a comprar algunos utensilios personales para antes de la hora del almuerzo. Tuve mucha suerte aquel día al encontrar un anuncio donde ofrecían un trabajo a medio tiempo los fines de semana que era justo lo que necesitaba. Mi vida de hombre independiente necesitaba un ingreso adicional. Ese mismo día fui a esa casa de banquetes a llevar la hoja de vida, nunca había tenido experiencia de mesa y bar, pero allí tampoco lo sugerían como requisito. Recuerdo que el número telefónico que di fue el del negocio de Mery, ya que el lugar que había arrendado no tenía línea telefónica, así como también recuerdo que cuando fui a entregar la hoja de vida esperé una formal entrevista, pero lo máximo que pude conseguir fue que la recepcionista del lugar me recibiera el documento, lo archivara, me despachara y después, saliendo del lugar tuve una inesperada sorpresa cruzando la calle Perú con Mon y Velarde en el barrio Boston, me encontré con Holanda quien también se encontraba cruzando la calle pero en sentido opuesto, se veía de muy buena apariencia, cabello cepillado, llevaba una carpeta en la mano, quise que no me viera, pero ella ya me había vislumbrado desde la otra esquina antes de yo cruzar. Crucé la calle cabizbajo y cuando la sentí cerca fue inevitable levantar mi mirada, ella también me estaba mirando, yo simplemente la saludé levantando mis cejas y ella respondió simplente asintiendo y forzando una sonrisa, tampoco me esmeré en mirar atrás y averiguar hacia dónde se dirigía ella, traté de no darle demasiada importancia.<br />
Ese mismo día ya por la tarde, después de hacerle una diligencia a Mery donde uno de sus proveedores, regresé a su negocio y Yuri me dejó un recado; se trataba de una cita a las 7:45 de la mañana del día siguiente en la casa de banquetes.<br />
Me preocupaba el regreso a la casa, pues no tenía nada para servirme de cena, sin embargo, al llegar al lugar, mientras andaba por el pasillo rumbo a la puerta de mi cuarto, me encontré con la dueña, a la cual saludé y después de que ella me respondiera el saludo me dijo: “Si necesita algo de abajo es sino que me diga; tengo cerveza, gaseosa, parva, mecato… yo le hago una cuenta y arreglamos a final de mes”.<br />
Gracias a ese ofrecimiento, logre cenar 2 pandequesos y una Malta, y la pasé bien escuchando programas de radio deportivos del a.m. hasta quedarme dormido.<br />
Al día siguiente, mi viejo reloj pulsera digital comprado en un remate del centro sonó a las 6:15 a.m. Mientras me arreglaba para asistir a mi cita laboral, me di cuenta que me hacía falta una plancha y algún utensilio para dejar la ropa que me quitaba en la noche anterior, también me arrepentí de no haber dejado alguno de los pandequesos de la noche anterior para el desayuno. Al día siguiente traté de vestirme lo más presentable posible para causar buena impresión en la entrevista, y aunque la camisa de manga larga que iba a usar se veía ligeramente arrugada, la chaqueta me ayudaría un poco a solucionarlo. Me preocupaba tener que acostumbrarme a desayunar por fuera, sin embargo era sumamente importante para mí alimentarme lo mejor posible ya que mi delgadez estaba llegando a un punto grotesco, temía enfermarme. <br />
Al llegar a la casa de banquetes, encontré no más de 15 personas, no hubo entrevista, simplemente una pequeña conferencia que luego se volvió seminario práctico, el cual duró un poco más de 2 horas, y dentro de las cuales estuve atento a los tips básicos de mesa y bar y servicio al cliente, y que iban a ser evaluados al final de la sesión. El instructor trató de hacerlo de la manera más didáctica posible, dividiendo los tópicos en cómo se debe hacer y cómo no se debe hacer. Recuerdo las espeluznantes historias de los accidentes que habían ocurrido con el samovar, la manera como se debe servir el champagne y otras cosas del protocolo que ya ni me acuerdo. Después de terminada la conferencia llegó la parte divertida; la práctica, dónde a cada uno nos ponían a hacer una prueba llevando botellas plásticas de 2 litros llenas de agua sobre un charol para que adquiriéramos la técnica y la destreza de un mesero, empezábamos con una, luego con dos y así sucesivamente. La idea era caminar con el charol, sosteniéndolo con una sola mano y no dejar caer ninguna botella y hacer el mejor tiempo. Pero antes de comenzar estas pruebas, al ponerme de pie y mirar el resto de la concurrencia, encuentro en los asientos de atrás a Holanda, quien también se encontraba allí asistiendo a la capacitación. El saludo entre ambos fue igual al del día anterior.<br />
Al principio, el primer intento de cada uno fue accidentado, y me asombré al ver como yo, después del primer intento en donde dejé caer la única botella que llevaba, logré tomarme confianza y hacerlo impecablemente en las intervenciones posteriores, hasta lograr llevar 6 botellas de 2 litros llenas con una sola mano sin dejarlas caer. Holanda también lo hizo fabulosamente, despertando la admiración del instructor quién se asombró por haberlo hecho entaconada, y que por cierto, era la primera vez que la veía a ella luciendo zapatos de tacón. Después de terminada la sesión nos hicieron a todos los asistentes la no muy confiable promesa que rezaba: “Los estaremos llamando”. Yo no estaba muy seguro si iba a quedar, sabía que era un trabajo de temporada, y que por eso mismo era que no estaban reclutando meseros profesionales capacitados en el SENA, ya que sería un desperdicio estudiar tanto para simplemente cubrir unos cuantos eventos en la temporada de fin de año sin ser vinculados, por eso nos dieron esa capacitación relámpago, para convertirnos en mano de obra barata y efímera. <br />
No pude dirigirle la palabra a Holanda, temía que ella me braveara después de lo grosero que estuve con ella la vez pasada, apenas pude despedirme de ella levantando mi mano desde lo lejos, y ella me correspondió de igual manera pero acompañando el gesto con una sonrisa que parecía sincera, y no forzada como la del día anterior, nunca antes la vi tan bella.<br />
Después de almorzar, nuevamente con empanada y gaseosa, me fui a trabajar donde Mery. Cuando llegué al lugar, Yuri estaba a cargo de la tienda y al verme dijo: “Ah, mire, que suba donde Doña Mery que está arriba en el taller, que ella necesita decirle una cosita”. Me imaginé lo peor, nada más preocupante que el jefe te mande a decir. “Pasa a mi despacho, necesito hablar contigo”. Inmediatamente subí al segundo piso, y allí la encontré; cada día se veía más elegante comparada con la primera vez que la ví en donde sólo llevaba jeans, tenis, una franela, su cabello recogido y con cero maquillaje, por aquellos días ella ya usaba, conjuntos de una sola pieza, otras veces blusas y faldas, algunas largas, otras término medio y otras más cortas, éstas últimas las prefería usar con medias de licra de color oscuro, que le hacían ver atractiva pero no demasiado llamativa. Aquel día llevaba el cabello suelto, le había crecido un poco más los últimos meses, no llevaba las gafas puestas sino colgando de su cuello ya que eran gafas de esas que llevan un lazo en la montura. Se encontraba sentada en su mesa de trabajo que también la utilizaba de comedor, estaba almorzando algo que pidió a domicilio y al verme me hizo un gesto con su mano como diciéndome: “espéreme, yo termino de tragar”, después de eso dijo: “Mira, también encargué un almuerzo para ti, desempácalo y siéntate aquí para que comamos”.<br />
“Ya almorcé” Respondí yo<br />
“¿Qué almorzaste?”<br />
“Una empanada y gaseosa”<br />
“¿Llamas a eso un almuerzo?, a duras penas eso es una media mañana, ven siéntate por favor”. Decía ella con una calidez tan penetrante que era inevitable ceder a su invitación.<br />
“Me da mucha pena, que esté gastando su dinero para alimentarme”. Le decía yo.<br />
Luego interrumpió su comida, me miró fijamente y dijo:<br />
“No mires esto desde el punto de vista superficial en que lo ves, yo sé que eres un joven que la lucha, que busca el camino funcional correcto y que tiene que trabajar duro para conseguirlo todo, esta vez soy yo quien te está ayudando en procura de tu bienestar. Quiero que aprendas a extenderle una mano a las personas buenas, para que algún día, cuando tú estés en mi lugar, no vaciles en tenderle la mano a una persona, así no te este pidiendo ayuda. Admiro la valiente decisión que tomaste de irte a vivir por cuenta propia, asumiste demasiados riesgos, no quiero que tu calidad de vida desmejore ni que tu salud tampoco. Irradias una bondad y un amor tan grande que podrías hacer feliz a muchas personas, quiero que aprendas a sacarla y que no se pierda dentro de tí. Alguna vez estuve en una situación similar a la tuya y si no fuera por un ángel que en su momento me tendió la mano, probablemente no estaría aquí teniendo la dicha de hablar contigo”. <br />
No sabía si abrazarla o encogerme de hombros, y luego concluyó diciendo: “Bueno, mételo al microondas, come, para que empecemos y terminemos rápido, ah y no olvides llamar a saludar a tu mamá que aun debe estar pensándote mucho”.<br />
Cuando Mery terminó de cepillar sus dientes yo aun no terminaba el almuerzo que ella me había encargado, pero después de hacerlo, ella regresó al taller para continuar sus labores de alta costura con la señora Ruby, pero mientras ésta última aparecía me animé a decirle: “Señora Mery, gracias por ser mi ángel, no sólo por lo mucho que me ha ayudado sino también por lo linda que es, un día de estos, haré algo por usted”.<br />
Hizo una expresión de sorpresa en su rostro, y se sentó al frente mío preguntando de qué se trataría.<br />
“No lo sé aun” dije yo “Puede ser invitarla a comer algo, brindar con un vino, y cantar algunas canciones, las que yo me sepa y usted se sepa, usted me ha dicho que en una vida anterior solía usted cantar y sería bueno escucharla, podríamos tocar algo a dúo”.<br />
Sus ojos sin sus lentes seguían irradiando la misma alegría de una joven soñadora, luego acariciando suavemente mi mano dijo: “No sé qué tan bien estaré de voz hoy día, pero sería algo hermoso”. Pero justo cuando ella decía eso, la señora Ruby apareció haciendo un gesto de sorpresa como si hubiese irrumpido en medio de una situación romántica que a Mery también sonrojó. <br />
El resto de tarde, fue una jornada laboral normal, donde remití envíos a distribuidores locales y de fuera de la ciudad, reclamé encomiendas, y luego terminé ayudándole a la silenciosa señora Ruby con la labor de embalaje y selección de productos para la distribución. Al terminar la jornada, comencé mi larga caminata desde El Poblado hasta Prado Centro, ya que era la única alternativa para hacer perdurar mi presupuesto hasta final de mes, o al menos para tener y comprar algo de comer por las mañanas. Mientras caminaba sobre la avenida el Poblado, sentí que uno de los vehículos que por allí normalmente transitaban, disminuía velocidad, a medida que se acercaba a mí hasta detenerse a mi lado. Se trataba nada menos que de el Renault Twingo color rojo de Isabel, la hija de Mery, aquel que su padre le había dado de regalo por sus grados de bachiller y que muy pocas veces se le veía a Mery conduciendo. A Mery casi siempre se le veía transportándose en una motocicleta Yamaha Cripton, según ella, se sentía mucho más hábil a dos ruedas que al mando de cuatro. La moto también llegó a pertenecer a su hija Isabel durante su época escolar y que se la cedió a su madre desde que comenzó a andar en el carro que le regaló su padre. Yo también utilizaba muy frecuentemente la motocicleta, si bien no sabía conducir carro, yo aprendí a manejar moto cuando mi padre me enseñó en la época en que él tuvo la suya, antes de que él terminara vendiéndola a causa de una de las tantas situaciones económicas críticas que a veces nos amenazaban, mi padre hasta me llegó a sacar la licencia como regalo de quinces, pese a la oposición de mi madre. Mery alguna vez tuvo la idea de hacerme renovar la licencia de moto para así no tener que gastar tanto dinero en pasajes y tiempo cada vez que me encomendaba alguna diligencia al centro de la ciudad o más lejos. Mery mantenía en su bodega un morral de cartero, para introducir en éste paquetes, objetos, productos o cualquier clase de envío que yo debía fletear. Bueno, regresando a la escena donde el carro de Isabel se detuvo a mi lado en plena Avenida El Poblado, éste abrió una de sus ventanas delanteras y fue Mery, quien desde el asiento de co-piloto se dirigió a mí de la siguiente manera: “Con razón usted sale como una flecha a la hora de salida, si sigue yéndose a pie”. No supe si tomarlo como sarcasmo o regaño, luego continuó. “No llamaste nada a tu mamá, hace un rato estuve conversando con ella, qué pecado, llamó a preguntar como estabas, yo le dije que bien, tienes que llamarla, ella debe estar pensándote mucho”. Yo solamente la escuchaba y asentía sin responderle, luego se bajó del vehículo para mover el espaldar de su asiento y así acceder yo al asiento de atrás (Para los que no conozcan el Twingo, éste es un vehículo coupé), me pidió que entrara, y yo sin mucha suspicacia accedí. La joven Isabel era quien estaba al volante. Isabel era una de esas personas extrovertidas que cuando te saludan por primera vez, se siente como si la trataras desde tiempo antes.<br />
“Así que te conseguiste un apartacho para vos solito, uy qué solle”. Decía ella y luego continuaba como si creyese que yo necesitara de una voz de aliento. “Hágale pa´ lante que en esta vida a veces hay que cerrar los ojos y hacer lo que uno crea conveniente, ¿No te da miedo estar todo el tiempo allí solo?”.<br />
“No, no lo sé, llevo pocos días allí instalado, no sé como iré a sentirme después”. Dije yo.<br />
“Isa, él es un chico muy serio y reservado que no le gusta hablar mucho de sus cosas personales, trata de no molestarlo por favor”. Le advertía Mery.<br />
“Ay má, yo no lo estoy molestando”. Decía Isabel, quien luego mirándome por el espejo retrovisor frontal me preguntó: “Sino dígame usted, ¿Lo estoy incomodando?”<br />
“No, todavía no”. Respondí yo. Ambas esbozaron una sonrisa como reacción a mi respuesta sarcástica.<br />
“Yo no es que sea metida”. Decía Isabel con su peculiar tono de niña gomela, el cual era tan exagerado que parecía como si estuviera imitando o burlándose de algún gomelo en particular: “Lo que pasa es que mi mamá vive a toda hora hablando de vos, parece como si estuviera tragada”.<br />
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“¡Isa por Dios!, ponele cuidado a la vía, mirá que allí hay un semáforo”. Interrumpía Mery con tono regañón. </div>
“Relájese ´cucha´, <i>everything´s under control</i><span style="font-style: normal;">”.</span> Decía Isabel con su misma frescura habitual.<br />
Isabel era una joven de rostro ovalado, cabello liso hasta los hombros, que por lo general lo llevaba suelto y partido hacia el lado izquierdo para darle notoriedad a una raya rojiza tinturada en uno de sus mechones de adelante que casi siempre tapaba su ojo derecho, su nariz nariz delgada un tanto alargada. Su forma de vestir era muy simple; casi siempre se la veía luciendo camisas tipo polo o chompas, jeans y tenis. Nunca se le veía luciendo, faldas, vestidos, tacones o zapatos destapados, tampoco le gustaba maquillarse, excepto las uñas de las manos en donde usaba barniz negro. Mery a veces se quejaba diciéndole a ella cosas como “Pareces un niño”, “Si tuvieras mejor gusto para arreglarte serías la niña más linda del mundo.”, etc.<br />
En un principio yo pensé que ellas me llevaban para arrimarme hasta el centro por la Avenida Oriental cerca al Parque de San Antonio, como habían hecho en un par de ocaciones anteriores, pero tomaron el sentido occidente por la Avenida San Juán, en donde yo les dije que si deseaban podían dejarme allí, a lo que Mery respondió: “Es que quiero vengas con nosotras, necesito mostrarte algo”<br />
“Vamos a secuestrarte y a violarte entre las dos”. Bromeaba Isabel.<br />
“Ay Isa, él no está acostumbrado a tus bromas, así que respeta”.<br />
“Sí, mami linda”. Respondía ella dulcemente para atenuarle el humor a su madre, quien parecía acostumbrada a su irreverencia.<br />
La casa de ellas era un apartamento sencillo de dos habitaciones ubicado en el barrio San Joaquín.<br />
Estando los tres dentro del lugar, Isabel encendió el televisor de su alcoba para escuchar las noticias mientras preparaba algo en la cocina y me servía algo de tomar. Mery se encerró en su cuarto para ducharse y cambiarse de ropa. Ya, cuando estaba lista me llamó para que fuera a su cuarto, el cual tenía un aroma agradable seguramente efecto de algún cosmético o crema que ella había usado. Se encontraba luciendo una bata de baño y su cabello ligeramente húmedo, sentada sobre su cama, aplicándose Vasenol sobre sus pies, me llamó la atención que su cama no fuese una cama doble.<br />
“Mira la caja que hay allí,” Me dijo ella señalando un costao contíguo a su cama, “A Ruby y a Yuri ya les dí el aguinaldo y a ti aun no, si deseas ver qué hay dentro, puedes hacerlo mientras yo termino de echarme esto ya que esos zapatos de hoy me dejan los pies muy pelados”<br />
Me incliné, abrí la caja y quedé muy sorprendido, allí dentro había una licuadora nueva, una mini-cafetera, una plancha y un tarro de Ensure.<br />
“Uy, Mery, aquí sí no voy a ser capaz de aceptarle todo esto.” Dije yo.<br />
“¿Entonces me vas a dejar encartada con todos estos artículos que ya los tengo aquí en mi casa?”. Preguntó ella.<br />
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“No, es que esto es demasiado costoso, me da pena que gastes tu dinero en mí cuando puedes estar privando de un buen regalo a Isabel”.</div>
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“Ay Dios mío, a Isa ya le compré su regalo, además a ella le va muy bien con su negocio en el centro, no necesita demasiado, de hecho ella aun vive conmigo es porque me quiere mucho y no es capaz de dejarme sola. Entonces ¿No te gustó el aguinaldo?”</div>
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“Claro que sí y te doy las gracias infinitas, simplemente es que siento mucho pena por lo detallista que usted ha venido siendo conmigo además yo nunca le regalo nada a usted” Me disculpaba yo.</div>
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“Mira, como ya estás viviendo solo, pensé que estos utensilios te iban a servir de mucha ayuda, por ejemplo la mini-greca es para que mantengas tinto por las noches, o calentar agüita para alguna aromática, y la plancha para que cuando te reconcilies con Holandita y quieran salir de nuevo, te pongas tu mejor pinta bien planchadita”. A veces Mery se ponía tan pesada como su hija, y luego continuó diciendo: “Y por último la licuadora es para que te puedas preparar un batido con leche en polvo y alguna bebida achocolatada o avena al desayuno, o también lo del tarrito, eso te ayudará a recuperar el peso que pierdes con tus largas caminatas diarias, imagino que debes tener los pies muy hinchados y callosos de tanto marchar. A ver, quítate los zapatos y déjame ver para aplicarte un poco de mi crema humectante”.</div>
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“¡Nonono!, mis pies están sanos y bonitos como los suyos, no se preocupe”. Dije un tanto horrorizado, por lo que ella se carcajeó diciendo: “Jajaja, cuando los hombres simulan no ser vanidosos”. Luego, colocó su pie derecho sobre mis muslos y dijo: “Tócame este costado de acá y notarás lo inflamado que está de tanto andar en botas y de tacones, yo tampoco es que tenga muy bien los pies como dices”.</div>
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Acaricié suavemente su pie con mi mano izquierda y con mi mano derecha me deleité con la suavidad de su piel en su musculosa pantorrilla.</div>
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“Pues yo no siento ningún tipo de protuberancia” Dije yo. </div>
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“¿Y en la otra parte de la pierna tampoco?”. Preguntó ella refiriéndose a mi otra mano que acariciaba su pantorrilla.</div>
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“Al menos no se perciben várices”. Respondí sarcásticamente prefiriendo quedar como cínico oportunista y no como tonto malicioso.</div>
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Luego, retirando su delicado pie de mis piernas, se dirigió a su armario donde trató de retirar un objeto más o menos grande con cierta dificultad.</div>
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“Quiero veas algo”. Dijo ella mientras extraía un viejo y sólido estuche de guitarra con rastro de stckers de aerolíneas, de esos que les pegan a los equipajes en los aeropuertos, donde luego desenfundó una vieja y bien conservada guitarra acústica de marca <i>Admira</i> y cruzándose de piernas, se ubicó en posición de tocar, me pidió que me sentara cerca de ella, mientras afinaba las cuerdas con una habilidad y rapidez sorprendentes. Luego comenzó a probar unos arpegios y corroborar la buena afinación, la guitarra tenía un sonido diferente y una resonancia más suave pero limpia. </div>
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“Esta guitarra me la regaló mi madre cuando iba a cumplir 15 años”. Decía ella. “Con ésta anduve medio país tocando en festivales de la canción con mi padre y gané algunos concursos escolares de la canción, mira, estas peladuras que tiene entre los trastes, revelan lo viejita que está”. Siguió acariciando las cuerdas intentando círculos armónicos o simplemente recordando alguna vieja canción.</div>
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“Para ti que eres todo un rockero”, decía ella sin para de tocar: “Quiero que identifiques esta canción, que fue por mucho tiempo mi canción N° 1, no recuerdo muy bien la letra, tampoco mi inglés es muy bueno, pero trataré de recordar y pronunciar lo mejor posible, sino, pues invento”. E inmediatamente dejó escuchar una voz arrulladora, que parecía no hacer esfuerzo alguno para sonar afinada y coordinada, y que entonaba cerrando sus ojos, como desprendiéndose de la realidad para mantener su concentración. Su forma de tocar hacían pensar que el arte de ejecutar la guitarra era el asunto más sencillo y natural de la existencia. </div>
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“<span lang="en-US"><i>Do you want to be an angel, Do you want to be a star, Do you want to play some magic on my guitar?” </i></span><span lang="en-US"></span><span lang="en-US"><i></i></span>Decían las primeras frases de las líricas de su desconocida pero hermosa canción en ingles, cuya pronunciación sonaba bastante clara para alguien que decía no ser buena para dicho idioma, pero si era una rockera de corazón, el idioma no debe ser un impedimento para cantar. </div>
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“Ahora, dime, querido sabelotodo cómo se llama y quién la canta”. Preguntó ella después de terminar su canción.</div>
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“No, ni idea, me suena familiar, pero no tengo la respuesta”. Respondí yo con humildad.</div>
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“¡Increíble!, cómo te vengo a corchar yo con este auténtico clásico, me siento decepcionada, estaba segura que la conocías, de hecho, tuve que desempolvar esta guitarra volver a aprender a tocar esta canción pensando que te iba a sorprender”.</div>
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“Y sí que lo hiciste, porque cruzaste la frontera de mi conocimiento y llegaste a los terrenos de mi ignorancia”.</div>
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“Ay esa forma de expresarte la tuya conmueve, te perdono la ignorancia, no todo el mundo conoce a Emerson Lake and Palmer”.</div>
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“Yo sí conozco a Emerson Lake and Palmer pero solamente “Lucky Man” y “C´est la Vie” Dije yo tratando de reivindicarme.</div>
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“Bueno, olvídalo”. Decía ella sin dejar de tocar la guitarra, me recordaba a Facundo Cabral cuando contaba sus historias en pleno concierto relatandolo siguiente: “Cuando era jovencita, tu mamá era mi mejor amiga en el colegio, yo era la niña más querida por los profes, por mi buena presentación, disciplina, modales, pero mis otras compañeritas me odiaban. Mi tía Piedad, tuvo que elaborarme un lindo delantal porque las otras chicas me tiraban cáscaras, regaban sus refrescos encima de mí uniforme, tiraban sus lapiceros descompuestos para arruinar mi uniforme. A tus tías también las molestaban mucho porque muchas decían que eran tontas, pero tu mamá, que era la mayor, y la chica más ruda del colegio le daba a esas abusadoras su merecido. Ella era de mi curso y se la pasaba castigada por eso. Una vez, gané un concurso de talentos en el colegio, después de ello hubo una convocatoria a un reinado de belleza intercolegiado donde se elegiría la jovencita más hermosa de todo Medellín, el colegio quiso enviarme como representante por haber ganado el concurso de talentos, lo que generó inconformidad y celos por parte de otras chicas, había un plan que consistía en recortarme el cabello y golpearme en la cara para no poder participar. Yo era una chica inocente y pacífica. Una vez estando en la tienda escolar tres chicas me acorralaron, y me llevaron a los baños, dos chicas me sujetaron fuertemente de los brazos, y Martica, tu mamá quien casualmente pasaba por allí para usar el baño vio la escena y una de las chicas le dijo que se largara, que sino le haría lo mismo a ella, por lo que tu madre agarró su suéter del uniforme, lo envolvió sobre el cuello de la agresora, y la haló y la arrastró por todo el piso del baño, las otras chicas que me sujetaban salieron despavoridas, tu madre me tomó de las manos y se la pasó escoltándome toda la jornada, yo le regalé una manzana como gesto de agradecimiento, luego ella fue expulsada del colegio porque tenía matrícula condicional debido a sus peleas anteriores, pero mi tía y yo intercedimos para que la reintegraran. Fuimos las mejores amigas, Martica fue como la hermanita que no tuve, por la tardes la invitaba a mi casa, hacíamos las tareas, jugábamos peinando las muñecas y con los retazos de tela que le sobraban a mi tía, les hacíamos vestidos nuevos, yo ya sabía manejar la máquina de coser en ese entonces, también nos acostábamos en una hamaca a leer revistas y escuchar radionovelas, y luego con mi guitarra le cantaba las canciones que mi papá me enseñaba, su canción favorita era la que yo más odiaba por su letra cursi y los aullidos que hay que hacer en los coros.y siempre me rogaba que la cantara.” Y Mery comenzó a cantar <em>“La Malagueña”, </em>donde quedé impresionado por su versátil técnica vocal, los falsetos del coro me enternecieron y erizaron la piel, podría rendirme a sus pies.</div>
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Era absurdo, creer que yo podía tocar con ella, se veía que era demasiado avanzada manejaba varias posiciones de acordes que yo ní conocía, utilizaba punteos, rasgueos y arpegios tocando una sola canción, y tenía una voz que envidiarían las sirenas, mientras que yo era tan sólo un remedo de músico. Luego, sacándose su guitarra y poniéndola sobre mi regazo dijo: “Ahora, el momento esperado; canta algo para mí”.</div>
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-42236400482704486782012-08-11T14:33:00.001-07:002013-03-04T05:55:31.392-08:00LA MERY JAIMES (8vo acto: "A solas")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfh_iNOGjbVpH0Z7dH4nfMPQG95PcXANtYyWO6K07suNyqj7awpkTLnjWlS4CjPlL6dwR-tZJc9axYwh6AbFKWgoS_XsBw_LRlYt_CEdZB705K_OYXrItgysZsh6jhawFFVXewzvhZLQ/s1600/manos_10.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="243" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfh_iNOGjbVpH0Z7dH4nfMPQG95PcXANtYyWO6K07suNyqj7awpkTLnjWlS4CjPlL6dwR-tZJc9axYwh6AbFKWgoS_XsBw_LRlYt_CEdZB705K_OYXrItgysZsh6jhawFFVXewzvhZLQ/s320/manos_10.jpg" width="320" /></a></div>
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Mery y Francisco llevaban 12 años viviendo separados. Todo éste tiempo sirvió para que cada uno dejara de lado sus excesos y replantearan sus vidas de una manera más madura, ordenada e independiente. La actitud de Francisco en sus días más lánguidos de matrimonio se deterioró gracias a los diversos problemas y desventuras que le trajo el complejo mundo de la política, el alcohol y su inmadurez, así como Mery, su depresión producto del poco apoyo que su esposo le ofreció, su improductividad como ama de casa, a pesar de sus talentos y a esos impulsos emancipadores de mujer moderna. Después de su separación, Francisco la llegó a amenazar por haber sustraído dineros de su cuenta sin autorización, pero pasado un tiempo, Francisco fue tranquilizándose (Por un tiempo), sin dejar de estar distante pero presto en caso de que su esposa e hija necesitaran algo de él. El trámite del divorcio, no dejó de tener sus dificultades y contratiempos burocráticos, para los cuales tanto el uno como el otro no disponían de todo el tiempo del mundo, aunque al principio era más por la resistencia del señor Francisco quien decía: “Hasta que ella no me pague lo que me robó, no le daré ningún divorcio, para que siga dependiendo de mí y no pueda casarse con ningún otro pendejo”. En aquellos días, después de haber pasado toda esa tormenta, la actitud de cada uno fue de indiferencia pero de respeto y el divorcio aunque aun no estaba efectuado, entre ellos ya era un acuerdo simbólico. La concubina actual de Francisco, que no era ninguna cualquiera, influyó mucho para que él replantease su esquema de vida por el bien de su nueva familia.</div>
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En aquella época mi vida familiar también andaba en conflicto, creía que por mí trabajo mi familia me miraría con más respeto, pero no era así. Mis hermanos menores me miraban como un tonto grande y consideraban que yo les estaba ocupando parte del espacio que les correspondía a ellos, y mis padres decían que yo tampoco estaba aportando lo suficiente para la economía del hogar como para estar protestando por algo dentro de éste, y mientras estos conflictos transcurrían yo ya estaba yendo al campus universitario a revisar carteleras o muros donde se anunciara algún servicio de alquiler de piezas o apartaestudios, aunque estaba seguro de que mi capital no me daba lo suficiente para aspirar a un apartaestudio. <br />
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Irme de la casa aun no era una de mis prioridades, permanecer en un techo donde yo no pagara el arriendo y en donde sólo pagaba una parte, me daba más posibilidades para seguir ahorrando, no obstante si algún día era necesario partir, al menos buscaría la forma de lograrlo. Ese día llegó más pronto de lo imaginado; si bien ya venía pasando por situaciones incómodas como no poder escuchar música porque les hacía ruido a mis hermanitos que tenían que madrugar a estudiar o no poder leer hasta altas horas de la noche porque la luz encendida perturbaba el sueño de todos. Ya me había acostumbrado a ello, hasta que la copa se me llenó cuando un domingo por la mañana, donde acostumbraba salir a hacer deporte, encontré la gaveta vacía cuando iba a prepararme el desayuno, sólo encontré un poco de cereal para comer con leche, buscaba algo que me diera algo de azúcar en mi cuerpo para comenzar mi trote matutino dominical. Quizás el incidente no habría ocurrido si hubiese ido a la tienda a comprar mi propio desayuno. A esa hora la tienda vecina a veces permanecía cerrada hasta el medio día debido a las bebetas que se armaban allí los sábados hasta altas horas de la madrugada. Al regresar a casa tanto mi mamá como mis hermanos, me recibieron con una solemne cantaleta: “Por qué le gastás la leche y los ´Kellogg´s´ a los niños, vos sabés que a ellos no les gusta comer ni arepa ni pan pa´l desayuno, vea, por su culpa ellos no fueron al entrenamiento de fútbol porque usted los dejó sin desayuno”. Decía mamá.</div>
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“Es que escóndale las cosas de nosotros a ese ´bobo grande acaba ropa´”. Dijo uno de mis hermanos.</div>
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Quedé estático y sin palabras para responder. Simplemente saqué de mi billetera los papelitos con direcciones y teléfonos de alquileres de piezas, tomé el teléfono y conseguí una cita para ese mismo domingo, y esa misma tarde visité uno de los lugares siendo uno por el sector de Prado Centro el lugar elegido, no por su belleza sino por su economía. No respondí preguntas cuando ellos me vieron empacando. Esa misma noche me les fui,pagando con mis ahorros el primer mes de arriendo por adelantado. Fue doloroso ver como ellos miraban con estupor como me marchaba, mis hermanos se disculpaban y me pedían perdón, mi madre trataba de persuadirme con lágrimas en sus ojos, pero si le daba reversa a mi decisión, menos en serio me iban a tomar de ahí en adelante. Cuando mi padre me siguió hasta la carretera escoltándome hasta subirme al taxi, su imagen parado en la esquina con sus pantuflas y pantaloneta y las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, devolviéndose cabizbajo a la casa, me partían el corazón. </div>
El lugar donde comencé a hospedarme parecía una estrecha buhardilla de lo que antes fue una gran casona, el clóset era tan solo una barra de madera empotrada entre dos paredes en el espacio trasero sobrante del cuadrado que sobre el plano formaba el cuarto de baño. La cama era muy cómoda, era una cama doble yo la escogí, ya que el otro cuarto ofertado tenía una cama individual y me recordaba un catre de calabozo, la madera de la cama doble no era muy fina pero venía con colchón nuevo, se notaba que los cuartos de aquella vieja casa habían sido acondicionados recientemente para negocio de alquiler, aun se olía a pintura recién aplicada y los acabados del baño, que quedaba junto a la entrada eran bastante nuevos para lo antiguo de la vivienda. El lugar aunque pequeño era acogedor y económico, aunque creo que eso último se debía a que no tenía televisor, ya que los otros cuartos de alquiler, que no diferían mucho al mío, eran más costosos por tener TV y cable. Recuerdo ese primer día de estadía, donde el tiempo se me hacía demasiado largo y no podía dejar de pensar en la familia y la triste imagen de mi papá escoltándome, ofreciéndose para ayudarme con algunas de mis cosas que yo llevaba como las dos cajas embaladas con cabullas para tener de dónde agarrarlas y en las que llevaba mi música y literatura en una, y en la otra llevaba ropa y los 3 únicos pares de zapatos que tenía, y dos morrales uno de ellos colgando atrás y el otro por delante, uno de los morrales pertenecía a uno de mis hermanos, pero no me importaba, no le permití a mi papá que me ayudara con ninguno de esos pesados objetos, y el recuerdo de él yéndose cabizbajo hasta la casa después de yo haber conseguido un taxi, me seguía llenando de pesar. Si yo fuera un hombre rencoroso, vengativo y perverso, estaría riéndome malvadamente y disfrutando el triunfo de mi libertad, sintiéndome un dios, pero era demasiado sentimental y sensible, así que tuve una idea para olvidarme de ello así fuera por un rato. Fui a buscar alguna licorera, sin embargo Prado Centro un domingo al anochecer es un lugar solitario y algo tenebroso, no encontraba siquiera una sola tienda abierta para comprar alguna cerveza, de manera que me tocó bajar casi hasta Lovaina y lo único que encontré abierto fue una tiendecita de esa zona y con el dinero sobrante, noté que me alcanzaba para una caja de Moscatel de Uvas, pues no se conseguía Termidor por allá, pero subestimé el poder embriagador del Moscatel. Anduve de nuevo las desoladas calles de Prado Centro, de vuelta hacia mi nuevo lugar, con la usual paranoia de que por ahí saldría algún maleante a quitarme lo poco que llevaba, o simplemente meterme una puñalada porque sí. Pero no fue así, nadie se cruzó en mi fantasmal camino. Al llegar a casa, sentí una pereza apabullante para organizar los implementos del trasteo, pero aun así lo hice para distraer la nostalgia de estar ahora lejos de la familia, lo cual me sirvió para percatarme que olvidé comprar utensilios para el aseo, ya que mi cepillo de dientes, peine, desodorante, jabón, espuma de afeitar y prestobarba, los había dejado en casa de mis padres. “Bueno, mañana será otro día”. Me decía a mí mismo. Pero a penas eran las 8p.m. y no había nada que hacer. Quizás escuchar algo de música, no habiendo televisión, así que saqué mis cassettes y la vieja grabadora, ya que mis CDs, aquellos que con tanto sacrificio compré en mi época escolar ahorrándome las mesadas, se quedaron sin donde ser escuchados, ya que no podía llevarme el equipo de la casa, y en esa época, año 2002, los cassetes, empezaban a ser ítems de paleontología. Traté de poner algo fuerte como Heavy Metal, pero la tristeza que llevaba era nostalgia familiar, no despecho, intenté algo de New Wave, pero el sonido del sintetizador no era el adecuado para el confuso contexto. Finalmente intenté el cassette de Andreas Vollenweider que grabé de un programa de radio de la Emisora Cultural UdeA cuando pasaron en su programación habitual todo el álbum “White winds” y me alcanzó para todos los 45 minutos de la cara B, pues era un cassette de 90, que por el lado A tenía el “Pianisimo” de Suzane Ciani, grabado de la misma estación radial y programa, y al principio creía que el triste sonido del arpa de Vollenweider me arrancaría lágrimas, pero para evitarlo, me mandé a pico de caja un amplio chorrazo de Moscatel, pues tampoco tenía vasos para servirme y el corrientazo no me cayó nada mal. Pero seguía sintiéndome extraño, solitario, como si hubiese caído en medio de la nada, qué decepcionado estaba de mí mismo al sentir que la soledad me estuviera atormentado en un momento donde sólo llevaba un poco mas de una hora de independencia. Estaba perdiendo mi propio desafío. <br />
Cuánto me hubiese gustado tener a alguien a mi lado en aquel momento, disfrutando de la música y el infame vino barato que estaba tomando. Deseaba que Holanda apareciera de sorpresa, pidiendo perdón, borrón y cuenta nueva, y yo no sólo la perdonaría sino que la tomaría en mis brazos, la descargaría delicadamente sobre el suave colchón de resortes, la desvestiría lentamente y ya desnuda la besaría de pies a cabeza. No sabía qué carajos me estaba pasando, era la primera vez que tenía ese tipo de fantasías con ella, pues como ya había dicho, Holanda no era muy agraciada físicamente, a primera vista podía verse fea, nunca la había encontrado sexy; era escuálida, pechiplana, sus nalgas no esculpían un cuerpo curvilíneo ni voluptuoso, llevaba cabello ondulado oscuro muy largo, que debo confesar me encantaba, y un rostro juvenil estropeado por algunos brotes de acné, cejas sin depilar pero no demasiado abundantes ni pobladas y gafas de marco grueso que sin ellas podía verse irreconocible. Su forma de vestir parecía anticuada, pero tampoco se le veía mal, aunque varias veces también andaba de jeans y tenis, sin embargo a Holanda se le encontraba un encanto que podía hacerla muy querible, su ternura y su encantadora sonrisa que embellecía radiantemente su rostro. Quise llamarla, pero no tenía teléfono en el lugar.<br />
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Qué afortunado me sentí cuando la música de Vollenweider empezó a sonarme agradable, ya la pesadumbre familiar se estaba mitigando, pero me sentía patético, escuchando música y tomando sin estar haciendo nada más, no sabía siquiera hacia dónde mirar. El cuarto del inquilinato aquel era toda una celda. Cuánto me hubiera gustado también en ese momento hablar con Mery Jaimes, compartiendo historias, o hablando de música, hasta trataría de animarla a que cantara algo, ella me había dicho que tuvo una etapa de su vida donde tocó música, pensaba que sería interesante escucharla alguna vez, lástima no tener instrumento musical para proponerle tocar algo juntos. <br />
De uno de los morrales logré sacar uno de mis cuadernos de apuntes, donde guardé la foto escolar del álbum de mi madre, no tenía idea por qué la sustraje del álbum de sus fotos de juventud, trataba de no entender mi extraña fascinación por la chica que aparecía en el costado inferior izquierdo de la foto, así que tuve una idea; saqué un lápiz del morral y mi bloc de apuntes, luego me senté en el escritorio que le daba al cuarto un aspecto de sala de estudio y poniendo en práctica lo que alguna vez aprendí en un taller de dibujo manga,en aquella época donde era asiduo visitante de las bibliotecas y no me perdía ningún taller o evento cultural que allí programaban, intenté hacer una muñeca manga con la pose de la joven Mery en la foto. La música de Vollenweider, y de Ciani, ayudaron mucho en mi concentración y me asombré de mi propia habilidad para dibujar la estructura, para luego rellenarlo con los trazos de su silueta corporal y pliegues de su vestimenta, me encantó delinear sus manos delicadas de dedos alargados, que en ese entonces, a sus 46 años eran unas manos más venosas, seguramente producto de su labor manual constante, y su rodilla derecha que en la fotografía era la única piel visible de sus piernas ya que sus pantorrillas aparecían forradas por sus medias altas y sus muslos cubiertos por los pliegues de su falda escolar, sentí deseos de tocar o besar esa rodilla, sólo pude dibujarla hasta el cuello, su cabeza permaneció como un óvalo vacío de la estructura original, nada mal me quedó, quise dibujar el rostro y el resto de su cabello con el estupendo mechón lago callendo desde encima de su hombro derecho, no necesariamente tenía que quedar igual, simplemente que se viera bonita, pero ya me había vaciado casi el 80% de la caja de Moscatel de Uvas y ya estaba ebrio, temía dibujarle un rostro que al día siguiente encontrase feo por culpa de mi pérdida de reflejos causada por el etanol, así que decidí vaciarme el resto del vino y dormir plácidamente.</div>
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Para el otro día tenía pensado levantarme temprano a buscar un trabajo adicional pensando en lo difícil que me sería pagar los meses de arriendo del lugar incluyendo los gastos adicionales, pero aun estaba algo mareado y con dolor de cabeza, sin embargo tampoco quería quedarme allí haciendo nada, así que me duché y salí a comprar lo que necesitaba, incluyendo el periódico para revisar la página de empleos y sopresivamente hallé un aviso donde solicitaban personal joven con o sin experiencia, para trabajar en banquetes para temporada de fin de año, recuerdo que el desayuno me entró con dificultad mientras llenaba en esa misma cafetería un formato Minerva de hoja de vida, y pegarle una de las fotos sobrantes de mis anteriores búsquedas de empleo que por fortuna tenía aun en mi billetera, pero más adelante hablaré de la inesperada sorpresa que tuve cuando fui a llevar la hoja de vida a la tal casa de banquetes. </div>
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Después del mediodía, el malestar producido por el Moscatel de la víspera, ya no era tan fuerte y almorcé con una empanada argentina con gaseosa en el Versalles, para luego ir a Palacé y tomar el bus del Poblado hacia el trabajo. Al llegar allí encontré a Mery con el teléfono al oído, estaba tomando un pedido, pero cuando me vio llegar, abrió los ojos como si acabara de ver un fantasma, que de inmediato se despidió de su cliente en la línea y dijo dirigiéndose a mí: “¡Dios mío!, ¿dónde has estado?, tú mamá ha estado llamándome desde anoche, está muy preocupada, se la ha pasado llorando”.</div>
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Nuevamente sentí esa vergüenza que me hacía dar mi madre al contarle a Mery todo lo que ocurría en la familia, pero no respondí nada para evitar ser grosero, Mery me tomó de las dos manos como si fuera a bailar conmigo, pero en realidad me estaba llevando hasta los bancos donde las clientas se probaban los zapatos, para sentarme allí y hablar conmigo.</div>
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“¿Estás bien?” Preguntó.</div>
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“Eso creo”. Respondí sin mirarla</div>
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“Quiero ayudarte”. Dijo ella mientras el teléfono sonaba. Era mi madre, Mery me llevó el inalámbrico (Al final logró consueguir inalámbrico para el negocio) hasta donde yo estaba.</div>
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Mi madre en la otra línea se disculpó por el incidente del día anterior, se tranquilizó al saber que estaba bien, me hizo el cuestionario acerca de cómo me mantendría yo allí, quién me iba a lavar la ropa, planchar, hacer el almuerzo, pero sólo le respondí que todo iba a estar bien. Después de terminar la conversación con un conmovedor "Dios me lo bendiga y no me lo desampare", aguantándome las ganas de llorar, Mery regresó a recibirme su teléfono inalámbrico y se sentó nuevamente al frente mío, haciéndome las mismas preguntas que me hizo mi madre por teléfono pero con un lenguaje más técnico, quería ayudarme a hacer un presupuesto, y hasta empezó a tomar nota en su agenda de apuntes, donde podía leerse: Presupuesto mensual, arriendo, alimentación, aseo personal, transporte, otros, y cuando quería proseguir haciendo ese balance de lo que se me podía ir en dinero en un mes, al notar mi incomodidad, y expresión de tristeza, interrumpió y preguntó: “¿Quieres que lo dejemos para otro día?”. Sólo pude responder asintiendo sin mirarla. Luego, arropó mi mano entre las suyas y empezó a consolarme: “¡Ánimo¡” decía ella “En algún momento de nuestras vidas tenemos que irnos del hogar a hacer nuestras propias vidas, al principio es difícil, puedes contar conmigo, recuerda que no soy solamente tu jefa, soy tu amiga”. </div>
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Luego, yo izando su mano que en ese momento aun seguía sosteniendo la mía, la llevé hasta mis labios para besarle sus nudillos.</div>
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“Gracias Mery”. Dije yo por fin mirándole a los ojos. Ella sonreía tiernamente, parecía como si le pareciese un gesto dulce lo del beso en su mano, pero permaneció en silencio, su rostro se veía precioso, pero ese pequeño silencio me estaba poniendo nervioso, hasta que de nuevo rompí el breve silencio.</div>
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“A propósito Mery...” </div>
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“¿Sí?”</div>
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“¿Tienes algo que me pongas a hacer hoy?”. Pregunté.</div>
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“Sí, bastante”. Respondió ella. </div>
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-9697388726906040932012-07-13T07:08:00.000-07:002013-03-03T20:12:45.830-08:00LA MERY JAIMES (7mo acto: "La Paga")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGuub4pEJzqXJZSlP9EKmOTb1taHGYKKfBbIdVMcIyuDh1rRjRkvjc50jDwW89A5sU7uDMWyLAqAh9LvRFcsSakfMH_UmN76OdpXZnDdaBEAIswvHMTLxRXG0mEsvZ0nNsKEZIHU9DBA/s1600/silueta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGuub4pEJzqXJZSlP9EKmOTb1taHGYKKfBbIdVMcIyuDh1rRjRkvjc50jDwW89A5sU7uDMWyLAqAh9LvRFcsSakfMH_UmN76OdpXZnDdaBEAIswvHMTLxRXG0mEsvZ0nNsKEZIHU9DBA/s320/silueta.jpg" width="246" /></a></div>
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<span lang="ES">Varias veces, en algún descuido de mi madre hojeaba el álbum fotográfico de sus años de juventud, para ver el ya mencionado retrato de grupo donde Mery Jaimes aparecía entre sus compañeras de clase. El grupo en la foto era de 25 alumnas, divididas en dos hileras laterales de 9, dentro de las cuales se incluía la profesora, y una fila superior de ocho estudiantas del Colegio Eucarístico del Barrio la Milagrosa. Las de la hilera superior se encontraban de pie, sobre una grada de la parte de atrás, las de la hilera intermedia, en donde estaba la profesora en un costado y mi madre en el medio, estaban paradas a ras de suelo, y las de la fila inferior sentadas sobre algo que parecía una banca de capilla, todas cruzando uniformemente su pierna derecha sobre la izquierda, todas en una aparentemente forzada pose de semi-perfil. Mery Jaimes era la primera de izquierda a derecha, su cruce de piernas aún era idéntico al de la vez que hablamos de Holanda en su taller, con el pie de apoyo recostado lateralmente, para mecerse mientras estaba sentada. Que linda se veía con los mechones de su entonces laguísimo cabello cayendo como cascada sobre su hombro derecho, y un pequeño lazo en su cabeza de color blanco, según la foto a blanco y negro, que no se alcanzaba a distinguir muy bien si era un lazo o diadema. Su joven rostro lucía una sonrisa de labios, y esa mirada profunda y cautivante que a ratos le notaba en los momentos actuales en que ella quería preguntarme algo que no tuviera que ver directamente con las tareas del trabajo. En mis primeros años de adolescencia fue una imagen idealizada como el arquetipo físico imaginario de cómo sería la chica ideal deduciendo que su belleza externa era el complemento exacto de su posible dulzura y bondad interna, pero cada día se engrandecía más mi tensión al tenerla a ella como un ser cercano en su etapa cuarentona, haciendo que cada contacto verbal o físico se convirtiera a ratos en un extraño y subjetivo ensueño.</span></div>
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<span lang="ES">Pasó un buen tiempo para volver a tener un buen coloquio con la señora Jaimes, fueron días agitados, de temporada alta, vacaciones, Colombiamoda, en donde Mery también tenía asuntos, exhibiciones y negocios importantes con otros diseñadores y franquiciantes, modelos y promotores ya que ésta también promocionaba su marca en los desfiles de moda. Algunos días ella madrugaba a las 5 de la mañana a encerrase en el taller para trabajar hasta altas horas de la noche, las ventas se movían más. Isabel, la hija de Mery de 18 años, también se animaba a ayudar voluntariamente en esas jornadas, y yo me tenía que mover para todos lados a manera de puente entre Mery, sus contactos, proveedores, clientes y bancos. Por esas épocas su actitud era bastante neurótica, acelerada, y en algunos momentos se le veía en sus ratos de descanso una pose reflexiva similar a la de alguien que se duele de una migraña.</span></div>
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<span lang="ES">Cuando terminaba toda esa tormenta, y llegaba el día de pago, Mery a veces me entregaba un poco más del dinero que esperaba recibir. Y mi ingenua honestidad me tentaba a preguntarle por qué.</span></div>
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<span lang="ES">“Me preocupa que tú tan joven, tan hermoso, estés sometido a tanta austeridad”. Decía ella.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“¿A qué se refiere?”. Pregunté yo. </span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Sé que la situación de tu familia, no todas las semanas es buena” dijo Mery, “Sé que a tu papá le cuesta demasiado mantener a todos sus hijos, alimento, arriendo, servicios, educación y demás y que esto que ganas acá le está sirviendo de mucha ayuda, y que no estás disfrutando mucho de tus salarios.”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“¿Cómo sabe tanto, acaso mi mamá le cuenta el diario de la familia por teléfono?”. Pregunté</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Sé que odias que ella cuente cosas que a mí lógicamente no me incumben, pero ella lo hace es porque se siente agradecida, y porque me aprecia como amiga y busca desahogarse, además si la situación familiar de ustedes no me ha de incumbir, quiero que sepas que me importas mucho”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Al decir ella eso, no dije nada, pero si hice un rostro de extrañeza como queriéndole preguntar “¿Y eso?.”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“simplemente veo… algo especial en ti”. Respondió ella, con cierta timidez, como si empezara a suponer que estaba siendo imprudente con sus comentarios. </span></div>
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<span lang="ES">Hubo un silencio como de 5 segundos. Y luego continuó “Yo quiero que utilices ese dinero extra para que salgas por ahí, invites a alguien a un heladito, o ir a un lugar a tomar cervecita escuchando buena música, o vayas a fútbol con tus amigos, es que uno en plena flor de la juventud, trabajando, sin poderse dar gusto de pagarse un pasaje de bus, porque sé que caminas horas enteras para venir acá y devolverte a casa con el fin de ahorrar, hace que me mortifique viéndote tan flaquito, que no te diviertas sino que te quedes encerrado todo el fin de semana sin salir a la esquina, ni tener oportunidad de divertirte con tus amigos, tener una novia, llevarla a un motel, hacerle el amor de vez en cuando…”</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">De repente le lancé una divertida mirada la cual seguramente ella interpretó como: “¿Qué es eso que estás diciendo, por Dios?”.</span></div>
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<span lang="ES">“Jaja, no me mires así, sólo bromeo”, dijo ella “Cuando era joven, yo también fui muy sanita y tímida como tú, trabajaba con mi papá, él era músico, tocaba guitarra, bandola, tiple</span><span lang="ES"> y tocó en varias agrupaciones de música colombiana tradicional, participó en varias ocasiones en el Festival del Mono Núñez y llegó a ganar algunos concursos nacionales e internacionales cuando trabajaba con mi mamá. Después de que mamá se fue, él me enseñó a tocar guitarra y a cantar, y canté con él desde los 11 años hasta los 17, él durante toda la semana contactaba agentes que manejaran negocios de bares, café-concierto, carpas-cabarets y ferias de pueblos y otros eventos, para tocar allí cada fin de semana. En los primeros años, yo no recibía dinero, él simplemente me compraba regalos como exaltando mi buen trabajo con él, yo no lo hacía porque quisiera ganar dinero o vivir de eso, lo hacía porque quería ayudarle, y también para que se sintiera orgulloso de mí. Mi mamá fue una hermosa mujer, sabía que tenía que trabajar mucho para lograr parecerme a ella...” Interrumpió un momento para dar un suspiro nostálgico y continuó cambiando a un tono un poco menos jovial: “después de cada contrato bueno que nos hacían, mi papá me daba un porcentaje para que me divirtiera un poco, no dejaba que los ahorrara, sino que saliera por ahí y comprara cositas, me gustaba mucho comprar libros de literatura clásica, como Ana Karenina de Tolstoi, Rebecca de Daphne du Maurier, y novelas policiacas. También me gustaba coleccionar álbumes de animales y personajes del cine y la TV, pero lo que más me gustaba era que me llevara a las tiendas de discos, recuerdo que el primer LP que compré fue “Help” de Los Beatles, esa música para mí era un oasis, aunque mi papá vivía decepcionado porque él esperaba que yo heredara su gusto musical, que de hecho era muy bueno, pero aunque la música que él tocaba e interpretábamos era hermosa, a mí me sabía a trabajo y me resultaba rutinaria. Él decía que los Beatles, eran diabólicos y que eso era música de locos, pero cada vez que lo ponía en el tocadiscos me ponía a bailar y a cantar las letras en inglés que apendí desde el cancionero que venía en la delicada bolsa de papel que envolvía el disco dentro de la carátula, “You´re going to lose your girl", era la que más me gustaba cantar y “The night before” era la que más me gustaba bailar, recuerdo que compré otros álbums más de Los Beatles incluyendo el álbum blanco que lo encargué por catálogo ya que acá en Colombia no se escuchaba mucho esa música y que me resultó demasiado tedioso digerir, pero el álbum que cambió mi forma de ver la música fue el Tresspass de Genesis, era alucinante”. Hizo una pausa y se puso pensativa, se sonrojó y me dijo “Ay te debo estar aburriendo con estas cosas que hablo sin que tengas idea de qué carajos estoy hablando”.</span></div>
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<span lang="ES">“Si, el álbum blanco, tedioso por sus 30 canciones y que mostraban a los Beatles en toda su evolución experimental más allá del rock n´roll romántico que hacían en sus inicios, y Tresspass el 2do álbum de Genesis con Peter Gabriel como voz principal y donde aún no aparecía Phil Collins siquiera como baterista.” Agregué yo.</span></div>
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<span lang="ES">“Wow, debí suponer que eres todo un intelectual, no debí subestimarme, hasta debes tener más cosas por enseñarme que yo a tí, veo que vamos a terminar llevándonos muy bien, algún día tenemos que sentarnos a tertuliar, hablar de lo que nos gusta, pero bueno, retomando el tema, lo que te quería decir es que, a pesar de que yo de joven antes de ingresar a la universidad no tenía muchos amigos, los libros y los discos eran mi compañía y en eso me gastaba parte del dinero que ganaba, y paradójicamente fue la época más feliz de mi vida. Tú debes tener más amigos, y puedes aprovechar tus pagos también para divertirte con ellos”.</span></div>
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<span lang="ES">“Yo tampoco tengo muchos amigos”. Respondí yo.</span></div>
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<span lang="ES">“Pero los tienes” Respondió ella, viéndose interrumpida por unas clientas quienes dentro del local observaban los productos y parecían que iban a realizar una compra.</span></div>
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<span lang="ES">Después de eso Mery me pidió que le ayudara a doña Ruby a organizar algunos trabajos en el piso de arriba. </span></div>
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<span lang="ES">Llegó la hora de salida, era día de pago, mas no de inventario, que eran los días donde Mery nos pedía a Yuri o a mí que le ayudásemos a hacer el control de existencias y de caja, pero fue un viernes normal, donde ella retiró algún dinero del banco a eso de mediodía y pagarnos en efectivo, cuando me disponía a salir, ella quedó en su escritorio tomando nota y llenando recibos, sintiéndome nuevamente con deseos de ayudarle a terminar sus tareas, permanecí un rato parado en la puerta dudando y contemplando el halo de soledad y silencio que quedaba con ella después de terminar la jornada. Luego, levantó su mirada encima de sus lentes que llevaba puestos, como si se preguntase “¿Qué haces aun allí?”, pero no dijo nada de eso, solamente me pidió que cerrara la puerta y que no la dejara ajustada.</span></div>
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<span lang="ES">Era día de pago como ya he mencionado, y lo que Mery me dijo acerca del espacio para mí mismo, ya que en los días de pago aun caminaba hasta la casa, tomaba algo en el camino, y el dinero que me correspondía, el que no separaba para la familia, lo ahorraba. Todo eso definía la austeridad a la que ella se refería. Así que mientras caminaba hacia la Avenida el Poblado para tomar el bus que me llevara al centro, decidí por primera vez devolverme hacer una expedición por la zona rosa, andar por la 10, subir hasta Viscaya y asomarme por el Parque Lleras a ver qué lugar se veía llamativo para entrar allí y tomar cerveza o algún exótico coctel. Mientras observaba, la gente bonita (Y plástica) que por aquellos lados concurría. A medida que andaba por esa zona, todos aquellos bares, pubs, discotecas, restaurantes de la calle 10 y el Parque Lleras, me hacían sentir extraño al pretender entrar allí, sabía que en un lugar de esos, la cerveza valía más del doble, y que un pequeño coctel se pagaba con lo mismo que se comprarían dos cajas de vino Termidor en cualquier licorera del Parque del Periodista, el problema no era lo mucho que había que pagar para consumir en uno de esos pomposos bares de la zona rosa, sino qué tanto merecía la pena pagar por un rato de soledad, donde seguramente ninguna de esas chicas lindas que allí pasaban con sus imponentes galanes o grupos de amigos, arrimarían a mi mesa a iniciar una amable conversación conmigo, y que tampoco superaría en placer y economía cuando escuchaba música en mi cuarto yaciendo en mi cama mientras me tomaba de a sorbos las 6 latas de cerveza que trae una canasta de Pilsen que comprara en el autoservicio. Así que opté por un lugar más sencillo, tranquilo donde solamente pudiese escuchar música tolerable, donde además de que pudiera disfrutar un buen capuchino, leer también alguna revista vieja o prensa alternativa y con ambiente más íntimo, terminé eligiendo a: <i>Il Buono, Café, ubicado </i>al costado sur del Lleras. Estando allí, degustando el Capuchino de marras y leyendo un viejo ejemplar del hoy desaparecido periódico <em>El Rockero. </em>Escuché de repente una voz proveniente de una de las mesas contiguas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“No sabía que te gustaba frecuentar este lugar, no te había visto antes por acá, debiste haberme dicho, a menos de que no quisieras invitarme”.</span><br />
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">Era Mery quien a primera instancia no reconocí, ya que llevaba puesto un bonito y holgado gorro de color vinotinto similar al que tenía Anastasia en la película animada de Disney y un abrigo de lana blanco, la falda larga con grabados de hojas y flores de una tela similar a la seda, cuya extensión llegaba llegaba hasta sus pantorrillas y que estuvo luciendo durante toda la jornada con sus botas marrón de tacón mediano.</span></div>
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<span lang="ES">“¿Viene muy seguido acá?”. Pregunté yo disimulando mi asombro. </span></div>
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<span lang="ES">“Muy poco”. Respondió ella mientras se cambiaba a la mesa donde yo estaba y continuó diciendo: “Casi siempre voy a casa a descansar después de que termino de trabajar, aunque no salgo mucho, a ratos me dan ganas de salir por ahí, conocer lugares, su estética, observar gente, sus tendencias… a veces quisiera tertuliar con alguien agradable, pero tampoco me animo a hablarle a cualquiera”.</span></div>
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<span lang="ES">“No lo puedo puedo creer”. Murmuré </span></div>
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<span lang="ES">“¿Creer qué? Preguntó ella</span></div>
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<span lang="ES">“Que una mujer como usted salga sola”.</span></div>
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<span lang="ES">“¿Por qué te cuesta creerlo? Preguntaba ella haciendo un gesto intimidante como cuando alguien dice un disparate.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Egh, No lo sé” respondí yo tartamudeando “Supongo que pocas mujeres querrán salir solas, más allá de que tengan o no su pareja o grupo de amigos”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Bueno, si es por pareja, la respuesta es simple, mi esposo trabaja y vive en otra ciudad, ¿y amigos?… bueno, conozco mucha gente, he tenido diversos almuerzos, y reuniones de negocios, pero aun no he llegado a salir con ellos para divertirme como por ejemplo yendo a cine, o a rumbear o emborracharme con ellos, quizás mis migrañas, mi labor de madre y mi ejercicio como mujer de negocios han coartado en cierto modo mi vida social, soy una mujer de 46 años, que tiende a ser más selectiva y cada vez menos hedonista”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“¿Hedonista?” pregunté yo queriendo saber a qué tipo de hedonismo ella se refería.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“En realidad aun busco formas de diversión, pero no el mismo tipo de diversión que la gente joven, que busca más el goce que el placer, me gustan los momentos tranquilos, y una amable conversación y buena música, no sé si me entiendes”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Entonces eres una mujer tan joven como yo”. dije yo eufémicamente para no hacerle entender que yo la veía tan vieja como ella misma insinuaba “Pues la diversión que mencionas es exactamente el tipo de diversión que también busco, nunca sueño estar en una discoteca bailando toda la noche, bebiendo y drogándome hasta el amanecer, espero que este estilo de vida sano y mojigato no me llegue nunca a incomodar”. </span></div>
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<br /></div>
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<span lang="ES">Mery permaneció silenciosa por unos segundos, sonriendo y mirándome fijamente, como si le divirtiera algo de lo que dije, sus ojos brillaban y su sonrisa de labios me traían de vuelta la imagen de la chica más bonita de la foto escolar de mi madre.</span></div>
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<span lang="ES">“¿Por qué tu esposo no trabaja acá en Medellín?” Pregunté para romper el silencio.</span></div>
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<span lang="ES">“Supongo que es allá donde debe estar”. Respondió después de haberle dado un prolongado sorbo a su Mocca.</span></div>
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<span lang="ES">“¿Qué trabaja él allá?”</span></div>
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<span lang="ES">“Estuvimos instalados en Bogotá mucho tiempo, después de que a él le dio por dedicarse a la política.” </span></div>
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<span lang="ES">“¿Es él político, senador, magistrado?”. Pregunté.</span></div>
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<span lang="ES">“Nada de eso”. Respondió ella. “Hoy día se dedica más a lo que él estudió, a la ingeniería, ahora es profesor de cátedra de una de las universidades de allá, y tiene una empresa que contrata obras públicas. Ha cometido errores y se ha metido en embrollos serios gracias a la política, cuando fue concejal de Medellín lo llegaron a amenazar, y también cuando estuvo en la Cámara de Representantes en Bogotá, por estar rodeado de malos amiguitos. Qué época tan aburridora”.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“¿Por qué regresaste a Medellín?, Pudiste haber montado tu negocio en Bogotá” pregunté.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES">“Ay querido mío, estando con él no podría estar trabajando ahora, además es una historia muy larga y menos divertida que la que me contaste de tu amiga. la tal ´Bélgica´”</span></div>
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<span lang="ES">“Tú sabes que su nombre es Holanda, no seas burletera”.</span></div>
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<span lang="ES">Sonrió, suspiró y empezó su historia: </span></div>
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<span lang="ES">“Vivimos unos años felices en nuestros primeros años de matrimonio, recuerdo que él trabajaba en una pequeña firma constructora, donde tenía un jefe muy querido, Don Aníbal, quien fue el que le dio su primera oportunidad en el mundo profesional, lo apoyaba por su juventud y talento, mi esposo es 4 años mayor que yo, él ya era un ingeniero prometedor cuando yo aún era una estudiante del conservatorio de la UdeA, que en esa época aun no era la Facultad de Artes. Éste jefe fue el que nos incentivó a que nos casáramos, lo elegimos de padrino, y era muy pendiente de nosotros. El viejo siempre le decía: “Cuida y quiere a ese ángel de mujer que el señor te ha mandado del cielo, mantenla como una reina, cualquier cosa en que les pueda colaborar me avisan”. Pero perdimos mucho contacto con él, después de que mi esposo fue contratado por el Municipio de Medellín. </span></div>
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<span lang="ES">Algo que yo admiraba de Francisco (El esposo), era su independencia, que a pesar de ser un muchachito hijo de esas familias montañeras pero con plata y conservadoras, o al menos eso aparentaban, es que él quería descubrir la vida por sí mismo, y darse el lujo de decirle a sus padres que todo lo que había logrado había sido por su cuenta, y que no les debía nada,´ eso lo hacía un hombre tan sencillo, tan diferente, tan alegre, que me encantaba. Mientras a sus hermanos les pagaron universidad en el exterior después del bachillerato, él se rebeló y se fue a vivir solo, experimentar la pobreza y forjar su carácter a través del estoicismo, mientras uno de sus hermanos estudiaba ciencias políticas, leyes, algo así, por allá en Cambridge. Francisco, en vez de ello, trabajaba de ayudante de un viejo albañil, donde conoció y se enamoró del mundo de la construcción, no le iba mal, de hecho aprendió el arte de la albañilería y seguramente allí adquirió esa fuerte fisonomía que a las mujeres del barrio atraía, excepto cuando hablaba, ya que tenía un léxico digno de una persona letrada y petulante, que fue lo que a mí me llamó la atención de él. Él vivía solo, en una casa donde arrendaban piezas, a dos cuadras de la casa donde yo vivía con mi tía Piedad, la hermana menor de mi papá, quien por esa época llevaba dos años de fallecido. Yo tenía 19 años, pero parecía de 14, por mis rasgos físicos muy delicados aun y porque tenía apariencia de colegiala y personalidad inocente, que no salía de la casa, pero en realidad no era así, yo tenía doble vida; de día ayudaba a mi tía Piedad en su modistería, de hecho mucho de lo que sé de modistería lo aprendí de ella. y por la tarde, con mi traje de niña buena, iba a clases a la universidad, y me quedaba allí hasta las 8 de la noche ensayando con unas compañeras del conservatorio que queríamos hacer una banda de <i>Rock Onírico</i> con formación netamente femenina, y cuando tocábamos los fines de semana en garajes y clubes nadaístas, nuestros trajes vampirezcos un poco cursis y muy extraños para mediados de los 70 ya que ese estilo se adopto a finales de esa década y durante parte de los 80, esos vestuarios y maquillaje eran diseñados algunos por mi tía que era una persona de mente muy abierta, estos eran nuestro atributo más llamativo. A mi tía, le encantaba mi transformación de niña buena a rockera, decía que la música que tocaba con mi papá era para viejitos. A Francisco lo conocí una mañana que fue a casa con la excusa de que mi tía le arreglara un pantalón que tenía la bota descocida, pero mi tía no se encontraba allí y él me obligó a que yo se lo arreglara, ya que estaba de afán. Todo fue una payasada suya ya que lo único que quería era entrevistarse conmigo. Recuerdo que yo le hacía la costura de su pantalón mientras él me hablaba por la ventana,- No me dejaban entrar a nadie a la casa cuando estaba sola-, me decía que él había visto tocar <i>Les Anges,</i> la banda, que era una música muy estridente para su gusto, pero que lo que más le gustaba era la cantante, la tal Mery. Yo no le contestaba, pero él insistía comentando esperando que yo me alterara cuando él decía bobadas como por ejemplo que la tal cantante, Mery, era divina, pero muy flaquita, que si la tuviese de novia la invitaría con frecuencia a comer helado para que se pusiera más trocita, y que se parecía a Lilly Munster cuando salía a cantar con todo ese maquillaje tan teatral y ese cabello tan largo suelto. Y así fue todos los días, se arrimaba a la ventana a tertuliar, a veces llevaba una grabadora para enseñarme sus canciones favoritas, trataba de impresionarme cantándolas, y a ratos le hacía coros, así empezó nuestro noviazgo. Nos casamos en 1978, vivíamos en un apartamento pequeño pero muy acogedor. Año y medio después nació Marcos, nuestro primer hijo, y no quería ser una mamá como la mía que nos abandonó siendo aún yo muy pequeña, quería ser entregada cuerpo y alma como lo fue mi padre mientras vivió. Paré mis estudios y dejé de trabajar porque no quería que otra gente criara mis hijos por mí, casi 5 años después nació Isabelita, que desde muy bebecita fue muy débil y asmática y me exigía demasiada dedicación. Cuidar a ambos niños en su tiempo me causaba una gran aflicción, y esa aflicción llegó a volverme negligente, negligencia que pagué muy caro con el tiempo, pero los amaba, no obstante mis sueños ya eran cosa del pasado, ya no era mi vida, mi vida era propiedad de mis hijos y esposo. Mientras que él; podía viajar, hacer especializaciones, participar en eventos deportivos, hacer conferencias, salir en TV, y coquetear. Por esa época ya podía verme en el espejo y esa nena pura y virginal de otrora, ya se había convertido en un rejo: Una madre trajinada, fláccida y fea”.</span></div>
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<span lang="ES">“Pero tenías un esposo, ¿Nunca le dijiste que tú también querías salir adelante?”. Pregunté.</span></div>
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<span lang="ES">“Quizás me hubiese apoyado si le dijera en los primeros años”. Dijo ella “En aquellos años aun estábamos muy enamorados, éramos jóvenes, ingenuos y soñadores, pero nunca la pedí consideración en aquellos buenos tiempos, yo solita me condené a ser una ama de casa abnegada, madre de familia y pésima cocinera, y años después cuando quise cambiar mi esquema de vida, él no me lo permitía. Recuerdo que por esos primeros días él trabajaba como ingeniero del Municipio de Medellín, era un trabajo tranquilo, sólo hacía estudio de terrenos y planos. Pero por estar tan cercano a ese mundo de la política, se fue enamorando cada vez más de ésta, y el hombre pasó de ser de caballero sencillo a tirano, avaro y marrullero, y la época de desgracias comenzó ahí. Cada vez que le cuestionaba alguna negociación mal licitada deliberadamente para beneficio de su grupo de colegas, él se ponía furioso y me gritaba. Cuando se hizo concejal, se volvió más mezquino y se la pasaba de viaje, según él de negocios. Y finalmente viviendo en Bogotá, siendo él miembro de la Cámara de Representantes, comenzó nuestra guerra, ya que una vecina, muy ligada al mundo del teatro me encontró trabajo allá como auxiliar de vestuario en una productora de TV. Mi esposo, que cada día andaba más disperso y del cual yo ya sabía que me estaba siendo infiel, me facilitaba las cosas con su absentismo, de modo que ni se daba cuenta de lo que yo hacía en el día, pero al enterarse no le importó mucho al principio, porque podía llevarme la niña al trabajo. Ya estando inmersa en ese mundo del teatro y la televisión, conseguí muy buenos contactos, gente con quién salir, ir al gimnasio, de compras, al salón de belleza y a rumbear. Lo que ponía furioso a Francisco, que hasta llegó a golpearme por llegar borracha a la 1 a.m. Sólo quería que me entendiera y apoyara y que buscara una forma de salvar nuestra relación. Su taza se llenó cuando por accidente , y recomendación de una maquilladora de TV resulté siendo modelo de comerciales, aparecía en comerciales de caldo de gallina, shampoo, crema de dientes, encarnando siempre el papel de mamá, todo gracias a mi buen registro en las cámaras y porque yo misma podía cantar los gingles musicales de algunos comerciales. Hasta que en una ocasión acepté participar en una campaña publicitaria de una firma de cosméticos y productos de belleza, en donde debía aparecer desnuda, y con la mano de otro hombre pasando sobre mi cintura, en la versión de TV, sólo mostraban la toma hasta la cintura y yo me cubría los senos con los brazos, en las revistas sí aparecía mi silueta totalmente desnuda de perfil pero sin revelar ninguna parte noble de manera frontal, que no se veía tan impúdico, era sólo un desnudo artístico al servicio de la publicidad, Lo hice porque quería ver qué tan libre podía intentar ser, darme una oportunidad de sentirme nuevamente bella y deseable incluso ya entrada en los treinta y algo de años que tenía. Cuando salió esa imagen desnuda publicada en medios impresos, mi esposo me dijo toda la verdad, que llevaba algunos años relacionado con otra mujer joven y preparada y que le complementaba mejor que yo, que ya tenían un hijo juntos, me dijo que podía seguir haciendo lo que me diera la gana, mostrándole el culito a todo el país y acostándome con los de la farándula, incluso me llamó “maldita puta” delante de mi hija, ese mismo día, tomé su tarjeta, le saqué 150 millones del banco, tomé a mi niña y me vine de vuelta a Medellín, a hacer una nueva vida: Pagarme un curso técnico de diseño y pensar alguna idea de negocio.” </span></div>
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-1933171041434785172012-06-07T16:55:00.000-07:002015-08-22T20:36:08.031-07:00LA MERY JAIMES (6to Acto: "Juglares del transporte urbano")<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmN-HnUxpJXbse6d4wx86cH4kBrpjhQErYiOaoZf_ITLW_szqNRe-P3YyecwqI1dxxGFnirf7yJVqH5IQq4zXRRMLKLnIx0DmQ3y1e4kAFO2nEtP2ejHecCep6-kUDp7twr53j-Utosg/s1600/6218918863_46a05d01f8_z.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" fba="true" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmN-HnUxpJXbse6d4wx86cH4kBrpjhQErYiOaoZf_ITLW_szqNRe-P3YyecwqI1dxxGFnirf7yJVqH5IQq4zXRRMLKLnIx0DmQ3y1e4kAFO2nEtP2ejHecCep6-kUDp7twr53j-Utosg/s320/6218918863_46a05d01f8_z.jpg" width="240" /></a></div>
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Rara vez tuve la iniciativa de comenzar una conversación con Mery en los tiempos menos ajetreados del trabajo, así que si a ella no la daba la gana de hablar, podíamos pasar un día entero sin cruzar palabra, excepto si ella tenía algún deber por asignarme. A veces parecía como si estuviéramos disgustados el uno con el otro, y creo que ella a veces sentía la misma sensación de querer romper el silencio preguntándome cosas sobre mí mismo, sobre mi fin de semana, algún programa de TV o el clima, aunque las conversaciones ya iniciadas no tendían a ser muy largas ya que mi pobre anecdotario de ese entonces y también los clientes y hasta el mismo teléfono no lo permitían.</div>
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No todas las veces tenía que estar en el lugar de trabajo desde la mañana, todo eso dependía de lo que hubiese que hacer o el día que fuese, a veces ella me citaba para después del mediodía. Una vez, un lunes donde decidí ir por la mañana, huyéndole a la sombra del ocio y a las ganas de hacer nada en casa, fui al lugar desde las 8 de la mañana a ver si ella me ocupaba en algo. El negocio en realidad abría a las 10 a.m, pero ella muchas veces acudía allí muy temprano; unas veces para trabajar en el taller, y otras veces para organizar y hacer el aseo del lugar, cuya peculiaridad era el aroma a ambientador de esencias frutales que le arrancaban un suspiro al que allí entrara, la decoración del lugar era algo en lo que ella se esmeraba mucho. Fue uno de los primeros lugares que tenían un concepto que algunos especialistas en decoración llamarían luego “Estética Lounge”. El colorido de las prendas y esa combinación entre lo retro y lo moderno, lo formal y lo informal, entre lo atrevido y lo sobrio, eran la particularidad de Mery Jaimes como diseñadora, fue unas de las primeras que propuso que las jovencitas lucieran prendas clásicas y muy femeninas como faldas largas o hasta las rodillas, vestidos de apariencia clásica complementadas con zapatos tenis en vez de tacones o sandalias, de hecho ella se ufanaba de ser la primera mujer en usar faldas con zapatos deportivos, inspirada por las tenistas de finales de los 80, aunque ella también tenía una línea formal para la mujer de oficina y otra exclusiva, que se hacía según el criterio del cliente y el criterio suyo ya que también era asesora. Los exhibidores eran también un diseño exclusivo, que permitía hacer una mejor y estética exhibición de los productos. A Mery le gustaba decorar con flores artificiales, y grabados de pared que ella misma diseñaba y que de vez en cuando modificaba. Aquel mismo lunes encontré el almacén cerrado pero a través de la vitrina se le podía ver a ella haciendo el aseo, toqué el cristal de dicha vitrina, y al verme hizo una expresión de asombro que de inmediato acudió a atenderme como si algo anómalo estuviera aconteciendo.</div>
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“¿Y Ud. qué está haciendo acá?, yo le dije que viniera hoy después de la 1pm” Preguntó ella asombrada.</div>
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“Pues, no tenía nada qué hacer y vine a ver en qué la podía ayudar” respondí.</div>
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Cruzo sus brazos mirándome directamente a los ojos como por 10 segundos, levantando la ceja como hacía Roger Moore, sugiriendo que le costaba creer lo que estaba oyendo.</div>
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“Pero entre por arriba, por el taller” dijo ella “es que acabé de encerar el piso y no me gusta que alguien me pise antes de abrir el local.”</div>
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Al abrir por la parte de arriba, su ceño ya no estaba fruncido y con una amable sonrisa me hizo seguir, llevaba una pañoleta en su cabeza, una vieja franela color beige y pantalón pescador que hacían entender que ella estaba en función doméstica, llevaba los pies descalzos seguramente para no estropear el piso que ella recién había encerado.</div>
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“Espéreme aquí mientras yo termino allá abajo” Me pidió ella.</div>
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“Vine a ayudarte” Le recordé.</div>
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"Yo no tengo para pagarte por oficios adicionales, además ya voy a terminar quédese aquí sentado, si quiere puede cambiar la música, que ya subo para que charlemos un poco antes de que lleguen las muchachas.”</div>
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En efecto me quedé escuchando su música sin atreverme a cambiar su selección musical, que era lo que normalmente sonaba como ambientación del almacén. Curiosamente eran artistas relacionados con el jazz fusion, me refiero a Spyro Gyra , Chuck Mangione, Incognito, Steely Dan, Michael Franks, Boz Scaggs, Matt Bianco, Sade, George Benson, etc y que no me atrevía a cambiar, porque a pesar de que yo era más rockero, mi época como aprendiz de guitarra me enseñó a ser tolerante con varios géneros, además esta música complementaba bien el lugar, dándole un ambiente más “lounge”, elegante.</div>
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Minutos más tarde, apareció ella con 2 tazas de café y unas 5 galletas de mantequilla, de las cuales ella sacó su taza de café y el resto me lo dejó a mí.</div>
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“Imagino que ya desayunaste, pero demalas, le tocó aceptar mi invitación”</div>
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No respondí nada, simplemente me quedé mirando el tinto y las galletas dentro del plato por unos segundos, mientras ella encendía un cigarrillo, al levantar mi mirada hacia ella, su rostro me miraba fijamente con una sonrisa cargada con cierta malicia, si bien fumar no es saludable, lo hacía con tanta clase y elegancia que parecía un íntertexto de Sharon Stone en aquela famosa escena, excepto por la falda y las piernas cruzadas, ya que como he dicho, Mery Jaimes llevaba aun puesto su pantalón pescador e indumentaria ya descrita, pero con sus piernas cruzadas haciendo que sus pies descalzos se vieran impecablemente hermosos cuando uno de ellos pendían graciosamente al tener su pierna derecha cruzada sobre su rodilla izquierda, dio otra sutil bocanada de cigarrillo y siguió mirándome como si esperase que dijera algo, pues nunca me creí lo suficiente hermoso para pensar que estaba contemplando y deleitándose con mi encanto juvenil.</div>
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“Bueno, dime qué tienes para contarme” Por fin ella rompía el leve silencio.</div>
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“No, pues, solo vine a ayudar un poco, no tengo nada interesante para contar” Decía yo intimidado.</div>
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“¿Ah no?, Cuéntame una de tus fascinantes aventuras. Cuando me encontré con tu mamá, que sigue viéndose idéntica después de todo ese tiempo que pasó, ella me habló cosas fascinantes de tí”</div>
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“¿Fascinantes?, ¿Cómo es eso?, No veo qué pueda decirle ella de fascinante acerca de mí”</div>
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“Sobre tu guitarra, y aquella chica con la que te tomaste la ciudad”</div>
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“!Argh, como siempre ella dejándome como un tonto, voy a tener que hablar seriamente con ella!” Reaccioné indignado por algo que tenía tan personal, y que ella lo supiera sin haber siquiera indagado.</div>
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“¿Eres así de mal agradecido?” Preguntaba ella con un tono más serio “Tu pobre mamá hablando orgullosamente de la tenacidad de su hijo y tu avergonzándote de ello, y fuera de eso quieres dejar a tu amiga Mery como una vieja chismosa, qué malo y egoísta eres.”</div>
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Avergonzado cambié inmediatamente de parecer y me disculpé con ella.</div>
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“Si no quieres hablar de ello, lo respetaré” Dijo ella “Simplemente quería escuchar de tu propia voz aquella historia con la que tan identificada me sentí, yo también fui música, tengo mi guitarra por ahí guardada, y me gané la vida cantando en mi juventud, además tampoco me pareció justa tu decisión final respecto a la música, los sentimientos hacia otras personas no deben interponerse en nuestros sueños, debes dejarlos de lado y pasar de largo si es necesario para lograr tus metas”</div>
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“¿Se refiere a Holanda?” Pregunté extrañado.</div>
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“¿Quién?, ¿Acaso viajaste a Europa?, o ¿acaso es así como se llama tu chica?.”</div>
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“Ella no es mi chica, nunca lo fue”</div>
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“¿Pero se gustaban? ¿Por qué la ruptura entre ambos hicieron que tu guitarra pagase el precio de tu dolor y por consiguiente acabar con tus deseos de seguir trabajando?”</div>
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Me seguía desconcertando como mamá le había contado tanto a ella, como casi 30 años sin verse y tenían que hablar precisamente de mi con lujo de detalles.</div>
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“Las cosas no fueron como mi mamá te dijo, es una historia larga” Aclaré yo.</div>
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“Te puedo escuchar por hora y media” Dijo ella, cambiando su postura apoyando su mentón sobre su rodilla, abrazando su pierna con ambos brazos, disponiéndose a escuchar. Y comencé mi historia:</div>
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“Hace algunos años, mi papá llegó a casa más tarde de lo habitual, estaba borracho, parece que le había ido muy bien en uno de sus trabajos. Mi madre, tuvo una airada discusión con él aquella noche, que ni siquiera prestó atención al objeto que él traía consigo, era una guitarra que no sé quién le había regalado, a veces pienso que él la había comprado pensando en mí cuando me sorprendía en mi cuarto haciendo ´air-guitar´ en mis momentos de catarsis rockera, seguramente le dijo a mi mamá que se la regalaron para que ella no le cuestionara acerca de las prioridades. Al otro día, al ver la guitarra, fui yo quien se apoderó de ella ya que a mis otros hermanos no les interesa tanto la música. La guitarra se veía nueva, traía consigo un pequeño manual donde enseñaban a afinarla y a conocer los acordes básicos. Nunca la utilicé para hacer ´air guitar´ (Tuve que explicarle a Mery que ´air-guitar´ era la acción de tocar una guitarra invisible, emulando alguna estrella de rock en cuestión), en vez de ello la utilizaba, para familiarizarme con la postura de los dedos en cada acorde, y tratar de hacerla sonar, sin embargo esa iniciativa autodidacta no me ayudó a aprender a tocar muchas canciones, así que asistía a las eucaristías para jóvenes los domingos, donde un muchacho llamado Aaron, animaba las liturgias con sus cantos de alabanza, dándoles poder con los riffs de su guitarra electroacústica, su agradable voz y sus dos coristas que a la vez también utilizaban instrumentos de percusión y de viento para que la música sonara más rica y lo menos minimalista posible. Me gustaba ubicarme tan cerca como pudiese para identificar los acordes que él utilizaba en sus diferentes canciones y tomaba nota de ellos, si bien cada día mejoraba en destreza para cambiar de un acorde a otro, me era imposible tocar un riff o un arpegio, así que un día después de una eucaristía, me acerqué a Aaron para pedirle una leve asesoría, por lo que terminó invitándome a sus clases de guitarra los días sábados en el salón parroquial. Si bien la donación sugerida era irrisoria, yo no tenía con qué pagarle las lecciones, estaba desempleado y mi padre cada vez se resistía más a que yo fuera dependiente de él, no obstante durante la semana, después de ayudarle a mi madre con las labores domésticas por la mañana e irme por la tarde a buscar empleo o a leer en alguna biblioteca, ella me pedía que antes de emprender mis búsquedas diarias le llevara a mi padre el almuerzo al taller, y él me daba dinero para el pasaje de regreso a casa ya que la pendiente era muy dura para subir en una tarde soleada, aun así tenía que aceptar el reto pues los pasajes los ahorraba para pagarme las clases de guitarra de los sábados. Y así fue como inicié mis estudios con el maestro Aaron. Es extraño llamarle maestro a un chico de aproximadamente mi misma edad. En su curso casi todos eran principiantes desde cero, y debido a mis logros autodidácticos, notó que yo estaba un paso más allá de los demás. Quizás no era muy buen instructor, pues se notaba su desazón e impaciencia al ver que nadie estaba logrando tocar al menos una canción, por lo que él me apartaba de los demás estudiantes y me pedía que tocara algún riff o algún arpegio con secuencias de acordes que él mismo me proponía y era supremamente satisfactorio cuando él terminaba tocando encima de mis acordes o cantaba. Después de cada clase de guitarra seguía la sesión del grupo juvenil, donde traté de hacer amigos, pero todo era tan banal allí, que yo solamente me apartaba con mi guitarra a practicar la lección del día y estar presto cuando alguien solicitase mi ayuda para algo. Hasta que un día se acercó Holanda, una de las 2 coristas de Aaron, quien tenía una linda voz y era su cantante de respaldo además de ejecutar aceptablemente la flauta dulce y la quena, la otra corista era Lina, una niña de familia más pudiente, físicamente más bonita, y más dotada musicalmente que Holanda, si bien ambas eran coristas y la voz principal era la de Aaron, Lina también tenía un arsenal de percusiones, panderetas, maracas, congas y en las ceremonias importantes como el Pentecostés o Semana Santa, se le veía ejecutando la batería generando admiración en los feligreses, ella era la única de las dos que podía cantar una canción como voz principal en cada liturgia, pues Aaron tenía más preferencia hacia Lina, cosa que atormentaba a Holanda, ya que ésta vivía enamorada del buen Aaron, y si bien ambas chicas trataban de llevarse bien, podía percibirse algo de rivalidad entre ellas. Si bien Holanda era una de las chicas más entusiastas del grupo juvenil, la que colaboraba en casi todo y que no le importaba quedarse una hora más ensayando los cantos para el día siguiente, empezó a aislarse del meollo temático del grupo juvenil después de que Aaron oficializó en público su noviazgo con Lina, por lo que Holanda, decepcionada, fue acercándose cada vez más al mudo de la guitarra, así me apodaban los otros chicos, y al poco tiempo tanto el mudo de la guitarra como la segunda corísta terminaron separándose de coro, clases de guitarra y grupo juvenil. Recuerdo que cada vez que ella se me acercaba veía cuáles canciones estaba ensayando yo, casi todas las conocía, y cuando veía que podía interpretar un círculo de acordes ella me acompañaba con su flauta y otras veces cantaba. Así fue como inició nuestra amistad. Nos engomamos tanto con el asunto que hasta pactábamos citas a mitad semana, aprendí muchas cosas de ella, fue quien me enseñó a cantar y a tomarme confianza así no fuera un músico tan virtuoso, ella me decía que lo que hace único a un artista no es su talento sino su actitud. Ella era una chica soñadora, a pesar de que sus condiciones de vida lindaban en lo precario, vivía con su mamá en una pequeña casa prefabricada cercana a la quebrada Santa Elena, y aunque el lugar no era el más presentable, la casa era decente después de todo, como si eso representase lo que era Holanda, una chica de barrio que quería ser diferente. Ella frecuentemente me expresaba sus deseos de querer estudiar Lenguas Extranjeras en la universidad, y así tener la oportunidad de aspirar a un intercambio en el exterior, yo simplemente la escuchaba, pues no recuerdo haberle compartido mis sueños, en ese entonces no estaba seguro de lo que quería para mi vida, solamente quería aprender cosas que me gustaran, pero verdaderamente no quería ser nada en particular. Y asi fue como como gracias a sus sueños a los cuales ella por su condición no podía acceder, y ante mi inminente necesidad de trabajar, fuimos cultivando nuestra idea alocada”</div>
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“¿Rockear por toda la ciudad?” Preguntó Mery.</div>
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“Así es” Respondí yo “Holanda y yo éramos bachilleres desempleados y padecíamos de exceso de tiempo libre, lo cual nos facilitaba reunirnos todos los días por la tarde, unas veces en su casa, otras veces en la mía, a pesar de que mi madre prefería que a esas horas estuviera buscando trabajo, a ella tampoco le disgustaba porque estaba haciendo algo sano con una ´niña juiciosa´. Si bien yo me inclinaba más al rock más underground, ella se inclinaba más hacia el rock en español, y a ´la música para aplanchar´ que escuchaba su mamá, aunque también tenía uno que otro gusto de rock anglo que coincidía con el mío. Hacíamos una selección de canciones favoritas nuestras que potencialmente fueran interpretables. A veces yo iba a la biblioteca a buscar los acordes y tablaturas por Internet y las ensayaba arduamente durante el dia a pesar de que algunas me parecían imposibles de tocar y cuando yo me quejaba de ello, ella trataba de motivarme diciendo ´tú puedes, yo sé que sí, has otro esfuerzo más, estoy convencida de que lo lograrás´. No sé qué tan sincera estaba siendo al decirme esto estando tan acostumbrada al virtuosismo de Aaron, y cuando de algún modo después de varias horas, a veces días de práctica conseguía lograrlo, y al enseñarle mi logro, me felicitaba gritando: ¡Genial! Y me llenaba el rostro de empalagosos besos. Cuando ya consolidamos un repertorio variado consistente en boleros viejos adaptados en Bosanova, canciones de Rock en Español, Música Romántica, podíamos elegir entre 2 ó 3 canciones diarias. Hasta que nos lanzamos al ruedo, al principio tuvimos mucho miedo enfrentarnos a la calle, y lo duro y humillante que podía ser el imaginario de subir a un autobús a cantar. Una de nuestras rutas más frecuentes era la Circular Coonatra, la abordábamos desde el Parque del Periodista, cuando, nuestra canción debut fue “La Chica de Ipanema,” que era una versión instrumental-minimalista de guitarra y flauta, de la que recuerdo equivocarme en un par de acordes, pero que aun así no interrumpí, era importante empezar con una instrumental porque Holanda no se sentía segura para cantar, pero una vez terminamos la canción instrumental, continuamos con otra de Jeannette ´Frente a Frente´ donde me sentí muy decepcionado porque la toqué en arpegio y el ruido del bus no dejaba escuchar bien las cuerdas, pero salimos bien librados al final, y recibimos buenos aportes voluntarios, de los pasajeros, que al bajarnos del bus Holanda me abrazó fuertemente y me llenó nuevamente de besos diciendo emocionada ´¡Grandioso!, lo logramos, estuvimos muy bien.´ A medida que fue pasando el tiempo más que nuestro trabajo ya era nuestra diversión, cada día nos tomábamos más confianza y mejorábamos más, la motivación y la química entre nosotros era enorme, aunque después tuve que enfrentar a mis padres cuando les llegó el chisme de que yo estaba trabajando en la calle cantando en los buses, que fue muy duro de asumir para mi orgullosa madre, pero que no disgustaba del todo a mi padre porque ya había encontrado una forma de ganarme la vida, aunque mi mamá siguiese relacionando la calle con indigencia, inseguridad y pobreza. Trabajábamos de lunes a viernes, de 7:00 am hasta las 6:00 pm, descansábamos al mediodía y llevábamos nuestros utensilios para llevar algo de almuerzo así fuera un sándwich o un arroz con huevo y mortadela y botellitas plásticas de agua, aguapanela o Frutiño para el medio día. No nos iba tan mal, podíamos montar en 15 buses por día y recibíamos de 3000 a 6000 pesos promedio por cada bus, habían temporadas en que ganábamos muy buenas cantidades, creo que era el carisma y la dulce voz de Holanda lo que le daban ese valor agregado al producto.”</div>
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“Ah, me encanta la forma en que relatas tu historia me haces sentir como si pudiera ver los hechos” Opinó Mery “Pero, si todo anduvo tan bien, si fueron tan buenos amigos, y se compenetraron en su objetivo, ¿por qué terminó?”</div>
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“Ay, Mery, aun sigo sin entenderlo” Decía yo “Si, bien ganábamos una justa cantidad de dinero, más que los artistas de semáforo, más que los vendedores de dulces, o que los vendedores ambulantes que llegamos a conocer en esta aventura, decidimos que el dinero no lo podíamos ir gastando tan precipitadamente como en los primeros días, que debíamos proponernos metas y evolucionar, superar la etapa de dúo musical del transporte urbano y evolucionar a un grupo de bares, y después de ello, llegar al estudio de grabación, luego el éxito, las giras, sueños de adolescente para los que teníamos que ahorrar un porcentaje de las ganancias para comprar mejores instrumentos y equipamento, ya habíamos presentado audiciones para tocar en pubs nocturnos pero nunca nos llamaron. Ella pensaba que eso se debía a que todos los grupos que salían seleccionados tenían mejor infraestructura que la nuestra, pero yo pensaba que el problema eran mis limitaciones técnicas ya que como guitarrista no era muy versátil ni virtuoso, sólo era riffs y acordes, sin embargo nos pusimos a ahorrar y yo le confié a ella el dinero, pude haberlo guardado yo mismo, pero las necesidades sorpresivas de mi hogar me harían correr el riesgo de utilizar el dinero ahorrado para salvar a mi papá de una mala semana de trabajo. Las cosas transcurrieron con normalidad hasta que Holanda se presentó a la universidad, ese fue el principio del fin. Recuerdo que me pidió autorización para sacar dinero de nuestro fondo común, para ella poder comprar el formulario de admisión , y yo como buen amigo la apoyé. Luego aprobó el examen de admisión y a los pocos meses comenzó estudios en licenciatura, pero aun ella trataba de seguir fiel a la causa trabajando conmigo por las mañanas, y yendo a clases por las tarde, lo cual era muy duro para mí porque por la tarde era yo quien tenía que arreglárselas solo en los buses. Trato de no pensar cuán bien sonaba yo solo para no torturarme, pero sin el carisma de Holanda, mis tardes no eran tan buenas lucrativamente como estando con ella. Empecé a desmotivarme, a sentir celos de ella, y a considerar sacar dinero de nuestro ahorro para yo presentarme también a la universidad, pero me preguntaba qué tan conveniente podía ser estudiar si con las ganancias aportaba para los gastos del hogar. Días después ella se mostraba cada vez más distante de nuestro trabajo, y aunque aún acudía a éste durante las mañanas, cada semana lo hacía con menor frecuencia, hubo días en que me tocó hacer la doble jornada yo solo ya que ella tenía bastante que estudiar, pero aun así le seguía entregando la cuota del ahorro. Hasta que un día en que ella tampoco acudió por la mañana, sentí la necesidad de ir a su casa a hablar con ella, y pedirle el dinero si era necesario. Una vez estando allí me desarmó mostrando cordialidad y alegría al verme, me dijo que tenía algo muy importante para decirme, que se trataba del ´nuevo integrante´ de nuestro dúo que ahora sería trio, se trataba de Aaron, a quien ella se encontró de nuevo en la universidad, donde éste cursaba el programa de Educación Artística, y que cuando ésta le habló de lo que los dos estuvimos haciendo durante todos esos meses al margen del grupo juvenil parroquial, éste se mostró bastante interesado, y a lo que dijo querer aportar porque tenía unas ideas que ayudarían a nuestro grupo a dar un gran salto de progreso, ideas que le había propuesto a su ahora ex-novia Lina que no se atrevió a seguirlas y que consistían en hacer de ´nuestro proyecto´ una banda de covers de clásicos del rock, para tocar como banda de planta del ´Comics´ Bar´ propiedad de un amigo suyo, lo cual sería una evolución notable de juglares del servicio de transporte urbano a banda rock de bares. No sé si fui pesimista o conformista, pero la idea nunca me olió bien, pero aun así, asistí al lugar donde Holanda me dijo que nos viéramos el sábado siguiente, diciendo que ese sería nuestro ´primer ensayo´ con Aaron como ´nuevo integrante´. Era en uno de los salones de ensayos de la Facultad de Artes, llevé mi guitarra en su estuche en caso de que fuera necesaria, pero todo fue un fiasco. Al llegar yo al lugar encontré a Holanda con otros 5 mechudos entre ellos el buen Aaron acompañado de un baterista, bajista, guitarrista rítmico, tecladista y a la misma Holanda quien volvía a ser corista. Aaron al verme me saludó no sé si cordial o burlonamente diciendo: ´¡Eh, viejo!, que gustazo verlo por acá, que bueno que hayas venido a ver el ensayo´, con lo cual entendí que yo no pertenecía allí, e inmediatamente le pedí que me permitiera hablar un momento con Holanda, a la cual le pregunté que si era eso de lo que ella me había hablado, y a lo que ella me juró que los otros eran nuevos integrantes, que no estaban la vez pasada, que Aaron recién los había reclutado. Me esforcé demasiado ya que la voz se me entrecortaba para preguntarle que qué hacíamos con la guitarra que llevaba yo conmigo en ese momento, no refiriéndome a ésta como un simple instrumento sino como el símbolo que representaba nuestra unión artística, nuestra amistad y sueños mutuos, por lo que ella tomó mi mano y me dijo, que eso era lo que ella quería, que lo que hicimos ambos fue algo lindo e inolvidable pero que ya había cumplido su ciclo, que su esquema de vida ahora era diferente y que me deseaba miles de bendiciones para que yo también lograra cumplir mis sueños. Por lo que me fui del lugar aturdido y tratando de disimular el dolor que me dio escuchar eso, hice un esfuerzo titánico para no derramar una sola lágrima, y darme todos los ánimos posibles para empuñar mi guitarra con valor y trabajar para olvidar, así que trabajé ese resto de día con el amargo sabor de la nostalgia, creo que ese fue el día en que mejor canté y toqué en los buses, pero las ganancias fueron mediocres, quizás porque era sábado y nunca había trabajado un sábado. Al bajarme por los lados de la Avenida 33, después de haber dado un recital en un Circular Coonatra, dos tipos de muy mala facha me aprehendieron armados de un arma corto-punzante, pidiéndome que me bajara de toda ´la liga´ que me había hecho en el día, a lo que accedí sin darles resistencia alguna, pero uno de ellos me pateó en el muslo haciendo que se moviera mi estuche de guitarra, diciendo ´vos tenés más plata gonorrea, sacá la caleta, no te hagás matar acá´. El maleante me pedía que sacara lo que tenía dentro del estuche, y acto seguido saqué la guitarra, le lancé el estuche vacío al otro compañero para que lo atajara, y al otro, el del cuchillo, le estrellé con toda mi ira y fuerza la guitarra sobre su cabeza, y miles de astillas volaron por doquier, fue un momento catártico, el otro asaltante quien trató de acercarse lo amenacé con lo que quedó del diapasón, mientras que el agredido trataba de salir de la conmoción tambaleándose, me puse en guardia esperando su contraataque con navaja, pero los transeúntes empezaron a hacer ruido y uno de los ladrones dijo: ´abrámonos de acá´. Y salieron corriendo con lo que ya les había entregado. Ese día perdí mi amiga, mi guitarra, mis ganancias y mi trabajo. Al llegar a casa, no respondí a todas las preguntas de mi mamá, simplemente dije que se me estropeó la guitarra y me encerré en el cuarto a dormir un rato, hasta que por la noche llamaron a mi cuarto, era mamá diciendo que Holanda estaba allí, había ido a entregarme todo el dinero que habíamos recolectado para comprar mejores instrumentos y capacitarnos más, me dijo, que también me obsequiaba la parte que ella había recolectado como gesto de amistad y esperando que se diera lo mejor para mí, pero como yo estaba tan sentimentalmente herido, empuñé el pequeño tarro guarda-dinero que me había dado, abrí la puerta, y lo lancé lejos con toda mi fuerza, le dije a Holanda que se largara, que no quería verla más. A lo que Holanda reaccionó con estupor, sin decir nada, sólo salió de la casa corriendo y envuelta en llanto”.</div>
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<br />Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-27400276552724355962012-05-16T15:59:00.000-07:002013-02-26T15:42:31.307-08:00LA MERY JAIMES (5to Acto: "El Almuerzo")<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7ujl9Cr4hLebWhZC5J45J2VHC2YfLIL_7QzrmL4Jixx8HTFI1SQRlFT_iVAYHSugM93_GfLDhpAdY73Ixq3kaTNlFJrzbkw0ri1881i3io9lNmKIhFvYGJK3lKvhg0d4USTz-CGdy0A/s1600/foto+almuerzo.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="158" kba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7ujl9Cr4hLebWhZC5J45J2VHC2YfLIL_7QzrmL4Jixx8HTFI1SQRlFT_iVAYHSugM93_GfLDhpAdY73Ixq3kaTNlFJrzbkw0ri1881i3io9lNmKIhFvYGJK3lKvhg0d4USTz-CGdy0A/s320/foto+almuerzo.png" width="320" /></a></div>
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En poco tiempo el trabajo en el negocio de la señora Jaimes resultó siendo tan sencillo como monótono, me acostumbré fácilmente al registro de inventarios y existencias, los trámites de rutina, consignaciones menores en el banco, recepción de encomiendas, envío de paquetes a otras distribuidoras y en varias ocasiones despachando el almacén.<br />
Mery Jaimes era diseñadora de ropa femenina de la línea casual y ejecutiva, aunque también era hábil para diseñar trajes de gala, coctel y accesorios, como collares, gorros sombreros, pulseras, bolsos, aretes. En su almacén también exhibía la línea básica que consistía en faldas, blusas, chales, que tenían su toque exclusivo, el cual las hacía muy apetecidas entre las mujeres del alto estrato por la sobriedad y delicadeza que insinuaban dichas prendas. También era distribuidora de calzado femenino, y franquiciaba con una marca extranjera de calzado que costaban considerablemente, pero que aun así vendían bien. En el negocio era muy habitual ver gente de los medios locales; periodistas, actrices, gente de la farándula, modelos que saludaban a Mery con mucha familiaridad. Una vez una presentadora de noticias regionales pasó por allí en busca de unos buenos zapatos de tacón y Mery le pidió que se entendiera conmigo, cuando yo le enseñaba los modelos que ella se quería probar, simplemente le entregué la caja y le decía: “Pruébeselos”, a lo que Mery, desde su escritorio respondía: “No mi amor, no seas descortés, pruébaselos tú, como si fueras un príncipe y ella fuera Cenicienta, que no te de pena que ella no muerde”.<br />
Era uno de los varios momentos embarazosos que merced a mi timidez y torpeza, Mery trataba de intervenir, fuera para molestarme o simplemente tratando de conocerme mejor.<br />
Mery Jaimes también hacía prendas por encargo, y muchas veces se encerraba desde altas horas de la mañana, permaneciendo hasta 12 horas en su pequeño taller, ubicado en el 2do piso del local, donde con una tal señora Ruby que era su asistente, elaborando algún surtido de prendas que algún almacén o marca importante contrató, o que alguna clienta VIP, ordenó diseñar. Habían otros días en que ni se dejaba ver, ya que según Yuri, su asistenta de mostrador, a Mery no se le podía ni hablar mientras estaba ocupada en el taller porque tendía a ponerse como una pantera, irritable. Así que muchas veces Yuri era la que me entregaba un papelito con una lista de deberes y diligencias correspondientes a mi labor, Pero Yuri no siempre estaba allí, su trabajo era medio tiempo y todos los días no iba, así que varias veces era yo mismo quien despachaba en el mostrador. Otras veces cuando el trabajo de taller no era tan prolongado, ella misma despachaba su almacén y a la vez elaboraba sus accesorios a mano para luego exhibirlos: bolsos, cinturones, collares, gorros de lana que ella misma tejía, sombreros, etc.<br />
Mery al principio me hablaba poco, casi siempre se le veía ceñuda, a veces ni saludaba, y cuando hablaba, casi nunca me miraba, lo que me hacía difícil predecirle.<br />
Una tarde, después de hacer varias diligencias encomendadas por ella, llegué al negocio agotado y sediento de tanto caminar y la encontré a ella sola en el almacén haciendo su muy habitual pose reflexiva como si estuviese quejándose de un dolor de cabeza, tenía a su lado un vaso de agua que daba el aspecto de haberse tomado una pastilla recientemente, cuando estaba buscando palabras para hablarle, una clienta apareció, ella misma la atendió, mostrando un humor más afable, después de terminar de atender la clienta, se acercó mirándome fijamente, ya sin expresión adusta con su mirada brillante sin sus lentes, sus pequeños labios estirados esbozando una sonrisa, y su cabello suelto que se extendía un poco más arriba de sus hombros que la hacían lucir, fresca y espléndida, sin duda a sus 46 años seguía siendo hermosa. Se quedó mirándome a los ojos aproximadamente 10 segundos sin desdibujar su sonrisa, hasta que por fin habló: “¿Por qué no me hablas?, ¿No te caigo bien?, siempre entras muy serio y mirándome feo, ¿No estás contento trabajando conmigo?”<br />
“¡No, señora, no diga eso!, de hecho me siento bien con el trabajo”. respondí<br />
“¿Eres como tímido, no es así?”, Preguntó ella mirándome con la misma expresión de alguien que le habla a un niño.<br />
“No me gusta hablar de mi timidez, es una característica muy malinterpretable, muchos piensan que los tímidos somos tontos o antipáticos” Afirmé yo.<br />
“Jajaja, piensas como yo pienso a ratos, yo también soy muy tímida, ¿No lo has notado?”<br />
“Imagino que es por eso que a ratos ni saludas”<br />
“¡Ay sí, qué pena!, es que a veces ando tan atareada que vivo con la cabeza puesta en otro lado, que hasta se me olvida saludar, a propósito, ¿Tienes hambre?” De repente ella cambiaba de tema.<br />
“Bueno yo…” Exclamé yo vacilante.<br />
“Un momento”, interrumpió ella. “No estás yendo a almorzar a tu casa al mediodía ¿no?, con razón te estoy notando cada día más delgado, mira cómete este poquito de seco del almuerzo que pedí, solamente le metí 2 cucharadas antes de que se me fuera el apetito, dale, está aun en buen estado y la carne ni la he tocado, te lo meteré en el microondas, y te lo comes arriba en el taller, dale mientras te consigo algo de sobre mesa.”<br />
“Pero señora…” Trataba yo de disuadirla.<br />
“No me digas así”, interrumpió ella “Díme Mery, tu mamá fue mi mejor amiga en los años de colegio, así que nosotros también seremos mejores amigos”, espérame en el piso de arriba mientras te caliento el almuerzo”.<br />
Su amabilidad me causaba algo de incomodidad, a pesar de que era aun un muy joven pero ya adulto, me horrorizaba la idea de sentirme como un arrastrado y aun así, notar que la gente también me viera como arrastrado. Era la primera vez que entraba al taller que se encontraba tras bambalinas, subiendo por una pequeña escalerita que quedaba atravesada en la mitad de la pequeña cocineta del local. El taller era una especie de bodega más amplia, donde estaban los materiales necesarios, como las máquinas de coser, las telas que se utilizaban y todo un mundo de artilugios relacionados con la modistería que aun no logro especializarme al respecto. Allí se encontraba Ruby, la asistente de Mery en el taller, una señora de uno cincuenta y tantos años, desgarbada con aspecto de solterona pero cierto halo de bondad, me saludó sonriendo y asintiendo y que en ese momento se encontraba doblando y empacando la manufactura ya terminada para dejarla lista para la distribución. Aproximadamente 7 minutos más tarde apareció Mery con el recipiente de icopor donde venía empacado el almuerzo ejecutivo que ella solicitó ese día pero que su mal apetito, o caridad le cohibieron consumir sumando también una botella de gaseosa.<br />
“Perdone la demora, es que estaba esperando que llegara Yuri” dijo ella. “Cómetelo todo, es un sequito con ensalada Rusa, no sé si te guste el aspic de atún que tiene como carne, es que a mí no me gustan mucho las carnes de res ni de cerdo, está limpio, en buen estado es que con estos malestares que me están dando a veces no tengo mucho apetito, solamente me tomé la sopita que venía con éste, si deseas algún día te puedo pedir una sopita para ti, para que no te fatigues tanto haciendo las vueltas por la tarde.”<br />
“No señora” protesté yo, “Ud no tiene por qué preocuparse tanto por mí, le agradezco mucho que haya compartido su almuerzo conmigo, pero no quiero que se haga costumbre”<br />
“Cuántas veces te tengo que repetir que no me llames ´Señora´” aclaró de nuevo “Me he comunicado con tu mamá recientemente y ella me está diciendo que no has vuelto a casa al mediodía para almorzar, y el muchacho de los domicilios me dice que te ha visto en el parque sentado leyendo esos libros que traes, devorar literatura no es lo más apropiado para la nutrición, en realidad me preocupa que no comas, te estoy notando muy delgado y no quiero que Martha me culpe del deterioro de su hijo”.<br />
Fue embarazoso escucharle ese comentario, así como embarazoso fue contarle la verdad, prefería decirle la verdad que inventar mentiras que ella más tarde pudiese descubrir. Le dije que la mayor parte de mi salario la destinaba para mi ahorro personal, así que por eso sacrificaba los pasajes. Me pareció imprudente hacerle ese comentario porque ella pensaría que yo estaba insinuando que no era suficiente lo que ella me pagaba, por eso le aclaré que mi prioridad era contribuir también para el bienestar de mi familia.<br />
“No debes pensar únicamente en los demás, piensa también en ti mismo” Dijo ella “No dejaré de decir que es noble y admirable eso que haces por tu familia, no dejes que tus sueños se aíslen por ello, guardar dinero siempre es conveniente, no debes decirles la cantidad exacta de lo que ganas, solamente diles cuanto les puedes dar, allá ellos si lo toman o lo dejan, te digo esto no para que te enfrentes con tu familia sino para que sepas que por muy contentos y admirados que estén contigo hoy porque respondes como miembro comunitario de una familia, el día de mañana, Dios no lo quiera, te quedas sin trabajo, ellos no te van a ayudar en retribución a la colaboración que les das hoy día, te volverán a mirar con menor respeto, en cambio, si guardas una cuota mayor para tu ahorro, tendrás una mayor cantidad de dinero de reserva que te servirá mucho mientras necesites encontrar otro trabajo, ahora bien, si ves que no te alcanzan los pasajes para ir a casa a almorzar al mediodía, sólo dime, yo te facilito lo que necesites, que después lo arreglamos”.<br />
No dije nada, sólo asentí y me dediqué a comer en silencio mientras ella le hacía ajustes a una prenda sentada en la máquina de coser diagonal al escritorio donde estaba yo.<br />
“¿Dónde está la basura?” Pregunté yo al terminar.<br />
“¿Te lo comiste todo?” Respondió ella preguntando y acercándose nuevamente “Que bien, no dejaré que te desmejores acá, quiero que estés saludable, quiero que tú, siendo mi representación empresarial ante los clientes y distribuidores, éstos digan: ´Qué muchacho tan papasito ese que trabaja contigo´”.<br />
Seguramente hice una expresión de incomodidad respecto a ese comentario.<br />
“¡Ay, te sonrojé!” exclamó ella con cierta picardía “Voy a decirte todos los días cositas así para verle color a esa cara tan pálida que mantienes”, luego se sentó en frente mío, seguramente conmovida por lo avergonzado que debía verme en ese momento, puso su mano sobre la mía acariciándola levemente, no comprendía la sensación de regocijo que sentí ante dicho gesto, levanté mi mirada, y me encontré nuevamente con su resplandeciente mirada detrás del cristal de sus lentes.<br />
“Te estoy molestando mucho, ¿cierto?” Preguntaba ella “Tu mamá me ha contado tantas cosas fascinantes acerca de ti…”<br />
Pero justo en ese momento, se escuchó un grito de abajo, era Yuri quien decía “¡Mery, que pase al teléfono, es la señora de Sandiego!”<br />
Soltó mi mano, y se puso de pie diciendo: “Debería conseguir un inalámbrico también para acá”<br />
El día terminó normal, 2 diligencias más, 3 ventas de mostrador fueron mis otros movimientos durante ese resto de tarde para luego volver a casa, caminando por cierto.<br />
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<br />Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-69136785218522053302012-04-29T10:31:00.000-07:002013-02-26T14:38:34.762-08:00LA MERY JAIMES (4to acto: "La Diligencia")<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5RVkOr9_BnUes7Z8TLui-XkMHKKjvFagG0fEIZDKHwtmFwlfljA3XNV_-__s_Bdg3ryF0cl0HnlHHm62K0GIfbeB_gOWp8P6U2ITEjs_0NRzFaMsjXDOG36bg-aZFeqoKfjRHhB-fXg/s1600/Conjunto-zapatos-blazer-y-cartera.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" oda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5RVkOr9_BnUes7Z8TLui-XkMHKKjvFagG0fEIZDKHwtmFwlfljA3XNV_-__s_Bdg3ryF0cl0HnlHHm62K0GIfbeB_gOWp8P6U2ITEjs_0NRzFaMsjXDOG36bg-aZFeqoKfjRHhB-fXg/s320/Conjunto-zapatos-blazer-y-cartera.jpg" width="320" /></a></div>
Habían pasado otro par de años más desde que me uní a aquel grupo entusiasta de jóvenes católicos encabezados por el joven talentoso maestro Aaron, realmente gratos recuerdos me dejó esa etapa de mi vida, donde me divertí, disfruté lo que aprendí y saqué provecho de todo aquello y que al lado de Holanda, aquella chica que era una de las coristas de Aaron de la cual hablé un poco en el acto anterior terminó siendo una valiente pero fascinante aventura por las calles de esta ciudad. Pero eso ya es otra historia, es tan sólo un buen recuerdo con final ingrato.<br />
Si bien fueron años productivos donde supe demostrar mi coraje trabajando en empleos ocasionales, en aquel entonces, siendo más mayor y un poco más respetado por mis padres, me encontraba nuevamente sin trabajo.<br />
Recuerdo una mañana donde mis padres hablaban de lo que recién pasaba y yo preparándome para salir a hacer algo de deporte. No alcanzaba a escucharles bien desde mi cuarto pero si alcancé a escuchar palabras, como “amiga” “después de tantos años”, “Hablamos mas de media hora” y también alcancé a escuchar mi nombre. Pero traté de no darles demasiada importancia, total, ellos todos los días hablaban de cosas que no me importaban en lo absoluto así éstas incluyeran mi nombre.<br />
Mi itinerario de aquel día consistía en salir a trotar un kilómetro, luego ir a la biblioteca a revisar los clasificados y si no había algún lugar o una cita de trabajo para asistir, me quedaría esperando alguna conferencia o la función del cineclub en la biblioteca, pero cuando ya me disponía a salir, mi madre me detuvo y me preguntó: “¿Y vos a dónde vas?”, <br />
“Ud. ya sabe” respondí. <br />
“Ah, ¿No te he dicho todavía?”<br />
“¿Qué cosa?, pregunté yo”<br />
“Es que como vos estás llegando tan tarde de esas bobadas culturales a las que vos asistís no me acordé en decirte. Mirá, cambiate de ropa y ponéte lo más presentable que tengás. Es que ayer me encontré con una amiga, me dijo que tiene una empresa y que está necesitando un asistente, le hablé de vos, de todo lo que vos sabés y de lo educado y confiable que sos, ella quedó interesada y me preguntó que si podía entrevistarse con vos. Hoy a las 8, mire son las 7:20 aun está a tiempo, vea esta es la dirección, es cerca del Parque Lleras, mirá, tu papá te dejó plata pa´l pasaje, y para que imprimás tu hoja de vida arreglate rápido, que pena con ella donde vos le llegués tarde, así no tenés que estar ahí bandereándote con una guitarra pa´rriba y pa´bajo en los buses”.<br />
Hice lo que ella me pidió sin preguntar, total se trataba de trabajar y sin reparo alguno me dirigí hacia donde la dirección me indicaba. Me sorprendí cuando al fin miré la tarjeta que mencionaba el nombre de dicha empresa: <i>“Mery Jaimes, Diseños Exclusivos y Accesorios”.</i><br />
No fue demasiado difícil hallar la dirección, recuerdo que no llevaba conmigo ansiedad o nerviosismo alguno mientras iba en el bus, ni siquiera me intrigaba mucho la idea de conocer a la tal Mery Jaimes, ni tampoco pensar en cuán cambiada la iba a encontrar con relación a esa vieja foto escolar que mi madre conservaba en sus viejos álbums, donde su compañera Mery Jaimes se destacaba por ser la más bonita del curso.<br />
Al llegar al lugar encuentro un local con un aviso elegante más no demasiado llamativo, similar a como estaba litografiado en la tarjeta, que al verla nuevamente para corroborar no sé qué, recordé que había olvidado imprimir mi hoja de vida, pero ya no había tiempo, mientras contemplaba el local que quedaba en la planta baja de lo que antes era una residencia de alguna familia de estrato alto, que al igual que las otras residencias vecinas, las familias de estrato alto a las que pertenecieron vendieron sus propiedades, para trasladarse a unidades cerradas o edificios de apartamentos o casas fincas en el oriente, huyéndole no sé si a los impuestos o a la pretérita amenaza del narco-terrorismo. La antigua zona residencial, donde se encontraba el almacén de la Sra Mery se había convertido con el tiempo en una especie de zona comercial al donde diseñadores, yupis y otras suertes de empresarios trasladaron sus negocios para darle el estatus de “negocio en la zona rosa”.<br />
Estando parado en frente del lugar, observaba más allá de la vitrina, a la encargada de turno mirarme distraídamente, sin aparentemente preguntarse o intrigarse sobre lo que yo allí hacía. De repente los nervios y la inseguridad hicieron presencia en mí ser, haciéndome sentir deseos de esfumarme, pero como sabía que eso era imposible, crucé el portal del lugar vacilante dirigiéndome a la mujer que allí dentro se encontraba ocupada llenando algunos recibos. La mujer llevaba un cabello castaño recogido aunque se alcanzaba a adivinar que no era muy largo, rostro redondo y robusto, lucía unos lentes de marco color negro, no muy grandes, con un lazo de esos que empatan en ambos extremos de la montura para que estas queden colgadas del cuello después de dejar de usarlas, su boca era pequeña aunque podía generar dos graciosos hoyuelos al sonreír. Su nariz era delgada y alargada, mas no se excedía en su tamaño.<br />
“Buenos días”. Saludé fingiendo algo de jovialidad.<br />
“Si, a la orden”. Respondió ella con un serio tono voz semi-grave, semi-agudo, muy juvenil para la mujer cuarentona que ella ya parecía ser, sin dejar de mirar los recibos que ella se encontraba llenando.<br />
“Busco a la señora Mery Jaimes”, se supone que tengo una cita con ella, a… estas horas”, dije yo un poco apenado porque ya eran la 8:18a.m. (Tiempo después me percaté que el almacén estaba abierto a esa hora porque ella me estaba esperando, ya que normalmente abría a las 10a.m.)<br />
La mujer levanta su mirada y proyectando sus oscuros y brillantes ojos que irradiaban encima del marco de sus gafas, que en medio de su siempre adusto rostro destilaban un halo de bondad. La mujer se puso de pié, sorprendiéndome con su notable estatura de aproximadamente1,75m se acercó a mí y dijo, “¿así que Ud es el hijo de Martha?”, hizo un escaneo con sus ojos sobre toda mi humanidad, y cuando su oscura pero brillante mirada coincidió nuevamente con la mía, dijo: “Muy bien, necesito que vayas a esta dirección que hay escrita en este papel para que le entregues a la señora Rosa Pineda del almacén ____JARA este sobre, ella le va a entregar a Ud un paquete que Ud. me debe traer, aquí tiene los pasajes, el bus lo consigue aquí bajando hasta el parque y lo espero aquí en 50 minutos porque tengo 2 encargos más.<br />
Aunque no saludó, ni se presentó formalmente ni me lo confirmó, sin duda era la tal Mery Jaimes, que a simple vista se veía como una señora cuarentona madre de familia normal, aunque con cierta corpulencia que la hacía ver de algún modo imponente, su rostro, que en ese momento no estaba impregnado de sustancia cosmética alguna ya mostraba algunas líneas de expresión en la frente y alrededor de sus ojos, pero aun quedaban en sus rasgos vestigios de la pureza juvenil de esa escolar que hacía tiempos había visto en el álbum fotográfico de mi madre, especialmente en su pueril mirada y delicados labios ya sin el cabello largo cuyos mechones caían como cascadas sobre sus hombros, simplemente resumido en una diminuta cola de caballo atada con un chulito elástico, y sin la virginal elegancia de su uniforme escolar sino con una blusa rosa de mangas muy cortas donde alcanzaban a asomarse sus robustos hombros, y cuya longitud se extendía holgadamente hasta la zona ecuatorial de sus caderas forradas por unos ceñidos bluejeans donde fácilmente se podían notar sus musculosas y largas piernas, que finalizaban en sus medianos pies, aquella vez calzando unos tenis de lona estilo Converse color negro pero no de bota.<br />
Estando yo en la calle encaminado a la primera misión a su mando, sin tener aun la certeza de tener el empleo en mis manos o simplemente me estaba poniendo a prueba, confiaba en que tanto andar y vagar por la ciudad me había vuelto lo suficientemente hábil para las direcciones, la dirección que yo tenía en la mano tenía un extraño detalle, no me hablaba de ninguna calle o carrera sino una tal Diagonal 50, donde inmediatamente asumí que era la zona maldita, en la que no era capaz de hallar jamás una dirección, donde no sólo habían diagonales sino también circulares y transversales, nada más y nada menos que el barrio Laureles.<br />
Así que anduve toda aquella calurosa mañana deambulando el lejano barrio Laureles sin encontrar pista alguna de la dirección que tenía a mi encargo, preguntaba y nadie daba razón, conocí los 2 parques de Laureles, anduve alrededor de la UPB, fui a darme un baño de aire acondicionado en un centro comercial al frente de la UPB, y hasta fui a parar al colegio Lucrecio Vélez, me exedí más de los 50 minutos, fallé mi misión, anduve Laureles alrededor de unas 2 horas y no hallé la Diagonal 50 donde estaba el almacén ____JARA, hasta que me dí por vencido.<br />
“Adiós empleo” me decía yo, ¿cómo es posible que me haya quedado grande un empleo tan simple que hasta el más iletrado de los mensajeros haría sin inconveniente alguno?. Tomé bus hacia el centro, y con el dinero del pasaje de vuelta que mi padre me había dejado ya que me había gastado los 2 que la señora Mery me había dado de viático. Estando en el centro de la ciudad tuve que decirle al conductor del bus del Poblado que me llevara por la menuda que me quedaba, a lo cual asintió a regañadientes, llegué a las 12:30pm al lugar de Mery aun abierto, entré preparado para lo peor, y la encuentro a ella en su escritorio en una pose reflexiva, como si estuviera doliéndose de una fuerte migraña.<br />
“Señora, no pude hallar la dirección” dije yo con una voz entrecortada.<br />
“¡Caramba! ¿dónde se metió usted, esa señora del ___JARA se la pasó llamando y yo pensando que le había pasado lo peor, no he salido a almorzar esperándolo a Ud. ¿Qué pasó?” Preguntaba ella con más preocupación que ira, y yo le hablé del inconveniente que tenía con las diagonales, transversales y circulares a la hora de hallar una dirección, le dije que me fui hasta Laureles y que no dí con ninguna Diagonal 50.<br />
“¿LAURELES?, pero Ud qué estaba haciendo por allá muchacho de Dios” grito ella, mientras Yuri, su empleada y asistente de turno se reía de mi torpe apuro. “Era aquí en el centro bajando por Colombia antes de llegar al Parque Berrío, apuesto que Ud. tomó el bus de Laureles ahí mismo, su mamá me había dicho que Ud. era bueno para las direcciones, que le pasó ahí?” . Hizo una pausa, y se volvió a poner la mano en la frente como si tuviera dolor de cabeza. “Bueno, quizá no te expliqué bien y por eso te equivocaste, vamos a comer algo, y seguimos trabajando” Concluyó ella con tono más relajado.<br />
Definitivamente fue demasiado bondadosa conmigo aquel día. A segunda hora después del almuerzo, me mandó algunas diligencias cercanas, que fueron cumplidas exitosamente, y hubo tiempo para que ella me enseñara a lidiar con los recibos de pago, pagos en caja con tarjeta, y recibos de consignación, me enseñó a manejar el programa de Excel de su computador donde ella preparaba el inventario, y a las 6:00 de la tarde me dijo que podía irme, y de paso pedirme que estuviera lo más puntual posible al día siguiente para llevar a primera hora el encargo que por la mañana no logré entregar.<br />
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<br />Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-85829848683932960182012-03-02T12:16:00.002-08:002013-02-26T14:15:06.118-08:00LA MERY JAIMES (3er Acto: "Días de ocio")<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqKSmFEB_GFBMk4LPAXve9iZwVDxRs7ZGwoG4_JN-Kb9eN06Rzjylx4F9ScCBc0YEoAI8-syjjU_l6uCdd2trU2ITxsxAQhmbTDfIW-PUZ_zJsAQKDYwPr-BoY8QSpaOm5y8XryoJz1w/s1600/hemero.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5715396635346697922" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqKSmFEB_GFBMk4LPAXve9iZwVDxRs7ZGwoG4_JN-Kb9eN06Rzjylx4F9ScCBc0YEoAI8-syjjU_l6uCdd2trU2ITxsxAQhmbTDfIW-PUZ_zJsAQKDYwPr-BoY8QSpaOm5y8XryoJz1w/s320/hemero.JPG" style="cursor: pointer; display: block; height: 240px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a> <br />
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Sin importar algunos esfuerzos por encontrar algo y lo mucho que aun me lamentaba por no salir seleccionado para hacer parte del Ejército Nacional pasaron dos años siendo el hijo especial mantenido que se había graduado de bachiller<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>para convertirse en un leal ayudante doméstico y mensajero de familia. Dentro del punto de vista lógico se diría que era también un trabajo remunerado por la comida y el techo que aun mi padre me suministraba, no obstante, a ojos de los mismos jefes de casa, dicha situación no podría considerarse como motivo de mucho orgullo. Era necesario llegar a casa con media de aguardiente para tomar y después de haberla consumido en gran porcentaje (Mi padre) comenzar el discurso inquisidor: “Oiga, y ¿Ud. Qué?, ¿Qué piensa de esta vida?, Ud. No nos va a tener para toda la vida” Preguntaba mi padre preocupado en medio de su embriaguez. Nunca le respondía a sus interrogantes, aunque daba igual porque malo era responderle, y peor era ignorarlo. Cuando se carecía de argumentos y criterios no quedaba otra alternativa que optar por el silencio. Este tipo de situaciones me decepcionaban (de mí mismo) mucho más a mí que a ellos, hasta llevarme al punto de romper el silencio y amenazarles infructuosamente con: “Algún día, comenzaré a ganar dinero y no lloren si me voy a vivir solo”.</div>
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Pero siempre tenían una respuesta contundente. “Ud no es capaz de hacer eso, es demasiado dependiente, no duraría un solo día”. Decía mi madre.</div>
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“Nunca diga algún día, porque seguramente ese día nunca llegará, ¡actúe ya, carajo!” decía mi padre.</div>
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Esa fue la lucha de aquellos dos largos años, donde el hogar ya no lo veía como mi refugio, ya mis hermanos menores esporádicamente me tenían para que les ayudase con sus tareas y a acompañarlos hasta el colegio, o en su defecto asistir a las reuniones como acudiente. La nueva queja de mis padres era “No hace nada ni tampoco ayuda”. Igual, ellos tampoco agradecían.<br />
En ese mismo intervalo de dos años, fue que comencé forzudamente a explorar el mundo más con la intención de dejar de sentir la humillación de permanecer en casa cuando casi todos mis compañeros de promoción ya estaban en la mitad de sus carreras universitarias y otros ya se hacían llamar dragoneantes o cabos en el ejército, mucho más que la intención de querer aprender algo.</div>
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Mi diario vivir consistía en levantarme temprano para hacer los quehaceres hogareños, y después de terminarlos, poco después del mediodía, emprender una fascinante aventura<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>navegando sobre las empinadas calles del barrio adentrándome más en la Urbe hasta llegar a su núcleo, el centro de la ciudad. Las bibliotecas se convirtieron en mi refugio y cuartel general. Estando allí, durante un lapso diario de 6 horas (A veces más) devoraba los periódicos, principalmente las páginas de empleo, luego me sumergía en el mar de libros, donde si alguna vez sentí algún vacío emocional, éstos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>lo rellenaban<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>eventualmente, hasta llegué a hacerme mi propio horario, sujeto a modificaciones en caso de que la página de empleos me sugiriera ir a visitar alguna dirección. Los lunes leía acerca de historia. Los martes y miércoles, literatura, los jueves eran días de audiovisuales, sala multimedia, escuchar discos, películas y video-conciertos. Los fines de semana el cronograma era diferente. Grupo Juvenil los Sábados y práctica deportiva los domingos. El exceso de tiempo libre me hacía pasar tanto tiempo dentro de las bibliotecas públicas que ya me había vuelto un rostro tan familiar que algunos usuarios pensaban que era funcionario de esta y hasta me preguntaban por libros y como no mantenía mucho qué hacer no tenía problema en ayudarles a encontrarlos. También<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pude hacer migas con unos veteranos intelectuales que allí se reunían a tertuliar en la hemeroteca, algunos de ellos periodistas retirados, docentes, escritores y viejos actores de teatro y televisión venidos a menos que habían encontrado en la biblioteca un espacio donde sus días de jubilados no eran una muerte en vida. A veces fingía estar allí leyendo prensa mientras escuchaba sus fascinantes debates sobre fútbol de antaño, historia, política, artes, etc. Y en los últimos meses, antes de dejar de visitar el lugar, logré incluso convertirme en uno de esos viejos caballeros de mesa redonda, que al ver que semejantes eminencias prestaran atención a mis apuntes y opiniones y participaran de éstas me sentía como aquel joven Jesús que conversó con los doctores de la iglesia en la huida a Egipto.</div>
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Pero todo no era tertulias con sabios ancianos, aún conservaba mis vacíos afectivos de adolescente. En una de esas noches de domingo, donde se asistía a la última misa y la banda del grupo juvenil tocaba, tuve el instante de inspiración. Aaron, era un joven notablemente apuesto que con su poderosa guitarra electro-acústica y destacable voz, lograba que la misa de 7p.m, los domingos fuera el evento carismático por excelencia. El párroco se veía feliz porque atraía más feligreses de lo habitual, lo cual lamentaba yo que odiaba escuchar misa de pie, sin embargo al escuchar los hermosos cantos de alabanza del joven Aaron y especialmente “el coro de ángeles” que le acompañaba<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>haciendo voces de soporte, sentí la idea descabellada de que después <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de terminada la ceremonia me le acercaría a Aaron para<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hacerle la tonta pregunta sobre recomendaciones para tocar bien la guitarra, aunque aun no estoy seguro si ese en realidad era mi interés o si en realidad lo que quería era ver de cerca a alguna de las 2 chicas que le acompañaron en voces de respaldo percusiones y flauta respectivamente. Después de haberle hecho la pregunta a Aaron terminada la ceremonia, fue mucho más amable de lo que esperaba, me dijo que si quería podía pasar el sábado siguiente, que él dictaba talleres de guitarra 2 a 4 en el salón parroquial, y aunque la donación que había que dejar en su curso era irrisoria, mi estado de desempleo me imposibilitaba pagarla, y tampoco sentía deseos de pedirle a mis padres después de los discursos existenciales con los que me azotaban por aquellos días. </div>
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“Si quieres también te podrías quedar para que nos acompañes a las reuniones del grupo juvenil parroquial, también el sábado desde las 5 de la tarde, hasta las 7, es muy chévere, abordamos problemáticas actuales, tenemos grupo de oración y al final ensayamos y escogemos las canciones que tocamos los domingos.”<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Decía Holanda, una de las 2 jóvenes que acompañaron a Aaron ese día, con voz encantadora, sin que su belleza fuera muy prominente. Aun así agendé la invitación que ella me hizo y curiosamente lo del grupo juvenil, sin creer mucho en ello, ni habérmelo tomado nunca tan en serio, fueron de las mejores cosas que me acaecieron en esa época de 2 años de ostracismo, antes de que Mery Jaimes apareciera.</div>
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-86542988057342371872012-02-07T08:45:00.000-08:002013-02-26T13:55:56.673-08:00LA MERY JAIMES (2do acto: "Viejos Retratos")<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHWbClJD5shwtSRZbG3IAvjpMnRspaYnB7Nio-NFo54KZm4B4XnIctHNkpSsPUyxXZPKSjU3fM_Zky8quWRSBIV4y-gx5ESGa613qtUq01yyQwDg8GX0YPy6SscNaUpE3m3PQAPRN3bA/s1600/2700271.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5706436326647029842" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHWbClJD5shwtSRZbG3IAvjpMnRspaYnB7Nio-NFo54KZm4B4XnIctHNkpSsPUyxXZPKSjU3fM_Zky8quWRSBIV4y-gx5ESGa613qtUq01yyQwDg8GX0YPy6SscNaUpE3m3PQAPRN3bA/s320/2700271.jpg" style="display: block; height: 166px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a>Paciencia más que resignación, tampoco podía llegar al extremo de mirar mi vida de una forma apocalíptica mientras estuviese en un momento donde las cosas aun no resultaban y las ideas aun no fluían, pero sabía que en el horizonte se vislumbraba un plazo imaginario, que cuando se sobrepasara las medidas, ahí sí habrían de ser un poco más extremas. En aquel entonces pensaba que no era tan necesario hacerme el chico rebelde cuando mi adolescencia ya se estaba consumando, mejor idea sería actuar de alguna manera o buscar aprender algo nuevo y quizás conocer otro tipo de gente, un contacto, un mentor, un mecenas, lo que fuera, pero ya habría tiempo para eso.<br />
Mientras pensaba, reflexionaba, o simplemente antes de meterme de lleno en algún pasatiempo o actividad de diversión o autoaprendizaje, muy dedicado permanecía por las horas de la mañana, haciendo a lo que podía ser el semillero de mi (algún día posible) vida independiente: Ayudar a mi madre, ama de casa, en aquellas primeras horas del día.<br />
En un principio, desde mi gloriosa graduación del colegio, se consideró que mi destino fuese que mi padre me llevase a su trabajo para que yo aprendiera algo allí, pero sin saber por qué, él prefirió cederme al otro bando diciendo: "Yo me enredaría mucho con ese muchacho tan complicado, además es torpe, se mutilaría manejando los aparatos de allá, además a él no le gusta lo que hago."<br />
Bastante mal de su parte, aunque no me esmeré mucho en disuadirlo. Así que mi madre tampoco desaprovechó la oportunidad de un asistente por el cual no tendría que pagar. Por aquel entonces también me frustraba en cierta medida la idea de que ninguno de mis padres hubiese terminado sus estudios de secundaria, no hubieran asistido a alguna universidad, lograr un título excelentemente remunerado, así seríamos una familia más acaudalada, no habrían cometido el error de casarse tan jóvenes, se habrían ahorrado unos años para empezar a procrear. Imagino que no hubiese nacido hace tantos años, y que seguramente, después de terminar el colegio, me mandarían a un intercambio al exterior, y después me financiarían los estudios en una universidad privada, pero hoy día eso ya no me mortifica tanto.<br />
Mi padre aprendió carpintería y ebanistería después de haber desertado del colegio en séptimo grado con la motivación de construir camas para sus otros ocho hermanos, ya que en su pobre infancia tenían que compartirse las tres camas que habían en casa con el agravante de que los mayores a medida que crecieran durmieran en el suelo sobre un colchón pulguiento para que los hermanitos menores durmieran en las 3 únicas camas que habían.<br />
Mi madre, de familia igualmente menesterosa y numerosa, tuvo que dejar el colegio en décimo grado por aprietos económicos de la familia, la desgracia de ser la hija mayor, la vio forzada a trabajar para el bienestar de sus hermanas (Todas mujeres) menores, frustración que vengaría años más tarde casándose, pues según ella el no haber logrado cumplir sus metas de joven fueron en parte gracias a la irresposabilidad de su padre (Mi abuelo), llevándose así el título de "La innombrable," ejemplo que años más tarde no seguirían mis tías, las hermanas de ella, todas solteronas y algunas de ellas madres solteras.<br />
Todas esas historias de juventud eran una repetición dejavuezca, que surgían de algún regaño, algún consejo, cantaleta ejemplar, habituales en esas mañanas donde permanecía todo el tiempo con ella haciendo los quehaceres hogareños.<br />
Era hora de evacuar todo ese papel acumulado que ya no servía y que sólo lograba limitar los espacios dentro de las gavetas dificultando cada vez más el almacenamiento de las cosas realmente útiles. Extrayendo por completo todos los papeles del armario de la sala. Separando facturas vencidas, fotocopias irrelevantes, papeles arrugados, y uno que otro útil escolar desgastado, irían al bote de la basura en aquella ocasión, dándole al mueble mayor orden y espacio de almacenamiento. Después de la limpieza interior del mueble, se acomodan los papeles y registros que aun eran de suma importancia, los tomos de libros, diccionarios enciclopédicos que allí tenían lugar, el directorio telefónico, y los viejos álbumes fotográficos.<br />
Aquellos álbumes eran toda una peculiaridad, no importaba si eran cientos de ojeadas que les hubiese dado a lo largo de mi vida, Siempre había un detalle nuevo que notaba a cada vista. Había mucho que ver, el álbum matrimonial, el de fotos casuales de paseos y fiestas, el de bautizos y primeras comuniones, y un álbum personal de mi madre donde se registraban algunos momentos de su niñez y juventud. Fue inevitable que en aquella rutinaria mañana de limpieza hogareña también me viese tentado de ojear de nuevo aquellos viejos álbumes una vez más, aunque por esta ocasión curiosamente comencé con el álbum que miraba con menos detenimiento e interés, el de mi madre, álbum que recopilaba fotos en su mayoría a blanco y negro, y donde aparecían personajes que nunca conocí como los bisabuelos, así como también las fotos de las primeras comuniones de ella y sus hermanas, los años escolares, y otras que tomaría ella con su cámara personal, regalo de una tía suya por motivo de su cumpleaños y que funcionó hasta algunos años de su vida de casada.<br />
A veces me agradaba que ella no estuviera al lado ya que cada vez que se abría ese álbum comenzaba a repetir una por una de las historias de cada una de las fotos que ahí aparecían y de las cuales ya estaba cansado de escuchar Sin embargo, en ese momento en que me encontraba allí observando ella apareció justo en el momento en que yo estaba en la página de su foto escolar donde aparecía con todas sus compañeras de curso de la época . "Que mano de feas" decía yo casi siempre que veía esa foto con el motivo de ocultar un interés subjetivo que encontraba en ésta. <br />
"Tan descarado, diciéndole fea a su propia madre" Respondía ella.<br />
"Es que mire no más esos peinados, casi todas con el afro y esos otros peinados sesenteros"<br />
"Era la moda de la época, en ese entonces se veía bonito".<br />
"Entonces, por qué la chica que está en el extremo izquierdo de la foto no tenía necesidad de peinarse sesentera para verse tan..." Vacilé antes de pronunciar el adjetivo correspondiente con temor de ofenderle.<br />
"¿Bonita?" Se anticipó ella como si esperase que lo dijera, para luego continuar con su historia: "Y es que la Mery Jaimes fue muy bonita, odiada por unas, admirada por otras, sin embargo todas queríamos ser de algún modo como ella"<br />
No era la primera vez que escuchaba hablar de esa tal Mery Jaimes, en aquel período, creo que ya había escuchado un par de anécdotas de mi madre con ella en su etapa escolar e incluso posterior a ésta. Como la de la manera impecable como su madre la enviaba al colegio, con un delantal bellamente confeccionado que a la hora de hacer trabajos artísticos le mantenían impecable su uniforme, cuidaba de su cabello para que se viera más largo e imponente que el de las otras compañeras, en los festivales de talento, en las izadas de bandera , y hasta en el concursos de la niña más linda del colegio, ella siempre se destacaba, uno de sus padres era intérprete de música tradicional y andina y participaba en festivales de la canción, hasta llegó a salir en la televisión; por razones como esta algunas compañeras la odiaban, otras la admiraban y querían ser amigas de ella, pero esos atributos no sólo de belleza física sino de talento puro no la hacían presumida -Expicaba ella- "Por un tiempo sufrió el acoso de algunas niñas que le hicieron varias maldades, pero como esas tontas ya eran viejas conocidas mías, porque disfrutaban molestar a las tías Lucy y Dora (Las hermanas de mí madre) por lo bobas y montañeras que aparentábamos ser, me las tuve que arreglar con ellas nuevamente cascándoles, y aunque me echaron del colegio por tener matrícula condicional a causa de mis incidentes anteriores de esa índole, gracias a la intercesión de ella y de algunos profesores, pude regresar a las clases, y desde entonces nos convertimos en mejores amigas. ¡Aahh que linda era la Mery Jaimes!, si hubiese tenido una hijita la educaría para que fuera como ella."<br />
En realidad no fue la primera y última vez que me narró esa historia de su mejor amiga del colegio, como dije antes, era una de esas "historias dejavuezcas" sin embargo no me sonó monótona teniendo en ese momento la imagen a la vista, si bien la había visto cientos de veces antes, jamás imaginé que esa jovencita cautivante, mi interés subjetivo, fuera la tal Mery Jaimes, la chica de los sueños de cualquier joven solitario y soñador, pero finalmente inalcanzable.Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-10536515709811356482011-12-22T20:23:00.000-08:002013-02-18T21:18:52.452-08:00LA MERY JAIMES (Primer Acto: "Recién Graduado")<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCLSJw1EAfC9rwD6do28I4AuXdPNS_KFnHvCkaPFHntMS-nH366CPvoKv8kvSrmXEBasCvLmM3fFEnoDxW2ZYVMvSclj6wf4xWcDbjDloWMBdVPQoDBH5yZHuixIF3dFFVutqyHBbCeA/s1600/gradua_bachiller.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5689175717824924770" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCLSJw1EAfC9rwD6do28I4AuXdPNS_KFnHvCkaPFHntMS-nH366CPvoKv8kvSrmXEBasCvLmM3fFEnoDxW2ZYVMvSclj6wf4xWcDbjDloWMBdVPQoDBH5yZHuixIF3dFFVutqyHBbCeA/s320/gradua_bachiller.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 300px;" /></a><br />
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Que me fuera bien, que me fuera mal, no importaba si volviese siendo héroe, así como tampoco importaba si me quebraban el culo en el monte de la forma más infame. Quería irme, me aterrorizaba la idea de ser un adulto desempleado en casa, en el seno de una familia clase media-baja, que esperaba que después de salir graduado del Instituto Departamental de Educación, discretra institución privada (Lo que sería un problema posterior para el ingreso a la universidad) y sin mucho renombre, no terminara yo recayendo en las filas del Ejército Nacional, aunque mi familia tampoco poseía el patrimonio necesario para apoyarme en la etapa siguiente como prometedor estudiante de pregrado. Mi padre por aquella época me dijo "Te pagué colegio privado decente, y ya con esto cumplo, el próximo año serás adulto y lo que decidas hacer con tu futuro dependerá de tu berraquera y esfuerzo". Era el turno de mis dos hermanos menores pues papá ya sentía que había cumplido su misión conmigo, un reto que tocó aceptar, pero como yo no sabía hacer gran cosa, por no decir nada en lo productivo, el mundo laboral tampoco me iba estar estirando sus brazos y abriendo sus puertas de una vez para emprender la carrera de la vida. </div>
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Mi obsesión era irme al ejército. De la ceremonia, los compañeros, la rumba de grados, he olvidado casi todo, si mucho recordaré un par de nombres de compañeros de aquella prom del 98, no obstante sí recuerdo el día del reclutamiento, nos citaron al diamante de Softball de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, donde nos hicieron desvestir casi que en frente de las chicas del Seleccionado Departamental de Softball femenino, que allí se encontraban entrenando y que no ocultaban sus risitas burlonas y miradas socarronas. Pero aun así no importó demasiado, lo importante era saber cuál balota sacaríamos cada uno, recuerdo, que mi compañero de colegio Jimmy Restán, alias "El Costeño" (De los pocos que aun les recuerdo el nombre) sacó el mismo color de balota que yo saqué, la de color blanco, que significaba prestar nuestro servicio militar en la 4ta Brigada, por lo que a ambos nos citaron pocos días después a éste cuartel para el respectivo reclutamiento. </div>
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Días después, en pleno día de reclutamiento, día glorioso para todo aquel de libre espíritu, recuerdo que después de haber permanecido casi una hora formados en el patio del recinto militar, uno de los suboficiales por fin alzó su voz, mencionando algunos nombres escritos en un listado que éste tenía en mano, y entre esos mencionó el mío y el de mi amigo Restán, que se abalanzó jubiloso sobre mí diciendo: "!Érda mi cuadrito, no´ salvamo´!", pues la lista era de aquellos que debido al gran número de reclutados, (No había cama pa´ tanta gente, diría la canción) sólo debían pasar a reclamar el recibo de pago para la libreta militar. "Sí, "coste", nos salvamos, nos hemos salvado..." decía yo desilucionado y fingiendo con demasiado esfuerzo mi efusividad.</div>
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En realidad a mí no me interesaba demasiado la vida militar, nunca fui patriota, ni tampoco me llamaba la atención la milicia. Yo tan sólo quería tener mi primera experiencia adulta independiente donde por primera vez enfrentaría mis problemas sin esperanza de familia que vele por mi bienestar, suponía que la iba a pasar muy mal allá, pero si sobrevivía a ello, refrendaría más mi carácter. Eso era lo que creía, así como a lo mejor también éste paso por el cuartel ¿me habría hecho más imbécil?, nunca lo sabré.</div>
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Cuánto me hubiese gustado pertenecer a esas familias en donde los padres de familia pueden darse el lujo de mandar a sus hijos al exterior después de estos haber terminado la secundaria, sin que el hijo tenga que darle un sólo golpe a la tierra y que la palabra sacrificio personal sea una palabra tan inverosímil como una utopía, pero con mamá ama de casa y papá trabajador austero e independiente, era demasiado pedir al menos una universidad.<br />
Ay, hubieran sido tantos los años de mi vida que me hubiese ahorrado si tuviese la misma suerte de un hijo burgués. La vida de barrio, en ciertos momentos tiende a mover al joven ocioso a la calle, la Universidad de la Vida que llaman, pero en mi caso particular, nunca me interesó matricularme en esa institución gratuita. Seria el hogar a primera instancia el lugar elegido para hibernar mientras que pensaba en alguna idea que me liberara, así fuera parcialmente, del yugo del ocio. !Ah!, como estaría sintiéndome en aquel momento estando en el cuartel de la 4ta Brigada, haciendo polígono o alguna otra actividad de instrucción militar. Pero no, el destino me había dado la noble misión de ser asistente de ama de casa, lavando el baño de la casa y ayudando a fregar una tanda de ropa en el lavadero porque ni lavadora teníamos. El hecho de ser un chico tonto, poco avispado comparado a otros adolescentes salientes, garantizaba a mis padres no tener en mí un hijo problemático, digamos más bien obediente, y es que un tipo grande, ocioso por joven, bello y obediente que sea es sumamente estorboso para el hogar desde que éste no trabaje.</div>
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Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-91450245350743798902011-06-12T18:15:00.001-07:002011-06-16T20:03:22.800-07:00NUNCA EN LA VIDA (Otro cuento acerca de nada)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt-uWY5aeWQqDJha_iDVey43qSDIZCp3Sb9famHGZMhtVjnPn4neVmC9e8K5WdDgfi888-Qohyphenhyphenu6JQADWXyGDb74oXusQkj4pty3lwcsV-VmdPAGrNdj287a-1gUndY6cc45x6QKSs0Q/s1600/marih.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt-uWY5aeWQqDJha_iDVey43qSDIZCp3Sb9famHGZMhtVjnPn4neVmC9e8K5WdDgfi888-Qohyphenhyphenu6JQADWXyGDb74oXusQkj4pty3lwcsV-VmdPAGrNdj287a-1gUndY6cc45x6QKSs0Q/s320/marih.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5617507820643342866" /></a><div style="text-align: left;">Después de la inverosímil odisea de permanecer encerrados en la universidad un viernes hasta las 8p.m. Esperando que apareciera aquel profe que solamente fue bacán por esa vez y que nos permitió de manera clandestina presentar una sustentación a final de jornada para una nota importante, ya que la universidad estaba en anormalidad académica y que no se podía presentar más tarde cuando terminara el paro ya que por motivos de viaje no podía presentarla. </div><div style="text-align: left;">Me encontraba con la compañera, "Natis", quien era la otra integrante del grupo de trabajo. Una chica agradable, elegante, culta, y de apariencia recatada.</div><div style="text-align: left;">Después de haber logrado cumplirle la clandestina cita al susodicho profe, encerrándonos con él en su oficina, sustentándole y planteándole desde un enfoque realista todo aquello que llegamos a analizar de aquel denso libro de sociología de Ana M. Brígido, con las hermosas diapositivas que todo el curso se perdió y nunca pudieron ver y que sólo pudieron ser exhibidas en el portátil del profe, por fin nos encontrábamos ya en las afueras del campus, en medio del ambiente festivo y liberador que se respiraba a las afueras de éste gracias a que era el fin de semana. Sentí que aunque no tuviéramos planes de farra porque en toda la semana el único plan era el susodicho trabajo, se me ocurrió la idea de darle uso a las 5 lucas que tenía en el bolsillo.</div><div style="text-align: left;">"Nati, qué tal si coronamos esta jornada y celebramos la buena nota al menos con una cervecita, yo invito" Le propuse.</div><div style="text-align: left;">"No soy muy cervecera, sin embargo te acepto la invitación" Respondió.</div><div style="text-align: left;">Mientras nos dirigíamos a un negocito que quedaba cerca de la misteriosa fotocopiadora de Doña Dora, detrás del famoso "Bantú", nos veíamos inmersos en una casi espesa neblina con aroma a Cannabis, producida por los porros de los jubilosos estudiantes que allí departían.</div><div style="text-align: left;">"Uf, tanto marihuanero que hay en esta ciudad, siempre odié el olor de la marihuana" Me quejaba yo de repente.</div><div style="text-align: left;">"A mi me fastidia más el olor del cigarrillo que el de la marihuana" Respondió ella.</div><div style="text-align: left;">"Entonces ¿Ud prefiere un marihuanero a su lado que un tipo que simplemente se esté fumando un cigarro?" Le preguntaba yo con algo de imprudente ingenuidad.</div><div style="text-align: left;">"A mí me parece que la marihuana huele rico, un cigarrillo no te sabe a nada, la marihuana te relaja y te hace sentir que andas sobre almohaditas, ¿acaso nunca lo has sentido?"</div><div style="text-align: left;">Desconcertado yo le respondía sin vergüenza alguna que yo nunca en la vida me había metido un bareto en la boca.</div><div style="text-align: left;">"¿Nunca en la vida?, no te lo puedo creer, es que no es necesario ser marihuanero para consumir, toda persona de esta época ha tenido un guiño con la marihuana, mira, te tomas una cerveza de vez en cuando y no por eso te llamarán alcohólico, es un asunto cultural de la vida de cualquier persona. Yo tenía un novio que le gustaba mucho la marihuana y yo a veces compartía con él porque me parecía normal, y aun así él llevaba una vida común y corriente y si lo dejé, lo dejé fue por otras razones, no por eso. Definitivamente, una cosa es ser un drogadicto y otra cosa es experimentar, consumir sin llegar a la adicción, me parece que estás lleno de prejuicios, tienes muy poco recorrido en la vida a pesar de lo mayorcito que estás, querido amigo". </div><div style="text-align: left;">"Bueno" respondí yo derrotado "Quizá sea porque nunca tuve un novio marihuanero, que me enseñara sobre la vida".</div>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-73371315195792125482011-03-09T18:11:00.000-08:002015-04-11T20:40:57.323-07:00TARDES DE FÚTBOL (Una de tantas historias infructuosas)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEpkFekz1cSopDEaAT6FUFfl5yjh52x7iDKq-1nAaoCxCmtr6XYadQNOXIZPIMa4TNRTOT5JXasAB30aIkhkcOVyzfRdB8at1zAuQS8xX5mAusnGQBcR3JslYcVJp-1rEQ40fFgKhmow/s1600/futbol_callejero.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEpkFekz1cSopDEaAT6FUFfl5yjh52x7iDKq-1nAaoCxCmtr6XYadQNOXIZPIMa4TNRTOT5JXasAB30aIkhkcOVyzfRdB8at1zAuQS8xX5mAusnGQBcR3JslYcVJp-1rEQ40fFgKhmow/s320/futbol_callejero.jpg" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5582294792312916658" style="cursor: hand; cursor: pointer; display: block; height: 214px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><br />
En uno de esos rojizos anocheceres veraniegos, el joven Ivan Klinkert, se reunía con un grupo de ex-compañeros de promoción, aquellos que vivían en el conjunto residencial cerrado del barrio vecino, que al igual que él, después de haberse graduado del cole, permanecían felizmente desempleados, bueno no todos estaban felices de ello, y que para evitar sentir que ocupaban demasiado espacio en sus casas como nuevos adultos inservibles, o simplemente evitar mitigar angustias existenciales encerrados en su cuarto practicando el onanismo, se reunían como chiquilines en el parque de ese mismo conjunto, usando una pequeñísima porción de grama ya pelada que se había convertido en su propio escenario de contiendas gracias a que la má de uno de ellos pertenecía a la junta administrativa, y que por lo cual era fácil conseguir los arquitos pequeños (sin red) para improvisar la cancha.<br />
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No importaba si andaban de pantalón, bluejean o de mocasín, pero la goma era tan grande que hasta de cachaco o desnudos jugarían, sin importarles, golpear carros parqueados o uno que otro transeúnte desprevenido. </div>
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El juego que por lo general era de tres contra tres, iba más allá de la ortodoxia; patadas, agarrones y puntazos malintencionados, hacían parecer esto más a un pogo de punketos que a una recreación. deportiva.</div>
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En ese mismo ocaso rojizo ya mencionado, el tal Iván Klinkert, ya sin rutina vio nuevamente pasar a la joven de cabello corto una que a eso de 6:00 a 6:15 se sentaba en una de las banquitas del parque acompañada de un cocker spaniel, y que por ahi a eso de las 7 y algo se unía al grupo de entusiastas de la lección de aerobics que solía tener lugar en el parqueadero al aire libre.</div>
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Sin embargo lo importante era el partido de 3 vs 3 en arcos chiquitos, pues estadisticamente los juegos eran muy reñidos, al menos para ellos que se los tomaban en serio. Alguno de ellos que ya se encontraba extasiado por las fricciones del juego, mandó otro puntazo, no se sabe si malintencionado, que pasó muy lejos del pequeño arco pero muy cerca de la susodicha joven lectora de cabello corto, cuyo rostro estuvo aproximadamente a 5 centímetros de ser impactado, y aunque una de las escasas reglas del juego era "Que el que la tire lejos va por ella" fue el mismo Klinkert quien se animó, sin importarle demasiado esa molestia de haber sido o no quien la tiró. El balón había golpeado en un árbol que se encontraba detrás de la banca donde la joven estaba sentada, por lo que al rebote salió rodando debajo de la banca, alarmando un poco al perrito que se encontraba con ella y estaba allí recostado. Iván tomó el balón, y al mirarla a ella de cerca se encontró con unos brillantes ojos que le miraban inquisidoramente, una mirada asesina, que se veía fantástica dentro de ese hermoso rostro que él no había alcanzado a detallar antes, de modo que se percató que era una chica tan joven como él. Sintió deseos de hablarle, pero aun no sabía qué decir, no estaba seguro si disculparse, saludarla o qué. Ni siquiera viendo el título del libro que ella estaba leyendo (El Exorcista), tuvo argumentos (O agallas) para iniciar una apasionante conversación sobre literatura y cine. Pero aún así, en medio de su estupor, logró modular unas palabras.</div>
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"Eh, eee, creo que este no es el mejor sitio para leer, pudimos haberte golpeado con el balón"</div>
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La joven parpadeo un par de veces sin quitarle la vista y la cara de Magnum 44 antes de responder, y con una voz un poco adulta para su supuesta corta edad respondió: "Creo que este no es el mejor sitio para jugar eso, esto no es cancha." Acto seguido, la joven cerró su libro, se puso de pié, se dio media vuelta abandonando el lugar y su pequeño can fielmente le acompañó sin necesidad de que ella le llamase. Mientras ella se alejaba, Iván Klinkert quiso decirle que se detuviera, que con ese comentario él no buscaba que ella abandonara el lugar, pero no se sabe por qué no lo hizo. </div>
Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-49490700840838562842010-01-11T08:14:00.000-08:002010-01-27T20:22:01.880-08:00SER ESPECIAL (Parte 3)<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwlF-T8INAjtqccayzPQSfx4fZ43y8b4BDKVDShTS1rAVWUq3r0G4oQP8G1f0vhFzAm4vls9-oI-9NDysFwYm022p5WXgtiUcwIkEGpwR_Eym4bcjOX8rLJ8w77Xe0bR6ro1eVy-OcTQ/s1600-h/23%5B4%5D.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425551184860272498" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 250px; cursor: pointer; height: 320px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwlF-T8INAjtqccayzPQSfx4fZ43y8b4BDKVDShTS1rAVWUq3r0G4oQP8G1f0vhFzAm4vls9-oI-9NDysFwYm022p5WXgtiUcwIkEGpwR_Eym4bcjOX8rLJ8w77Xe0bR6ro1eVy-OcTQ/s320/23%5B4%5D.jpg" border="0" /></a><br />Ese domingo Paola sólo se esmeró en cepillar bien su cabello y llevarlo suelto, ya que Manuel anteriormente le había dicho que se veía mucho más bella con él suelto, y también se puso algo de suave perfume y la muda más nueva de ropa casual que le daba un aspecto más bien sobrio pero de todos modos agradable, aunque creía que era prudente estar elegante, no tenía una idea clara sobre qué clase de lugar la iba a llevar el enigmático Manuel y a eso se debió su opción de vestir casual. <div>Apenada con Manuel respecto a los anteriores encuentros donde ella solía llegar con algún retraso, ella quiso salir más temprano, levemente enervada por que su novio no se reportó durante todo el fin de semana ni siquiera con una llamada, de manera que ella tampoco quería recibir dicha llamada ya cuando se disponía a salir con otro.</div><div>Llegó 5 minutos antes de la hora fijada, y curiosamente Manuel no estaba allí aún, tuvo que esperar 10 minutos, donde trató de no encender su celular para llamarle y así verificar si ya estaba en camino, pero por evitar que le entrara una llamada de Juan Sebastián decidió que si en 10 minutos no aparecía el Manuel, se iba de vuelta a su casa a echarse una siestecita vespertina que mal no habría de caer. Pero cuando ella, displicentemente se disponía a abandonar el sitio, pues Manuel siempre había sido quien primero llegaba, Manuel al fín apareció.</div><div>"Qué le pasa a ese celular suyo que uno marca y me manda a buzón?" preguntaba una voz detrás de sí.</div><div>"Eh, yo ya me iba a ir, Ud nunca había llegado tarde"</div><div>"Le marqué para decir que llegaba 5 minutos más tarde"</div><div>"Pero pasaron más de 10"</div><div>"Bueno, lo importante es que al fin llegué"</div><div>Como era domingo, no habían, ni bares, ni cafés abiertos para tener una agradable velada, al menos en la zona centro, hubo que conseguir un taxi para que les llevara a un lugar diferente a los anteriores, donde irían a pasar la tarde.</div><div>En realidad comenzaba a percibirse un ánimo displicente en ambos, pues para ella las cosas con Juan Sebastián, a la hora de salir no habían ni esperas, ni puntos de encuentro ni caminatas a puntos de acopio en procura de un taxi, como sí ocurría con Manuel, debido a que Juanse siempre acudía allí en su moto Pulsar II, pero a diferencia de Manuel nunca habían lugares interesantes que conocer donde se pudiera aprender y a apreciar las cosas simples como la música, la comida gourmet, un bonito paisaje y una agradable conversación. Las cosas con Juanse tendían a ponerse monótonas: Siempre al mismo barcito, el mismo parquecito, que ya estaban viéndose desplazadas a las visitas en su propia casa donde lo único que él hacía era sentarse a ver TV con ella y en vez de pedir domicilio, ya se atrevía él mismo a abrir la nevera de la casa a ver que había para preparar, o esperaba a ver que servía la señora madre de Paola. Situación que no sólo preocupaba a Paola sino también al resto de su familia.<br />Sin embargo, Juan Sebastián era mucho más apuesto que el escuálido y aburrido Manuel, que a pesar de ser una persona muy agradable, su porte de tipo culto, de estudiante aspirante a sacerdote, y esa incomprensible timidez no convidaban ni despertaban ese interés de una mujer a conocer ese tigre hambriento y voraz que había dentro de sí, sólo quien lograba establecer una amistad muy íntima con él lograba entender lo que él tenía para ofrecer y la manera como él lo desplegaba. Paola logró descubrir ese "algo" que hacían de Manuel un tipo encantador, alguien que al brindar su amistad puede hacer sentir a la persona en cuestión un ser realmente especial. ¿Pero si bien Manuel en el fondo era mucho más especial que El Juanse entonces para qué carajos la Pao eligió al Juanse?</div><div>Pues bien, simplemente porque Juanse reclamó primero y es mejor para una mujer tener al lado un hombre seguro de sí mismo que un hombre tímido que con el tiempo se aprendería a ser cada vez más tolerante, además pues de que el mán sí estaba muy bueno y ella nunca pensó que un tipo así le llegaría a tirar los perros. No obstante, esa deuda de gratitud para con Manuel y lo injusto que sería tirar por la borda la calidad de persona que ofrecía Manuel, se había convertido en una sensación de incomodidad, donde ella rogaba al cielo que el Manuel lograra hallar una ocupación que lo exigiese la mayor parte de su concentración de modo que no le diese tiempo de llamarla y convidarla a algún evento o lugar.</div><div>Manuel no se veía con un ánimo tan resplandeciente como el de las otras ocasiones, se le veía melancólico y meditabundo, un poco ceñudo. Mientras Paola no encontraba palabras para romper el silencio cuya música de fondo era sólo la radio del taxista.</div><div>El taxista se detuvo en el Jardín Botánico, la pareja entró allí, y las únicas palabras que intercambiaron fueron exaltaciones a la belleza del lugar, a las especies y curiosidades del mismo.</div><div>Pero ya en uno de los parques de limpio gramado, Manuel, sacó de su morral una enorme toalla y la extendió sobre el gramado piso, donde pidió a su compañera que tomara asiento mientras él sacaba de su bolso unas buenas frutas y todo tipo de golosinas para compartirle.</div><div>Mientras Paola mordisqueaba una manzana y miraba fijamente a Manuel quien distraídamente desprendía de la cáscara a una mandarina, ella por fín inició una conversación.</div><div>"Te ves diferente" </div><div>"¿En serio?, ¿mejor o peor?"</div><div>"Te ves muy bien, me encanta esa camisa que tienes puesta, hueles bien y te ves más serio, hasta me da cierto temor hablarte"</div><div>"¿Por qué?, ofrecer una manzana, unos cuantos dulces, y unos Sándwich Cubanos que compré, con litro y medio de gaseosa no tienen por qué representar una disposición hostil"</div><div>"Jajajaja, Manu, esa forma tuya de expresarte, veo que sigues siendo el mismo"</div><div><br /></div><div>La tonalidad sombría de la atmósfera se dispersó un rato cuando ambos desplegaron su amabilidad, como si el sol se hubiera liberado de esa nube color grís ratón y bañándoles con sus rayos que se filtraban a través de la sombra de los hermosos árboles centenarios.</div><div>Pasaron un buen rato donde cada uno desatrasó su cuaderno.</div><div><br /></div><div>Paola entendió el por qué su amigo estuvo tan disperso los últimos meses, había sido un año terrible donde tuvo que sortear dificultades laborales y exigirse más allá de sus límites para lograr esa estabilidad que él tanto buscaba, le conmovió un poco lo solitaria que fue su lucha, y las cosas que él tuvo que dejar de lado para conseguirlo, una lucha infinita que seguía encarando hasta ese día. Asimismo ella le contó que andaba en las prácticas finales de la carrera y que andaba tremendamente ocupada con el trabajo final (El cual también barajó como excusa para desistir nuevamente de la cita).</div><div>"Yo no sé cuando voy a terminar esa carrera, desde que he estado involucrado con el trabajo de planta, no he podido lograr buenos horarios, y si los hallo, no hay espacio para dedicarle al estudio en casa" Decía Manuel.</div><div>"Pero tienes un trabajo, y tiene que ver con la rama de lo que estudias, hay gente que ni siquiera el grado le basta para establecerse"</div><div>"Sí pero ..."</div><div>"¿Pero qué?"</div><div>Manuel tomó algo de gaseosa, respiró y comenzó.</div><div><br /></div><div>"Cuando ingresé a la universidad no era nada, tenía que viajar a pie porque no mantenía dinero, y un banano era lo que llevaba para el almuerzo, al principio creía que por ser un tipo tan arrastrado nunca accedería al amor de nadie, de modo que le resté importancia a ese parámetro y procurar sólo mi bien personal."</div><div>"Mereces lo mejor", interrumpió Paola "Todas esas salidas que hemos tenido durante este lapso de tiempo que nos conocemos las he disfrutado mucho; Las salidas al cine club, al teatro, al karaoke, a la ciclovía, al estadio (Me encanta el fútbol y nunca pensé que algún día lo vería en vivo), a los bares, a ese parque de diversiones donde montamos en ese Kamikase tan miedoso y esta tarde tan hermosa, incluso mis cumpleaños y nunca te he retribuido tan hermosos detalles... Has sido muy especial conmigo, siempre tienes algo que decir y que me hace sentir bien, gracias"</div><div>"Ahora entiendo" Dijo Manuel</div><div>"¿Entiendes qué?"</div><div>"Piensas que no eres lo mejor para mí y por eso no me elegiste"</div><div>"¿De, de egh.. que me estás hablando?" Preguntaba ella extrañada</div><div>"Desde que la vi a usted por primera vez, dejé de lado mi conformismo, y después de conseguir su amistad traté de hacer de mí un prospecto, se luchó contra la corriente y cuando estaba listo para compartir de mis éxitos con usted, resultó que alguién llamó primero a la puerta de su corazón, he estado esperando con ansia el día en que usted esté huérfana de amor para acogerla"</div><div>"¡Manueeel!, ¿por qué dices eso?, no quiero que te sientas mal por eso, ya sabes que puedo brindarte lo mejor de mi amistad."</div><div>"Quiero que sepas que solamente vine esperando que me diera un NO definitivo, así dejo de pensar en usted, no sentir que todo lo que logre no es suficiente si no tengo a alguien como usted al lado, creo que me concentraría mejor en mi trabajo. Dice Ud que merezco lo mejor, así que asumiré que lo mejor está por venir."</div><div><br /></div><div>El encuentro por primera y única vez terminó mal, Triste y a la vez disgustada por el imprudente dramatismo de Manuel, Paola, ya camino a su casa, encendió su celular y el aparato inmediatamente comenzó a vibrar. No quería contestar, pues no quería aceptarle las discupas a Manuel, pero al mirar el display, en la pantalla se veía el nombre de "juanseamor", de inmediato atendió la llamada.<br /></div><div>"¿Qué pasa nena, dónde estás? ", decía él "Llamé a tu casa y me dicen que saliste con unos amigos de la U, me la pasé marcándote al celu y me manda a buzón, ¿qué pasa?, ¿por qué no me dijiste nada?, esto no me gusta"</div><div>"Ay piense lo que quiera, creo que me he portado más que bien para con usted para que ahora venga con comentarios así"</div><div>"Tranquila nena, te creo, relájate, dime a qué hora te recojo para que salgamos, esta vez sí vamos a salir, al lugar que quieras y no iré a tu casa a incomodar"</div><div>"Llámame más tarde en la noche, estoy muy cansada y no tengo ganas de salir ahora, voy a echarme una siestecita que mal no habría de caer.</div><div><br /></div><div>**********************************FIN******************************************* </div><div><br /></div><div></div><div><br /></div><div><br /></div><div></div><div></div><div></div>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-85475839238170784782009-10-06T14:32:00.000-07:002009-11-09T11:30:15.300-08:00ESPECIAL SECUELAS, HOY: "DIRTY HARRY"<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_2AJgazvF-iO72vHhqQ9DYWVFE9OTghZ0p_j-88Qe6LiN0uQsm1er8s9JIeAuaACWN1AkgtNOp16uz0z7beMYTqlTwtxcCRVl1Ez_HwPVbf6TH36pU_wyrYdV_lZqsPAK3BrIMsosAg/s1600-h/Dirty+Harry+2.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 254px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_2AJgazvF-iO72vHhqQ9DYWVFE9OTghZ0p_j-88Qe6LiN0uQsm1er8s9JIeAuaACWN1AkgtNOp16uz0z7beMYTqlTwtxcCRVl1Ez_HwPVbf6TH36pU_wyrYdV_lZqsPAK3BrIMsosAg/s320/Dirty+Harry+2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918958059892530" border="0" /></a><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0cm;">Antes de Rambo, Mad Max, RoboCop, Lethal Weapon, existió una secuela de acción, que ha sido a lo largo de los años la impronta por excelencia del gran Clint Eastwood.</p><p style="margin-bottom: 0cm;">Yo no puedo decir que he sido un amante del séptimo arte desde hace ya bastante tiempo, de hecho mi inquietud hacia el cine surgió no hace más de año y medio, pues antes yo era un cinéfilo pasivo que sólo deseaba acudir a las salas o precenciar alguna producción Hollywoodence si se trataba de alguna secuela derivada de algún comic o alguna adaptación de algún hecho histórico o literario. En realidad no me interesaba para nada el cine clásico o aquello que llaman "Cine Arte." sin embargo desde que compré mi propio equipo de DVD mi vida (Pseudo-intelectual) Se nutrió de un poco de más cultura. Comenzar de lleno con Kubrik fue una gran idea, pero gracias a una promo del canal Retro (Llamada Retrospectiva) de la cual quedé fascinado hacia aquel héroe de acción del cual varias veces escuché hablar, pero del que nunca antes me interesó indagar más a fondo: "Harry el Sucio"</p><p style="margin-bottom: 0cm;">Por supuesto al Inspector Harry Callahan no le apodaban así por algo que tuviera que ver con su higiene personal, en la primera parte de la serie (Dirty Harry) se pueden apreciar una y otras conjeturas sobre el origen de dicho apodo, aunque parece que ésta no fue una chapa que trascendió demasiado en su entorno laboral ya que este apodo no se vuelve a mencionar en las entregas posteriores.</p> <p style="margin-bottom: 0cm;">En realidad no me siento el único en despertar una obsesión sobre la carrera del popular Eastwood a raíz de esta serie, y estoy completamente seguro de que muchos fanáticos consideraban el género <em>Western</em> como algo estúpido y anticuado, y que luego después de adentrarse al mundo de "Dirty Harry", este prejuicio logró transformarse en inquietud y luego en afición. Pues si bien la serie Dirty Harry no tiene que ver con el género "Western", género en el cual Eastwood se vio encasillado durante la década de los sesenta y que pudo incluso darse el lujo de seguir participando en producciones de este tipo durante las décadas posteriores hasta los 90 donde terminaría esta etapa magistralmente con Unforgiven (1991), podemos asegurar asimismo que el rol del Detective Harry Callahan no sólo le quitaría a Eastwood su imagen estereotípica de "Eterno cowboy" sino que también le darían una imagen de héroe taquillero (Y también de culto) como lo fueron también actores como Steve McQueen o en su tiempo Charlton Heston.</p><p style="margin-bottom: 0cm;">Aunque Dirty Harry no fue mi primer encuentro en las pantallas con Eastwood, pues ya lo había visto en Million Dollar Baby (2005) como el anciano entrenador de una jóven púgil, ésta cinta despertó más mi interés en indagar más sobre la serie Dirty Harry, y la carrera integral de Clint Eastwood.</p>
<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_3CN7AqkKHWOv-YTI0SA5pY1xRBqWG5gmGOz4E4T5jeYken6JvavxCYXaCaDqaQ_AwfP7qEQMx_6FIbf76ouyGgrPYYgx9IaDeeqpcuJP-GfP0g6cwDZGexrTYBOka_zULfzUTFSYXQ/s1600-h/dirty-harry-clint-eastwood1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 195px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_3CN7AqkKHWOv-YTI0SA5pY1xRBqWG5gmGOz4E4T5jeYken6JvavxCYXaCaDqaQ_AwfP7qEQMx_6FIbf76ouyGgrPYYgx9IaDeeqpcuJP-GfP0g6cwDZGexrTYBOka_zULfzUTFSYXQ/s320/dirty-harry-clint-eastwood1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918454987397842" border="0" /></a><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0cm;"><strong>DIRTY HARRY</strong> (1971)</p> <p style="margin-bottom: 0cm;">La historia comienza con un asesinato de una joven que nadaba pacíficamente en la piscina de la asotea de un edificio por parte de un tirador (The Scorpio Killer) que desde un edificio más alto apuntaba con su rifle de largo alcance, y dejando posteriormente, en la misma asotea de donde él había disparado una nota en donde desafiantemente le avisa a las autoridades sobre su siniestro plan en donde tendrá a la ciudad y su ley a su merced. Sin embargo aparece el implacable Inspector Harry Callahan, quien pese a ser un servidor de la ley, éste no la sigue muy al pié de la letra. Callahan es un detective sarcástico, irreverente y sumamente cruel con los sospechosos que él captura, si es que tienen suerte de ser sólamente capturados, ya que en su mayor parte prefiere utilizar su letal <em>Smith & Wesson, Magnum 44,</em> para cerrar el caso a su modo y sin complicaciones. Sin embargo esta no muy sutil metodología de ejecutar la ley, lo mantiene muy al margen de los afectos de sus oficiales superiores, ya que algunos de estos procedimientos resultan ir en contra de los derechos del críminal, sin embargo él reclama que los derechos del criminal no deben estar jamás por encima de los derechos de las víctimas, y sin importar las sanciones a las que él sea sometido e incluso las amenazas de despido, saben que Callahan es un hombre imprescindible ya que es un hombre incorruptible, imposible de chantajear, y obsesivo con su trabajo.</p><p style="margin-bottom: 0cm;">Callahan es un hombre solitario, en la misma historia comenta que su esposa había sido asesinada por razones que tenían que ver con sus asuntos laborales, a lo cual, posiblemente se le deba su conducta taciturna y neurótica, haciéndole de algún modo enigmático. Al final de la historia, consciente de que su intermediación en la negociación que el alcalde de San Francisco (Escenario majestuoso de la historia) y el SFPD sostuvieron con el psicótico Scorpio Killer casi les cuesta la vida a él y a su compañero de trabajo, además del desconcertante tropiezo burocrático que trajo la posterior pero no muy ortodoxa captura por parte de Callahan a Scorpio, que le valió la liberación al asesino por haber sido víctima de "Brutalidad policiaca", Callahan emprende una solitaria persecusión al asesino, quien trata de dar un segundo golpe secuestrando un autobús escolar tripulado por muchos niños, Callahan se niega a mediar y decide por sí mismo interceptar al vehículo y al final se enfrentará cara a cara con Scorpio, sin importar lo que la ley posteriormente le dicte. </p> <p style="margin-bottom: 0cm;">
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<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMKoXDWftG2vUHTeRAsGOWp1i92WU6rUDBR2jmHydaRoDizNvKIU8IQAqmZGEI5Rg9TAqU7wj81FU4J6mcuIB5oP45XJ3ZdCl6HM4a-TkN2fnTf_IUfUyuCp7Zq9MDH4cKMZXo6080rg/s1600-h/magnum-force.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 308px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMKoXDWftG2vUHTeRAsGOWp1i92WU6rUDBR2jmHydaRoDizNvKIU8IQAqmZGEI5Rg9TAqU7wj81FU4J6mcuIB5oP45XJ3ZdCl6HM4a-TkN2fnTf_IUfUyuCp7Zq9MDH4cKMZXo6080rg/s320/magnum-force.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918452920673618" border="0" /></a><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0cm;"><strong>MAGNUM FORCE </strong>(1973)</p><p style="margin-bottom: 0cm;">Debido a las muy frecuentes insubordinaciones a sus superiores y por ejecutar la ley a su amaño, el Inspector Callahan, al principio de esta historia lo vemos relegado a una labor de vigilancia y patrullaje del área urbana, manteniéndose distante de los asuntos del departamento de homicidios al cuál él pertenece, sin embargo, como es su costumbre sigue metiendo sus narices en los diversos casos que a éste departamento compete, ya qué él nunca logra encontrar motivos por los cuales respetar las órdenes de sus superiores, pues él siempre cree tener la razón y que sus jefes son estúpidos.</p> <p style="margin-bottom: 0cm;">La historia comienza con una absolución de la corte a unos políticos corruptos, que despierta una indignación generalizada en la comunidad civil, sin embargo el vehículo en donde iban los acusados absueltos es detenido por un patrullero motorizado que les dice que acaban de cometer una infracción, y que después de haberles hecho una supuesta sanción, el policía procede, sacando su arma de dotación para asesinarlos. En un principio Harry Callahan se vio interesado en aportar a este caso, pero su superior , el Teniente Briggs, le recuerda sus funciones, marginándolo del caso, no obstante, Harry trata de divertirse comiendo hamburguesas, y frustrando intentos de secuestro aéreo.</p> <p style="margin-bottom: 0cm;">Posteriormente se siguen presentando esos misteriosos casos de asesinato en donde policías motorizados ejecutan toda suerte de criminales como mafiosos, proxenetas, etc... Tras uno de estos asesinatos, Briggs re-integra a Callahan a homicidios para que persiga a un tal Palancio, que según él, es la persona que está detrás de éstos crímenes. Sin embargo Callahan no está muy convencido ya que los informes de balística dicen que las balas extraídas a las víctimas provienen de revólveres tipo Mágnum, que eran los que usaban los oficiales de policía, especialmente un grupo de nuevos patrulleros qué él solía encontrar en el salón de tiro haciendo pruebas de puntería e incluso solía competir en tiro con ellos. Al final Harry se ve amenazado de muerte al concluir, según sus investigaciones, que es alguien del mismo SFPD quién está detrás de éstos asesinatos, viéndose al final en una situación donde enfrentará cara a cara y literalmente desarmado al autor intelectual de estos asesinatos (El mismo Teniente Briggs) y a su comando de asesinos motorizados.</p> <p style="margin-bottom: 0cm;">
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<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTvT8_Rp29mnJKyzEpiW9s6dlibcDiCca81ldNmr_V50C-kf-p_a9j7xsVq1oShAoYEP1P6MTv8GBMxKAfkFF7lBsPJLq6tF7aYYgg4fNdZwUE2C0JMdZnt_6GKfqAekwNsY7bKdUcjw/s1600-h/dirty_harry_movie_image_clint_eastwood__4_.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 256px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTvT8_Rp29mnJKyzEpiW9s6dlibcDiCca81ldNmr_V50C-kf-p_a9j7xsVq1oShAoYEP1P6MTv8GBMxKAfkFF7lBsPJLq6tF7aYYgg4fNdZwUE2C0JMdZnt_6GKfqAekwNsY7bKdUcjw/s320/dirty_harry_movie_image_clint_eastwood__4_.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918451151928066" border="0" /></a><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0cm;"><strong>THE ENFORCER </strong>(1976)</p> <p style="margin-bottom: 0.5cm;">Esta pudo haber sido el cierre de una trilogía, ya que las otras dos secuelas subsiguientes son bastante diferentes a la estética de los films de estas 3 primeras entregas de Dirty Harry.
<br />En esta se ve un Harry Callahan más suavizado, aunque no más blando, quizá sea el efecto enternecedor producido por el hecho de que esta vez, su compañero de misión es una inspectora novata (Inspectora Moore), la cual, al principio la recibe con displicencia, pero luego logran hacer migas a mitad de su misión. Sin embargo no hubo tiempo suficiente para que esto desencadenara en romance.
<br />En esta ocasión, Callahan enfrenta un grupo delincuencial de métodos terroristas, que se hace llamar "revolucionario" pero si un aparente ideal.
<br />La historia termina cuando este grupo secuestra al alcalde de la ciudad de San Francisco, pidiendo a las autoridades un rescate millonario, sin embargo, el cuestionado Harry, procede a su manera y enfrenta con su compañera en la abandonada prisión de Alcatraz a los delincuentes y tras lograr reducir en número a los delincuentes, se logra un aparente rescate del alcalde, no obstante la Inspectora Moore es mortalmente herida tras intentar salvarle la espalda a Harry, pero éste al final logra aniquilar al lider de este movimiento (Bobby Maxwell), salvando nuevamente al alcalde, mientras tardíamente aparecía un helicóptero de la Policía pidiendo al recientemente eliminado Maxwell liberar al alcalde a cambio del dinero que ellos ya tenían</p>
<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlrvIqlB0uhZWwQW3PvBHF0l8uBIRohYItjekWNduCE_jS45q855sYxTjsZ_sEj7Zj2wyo0n9JH85ncM_7EF7bFQMFPuNTQATIaW6o2C09Jm6tHgcQt2kY_1WbidCf1WIWykozkZ1gJA/s1600-h/sudden-impact-10.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 133px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlrvIqlB0uhZWwQW3PvBHF0l8uBIRohYItjekWNduCE_jS45q855sYxTjsZ_sEj7Zj2wyo0n9JH85ncM_7EF7bFQMFPuNTQATIaW6o2C09Jm6tHgcQt2kY_1WbidCf1WIWykozkZ1gJA/s320/sudden-impact-10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918443301839458" border="0" /></a><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0.5cm;"><b>SUDDEN IMPACT </b>(1983)
<br />Una nuevo asesino en serie anda suelto, dejando un sello muy particular en sus víctimas: (Asesinarlos disparándoles en la cabeza y sus genitales), mientras que Harry Callahan sigue ejecutando la ley a su manera logrando tropiezos con sus superiores y la burocracia.
<br />Los inconvenientes de Harry prosiguen, y no logra tener paz en ningún momento ya que vendetas de mafiosos y cuentas pendientes con sus enemigos absueltos en la corte, le hacen blanco de varios atentados, en los cuales siempre resulta saliéndose con la suya y asesinando a sus agresores. Tras uno de estos inconvenientes a Harry le envían de vacaciones a un pueblo cercano llamado "San Pablo California" para que de paso siguiera la pista a los crímenes del extraño homicida de las partes nobles. Callahan nunca logró empatizar con el jefe del Departamento de Policía del Pueblo de San Pablo, del cual nunca recibe coperación alguna. Sin embargo, en medio de sus investigacioes logra hallar que el hijo de éste anduvo involucrado en un caso de violación de dos inocentes jóvenes en una feria de atracciones acontecida hace años atrás, una de ellas era la artista Jennifer Spencer, quién solía ir a una clínica para visitar a su hermana en estado catatónico jurándole vengarse de aquellos quienes les hicieron tanto daño.
<br />En medio de la historia las pistas llevan al inspector Callahan a dar con Spencer, sin embargo logran un romance.
<br />Al final Spencer trata de ejecutar a su última víctima sin éxito, por lo cual es brutalmente golpeada por sus viejos agresores y en medio de esta acción llega Callahan a enfrentarlos, viéndose al final inmerso nuevamente en el dilema de los derechos de las víctimas y los culpables.
<br />Ésta fue la única entrega de la serie dirigida por el mismo Eastwood, donde le agregó no sólo acción sino también suspenso y algo de drama.
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<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhopEqXVIzsAk4etLo1cxINbmmR0L7ojq2eCRzy0enFHARJJ4f2oS9BCp8dmnCgjTDrytrBp-H3nDfzXy2TlUdjvVtKrQ_Z-ybcR1ovUWm9AmvRgfOfTbDINaAOX2WxkUZXhyphenhyphenDcGvP2PQ/s1600-h/deadpoolrev01.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 213px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhopEqXVIzsAk4etLo1cxINbmmR0L7ojq2eCRzy0enFHARJJ4f2oS9BCp8dmnCgjTDrytrBp-H3nDfzXy2TlUdjvVtKrQ_Z-ybcR1ovUWm9AmvRgfOfTbDINaAOX2WxkUZXhyphenhyphenDcGvP2PQ/s320/deadpoolrev01.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401918444601523618" border="0" /></a>
<br /><meta equiv="CONTENT-TYPE" content="text/html; charset=utf-8"><title></title><meta name="GENERATOR" content="OpenOffice.org 1.1.4 (Win32)"><meta name="CREATED" content="20091108;20525689"><meta name="CHANGED" content="20091108;20532282"><style> <!-- @page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } --> </style> <p style="margin-bottom: 0.5cm;"><b>THE DEAD POOL </b>(1988)
<br />La última entrega de la serie y digamos que la más débil, según mi parecer. En esta historia Harry Callahan investiga una serie de asesinatos, en lo que parece verse involucrado un director de cine llamado Peter Swan, quien se encontraba rodando un film sobre Rock and Roll y satanismo. Luego aparece en los medios una lista negra, en la que aparece el mismo Callahan involucrado y por lo que posteriormente se ve metido en diversas persecusiones y atentados contra su integridad. La legendaria reputación de Harry Callahan ha trascendido incluso hasta los medios, asunto que a él no parece agraderle mucho, en medio de esta "pseudo-fama" conoce a una joven reportera, Samantha Walker, quien le contacta diciendo estar interesada en hacer una crónica sobre la carrera del veterano inspector, a lo cual Callahan se niega, sin embargo este interés parece convertirse más adelante en un romance.
<br />Al final Callahan descubre que Swan no es el causante de los asesinatos sino un extraño psicópata que suplanta su identidad, y que posteriormente secuestra a la amiga de Callahan (Samantha) obligándolo a enfrentarse con él.
<br />En esta entrega también aparece un joven Jim Carrey, interpretando a la joven promesa del rock Johnny Squares y su banda son nada menos que los Guns n´Roses.
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<br /><div> </div>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-27578992827906844342009-09-22T07:30:00.000-07:002010-02-03T19:29:48.788-08:00"THE CHEMESTRY OF LOVE" (Michael Franks)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8udZeRepjot6mOYIn4Qj8PwIka3zovkJWu_dmT3nBB7R1ol0v0OrFl7BYZqT55A2-pbw_ri5TJrmKeLTEy7z5nZDrazmuQu5Cm9l_ImJ8_BsnqEFzQcXFWpKgGcvbpWq49YMhb1Fm_w/s1600-h/2929539.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 250px; DISPLAY: block; HEIGHT: 320px" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5384300725172728850" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8udZeRepjot6mOYIn4Qj8PwIka3zovkJWu_dmT3nBB7R1ol0v0OrFl7BYZqT55A2-pbw_ri5TJrmKeLTEy7z5nZDrazmuQu5Cm9l_ImJ8_BsnqEFzQcXFWpKgGcvbpWq49YMhb1Fm_w/s320/2929539.jpg" /></a> Generalmente cuando se me escucha hablar de música, se percibe una notable inclinación hacia las corrientes rock alternativas de finales de los 70, los 80 y en parte de los 90, y de hecho en eso se basa mi colección musical. Sin embargo, los que conviven conmigo saben que la mayor parte de mi tiempo escucho cosas que rara vez por ahi se escuchan o que se puedan juzgar como "Aquella banda que le gusta a ese mán"<br /><br />Desde que conocí artistas como Supertramp, The Doobie Brothers, o los Steely Dan, desperté una extraña fascinación hacia los sonidos (Llamémoslos así) "sofisticados" que son básicamente aquellos que con una afable faceta pop, llevan un trasfondo de sonidos retro tales como el jazz, el funk, el soul, el swing, el blues, el bossanova, etc... dándoles así un matiz elegante y sutil.<br /><br />Y aunque podría mencionar muchos de los exponentes de esta corriente, más bien me abstendré de hacerlo ya que mi intención con esta entrada es sólo presentar una canción.<br /><br />A pesar de que esta canción llamada "The Chemestry of Love" que es extraída de un álbum llamado <em>"Rendez-vous in Rio"</em> del año 2006, el artista, Michael Franks, es un veterano que desde 1973 se ha mantenido vigente, al margen del <em>mainstream</em> y de todas las trampas que contiene el ser una estrella del pop.<br /><br />Franks siempre se caracterizó por su sonido exquisito, elegante y sobrio, fundamentado en los sonidos retro que anteriormente ya mencioné. Así pues que queridos lectores imaginarios, disfruten de esta linda canción, ídeal para escuchar en esas noches frías donde nos toca trasnochar, preparando algún parcial o descansar de una inclemente jornada laboral.<br /><b><br /></b><div><b><i>THE CHEMISTRY OF LOVE</i><br /></b><br /><em>Why can’t we free the love inside us?<br />Those inhibitions which divide us<br />Is it naive of me to seek such ecstasy?<br />I crave the chemistry of love.<br /><br />Let’s build the Taj Mahal of pleasure<br />Follow the blue print to those treasures<br />A formula aside should help us<br />Crystallize into the chemistry of love.<br /><br />Please don’t reside me poetry<br />I rather feel you close to me<br />And listen to the rhythm of your heart<br />Now here we are woman and man<br />And like those statues ??????<br />I can’t tell you for me<br />Inside the chemistry of love.<br /><br /></em></div><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dwRXUJguzK1KHj7O460t-4-x7INpqXe398TziTF7brYAiwJtoqs7QCNTUAYMouqU20mEyCFGlH4jEPhUs3j1w' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-45521277793733947642009-09-14T19:00:00.000-07:002009-09-17T10:27:47.565-07:00NOTA EDITORIAL 10<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqUfsxu_IVytKNQ_yEuo4Ho-yZi5ZNdqnoqIgOcS3wZW2Jdt8isRxxJ0sp6jtMavNHTb-7-D3eeQnBb4zV25Ct8Q2YH4NBkk91Yni7hDovGvThc5IAe6sRf0hWTSDsqvAioyQzkG5PMw/s1600-h/2356I_~1.JPG"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 279px; DISPLAY: block; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5381509822216316290" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqUfsxu_IVytKNQ_yEuo4Ho-yZi5ZNdqnoqIgOcS3wZW2Jdt8isRxxJ0sp6jtMavNHTb-7-D3eeQnBb4zV25Ct8Q2YH4NBkk91Yni7hDovGvThc5IAe6sRf0hWTSDsqvAioyQzkG5PMw/s320/2356I_~1.JPG" /></a> Después de varios meses de abandono de cese de actividades, de <em>stand by</em> y una amenaza de desaparición de esta solemne publicación, La Coraza regresa.<br /><br />Aunque trataré de no extenderme demasiado explicando las razones de mi abandono a esta actividad no paga, si puedo justificar una que otra cosa.<br /><br />Sin embargo no fue la ausencia de inspiración la que me privó de seguir dotando este espacio de deliciosos escritos y exquisitas reseñas, de hecho se me vió varias veces durante este espacio de tiempo en que estuve ausente publicando algunas reseñas musicales para el blog <em><a href="http://d-coleccion.blogspot.com/">d-colección</a></em>, y por otro lado para aquellos antíguos seguidores coracistas que alcanzaron a contactar y saber quién o qué era la persona que adopta el sedónimo de "Disco Stu" viéronme que también permanecí muy activo en mi perfil de Facebook, publicando detalles que otrora deberían estar aquí en este espacio.<br /><br />Pero bueno, ahora tengo una parte del día a mi disposición, ya no hay más apatía y aunque no pretendo hacer de este espacio una actividad disciplinaria, al menos si le colgaré a esto un par de escritos por mes, y a eso me comprometeré, esperando, eso sí, que la buena inspiración me acompañe.<br /><br />Por otro lado, quisiera dar un adelanto de lo que se viene: seguiré con mis monólogos, mis reflexiones, no volveré a subir videoclips ya que para eso está el facebook, pero proseguiré recomendando novedades musicales. También siento mucha pena por todos aquellos que comenzaron leyendo la historia "Ser Especial", la cual ha permanecido mucho tiempo inconclusa, ya que la verdadera razón es que la historia, que es una historia de amor muy simple, me resultó más extensa de lo que imaginaba, y en realidad una de las cosas que más pereza me da es transcribir un texto desde su borrador al formato digital, debido a que cuando estoy rescatando ideas para plasmar en la plantilla de este blog, es con libreta de apuntes en mano y en lugares que no necesariamente son salas con computadores. Pero con todo y cansancio trataré de pasarlos, así sean resumidos, ¿Vale?<br /><br />En fin, tengo nuevas cositas en el tintero y aparecerán más pronto de lo que imaginan, mis estimados lectores imaginarios.Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-64843375807676027152009-03-08T07:31:00.000-07:002009-12-30T07:19:35.320-08:00CONTROL (The Story of Ian Curtis)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikLO6Yf4GgUROYnuziWIW0RzfIL8bytfexVdapwZ-9CDvmHrtukH_qbTh9pKNCj8kA7JDPeGezY8iBljNiWQcxbDkVYiN7zK5kPYNSU6njED-tM6yYfVz2mzv0SVQfFp0wMOQEbZDjRQ/s1600-h/CONTRO~1.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5310824949550988338" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 216px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikLO6Yf4GgUROYnuziWIW0RzfIL8bytfexVdapwZ-9CDvmHrtukH_qbTh9pKNCj8kA7JDPeGezY8iBljNiWQcxbDkVYiN7zK5kPYNSU6njED-tM6yYfVz2mzv0SVQfFp0wMOQEbZDjRQ/s320/CONTRO~1.JPG" border="0" /></a> Fue en un concierto de Sex Pistols, en donde Ian Curtis se encontró con sus compañeros del colegio Bernard Sumner y Peter Hook, quienes en aquel entonces eran aspirantes a banda Punk y con una erudición relativamente limitada. Curtis, ya casado, y con un modesto empleo, les dice a los chicos que está a disposición por si quieren probar un vocalista, pocos días después el grupo, que entonces se llamaba Warsaw, no sólo contaba con la voz de Curtis sino también con la poesía existencial reflejada en sus letras. Tiempo después, y por razones que aun se desconocen, el grupo “Warsaw” estaba intentando un nombre diferente: “Joy Division.” Comienza una historia de vida efímera, mas después de todo, legendaria.<br /><br />A finales de los 70, cuando la explosión “Bigbanezca” del Punk comenzaba a atenuarse las bandas que intentaban no desaparecer, parecían padecer un ensombrecimiento y una densificación en su estructura musical, logrando que la furia rebelde y anarquista del punk, entrara en el letargo laberíntico del existencialismo.<br /><br />El film “Control” dirigido por el reconocido, fotógrafo y director de video-clips Anton Corbijn, ilustra una historia (real) que se desarrolla en esta época grisácea, del Manchester de finales de los años 70. Y no necesariamente porque el filme sea a blanco y negro, aunque este aspecto ayude a contextualizar al espectador.<br /><br />Muchos se han preguntado la razón del suicidio de Curtis cuando su banda estaba a punto de desafiar la gloria con una prometedora gira a Norteamérica, la cual seguramente los sacaría del subterráneo, sin embargo, una vez ya inmerso el espectador dentro de la atmósfera del filme, la banda y su fama parecen ocupar un plano tan supérfluo la cual el mismo Curtis parece ir abandonando paulatinamente, pues ha fracasado en su vida matrimonial, y es un problema con el que no sabrá convivir, ni siquiera siendo una estrella de rock consagrada.<br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/GAmqsntfnhI&hl=en&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/GAmqsntfnhI&hl=en&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6460486870462513305.post-14737037780696402712008-12-24T15:03:00.001-08:002008-12-24T15:06:57.077-08:00THE PUNISHER<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyGoXZhG965M0fBJ481aWpfgdNHWnMkSrY81r2fsjck-Jts5sQtPzqaLBR_poYOHvlCmY_ZkgPSBIA4RPUrDW5iiRfcUAR7ujWiHPLkiw_TrBg9sMkA_-GRzoBeE_kTP_e8B-OldQbFg/s1600-h/AK-THE~1.JPG"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 227px; FLOAT: left; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5283496537961980194" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyGoXZhG965M0fBJ481aWpfgdNHWnMkSrY81r2fsjck-Jts5sQtPzqaLBR_poYOHvlCmY_ZkgPSBIA4RPUrDW5iiRfcUAR7ujWiHPLkiw_TrBg9sMkA_-GRzoBeE_kTP_e8B-OldQbFg/s320/AK-THE~1.JPG" /></a><br /><br /><div>Cuando la ví por primera vez en el VHS de mi vecino, fue una de esas pelis de acción desmedida que nos hacía vibrar ante un héroe implacable que “No comía de nada” (Expresión local que quiere decir no importarle nada, nada lo detiene), pero fueron pasando los años y a medida que nuestra sensibilidad va creciendo, nuestros sentido cinéfilo empieza a descartar, toda esa clase de propuestas que sirven para gentes que no van al teatro a pensar sino a divertirse un rato con explosiones y efectos especiales, y que nuestro sombrío pseudointelectualismo ya empieza a tildar como infantiles.<br /><br />Sin embargo ya habiendo conocido a Kubrik, Fellini, Stone, Hitchcock, a James Dean, Clark Gable, Humprey Bogart, Clint Eastwood, Al Pacino, hasta Woody Allen, por no mecionar más nombres de directores, actores y películas memorables que no sólo se destacaron por su éxito en el box office sino también porque supieron perdurar como legado artístico a través de generaciones y haber adoptado a estos referentes como protagonistas del tipo de cine que a mí me gusta. No obstante la primera PUNISHER, siguió ahí como una de mis cintas predilectas.<br /><br />Cuando hablamos de THE PUNISHER (1989), no hablamos básicamente de un clásico del cine, ni tampoco como un film memorable, no obstante, tampoco nos encontramos del todo con una historia relativamente “Hueca”, que fue el común denominador en muchas cintas de acción ochenteras. La historia, tiene un texto coherente en donde se enfrentan dos mafias, y allí aparece The Punisher, como un vigilante, dispuesto a sabotear los planes de ambas mafias y dándoles a entender que mientras “El Castigador” exista las fuerzas criminales no hallarán para nada un camino glorioso.<br /><br />Cuando salió una nueva versión, con un texto diferente en 2004, nos encontramos un personaje diferente, más humanizado ya que la historia, que narra los orígenes de este personaje nacido de los comic books de superhéroes (MARVEL), permite que las acciones (Vengativas) que efectúa dicho personaje, de algún modo se vean “Justificadas” gracias a los brutalmente trágicos eventos que le procedieron antes de convertirse en un vigilante-asesino, encarg<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5jucDeLOuwptiAwTGw7Dh_DcCqYNyTrTcro5sxs5Gd3tZvvbw4vDlAnOMIm_43oCqU4I53gPmnmGUA-HxKJDNBwrFbEpnIzAU8245r6OUsNCPts4R1EqSVdcVNFrdcoziWbv0eN7Ikw/s1600-h/THE_PU~1.JPG"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; FLOAT: right; HEIGHT: 209px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5283496925353824562" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5jucDeLOuwptiAwTGw7Dh_DcCqYNyTrTcro5sxs5Gd3tZvvbw4vDlAnOMIm_43oCqU4I53gPmnmGUA-HxKJDNBwrFbEpnIzAU8245r6OUsNCPts4R1EqSVdcVNFrdcoziWbv0eN7Ikw/s320/THE_PU~1.JPG" /></a>ado de destruir brutalmente a todo criminal perverso.<br /><br />El Punisher de 2004, protagonizado por Thomas Jane (Quien le da al personaje un aspecto más meláncólico y dramático) y dirigido por Jonathan Hensleight, nos muestra una de las tantas historias de venganza, que alguna vez protagonizaran Charles Bronson, o actualmente Liam Neeson (Taken) pero también con ese aire de western urbano, que empezó a notarse en filmes como El Mariachi, y llevados a su más sofisticada expresión por Quentin Tarantino y protagonizados por Antonio Banderas.<br /><br />Quizá muchos jovencitos de hoy día que tengan a Punisher 2004 como una de sus cintas predilectas, mirarán con desdén aquella versión que se hizo de este “atihéroe” en 1989 protagonizada por Dolph Lundgren, quizá por su aire ochentoso que a estas alturas de la época ya empieza a verse pintoresca dicha estética, o porque quizá no se vea tan moderna como la de 2004, o quizá por que este no llevaba la imagen de la calavera en su franela negra, o quizá por la poca formación teatral del actor sueco que se hizo famoso al interpretar a la maquina de combate soviética Iván Drago en Rocky IV y que en dicha ocasión fue apto para encarnar al ex agente encubierto Frank Castle, que tras ver como asesinada a su esposa e hijas (En Punisher 2004 era un solo hijo) decide convertirse en un vigilante psicótico obsesionado con destruir con sus propias manos a toda fuerza criminal que irrumpa en la ciudad. Pues bien, así digan que Jane interpretó de manera más “profesional” a Castle, el estilo lacónico e inexpresivo de Lundgren, le daban al personaje ese “algo” que lo hace superior al Punisher 2004, pues le hacen ver más enfermo, frío, cualidades dignas de un asesino a temer incluso hasta por los más malvados.<br />En Punsher 1989, dirigido por Mark Goldblat, nos muestra un personaje con un largo recorrido en su cruzada contra el mal, como una especie de monje encomendado a su misión de exterminar al mal. Es cierto que en esta versión también se nos hace entender que fue la venganza quien transformó a Castle, pero dentro de la trama de la historia, Castle no busca una venganza personal, ya que su concepto de venganza ya no radica en destruir a aquel quien le hizo mal, sino exterminar al mal en general.</div></div>Disco Stuhttp://www.blogger.com/profile/05447629350966720005noreply@blogger.com4